Las Zonas Económicas
Especiales en México y las nuevas geografías del capitalismo
26 de marzo de 2018
Por Agustín Ávila Romero
Por todo el planeta proliferan nuevas
Zonas Económicas Especiales (ZEE) que proporcionan espacios de libertad total
al movimiento del capital trasnacional, al cual se le otorgan grandes
facilidades fiscales, aduaneras, logísticas, garantías de acceso a bienes
naturales comunes estratégicos -como el agua, la energía solar y eólica, el
petróleo y el gas- y de explotación de mano de obra local a cambio de salarios
muy inferiores a los que se proporcionan en los países sedes de las firmas.
De la misma forma dichas zonas se
establecen en Vietnam, Myanmar, Laos, India y Sri Lanka, que en países de
África como Mozambique, Nigeria. etc. En el caso de América Latina su avance es
impresionante.
Países como Colombia, Nicaragua o
República Dominicana han apostado al establecimiento de empresas en su
territorio cediendo buena parte de su soberanía nacional y la disminución de
sus ingresos fiscales, a cambio de que parte de su clase económica dominante
forme parte como socio minoritario de algunos de los emprendimientos que se
realizan.
En una de las ZEE más importantes de
Uruguay, los trabajadores ganan tres veces menos que los procedentes de las
naciones de origen de la inversión extranjera. En Brasil los habitantes de
Manaos –una zona construida por el régimen cívico-militar- tienen el índice de
desarrollo humano más bajo de las ciudades más pobladas de ese país. Pero el
modelo se expande y continúa.
Tan sólo en América Latina son más de
10 mil empresas las que se han instalado ya en ZEE, número similar a los
corporativos mayoritariamente chinos que se encuentran en África.
El salario promedio dichas zonas es de
1,080 dólares (EU) muy por debajo de los salarios que se pagan en los países
europeos, Canadá o Estados Unidos. En el caso de Costa Rica y Dominicana las
ZEE representan el 47% y el 57% de las exportaciones, respectivamente, lo que
muestra la localización corporativa en detrimento de la formación de cadenas
productivas que favorezcan el mercado y el empleo nacional. Esto se evidencia
con el siguiente dato: el promedio de aporte de las ZEE de América Latina al
PIB regional es de tan sólo el 5.8%, destacando el caso de Nicaragua con el 12%
como aportación al PIB.
Ello es relevante porque dichas Zonas
se construyen con base a grandes subsidios y financiamientos que adquieren los
gobiernos nacionales. Con base al endeudamiento o el uso del presupuesto
nacional, mucha de la infraestructura mundial se construye para favorecer el
funcionamiento de estos espacios en detrimento de las necesidades nacionales de
educación, salud, empleo, seguridad, entre otras.
Dichas zonas forman parte del proceso
de reestructuración capitalista mundial que inicio en los 70’s del siglo XX
pasado y que hace frente a la caída de rentabilidad del capitalismo. La
instrumentación de política neoliberales que favorecieron la flexibilización
laboral, la desregulación económica y el libre flujo de capitales a nivel
planetario, tienen como contraparte el proceso de expansión geográfica del
capital trasnacional que requiere la apropiación territorial de espacios para
incrementar su rentabilidad con el acceso de reservas de recursos estratégicos,
nueva infraestructura logística y la especulación inmobiliaria. Así de poco más
de 100 ZEE que existían en los 80´s, hoy hablamos de más de 2 mil que operan en
el planeta y que se expanden anualmente.
Gran parte de ese crecimiento de las
ZEE se ha realizado sobre tierras que pertenecieron a grupos campesinos e
indígenas dedicados a labores agrícolas, ganaderas o de pesca. Su
instrumentación ha formado parte de las reconfiguraciones territoriales que ha
impulsado esta fase capitalista. El discurso colonialista construye la idea de
los espacios campesinos como lugares “atrasados”, “subdesarrollados”, “de
personas en subsistencia” y esa narrativa colonial lo mismo resuena en México
como en el resto de América Latina, Asia o África. El sistema moderno-colonial
continúa así su estrategia de conquista y de saqueo a nivel planetario
utilizando recurrentemente la idea del “desarrollo”.
Grandes resistencias a las ZEE se dan
en muchas partes, así, los pescadores de Nyanmar se niegan a convertir su
laguna en uno de los puertos más importantes de la estrategia One Belt ,
One Road del gobierno chino; conflictos por tierras invaden la India y abarcan
desde zonas cercanas a Nueva Delhi hasta los litorales del océano Indico y en
México las comunidades indígenas de Oaxaca se amparan y luchan contra el
establecimiento de la Zona Económica Especial de Salina Cruz y la
construcción del corredor multimodal del Istmo de Tehuantepec.
El caso de la India es relevante ya que
los campesinos han sido despojados de manera brutal de sus tierras para
favorecer la llegada de inversionistas privados, lo que ha provocado grandes
movilizaciones campesinas por la defensa de la tierra y por la devolución de
las tierras expropiadas por el Estado. Ellos han denunciado que muchas de las
tierras para dichas zonas no se utilizaron finalmente en la puesta de fábricas
u otros tipos de emprendimientos sino para la especulación inmobiliaria.
