lunes, 13 de mayo de 2019
"Si observamos históricamente esa aplicación, ni los consorcios transnacionales ni las instancias regulatorias estatales han logrado torcer el rumbo de los tecnodesarrollos que afectan la salud ambiental. A lo sumo, ha bajado el ritmo, la aceleración, pero el sentido del proceso no ha cambiado un ápice: sigue el calentamiento global, sin pausa, sigue la extinción de especies, desde las mamíferas silvestres hasta los grandes animales marinos, sigue la merma generalizada de biodiversidad, sigue el desmonte arruinando ecosistemas, sigue la plastificación de mares y suelos, sigue la destrucción de la capa de ozono, sigue la proliferación de enfermedades producidas por contaminación ambiental..".
Una
vez más,
estamos
mejor y
peor
al mismo tiempo
Luis E.
Sabini Fernández
futuros@riseup.net
Últimamente
hemos tenido varias advertencias ambientales.
1. En enero,
Greta Thunberg anunció una huelga suya en su secundario hasta tanto los adultos
no tomen en serio el calentamiento global; “No quiero que tengas esperanzas,
quiero que entres en pánico. Quiero que sientas el miedo que siento todos los
días y luego quiero que actúes.”
2. En
febrero, salió a luz un informe de Francisco Sánchez Bayo, de la universidad
australiana de Sydney sobre la escalofriante desaparición planetaria de
insectos. Hay dudas sobre el origen de esta extinción en proceso de
generalización, pero se trata de dudas muy acotadas. Dos son los factores que
se consideran decisivos (y solo hay discusión sobre el porcentaje de incidencia
de cada uno). La agroindustria hiperquimiquizada y la contaminación
electromagnética expandiéndose en progresión geométrica con el correspondiente
proceso de generalización del uso de celulares.
Precisamente
por este último factor, una serie de investigadores y médicos de muy diverso
origen nacional, que no tienen vinculaciones profesionales con las empresas de
telecomunicaciones 1 habían hecho un llamado en setiembre de 2017, que en
nuestras tierras pasó
El llamado
tiene por título “5G” y tenemos el triste honor en Uruguay de constituir el
tercer país en el planeta que proyecta implantar en su territorio la tecnología
inalámbrica 5G siguiendo los pasos del primer país en el mundo que ha instalado
5G en todo su territorio; Corea del Sur. En EE.UU. a su vez se está instalando
pero localmente en dos áreas; Chicago y Minneapolis, por lo menos por ahora. En
Uruguay, como en Corea del Sur, en todo el territorio.
Un “techado”
de ondas electromagnéticas que cientos de biólogos y médicos se han apresurado
en aclarar que es sumamente grave para
¿De dónde
proviene esta preocupación?
De que para
el tendido de una red 5G, con una enorme, hasta ahora desconocida capacidad de
carga, velocidad y respuesta, no valdrán los actuales sistemas de retransmisión
basados en grandes antenas colocadas a distancia sino una red muchísimo más tupida,
densa, de pequeñas antenas, que reproducirán los mensajes mediante ondas rectas
que pueden llegar a destino si no topan con obstáculos. Para asegurar la
llegada de miles, millones de mensajes, en un área determinada, se tendrá que
contar con que los mensajes no se topen con obstáculos. Y la única forma de
esquivar los muchos obstáculos siempre existentes tiene que ser que las
emisiones se disparen desde los ángulos más diversos y múltiples para asegurar
éxito en la transmisión.
Donde hasta
ahora se podía hablar de decenas de antenas en un radio reducido, digamos de
pocas hectáreas, tendremos que hablar ahora, tendremos que erigir un “bosque”
de miles de antenas.
Esa
multiplicidad extraordinaria de mensajes, esa metástasis comunicacional, es la
que preocupa a los firmantes del llamado contra la implantación de 5G.
Interpela
nuestro colonialismo mental. Nuestra confianza panglossiana. De que estamos
dispuestos a sacrificar un poco más todavía, nuestra maltrecha naturaleza.
Los
biólogos, investigadores y médicos firmantes del llamado contra la instauración
de las redes 5G cometen un error, empero.
Ignoran los
firmantes que este “principio” no merece ese nombre. Puesto que su fundamento
es pragmático, no principista. Su propia enunciación nos lo dice. ALARA se
reduce a pedir a las industrias que tengan cuidado y hagan el menor daño
posible, el menor daño que puedan hacer.
Los
consorcios y las oficinas regulatorias públicas agradecen la recomendación… y
siguen adelante, con sus propias pautas de seguridad.
Si
observamos históricamente esa aplicación, ni los consorcios transnacionales ni
las instancias regulatorias estatales han logrado torcer el rumbo de los
tecnodesarrollos que afectan la salud ambiental. A lo sumo, ha bajado el ritmo,
la aceleración, pero el sentido del proceso no ha cambiado un ápice: sigue el
calentamiento global, sin pausa, sigue la extinción de especies, desde las
mamíferas silvestres hasta los grandes animales marinos, sigue la merma
generalizada de biodiversidad, sigue el desmonte arruinando ecosistemas, sigue
la plastificación de mares y suelos, sigue la destrucción de la capa de ozono,
sigue la proliferación de enfermedades producidas por contaminación ambiental..
Es cierto
que se logran, permanentemente, respuestas, contraofensivas que permiten a los
humanos defenderse mejor ante tales desarrollos, pero siempre “corriendo de
atrás”.
¿Qué
imaginan nuestros positivistas tecnocientíficos? ¿Que gozaremos de triplicar
alergias, cuadruplicar cánceres, quintuplicar deformaciones congénitas, porque
tendremos siempre un celular a mano para comunicar eso o cualquier otra novedad
y que presentizando nuestras vidas, desprendiéndonos de toda temporalidad,
viviendo al instante, seremos mejores, estaremos mejor?
Ante un
desarrollo tecnológico que ofreciendo una nueva ventaja, una comodidad, y porte
consigo una contaminación nueva o acrecentada, una secuela que siempre
tardíamente se percibe como inesperadamente gravosa, no conocemos de algún
rechazo. El daño es cada vez mayor aun cuando las ventajas y mejoras a su vez
eleven y mejoren calidades y cantidades de vida.
¿El proceso
de contaminación progresivamente acelerado podrá romper el equilibrio que hasta
ahora nos ha resultado, aparentemente, ganancioso?
Estamos
mejor y peor al mismo tiempo. ¿Qué hay que esperar? Como diría Thunberg: “No
quiero que tengas esperanzas, quiero que entres en pánico […] y quiero que
actúes.”
Notas:
1
2
enlaces relacionados:
«5G, Medioambiente y Salud» – 2018
5G la peligrosa gran maravilla
5G. Contaminación electromagnética, un enemigo
invisible
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