44
Aniversario de la CGT de los Argentinos
31
de marzo de 2012
Por
Leónidas Ceruti, historiador.
El sindicalismo desde el golpe del 66
Sindicalistas como
Vandor, Coria y Alonso conspiraron activamente para el derrocamiento del
presidente Illía. Luego, su presencia en la asunción del gobierno dictatorial,
y posteriormente a los pocos días, la firma del convenio de los metalúrgicos en
la Casa de Gobierno, fue otro símbolo, de la relación de Vandor con los
militares golpistas.
Entre las primeras medidas tomadas por la
dictadura que afectaron a la clase obrera estuvo la suspensión por cuatro meses
del decreto 969/66, dictada por el gobierno de Illía, que promovía el pluralismo
y la federalización de los sindicatos, y se devolvió la personería gremial a
varios sindicatos que habían sido sancionados durante el gobierno radical.
Posteriormente, se promulgo la ley 16.936 de “arbitraje obligatorio”, medida
duramente criticada por los sindicalistas, ya que la misma limitaba el derecho
de huelga. Además, Onganía, ordeno que fuesen intervenidos varios gremios como
el Sindicato de Prensa y Canillitas, Sindicato Unidos Portuarios Argentinos
(SUPA), Trabajadores del Pescado de Mar del Plata, Municipales de Córdoba,
Empleados del Tabaco.
La política
anti-popular que llevó a cabo el gabinete económico, más la represión que se
ejerció a los reclamos obreros, hicieron añicos el galanteo entre algunos
sindicatos y el gobierno. En distintas provincias del país, se iniciaron
protestas obreras que de a poco inauguraron un tiempo de sangre y plomo.
La policía, siguió
reprimiendo varias manifestaciones de trabajadores: como la de Luz y Fuerza de Buenos
Aires, o la de los gremios del riel, como la Unión Ferroviaria
y La Fraternidad.
Los desocupados
comenzaron a pulular como resultado del despido de miles de trabajadores. La
FOTIA (Federación de Obreros y Trabajadores de la Industria Azucarera )
en Tucumán, por tal motivo, decidió convocar a una huelga. Córdoba no se quedó
atrás, y a fines de enero de 1967 los obreros de la fábrica de automóviles IKA
(Industrias Kaiser Argentinas), dieron inicio a los paros al conocer que 950
operarios habían quedado sin trabajo.
En febrero de ese año,
la CGT presionó al gobierno anunciando un plan de lucha. Pero los militares
contraatacaron con rapidez: se denuncio la existencia de un plan terrorista, se
interrumpió el diálogo con la central obrera y se suspendió la personería
gremial de varios gremios (FOTIA, Unión Ferroviaria, UOM, FOETRA y otros). El
plan de lucha planteado naufragó.
Cuando a escasos días de su asunción del
dictador Onganía, registraba entre sus medidas la disolución de los partidos
políticos y de intervención a las universidades nacionales, muchos se
preguntaron con los matices lógicos ¿porque no la CGT? Los golpistas estaban
cumpliendo un compromiso, y en virtud de ello, la central obrera se negaba a
tomar partido en el problema universitario y apoyaba sin reservas la disolución
de las agrupaciones políticas.
La designación de Rubens San Sebastián para la
Secretaría de Trabajo, a mediados de octubre 1966, constituyó un rudo golpe
para los sectores “rupturistas”, y a partir de ese instante se ratificó y
robusteció el compromiso de “conciliación”. Dentro de la CGT el compromiso fue
piloteado por Vandor, que estaba al frente de las 62 Organizaciones, y de esa
manera lograba consenso entre los gremios “no alineados” e “independientes”. El
gobierno buscaba un “pacto social”, pero cuando se promulgó la ley de arbitraje
obligatorio, muchos creyeron ver un acto de fuerza, pero la CGT lo recibió con
serenidad.
Los anunciados
reordenamientos portuarios y ferroviarios, para modificar la infraestructura de
los puertos (reequipamiento) y de los ferrocarriles (transformación del sistema
de transporte) provocaron sendos conflictos. Se agregaron a los conflictos los
azucareros tucumanos.
A pesar de las
expectativas y del apoyo de los jerarcas sindicales hacia el nuevo gobierno,
producto de las disposiciones tomadas en materia de legislación laboral y del
plan económico, sectores del sindicalismo respondieron con paros como en
General Motors, empleados de farmacia, lecheros, papeleros, textiles,
metalúrgicos, transporte, portuarios, maestros, construcción. En Tucumán los
enfrentamientos de los obreros de los Ingenios azucareros, con las patronales y
la política impulsada desde el gobierno llevaron a la ocupación de diferentes
empresas, manifestaciones, asambleas, hasta choques armados, lo que originó una
fuerte represión, con la trágica muerte de Hilda Guerrero de Molinas.