Y es que esta nueva fase capitalista es
profundamente depredadora de la naturaleza, ya que en el proceso de expansión
geográfica las corporaciones requieren la construcción de infraestructuras como
puertos, aeropuertos, hidrovías, gasoductos, refinerías, ciudades y nuevos
mercados. Esos nuevos espacios territoriales se abren casi siempre de manera
violenta al movimiento de capital, lo que explica dos cosas también
importantes: la ruptura metabólica que implica este proceso con los cambios
ambientales graves que estamos viviendo y como ello lleva a los conflictos
socioambientales donde las empresas recurren a nivel planetario al asesinato y
criminalización de los defensores de la vida y el territorio.
Con dichas zonas se crean nuevas
geografías del capital que hace posible que surjan nuevos “polos de desarrollo”
que en los hechos es un nuevo discurso de conquista territorial. Así ZEE chinas
como Shantou o Xiamen que tan solo medían 1 km2 y 2.5 km2respectivamente en
diez años de funcionamiento aumentaron a más de 52 km2 y 132 km2ocasionando
grandes flujos migratorios y grandes impactos socioambientales.
En el caso mexicano lo más sorprendente
es la ausencia de información y de debate público sobre lo que significa la
puesta en marcha de estas Zonas Económicas Especiales las cuales fueron
anunciadas desde el año 2016.
Ya fueron decretadas las zonas de
Puerto Chiapas, Salina Cruz, Lázaro Cárdenas, Coatzacoalcos y Puerto Progreso,
en todas ellas se delimita un área geográfica que va de 1700 a 8263 hectáreas cada
una, -en total más de 25 mil hectáreas-, donde se crean excepciones jurídicas
al entorno nacional y se otorgan facilidades fiscales, aduanales y logísticas
para los corporativos similares a las que otorgan países de América Latina como
Jamaica, Dominicana o Panamá.
Para el impulso de las ZEE se utiliza
la financiarización de la economía mundial, así como instrumentos financieros
como las alianzas público privadas, las FIBRAS, los CKD´s se han convertido en
puntales de esta iniciativa.
El 19 de diciembre del año pasado
Enrique Peña Nieto afirmó que el 30% de la Inversión Extranjera
Directa estimada para el 2018 provendrá de proyectos
dirigidos a las ZEE, el monto no es menor ya que hablamos de más de 6 mil 260
millones de dólares.
En declaración de la Autoridad Federal
de las ZEE de la SHCP se señala que antes de las elecciones todas las empresas
tendrán los permisos para instalarse e iniciar sus operaciones, a ello se suma
un marco jurídico que blinda sus operaciones a nivel
federal, estatal y municipal.
Con base a información de la Comisión Intersecretarial
del gobierno federal para impulso a las ZEE, entre los inversionistas que van a
llegar destacan grandes corporativos que cotizan en la Bolsa Mexicana de
Valores, el New York Exchange, en bolsas europeas y de Brasil y que tienen
ingresos de cientos de miles de millones de dólares. De esta forma se observa
un claro subsidio del gobierno mexicano al capital trasnacional.
Algunas de ellas son el grupo Walmart,
Arcelor Mittal, Waterside Energy, Braskem-Idesa, Enagas, Pacific LNG,
Southwestern Energy, Tag Pipelines, Bachoco, Nestle, Maeller Maersk, Neumann,
entre otras. Muchas de ellas envueltas en tráficos de influencia y corrupción
con escándalos en México u otros países como es el caso Odebrecth donde algunas
de las empresas se han visto involucradas. También hay empresas que han
cometido violaciones a las leyes ambientales de sus países de origen y que
ahora ven la oportunidad de instalarse en México, como es el caso de las
petroleras -Southwest Energy y Pacific LNG- que mediante el fracking quieren
obtener gas esquisto. Existe el caso también de la empresa Neumann
que despojó tierras a campesinos en África y tuvo que intervenir la Unión Europea para
resarcir el daño e impartir justicia y que piensa instalarse en puerto Chiapas.
El poder de estas corporaciones
trasnacionales es relevante, algunas de ellas como la acerera Arcellor Mittal
-instalada ya en Lázaro Cárdenas-, fue mencionada recurrentemente en Inglaterra
por participar en intentos de sobornos del ministro Tony Blair.
En los hechos estas Zonas Económicas
Especiales traerán consigo un conjunto de transformaciones socioterritoriales
con la consiguiente construcción de infraestructura que impactará de manera
creciente en la dinámica extractivista de las entidades. Lo cual,
probablemente, generará empleo precario pero a costa de la pérdida de un modo
de vida, de una forma de ser de los pueblos indígenas y los campesinos de esta
zona y sobre todo de un deterioro innegable de la naturaleza. Nuevas
resistencias vendrán con fuerza también en México.
Agustín Ávila Romero, Economista
de la UNAM.
Profesor Visitante IESA-Brasil.
Fuente: http://www.opsur.org.ar/blog/2018/03/26/las-zonas-economicas-especiales-en-mexico-y-las-nuevas-geografias-del-capitalismo/
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