La despolitización como resultado de la
institucionalización de la política
12 de mayo de 2019
Periódico Virginia Bolten
La política del siglo XXI está marcada por una
profunda crisis de representatividad que termina por crear un conjunto de
fenómenos los cuales no son fáciles de comprender y tampoco de simple
acompañamiento y caracterización. La institucionalización de la participación
política es, sin dudas, un pilar importante para pensar este espacio-tiempo.
La vida en sociedad necesita la política como
forma de buscar el bien común. Sin embargo, los conceptos más simples se han
convertido en temas de alta complejidad. El rechazo a la política, y como
consecuencia la despolitización de la sociedad, se debe –en gran medida–
a la institucionalización de la participación política. Observase una exclusión
del ciudadanx como actor político cuando este no hace parte de un espacio
institucionalizado. No es difícil encontrar movimientos territoriales que se
auto-denominan “apolíticos” cuando todavía están construyendo espacios de
participación ciudadana. En estos casos, también no son pocas las
organizaciones –sobre todo los partidos de izquierdas– que se adelantan a proclamar
una supuesta falta de conciencia por parte de estos movimientos, prefiriendo el
cuestionamiento al dialogo. Si al primero le falta dar la batalla por el
concepto de lo que sería lo político, al segundo le falta revisar el rol del
partido político como forma de representación reconociendo al ciudadanx como
actor político.
La política viene siendo confundida con el
poder. Nada más interesante para los dueños del poder –en términos clásicos de
dominación– sobre todo para las corporaciones. Esta falta de interés creciente
en la política y la falta de confianza en las instituciones hacen con que la
sociedad tenga una postura individualista, una forma de insertarse a través de
lo que reconoce como legítimo. El bien común pasa a ser reemplazado por el
interés individual. Sin embargo, la respuesta de las izquierdas –que tendría
el rol de ofrecer alternativas– es más institucionalidad, con todo lo que esto
implica: burocratización, competencias, y por fin, más despolitización y
fragmentación. La organización de la lucha pasa a ser una disputa por construir
y fortalecer su propia institución, muchas veces utilizando los mismos métodos
de las instituciones de lesa-sociedad.
La falta de comprensión que la debilidad de la
política construye un malestar social legitima los discursos de las derechas en
su afán por despolitizar los reclamos sociales y desideologizar la política. El vínculo utilitarista y clientelar de las instituciones de
izquierdas con las bases más precarizadas también es una importante fuente de
despolitización. En lugar de aportar a una organización con fines de liberación
del poder opresor, habilitan un proceso de pacificación que también es
funcional al sistema vigente, lo cual posee más posibilidad de manipulación
sostenida por los medios de comunicación de masa.
Asistimos a tiempos de descrédito en las
instituciones de todos los colores. El apelo por la politización como
herramienta capaz de superar la profunda crisis, es el punto de partida para
una forma de organización social que no sea totalitaria en su concepción.
Proporcionar espacios para el debate abierto entre las personas sin caer en la
tentación de hacer política vía redes sociales –que también es una herramienta
despolitizante– y comprender que en este espacio-tiempo pensar y
hacer política más allá de las instituciones es el gran desafío. Lo que
preguntamos frente a esto es: ¿Es posible desinstitucionalizar las estructuras
dogmáticas buscando el bien común?
Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/la-despolitizacion-como-resultado-de-la-institucionalizacion-de-la-politica/
No hay comentarios:
Publicar un comentario