Desde mediados de
octubre se llevo adelante durante más de dos meses una huelga portuaria, contra
la racionalización del personal, nuevas reglamentaciones del trabajo. Los
dirigentes de la CGT no los apoyaron ni se solidarizaron con los huelguistas.
Durante el conflicto se realizaron manifestaciones, actos y se instalaron dos
comedores para portuarios funcionaron en Dock Sur y La Plata. Con el gremio
intervenido, muchos trabajadores fueron despedidos, y la CGT reacciono
demasiado tarde y convoco a un paro general para el 14 de diciembre.
En medio del clima
creado por la huelga portuaria se convocó al Comité Central Confederal de la
CGT para el 30 de noviembre. Allí se vio que dirigentes de importantes
federaciones ya no adherían a lo que se llamaba la “expectativa esperanzada” en
el gobierno de Onganía.
El propio Vandor tuvo
que confesar que “después del discurso del presidente hemos visto claramente la
pata de la sota, y no tenemos ningún tipo de esperanzas”. Lorenzo Pepe, de los
ferroviarios, agrego “Ante la política de libre empresa del gobierno, los
trabajadores debemos plantearnos nuestros propios objetivos y salir a la
lucha”.
De esa manera se llegó
al primer paro general a nivel nacional durante el gobierno de Onganía, el 14
de diciembre de 1966. La medida se acató en las fábricas industriales, el
comercio, los bancos, los ferrocarriles. La CGT no propagandizó la huelga, y
“algunos de sus dirigentes, como Vandor, Prado y Cardoso, tergiversaron sus
objetivos, haciendo creer que era para apoyar a los “hombres buenos” del
gobierno y repudiar a los “malos”.
La CGT decidió a
principios del 67, dos medidas que terminaron en un rotundo fracaso como fueron
el Plan de Lucha del 22 de febrero y el paro general del 1º de marzo. La
dictadura contesto con dos medidas: la intervención de más gremios, entre otros
la UOM, Unión Ferroviaria, Sindicato Único Petroleros del Estado y refloto el
decreto 969/66 de Illía.
La agresión hacia las
conquistas históricas de la clase obrera continuó en los años venideros.
Agustín Tosco las sintetizo en estas líneas “retiro de personería a sindicatos,
desconocimiento de las representaciones laborales en organismos del estado,
imposición del arbitraje obligatorio, anulación del salario mínimo, vital y
móvil, legislación contra el derecho de huelga, anulación de la ley 1884 de
indemnización reduciendo sus montos a la mitad, cesantías, suspensiones,
rebajas, de categorías, perdidas de salario, suspensión de la estabilidad en
varias convenciones colectivas de trabajo: aumento de la edad para jubilarse y
régimen de alquileres de libre contratación”.
Luego, del fracaso de
las iniciativas de la central obrera a comienzos del 67, creció la relación de
los sindicatos colaboracionistas con el gobierno. Por su parte, Vandor decidió
dar batalla por la conducción del peronismo, y lanzó su célebre frase: “para
salvar a Perón, hay que estar contra Perón”.
La CGT debió efectuar
una suerte de modificación para delinear una nueva estrategia. Así es como las
dos alas de las 62 Organizaciones se unificaron bajo la hegemonía de Vandor,
pero surgió un sector llamado “Nueva Corriente de Opinión”, liderado por José
Alonso (del Sindicato del Vestido), Rogelio Coria (de la Construcción) y Juan
José Taccone (de Luz y Fuerza), que planteaban dejar de lado los métodos de
presión y colaborar abiertamente con el régimen militar.
El Congreso Normalizador de la CGT
Citado el Congreso
Normalizador de la CGT, “Amado Olmos”, para los días 28, 29 y 30 de marzo de
1968, las distintas corrientes del movimiento obrero chocaron entre sí. El
lugar elegido fue la sede de la Unión Tranviarios, al que asistieron
290 delegados sobre 447 en condiciones de participar, de 39 federaciones.
