IIRSA: Integración de A. Latina para mercados y
privatizaciones
3 de agosto de 2005
Fernando
Arellano Ortiz
Su estrategia central es colocar a las transnacionales como principal actor económico al control de los recursos naturales del continente latinoamericano.
El megaproyecto Integración de la
Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), que se viene
implementando en silencio por parte de Washington a través del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), es el más ambicioso y extensivo plan para
interconectar a la región mediante el comercio internacional que impulsan
las grandes transnacionales. En efecto, su estrategia central es colocar a las
transnacionales como principal actor económico al control de los recursos
naturales del continente latinoamericano. Y la fuerza política que será
hegemónica no podrá ser otra que el gobierno del país más fuerte, esto es como
es obvio, Estados Unidos. IIRSA es para América del Sur lo que el Plan
Puebla-Panamá significa para América Central, ambos megaproyectos están financiados
por el BID y son de alta prioridad para el Departamento de Estado. No hay que
olvidar que los tratados de libre comercio que Washington viene propiciando con
los países latinoamericanos, el Plan Colombia que opera desde1999, la
Integración de la Infraestructura
Regional Suramericana (IIRSA, puesta en marcha en septiembre
2000) y el Plan Puebla Panamá (PPP, marzo 2001) son distintos elementos
estructurantes de la política hegemónica de los Estados Unidos para las
Américas y el Caribe. Megaproyecto neoliberal Entre el 31 de agosto y el 1 de
septiembre de 2000, durante la reunión de mandatarios suramericanos realizada
en Brasilia a instancias del entonces presidente Fernando Henrique Cardoso, el
(BID) presentó la propuesta “Plan de Acción para la Integración de la
Infraestructura de Sudamérica”. Fue, de hecho, el lanzamiento de la IIRSA, un
ambicioso programa para la ejecución de proyectos físicos y cambios en las
legislaciones, normas y reglamentos nacionales para facilitar, según sus
auspiciantes, el comercio regional y global. En un lapso de diez años busca
conectar a través de grandes inversiones tanto de los países suramericanos como
de las multinacionales, las zonas donde se encuentran los recursos naturales
(gas, agua, petróleo, biodiversidad) con las grandes ciudades y con los
principales mercados del mundo, mediante la potenciación de los sectores del
transporte, energía y telecomunicaciones, creando grandes canales multimodales.
De esta manera, se organizará el espacio geográfico latinoamericano en base al
desarrollo de una infraestructura física de transporte terrestre, aéreo y
fluvial; de oleoductos, gasoductos, hidrovías, puertos marítimos y fluviales,
tendidos eléctricos y de fibra óptica. La coordinación técnica y la operación
de la iniciativa se han confiado a tres bancos multilateral de desarrollo: el
BID, la Corporación
Andina de Fomento (CAF) y el Fondo Financiero para el
Desarrollo del Cuenca de Plata (FONPLATA). Para poder llevar adelante este
megaproyecto es necesario remover las “barreras” físicas, normativas y
sociales, lo que supone realizar grandes obras, armonizar las legislaciones
nacionales de los doce países implicados en la IIRSA y ocupar los espacios
físicos claves que suelen tener baja densidad de población pero guardan las principales
reservas de materias primas y biodiversidad. Se han identificado 330 proyectos
de infraestructura cuyo costo supera los 40 mil millones de dólares y los
cuales deberán estar ejecutados en el año 2010. ¿A quién le interesa? El IIRSA
interesa a los grandes grupos económicos, sobre todo a los estadounidenses, que
se van a lucrar con la construcción e implementación de ese proyecto. Así mismo
es de sumo interés tanto para los bancos multilaterales, que seguirán
garantizando préstamos con altas tasas de interés y asegurando su retorno
financiero, como para las elites locales, que continuaran vendiendo el
patrimonio de sus naciones, como su territorio, las reservas de agua y la
posibilidad de desarrollar tecnología avanzada. Al cuestionar el IIRSA no se está
diciendo que no sea necesario e importante construir carreteras, vías férreas,
vías fluviales, puertos y aeropuertos, o invertir en el sector eléctrico y en
las telecomunicaciones. Lo que no se puede aceptar es que este tipo de
megaproyectos, sirvan solamente para garantizar la construcción de nuevas rutas
para la expoliación de los sectores vitales de América Latina. En estas épocas
de neoliberalismo a ultranza se hace necesario que cualquier proyecto de
desarrollo considere los derechos de las poblaciones indígenas, campesinas y
afrodescendientes, así como la conservación de las selvas, de los ríos y de la
biodiversidad, pues es prioritario conservar en las manos de esos pueblos y
naciones el control sobre sus propios recursos naturales. Ellos son un patrimonio
común, no pueden ser tratados como meras mercancías para ser explotadas mirando
solamente el lucro y la concentración de riquezas materiales en las manos de un
número cada vez menor de beneficiarios. El desarrollo tiene que ser concebido
más allá del simple avance técnico y del crecimiento económico, porque el fin
de toda actividad económica debe ser el desarrollo humano y social, para lo
cual deben servir la tecnología y la producción de riquezas. Por eso es que la Asociación Americana
de Juristas en 2003 expidió una declaración en el seno de la Comisión de
Derechos Humanos de Naciones Unidas titulada "Amenazas sobre los derechos
fundamentales de los pueblos indígenas de Colombia", en la que denunció a
la IIRSA como un grave riesgo para las poblaciones aborígenes, como los
Achagua, que corren el peligro e perder su territorio en una de las pocas áreas
en donde el gran latifundio no domina. Si bien el presidente Álvaro Uribe ha
comprometido a Colombia a fondo tanto en Plan Puebla-Panamá como en IIRSA, aún
en el país no se ha abierto el debate ni se ha tomado verdadera conciencia
sobre las implicaciones políticas, económicas, sociales y de soberanía que
acarrean estos megaproyectos en que los más favorecidos serán Washington y el
capital financiero internacional.
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