jueves, 30 de mayo de 2019

"Nuestra trinchera en la lucha contra la dictadura y el imperialismo es la universidad; en defensa del contenido democrático y progresista de la ciencia, la técnica, la cultura. Banderas éstas demasiado valiosas en el proceso de cambio (antes, durante y después de los mismos) para abandonarlas a la derecha retrógrada y oscurantista (aún con el disfraz democrático) en nombre de un revolucionarismo que se agota en el slogan e iracundia, mientras la reacción avanza en sus objetivos de poner la enseñanza a su servicio. Se dice por ahí que sólo podremos tener la universidad que queremos cuando logremos cambiar de gobierno y las estructuras".

Argentina. Relecturas, homenaje al Cordobazo

Resumen Latinoamericano*, 29 de Mayo de 2019

Por Lucila Pagliai
 El 29 de Mayo de 2019 se cumplen 50 años del Cordobazo.  Como celebración y homenaje a esa gesta popular y a sus protagonistas, Grandes alamedas propone en estas “Relecturas” tres documentos clave contemporáneos a los hechos, y dos relatos posteriores con reflexiones de protagonistas de formación y actuación diversa:

  • “Volante para pensar” (antecedente de las luchas estudiantiles firmado por los Centros de estudiantes de Medicina y de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba en agosto de 1968 );
  • La huelga general en Córdoba del 16 de mayo de 1969 (artículo publicado el 23 de mayo en la revista Electrum del sindicato de Luz y Fuerza);
  • Cordobazo (artículo escrito por Rodolfo Walsh en la Revista de la CGT de los Argentinos en mayo de 1969);
  • Carta de Agustín Tosco sobre el Cordobazo (descripción crítica pormenorizada de los antecedentes, los actores y el desarrollo del Cordobazo en el marco de la situación general, fechada junio de 1970);
  • Épica y reverso de un proceso (entrevista a Lucio Garzón Maceda, abogado histórico de los gremios que organizaron el Cordobazo y partícipe de ese acontecimiento, realizada en 2009 a pedido de la Unión Obrera Gráfica de Córdoba para la formación de sus trabajadores en el 40° aniversario).

Como lo muestran los documentos que proponemos releer aquí, en la jornada decisiva del 29 de mayo de 1969 culmina un proceso de varios años de lucha sindical combativa y protestas estudiantiles que fue ampliando sus alcances a distintos sectores de la sociedad civil hasta desembocar en la “Batalla de Córdoba” –son palabras de Agustín Tosco-, la gran rebelión popular que logra jaquear a la dictadura militar.
Son los años de la llamada “Revolución Argentina” (1966 – 1973), presidida entonces por su jefe y promotor, el general Juan Carlos Onganía. El país estaba sometido a un régimen de rapiña, entrega y exclusión, con persecuciones, cárcel y tortura, clausura de la actividad política legal, y quita creciente de derechos adquiridos en todos los órdenes. Dentro de la precariedad en que se hallaban las fuerzas populares, Perón desde el exilio conducía la Resistencia peronista; paralelamente, agrupaciones de izquierda, integrantes de la Iglesia católica ligados a los curas del Tercer Mundo y otros estamentos sectoriales emprendían en el territorio luchas contra la dictadura en diversos frentes y modalidades.
En ese abanico de acciones combativas de alcance local y nacional, el “Cordobazo” se recortó como un hecho singular, pujante y exitoso, ideado y conducido por los trabajadores nucleados en la CGT Regional Córdoba, en sindicatos independientes y en la CGT de los Argentinos, que se enfrentaban con la CGT Nacional propiciadora de posturas acuerdistas/ participacionistas. Referenciados en distintas tendencias y espacios políticos peronistas, marxistas y católicos tecermundistas, los dirigentes cordobeses combativos decidieron unir esfuerzos para desafiar con acciones contundentes el poder del enemigo común, dejando de lado diferencias entonces secundarias. Desde el inicio, Elpidio Torres de SMATA, Atilio López de UTA y Agustín Tosco de Luz y Fuerza  (la llamada “mesa de tres patas” que condujo la patriada) contaron con el acompañamiento y sostén de sus bases y de otros sindicatos, a los que se fueron sumando con sus luchas la Federación de estudiantes universitarios, grupos de católicos progresistas y el conjunto del pueblo de Córdoba en toda su heterogeneidad.
Además de su valor histórico, son textos cuya lectura remite a un momento en que la conciencia de clase de los trabajadores los llevaba a asumirse como vanguardia y motor de reivindicaciones y conquistas económicas, sociales, culturales y políticas, obtenidas a través de luchas revolucionarias que lograban el apoyo de una sociedad también movilizada en busca y ampliación de sus derechos. Son textos que marcan, por contraste, la posición actual de los trabajadores como sujeto social desprovisto de ese poder y del acompañamiento de una sociedad comprometida, iluminando las complejidades de un presente en donde la recuperación de intangibles como la solidaridad y la mística ha adquirido un valor estratégico central para cualquier proyecto transformador.
Siguen aquí los textos seleccionados, por orden cronológico.