La gran
mayoría de los delegados, presionados por las bases, concurrieron con un
espíritu de legítima hostilidad hacia los jerarcas colaboracionistas y
participacionistas. Éstos comprendieron que serían repudiados, y no se
presentaron. Los congresales de Luz y Fuerza, construcción, metalúrgicos, comercio,
vitivinícolas, petroleros y otros recibieron orden de no concurrir con el fin
de frustrar el quórum e imponer la postergación del Congreso.
La Comisión de
Poderes, desafiando las pretensiones del gobierno, aceptó las credenciales de
los delegados de los gremios intervenidos: Unión Ferroviaria, químicos, prensa,
portuarios, telefónicos y azucareros.
La Comisión de
Delegados sostuvo que el congreso no era lo bastante representativo para
sesionar, pero la protesta generalizada de la sala obligó a presidir el
congreso. Posteriormente se retiraron nueve miembros de esa comisión, lo mismo
que los delegados del vestido, aguas gaseosas, SOEME y madera.
El Congreso Normalizador de la CGT se
transformó en una verdadera batalla contra la dictadura, contra el participacionismo
y el colaboracionismo de los burócratas. En él tuvieron cabida las aspiraciones
de lucha de los trabajadores, y su voluntad de impulsar la lucha
antidictatorial.
Tanto vandoristas como participacionistas se
valieron de una “chicana” política (según éstos, sólo podían concurrir los
sindicatos en condiciones estatutarias) y la CGT quedó definitivamente quebrada
en dos partes. Se retiraron del congreso tanto vandoristas como
colaboracionistas, constituyendo la
“CGT de Azopardo”, que paso a ser la “CGT oficialista y
colaboracionista”, mientras que el resto de los gremios conformaron la CGT de
los Argentinos (CGTA) o de Paseo Colón.
Los participacionistas levantaron la consigna
“Primero la unión, después la lucha”, mientras que la CGTA comandada por
Ongaro, les respondieron planteando “Primero la lucha, después la unión”.
La CGT de los Argentinos: Nación para luchar
Algunas de las
resoluciones adoptadas por la CGTA, aquel 30 de marzo de 1968, fueron:
a) Por una CGT única,
libre e independiente de sectores extraños a los trabajadores, que no renuncie
a su autodeterminación.
b) Por la libertad de
Eustaquio Tolosa y de quienes sufren injusta privación de libertad, y para que
se devuelvan a los representantes que habían elegido los trabajadores las organizaciones
intervenidas, restituyéndose también las personerías canceladas o retiradas.
c) Para que cesen los
desalojos y el drama de las “villas de emergencia”, se garanticen planes de
tierra y vivienda, por la defensa de la educación en todas sus etapas al acceso
del pueblo, por la asistencia integral de la salud para la familia argentina,
por el respeto a dignas normas de previsión social y a los derechos de los
trabajadores.
d) Por la defensa de
las fuentes de trabajo, la plena ocupación, y que la industria y el comercio
nacional no sean liquidados al capital exterior, cuyos organismos financieros
anhelan mantenernos en el papel de países productores de materias primas,
precisamente cuando nos hallamos en los umbrales de la era tecnológica.
e) Por la derogación
de la ley 17.224, y para que se discutan los Convenios de Trabajo,
reajustándose los salarios de acuerdo a la suba del costo de la vida, y para el
cese de la mal llamada racionalización administrativa.
f) Los trabajadores
argentinos apoyamos fervorosamente la normalización institucional, con plena
vigencia de las libertades y derechos constitucionales, y para que las
trasformaciones c cambios que requiere una Argentina con real crecimiento y
desarrollo sean decididas únicamente con la voz y el voto del pueblo argentino,
respetándose su soberana voluntad.
El gobierno y los ex
dirigentes de la CGT se pusieron de acuerdo para desconocer la validez del
congreso. En tanto que el primero se negaba a que la dirección surgida del
congreso tomase posesión del edificio y los bienes de la CGT, la dirección que
caduco citó al Comité Central Confederal para el 5 de abril de 1968, y con la
presencia de 93 delegados de 58 organizaciones resolvió "suspender a todos
los gremios participantes en el congreso de la calle Moreno " y
convocar un nuevo congreso de la CGT.
De tal modo, como hemos comentado quedaron
constituidas en los hechos dos centrales obreras: la oficialista, que fue
denominada "CGT de Azopardo" por mantener la sede central de Azopardo
802 y la CGTA también llamada CGT de Paseo Colon, ya que fijo su residencia en
la sede de la
Federación Gráfica Bonaerense , Paseo Colón 731, que se
denominó CGT de los Argentinos (CGTA).
