#50 AÑOS
El Cordobazo abrió una nueva etapa,
pero no cayó del cielo
Miércoles 29 de mayo | Edición del día
Alicia Rojo
Historiadora
UBA
El golpe de
Estado de 1955 que derrocó al gobierno de Perón se propuso abrir el camino a la
penetración abierta del imperialismo norteamericano en el país tal como venía
sucediendo en el resto de América Latina.
La entrada
de capitales imperialistas exigía la eliminación de las conquistas obtenidas
por los trabajadores en la época peronista que ponían un límite al aumento de
esa explotación, avanzar en la “racionalización de la producción” y enfrentar a
las organizaciones que imponían estos límites a nivel de las fábricas, las
comisiones internas y los cuerpos de delegados. Esta ofensiva dio origen a la
Resistencia de la clase obrera [1].
Cuando la
resistencia se transformó en ofensiva en 1969 la lucha obrera y popular dio un
salto cualitativo y se abrió una nueva etapa en el país.
La ofensiva imperialista y la crisis burguesa
Desde 1955,
los distintos gobiernos debieron ensayar diversas formas para lograr su
estabilización, lidiando con la resistencia obrera, con el peso del peronismo
en la vida política nacional y con las contradicciones que generaba el impacto
de la ofensiva imperialista sobre las clases dominantes nativas.
La
influencia del capital imperialista se hizo predominante en la economía, pero
ese predominio no se tradujo en hegemonía entre las fracciones burguesas
dominantes ni mucho menos en el conjunto de la sociedad, entrando en
contradicción con sectores de una burguesía nacional que, si bien estaba
dispuesta a negociar los grados de sometimiento al imperialismo, se resistía a
abandonar por completo sus posiciones. Estos elementos dieron forma a una
crisis de hegemonía burguesa que se manifestó en las dificultades para
consolidar un régimen de dominio estable y la permanencia de la “crisis
orgánica” que recorrió la etapa [2].
Asentado
sobre la proscripción del peronismo como dirección política de las masas trabajadoras
y en la represión del conflicto obrero, el régimen debió basar su estabilidad
en el rol de las Fuerzas Armadas, que intervinieron en la vida política
nacional como “árbitro” garante del dominio burgués, asumiendo el rol de
“partido militar” expresando, en un contexto de crisis del sistema tradicional
de partidos, los intereses de los sectores concentrados de la economía. Así , a los
ensayos de “retorno a la Constitución” bajo la custodia de las Fuerzas Armadas
le siguió la intervención abierta del partido militar en la forma de golpes de
Estado.
En última
instancia, el país vivía en estos años una crisis proveniente de la ofensiva
del imperialismo que obligaba a redefinir las relaciones de fuerzas
establecidas, crisis que solo fue resuelta de forma más duradera con una nueva
dictadura que, a partir de 1976, infringió una derrota contundente a la clase
obrera y a los sectores populares.
Antes, las
masas protagonizarán el ensayo revolucionario más importante de su historia.
El “Onganiato”: intento de resolver la crisis
burguesa, ofensiva contra los trabajadores y los sectores populares
El golpe
militar encabezado por el general Juan Carlos Onganía intentó resolver la
crisis orgánica a través de un gobierno bonapartista [3], basado en el partido
militar como garante del dominio burgués para lograr una salida a la crisis
nacional apoyándose en los sectores del capital más concentrados y para superar
por esta vía la crisis burguesa. Frente a la clase obrera, la dictadura de
Onganía se proponía completar los objetivos que los anteriores gobiernos no
habían alcanzado.
sunción
de Onganía tras el golpe
Entre las
primeras medidas estuvieron las destinadas a “eficientizar” el funcionamiento
del Estado y para esto se buscó disminuir el personal público y racionalizar la
administración estatal. Otras disposiciones también estuvieron destinadas a
favorecer a los sectores más concentrados como la disminución de la protección
aduanera, las transferencias de tierras públicas a manos privadas, el aumento
de las tarifas de electricidad y la privatización de emisoras radiales y
televisivas.
La
aplicación de la política de racionalización de la administración pública
comenzó por afectar a los trabajadores azucareros de Tucumán dando lugar a una
intensa lucha que no logró frenar el ataque. También sobre los portuarios
impactó la política racionalizadora del Gobierno que fue respondida con un paro
de alcance nacional y la activa organización de los trabajadores. Los
ferrocarriles fueron otro blanco del ataque pero las direcciones de La
Fraternidad y la
Unión Ferroviaria terminaron acordando su participación en la
gestión de las reformas, y la intervención militar impuso parcialmente la
racionalización del sector.
En marzo de
1967 asumió Adalbert Krieger Vasena como ministro de Economía, un representante
genuino del capital monopolista internacional, especialmente del imperialismo
norteamericano. La política económica del Gobierno, de conjunto, implicó una
redistribución de ingresos desde los trabajadores, los sectores medios y los sectores
más nacionales de la burguesía a favor de los sectores más concentrados y
ligados al capital extranjero [4].
Se llevó
adelante una amplia integración con empresas transnacionales, que fueron
llamadas a colaborar en la “modernización del país” mediante el aporte de
capital y tecnología, en tanto el Estado emprendía inversiones destinadas a
mejorar la infraestructura energética y vial, se renovaron los contratos con
las firmas petroleras extranjeras y se renegoció un crédito con el Fondo
Monetario Internacional.