 VOLANTE PARA PENSAR 
Córdoba, 8 de agosto 1968.

Firmado por MUR de Medicina y Movimiento de Reorganización del Centro de Estudiantes de Derecho (adheridos a los respectivos centros estudiantiles de la Federación Universitaria de Córdoba – FUC) (*)

Otra vez más como el 66 –con Pampillón–, la agresión a mansalva de la policía cobra una nueva víctima: el compañero Aravena gravemente herido, es otro trofeo que la dictadura ostenta en su política represiva universitaria. Política que no solo usa el garrote, sino que se manifiesta principalmente en lo ideológico en forma de la Ley y el Estatuto Universitario, antagónico a las necesidades científicas técnicas del país.
Todas las concepciones regresivas y oscurantistas se tratan de imponer en la cultura. La reacción, las clases dominantes que encuentran su expresión en la dictadura LUCHAN CONTRA LA CIENCIA, porque ella, en este momento histórico, les es adversa. El adelanto científico-técnico en los diversos campos muestra el avance de las ciencias naturales y el atraso del sistema social en el cual se asienta la cultura.
Para “organizar” la universidad la dictadura recurre a todas las formas irracionales: el DEPARTAMENTALISMO, en lo organizativo, es un arma para aislar al estudiante de una educación integral y humanista.
El IRRACIONALISMO deforma la ciencia misma: las concepciones más regresivas son impuestas por los profesores clericales y tomistas, o por “técnicos puros” (tecnócratas).
El LIMITACIONISMO, forma irracional que pretende reducir el número de profesionales y científicos, tiende –por expresión ideológica de la dictadura– a crear una “elite técnica”, esterilizada políticamente, para usarla en su política general; que no es otra que el control del país por monopolios y el imperialismo.
Pero lo irracional también toma otra forma que, en la actitud ideológica de la dictadura, es su arma directa: la represión. Y esta se dirige a la eliminación “de los que molestan” con sus ideas y su acción. Se trata entonces de la delación organizada o la eliminación física directa.
La lucha popular contra la dictadura tiene dos frentes, íntimamente ligados entre sí:
  • Se lucha en lo económico-social (la base material de la sociedad);
  • Y también en lo CIENTIFICO-TÉCNICO (su superestructura cultural).
Cambiar la cultura, ubicándola en un sentido histórico progresista es algo que ayuda por arriba al cambio gestado por las luchas populares en lo económico-social.
Por eso, dejar los problemas pedagógicos, culturales y científicos de la universidad en manos de la dictadura dando sólo importancia a la lucha popular por la económico-social es favorecer –desde distintas actitudes políticas– a la creación constante de nuevos profesionales y técnicos políticamente esterilizados para ser utilizados por el sistema que combatimos.
Abandonar la lucha en la universidad y por lo ESPECÍFICAMENTE UNIVERSITARIO es favorecer a la dictadura.
En la lucha de dos frentes, pueden cometerse dos errores:
El primero: consiste en pensar que el cambio social y económico puede ser promovido solamente desde el cambio en la universidad; en especial por la acción de la Educación.
El segundo: consiste en pensar que la lucha en lo universitario, ESPECÍFICAMENTE CULTURAL, no tiene importancia para lograr el cambio social-económico.

