Biodiversidad y ecosistemas:
Capitalismo y catástrofe ambiental global
19 de mayo de 2019
Somos los fantasmas de las sombras,
retirándose mientras las fogatas se extinguen.
Somos la naturaleza y el
pasado, todas las viejas costumbres
Ahora desaparecidas y
dispersas.
Los matorrales han
desaparecido, la caza y las risas.
El águila ha desaparecido, el
emú y el canguro han desaparecido de este lugar.
El anillo bora ha
desaparecido
El corroboree ha desaparecido
Y nosotros estamos
desapareciendo.
A menos que hagamos algo al
respecto.
1964, Oodgeroo Noonuccal, una poeta de
Minjerribah
(en la tierra conocida como Australia)
tìtulo original:
“Somos los fantasmas de las sombras, retirándose
mientras las fogatas se extinguen…”
Vijay Prashad (*)
19/05/2019
http://www.sinpermiso.info
El texto de un reciente
informe de las Naciones Unidas (ONU) tiene un título que esconde su serio
mensaje: Resumen para legisladores del informe sobre la evaluación global de la
biodiversidad y los servicios ecosistémicos (Summary for policymakers of the
global assessment report on biodiversity and ecosystem services, en inglés). La Plataforma
Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los
Ecosistemas (IPBES) publicó este informe el 6 de mayo.
El texto es el fruto de 145
expertos de 50 países, con la colaboración de otrxs 310 investigadorxs y
autorxs. Se basa en la lectura de más de 15.000 fuentes científicas y
gubernamentales e incorpora la sabiduría del conocimiento indígena. Se trata de
un resumen, que será ampliado más adelante este año en un informe final de 1500
páginas. El peso de la comunidad científica está en su núcleo. El hallazgo más
importante del informe es este: 1 millón de especies animales y vegetales están
actualmente en peligro de extinción, muchas de ellas dentro de décadas.
La tasa de extinción global
de especies es decenas de cientos de veces más rápida ahora que en los últimos
diez millones de años. Es un informe imposible de leer, el planeticidio está
casi garantizado: el 75% del medioambiente terrestre está “gravemente
alterado”, 680 especies vertebradas en peligro de extinción desde el siglo XVI,
más del 40% de las especies anfibias, casi el 33% de los corales formadores de
arrecifes y más de un tercio de los mamíferos marinos están al borde de la
extinción.
Dos de las principales
razones de esta catástrofe son evidentes, y están relacionadas: el “limitado
paradigma actual de crecimiento económico” y “el cambio climático”. Este
informe de la ONU, como muchos antes, es medido en su lenguaje, pero no en su
análisis. La frase “limitado paradigma actual de crecimiento económico” es un
eufemismo por capitalismo, por un sistema de actividad económica basado en la
propiedad privada y las ganancias, en la acumulación de capital como razón de
existencia. Es este “limitado paradigma actual de crecimiento económico” —en
otras palabras, capitalismo— el que se ha desarrollado a través de formas de
energía que emanan enormes cantidades de gases de efecto invernadero.
El
capitalismo —que depende de las emisiones de combustible fósil para encender
sus motores— es el principal impulsor del calentamiento global. Lo que lleva al
planeta a su destrucción no es la “demografía” (muchas personas en un planeta
muy pequeño), lo que antes se conocía como la bomba demográfica. Más bien es el
“limitado paradigma actual de crecimiento económico”, que produce el
calentamiento global y un apetito insaciable por transformar nuestro planeta en
mercancías para que el capital se acumule y se acumule sin fin.
El pasado agosto seis
académicos finlandeses publicaron un documento base para el Informe Mundial de
Desarrollo Sostenible de la ONU, que será lanzado a fines de este año. Este
documento era para el capítulo Transformación: la economía. Los
científicos, liderados por Paavo Jårvensivu, sostienen que “la era de la
energía barata está llegando a su fin”. El capitalismo de los combustibles
fósiles ha completado su curso. Todos los posibles sustitutos de los
combustibles fósiles —el sector renovable— son mucho menos eficientes
energéticamente que los basados en el carbono y serán mucho más caros. Son
necesarios cambios gigantescos no solo en el sector energético, sino en el
mismo diseño de nuestras sociedades si queremos reducir las emisiones netas a
cero para el 2050. “Las acciones basadas en el mercado no serán suficientes”,
escriben los académicos, “incluso con un alto precio del carbono”. El
capitalismo, en otras palabras, no puede resolver el grave problema de la extinción. Necesitamos
pensar en otros modos de manejar la vida humana en la planeta, con especial
atención sobre las inequidades que configuran los patrones de consumo y los
desechos. No todo el mundo vive con el mismo estándar exorbitante, y no todo el
mundo tiene que ser el recipiente de los productos de desecho generados por los
ricos.
Las propuestas de la ONU son ambiciosas, y son ciegas a las diferentes necesidades de los ricos y los pobres. Por ejemplo, es necesario proponer bajar el consumo total de energía de la gente en Occidente, cuyo consumo de energía es mucho más alto que el de los trabajadores sin tierra del sur global. Los sistemas de transporte y los sistemas de vivienda necesitan ser modelados de manera que haya una mayor confianza en el transporte público y las viviendas compartidas. Los actuales sistemas de distribución de alimentos permiten que el 33% de la comida cosechada se deseche.