Por su
parte, la burocracia sindical, manteniendo su actitud conciliadora con el
Gobierno, intentó presionar las negociaciones a través de esporádicas protestas
y la convocatoria a un paro general el 14 de diciembre de 1966 y a un Plan de
Acción a comienzos de 1967. El Gobierno respondió reforzando la represión en el
marco del Consejo Nacional de Seguridad. El Consejo Directivo de la CGT decidió
concluir con la protesta, mientras algunos de sus miembros renunciaban.
La
burocracia sindical vandorista enfrentó una severa crisis, sin poder
presentarse como una fuerza capaz de conservar conquistas económicas y sociales
básicas, pese a su política conciliadora y la utilización de su táctica
sindical de presión y negociación, que chocaba con la política represiva y no
negociadora del Gobierno. Tras
saludar el golpe de Onganía y ofrecer todas las vías para una negociación, los
dirigentes sindicales se encontraron en la disyuntiva de contener el
descontento obrero ante la intransigencia del gobierno, evitando profundizar la
crisis de credibilidad que comenzaban a sufrir mientras se desataba el ataque
gubernamental. La cúpula sindical comenzó a resquebrajarse [5].
En este
contexto de represión estatal, intentos de negociación y crisis de la
burocracia, las acciones de los trabajadores se dieron en forma localizada,
restringidas al ámbito de las unidades de trabajo y con escasa duración.
Durante el año 1968 varios conflictos tuvieron relevancia, entre ellos los que
se desarrollaron en YPF, en la gráfica Fabril Financiera
y los que se produjeron en la industria automotriz [6].
Estas
luchas son antecedentes inmediatos del Cordobazo, y aun a la defensiva y muchas
de ellas derrotadas, constituyen parte de la experiencia acumulada por el
movimiento obrero.
El movimiento estudiantil hacia el Cordobazo
El ataque
de la dictadura contra los trabajadores se dirigió también a sectores de las
clases medias; el plan económico del Gobierno impactó en el deterioro del poder
adquisitivo y, en perspectiva, de las condiciones de vida de amplios sectores.
Esta embestida provocó un fenómeno clave para comprender el ascenso obrero
popular de 1969: el corrimiento a izquierda de importantes sectores de las
clases medias.
A la
ofensiva contra la autonomía universitaria [7] se agregaban las medidas
“limitacionistas” que atentaban contra una serie de conquistas del movimiento
estudiantil. Por ejemplo, en La Plata los estudiantes se movilizaron contra la
reducción de los servicios sociales que brindaba la Universidad.
Así, a
partir de reivindicaciones de carácter tanto corporativo como político, el
movimiento estudiantil comenzó a desarrollar acciones con un alto nivel de
radicalidad y combatividad, en un enfrentamiento con la dictadura que adquirió
de manera paulatina un carácter frontal, articulado alrededor de la defensa de
la autonomía y el gobierno tripartito universitario, la lucha por un mayor
presupuesto y en contra de la represión y avanzando hacia la incorporación de
reivindicaciones de tipo social que lo irán acercando al movimiento obrero como
se expresará abiertamente a partir del año 1969.
Un amplio
espectro opositor se estaba forjando contra el Onganiato abriendo la crisis del
plan económico del Gobierno, empujando a la pérdida del apoyo de amplios
sectores medios al régimen.
En marzo de
1969 se dieron movilizaciones estudiantiles en Rosario y Tucumán. En la
provincia de Córdoba también se dieron luchas en distintos gremios: una marcha
de protesta en varios centros vecinales por el aumento del costo de la vida
contó con el apoyo del SMATA, Luz y Fuerza y Obras Sanitarias; a mediados de
marzo los metalúrgicos locales realizaron un paro por la cuestión de las quitas
zonales y en abril se movilizaron los maestros. Del 11 al 16 de mayo se
desarrollaron una serie de movilizaciones en la ciudad de Corrientes. En
Rosario se dieron multitudinarias manifestaciones de repudio entre el
estudiantado y comenzaron a sumarse algunos obreros jóvenes: el 18, fue
asesinado el estudiante Adolfo Bello.
Estas luchas estudiantiles fueron la
antesala de las que llevarán adelante los trabajadores y que desencadenarán el
Cordobazo. Aún hacía falta que el movimiento obrero se dispusiera a confluir
ampliamente con estos sectores medios y estudiantiles que comenzaban a
radicalizarse, lo que no sucedió durante la Resistencia. Es
esto lo que ocurrirá
a partir del mayo
cordobés.
Notas
1. Estos temas son
extensamente desarrollados en el último capítulo de Cien años de historia obrera, de
los orígenes a la Resistencia, 1870-1969, Ediciones IPS, 2016.
2. Ver para una
definición de esta categoría en este contexto, Ruth Werner y Facundo Aguirre, Insurgencia obrera en la
Argentina, 1969-1976. Clasismo, coordinadoras interfabriles y estrategias de la
izquierda, Ediciones IPS.
3. Ver Cien años…
4. La penetración del
capital financiero gozará de un impulso notable. En estos años el Grupo Morgan,
por ejemplo, con su The National City of New York se quedará con el Banco
Argentino del Atlántico, el Banco de Bahía Blanca y el Banco Francés del Río de
la Plata. García
Lupo , op.cit., p. 74.
5. Ver el análisis del
vandorismo y su ruptura, con el surgimiento de la CGT de los Argentinos en Cien años…
6. Idem.
7. Idem.
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/El-Cordobazo-abrio-una-nueva-etapa-pero-no-cayo-del-cielo
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