La SALIDA LÓGICA, POLÍTICAMENTE ADECUADA ES NO CAER EN ESTOS POLOS DE ERROR.
NUESTRA LUCHA POR LA LIBERACIÓN EN LA CULTURA CONVERGE Y AYUDA A LA LUCHA POPULAR POR EL CAMBIO FUNDAMENTAL ECONÓMICO SOCIAL.

Es decir que nuestra trinchera en la lucha contra la dictadura y el imperialismo es la universidad; en defensa del contenido democrático y progresista de la ciencia, la técnica, la cultura. Banderas éstas demasiado valiosas en el proceso de cambio (antes, durante y después de los mismos) para abandonarlas a la derecha retrógrada y oscurantista (aún con el disfraz democrático) en nombre de un revolucionarismo que se agota en el slogan e iracundia, mientras la reacción avanza en sus objetivos de poner la enseñanza a su servicio.
Se dice por ahí que sólo podremos tener la universidad que queremos cuando logremos cambiar de gobierno y las estructuras. Es así como algunos grupos expresan como objetivos consignas “políticas” (algunas de ellas, en general, justas), dejando sin expresar en absoluto

QUÉ UNIVERSIDAD QUIEREN.
ESTO LOS LLEVA A ACEPTAR DIARIAMENTE LA UNIVERSIDAD Y EL CONTENIDO DE LAS ENSEÑANZAS QUE LAS AUTORIDADES LES IMPONEN.

Así se forman “revolucionarios” que en su vida cotidiana y en el ejercicio de su profesión son tan o más retrógrados que el mismo rector.
Aunque aprendieron los slogans, nunca supieron en profundidad qué querían y por qué luchaban, concluyendo muchos de ellos en su frustración y su derrota porque estas ideas no fueron más que pasiones juveniles, entusiasmo que se fue desgastando en las duras aristas de la lucha cotidiana. De ahí que en definitiva, terminan despreciando esas ideas que nunca profundizaron ni tomaron forma en la realidad. El progreso del país necesita que esto no ocurra, necesita que el estudiante se plantee –y plantee con claridad– qué y cómo quiere estudiar; que lo diga y viva todos los días en la clase y en todos lados; en definitiva, que conozca el PROGRAMA REFORMISTA, PERO QUE TAMBIÉN LO APLIQUE, porque este conjunto de ideas, maduradas en cincuenta años de estudio y lucha por miles de hombres, es verdaderamente revolucionario en la universidad; PORQUE ELLAS REPRESENTAN EN EL PLANO CULTURAL, LA NECESIDAD DE CAMBIO REAL Y POSIBLE EN CADA UNA DE LAS FASES DE LA REALIDAD SOCIAL Y ECONÓMICA DE NUESTRO PUEBLO, EN ESTE MOMENTO HISTÓRICO, y así con esas fuerzas de miles de hombres, ahora sí conscientes, apoyen con sus luchas las del pueblo trabajador.

MUR de Medicina
Movimiento de Reorganización del Centro de Estudiantes de Derecho (Adheridos a los respectivos centros estudiantiles de la Federación Universitaria de Córdoba – FUC)
Córdoba, 8 de agosto, 1968.

 (*) En Cena, Juan Carlos (comp.), El cordobazo: una rebelión popular, Buenos Aires, La Rosa Blindada, 2000.

No hay comentarios:

Publicar un comentario