Mucho mejor sería, por lo tanto, construir sistemas
alimentarios sostenibles que busquen poner en su núcleo la seguridad
alimentaria y que tengan una menor huella de carbono en la cadena de suministro
de alimentos. El dinero para todo esto está disponible aunque sea difícil de
encontrar: decenas de billones de dólares en paraísos fiscales, decenas de
miles de millones de dólares en subsidios entregados a compañías de combustible
fósil y agronegocios que condenan al planeta a su destrucción. Si se pudiera
recaudar este dinero sería un fondo suficientemente grande como para
reconfigurar los sistemas de energía, transporte, vivienda y alimentación.
El informe de la ONU desafía al pensamiento económico ortodoxo, la ciencia del capitalismo. Más que “metas económicas abstractas” —como maximizar las ganancias— el foco de la actividad económica debiera ser “la mejora de la vida y la reducción de las emisiones”. “La actividad económica cobrará sentido no alcanzando el crecimiento económico”, escriben los académicos finlandeses, “sino reconstruyendo la infraestructura y las prácticas en función de un mundo post combustibles fósiles con una carga radicalmente menor sobre nuestros ecosistemas naturales”.
El
nuevo resumen del informe de la ONU, en este sentido, señala que la transición
“implicaría un cambio más allá de los indicadores económicos estándar, como el
producto interno bruto, para incluir aquellos capaces de captar una visión más
holística y de largo plazo de la economía y la calidad de vida”. Incapaz de
darle un nombre a todo esto, el informe sugiere que el único antídoto para la
extinción liderado por la humanidad es el socialismo.
Pero
creer que un enfoque socialista podría detener la aniquilación del capitalismo
de combustibles fósiles no es suficiente. Incluso si se dan las condiciones
objetivas, la posibilidad subjetiva de consolidación del socialismo no es tan
evidente. Las reservas de poder de la izquierda son escasas, las debilidades
visibles. La izquierda debe construirse y debe construirse con rapidez.
Los ultra-ricos creen que
pueden esconderse de la
crisis. Están en busca de ciudadelas, de nuevas maneras de
preservar su riqueza en la era de la catástrofe, asustados de que sus guardias
puedan apuntar sus armas contra ellos, sumergiéndose en la fantasía de
construir un ejército robot para protegerlos en sus islas de prosperidad.
Europa construye sus “muros” a lo largo del Sahel, como lo hace Estados Unidos
en Centroamérica. Achille Mbembe llama “para-genocidio” al intento de impedir
que los seres humanos migren, pidiendo en cambio que intentemos imaginar
“diferentes modos de reorganizar el mundo y redistribuir el planeta entre sus
habitantes, humanos y no humanos”.
Los maestros de la guerra
están ocupando más tiempo en provocar la guerra en Irán y Venezuela, haciéndose
a un costado mientras Afganistán continúa ardiendo y mientras el Mediterráneo y
el desierto de Sahara continúan cobrando vidas humanas. Para ellos el
para-genocidio es una realidad aceptable. No están dispuestos a imaginar un
mundo reorganizado. Para ellos, vale la pena pagar cualquier precio si
mantienen su riqueza: el asesinato de personas gentiles como Macli-ing Dulag en
Filipinas en 1980, mientras intentaba defender a su comunidad del proyecto de
represa del río Chico, el asesinato de cientos de otros mientras intentan
construir un futuro socialista.
En 1964, Oodgeroo Noonuccal,
una poeta de Minjerribah (en la tierra conocida como Australia) escribió
Estamos desapareciendo (We Are Going, en inglés). El poema, que le da el título
a este boletín, observa la extinción del mundo de los pueblos aborígenes, la
desaparición de sus tierras, la erosión de sus costumbres. (El “anillo bora” es
un espacio ceremonial y el “corroboree” es una danza ceremonial).
Somos los fantasmas de las
sombras, retirándose mientras las fogatas se extinguen.
Somos la naturaleza y el
pasado, todas las viejas costumbres
Ahora desaparecidas y
dispersas.
Los matorrales han
desaparecido, la caza y las risas.
El águila ha desaparecido, el
emú y el canguro han desaparecido de este lugar.
El anillo bora ha
desaparecido
El corroboree ha desaparecido
Y nosotros estamos
desapareciendo.
A menos que hagamos algo al
respecto.
La profesora Sandra Díaz , quien enseña en la Universidad Nacional
de Córdoba en Argentina y es codirectora del informe de IPBES, señala que
aunque la biodiversidad y la ecodiversidad están “declinando rápido”, “aún
tenemos los medios para asegurar un futuro sostenible para las personas y el
planeta”.
Si hacemos algo al respecto.
Vijay Prashad (*) Historiador
y periodista indio, autor de numerosas obras, entre ellas ‘The Darker Nations:
A People’s History of the Third World and The Poorer Nations: A Possible
History of the Global South’, ha sido profesor del Trinity College y
actualmente es director del Instituto Tricontinental en Delhi. https://www.thetricontinental.org
fuente original:
https://www.thetricontinental.org/es/newsletterissue/boletin-20-somos-los-fantasmas-de-las-sombras-retirandose-mientras-las-fogatas-se-extinguen/
fuente ( incluyendo todas las imàgenes y
videos de la nota) :
http://www.sinpermiso.info/textos/somos-los-fantasmas-de-las-sombras-retirandose-mientras-las-fogatas-se-extinguen
Fuente:
https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2019/05/19/biodiversidad-y-ecosistemas-capitalismo-y-catastrofe-ambiental-global/
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