La dirección de la
CGTA quedó integrada así: Secretario General, Raimundo Ongaro (Gráfico);
Secretario Adjunto, Amancio Pafundi (UPCN); Secretario de Hacienda, Patricio
Datarmine (Municipal); Prosecretario de Hacienda,, Enrique Coronel (La
Fraternidad); Secretario Gremial e Interior, Julio Guillan (Telefónico);
Prosecretario, Benito Romano (POTIA); Sec.de Prensa, Cultura, Propaganda y
Actas. Ricardo De Luca (Navales); Secretario de Previsión Social, Antonio
Scipione (Ferroviario); Vocales: Pedro Avellaneda (ATE), Honorio Gutiérrez
(UTA), Salvador Mangare (gas del Estado), Enrique Bellido (Ceramista), Hipólito
Ciocco (empleado textil), Jacinto Padín (SOYEMEP), Eduardo Arrausi (viajantes),
Alfredo Lettis (Marina mercante), Manuel Veiga (edificios de renta), Floreal
Lencinas (Jaboneros), Antonio Márchese (calzado) y Félix Binettí (Carbonero).
Todo el conglomerado
de fuerzas políticas, sindicales y estudiantiles que se expresaron en la CGTA
lo hicieron tras un programa antiimperialista, antimonopolista y
antioligárquico.
En abril, un sector
del Movimiento Obrero de Rosario y del Cordón Industrial, lanzó una
convocatoria titulada “Por una CGT... sin compromisos o ataduras espurias”,
donde se afirmaba: “Asumimos la responsabilidad que el momento nos exige, UNIR
en torno a esta Regional de la CGT, a todos los que, sin compromisos o ataduras
espurias, entendemos que a los trabajadores se los arma de fe y de ansias de
lucha, con posiciones claras, que no dividen, sino que unifican y sirven para
hacer surgir dirigentes leales a las ideas e intereses del pueblo trabajador.”
Posteriormente, el 17
de ese mes, un plenario de 27 gremios, presidido por Héctor Quagliaro, conformó
la “CGT de los
Argentinos Regional Rosario”, que adhirió a la Central Obrera que
lideraba Raimundo Ongaro, aprobando lo resuelto en el Congreso Normalizador.
Previo a la apertura
de dicha asamblea, se leyeron entre otras las adhesiones del Sindicato de
Prensa, del reverendo padre Santiago MacGuirre, de la Unión de Mujeres
Argentinas, del Centro de Estudiantes de Ciencias Medicas, Bioquímica, Farmacia
y Ramas Menores, del Movimiento de Liberación Nacional, Rama femenina del
Justicialismo y Frente Estudiantil Nacional.
Luego, Quagliaro, dado
el clima de efervescencia entre los delegados obreros, los invito a debatir el
tema que los convocaba, que aprobaron la conformación de la CGTA Regional Rosario.
Los gremios que lo hicieron fueron: Asociación Trabajadores del Estado (ATE),
filial Rosario y filial Borghi, Sindicato de Minería, Asociación Bancaria,
Federación Gráfica Rosarina, La Fraternidad, Sindicato del Seguro, Sindicato de
Jaboneros y Afines, Sindicato de Obreros ceramistas, Sindicato de Viajantes,
Luz y Fuerza, Gas del Estado. Unión Ferroviaria del Ferrocarril Mitre, Belgrano
de Puerto Rosario, de Santa Fe y Villa Constitución, Sindicato Químico
Papelero, Sindicato de Panaderos, Federación de Obreros y Empleados de Correos
y Telecomunicaciones (FOE CYT) Sindicato de Marítimos, Industrias Químicas,
Sindicato de Obreros Mosaístas, Sindicato de Operadores Cinematográficos y
Sindicato de Obreros de Calzado.
El Programa del 1º de Mayo de 1968
Los principios
económicos, sociales y políticos, de la CGTA, quedaron de manifiesto cuando
dieron a conocer el “Mensaje a los trabajadores y el pueblo. Programa del 1º de
Mayo de 1968” ,
que siguió el camino de otros documentos del sindicalismo como el de La Falda
(1957) y el de Huerta Grande (1962). El que pasaría ha ser un documento
histórico de la clase obrera, fue ampliamente divulgado entre los sindicatos,
activistas gremiales y políticos, fue redactado por Rodolfo Walsh, mientras que
Ongaro le dio los últimos retoques.
El 1º de mayo de 1968, la CGTA presentó el
programa en un acto encabezado por Raimundo Ongaro y Agustín Tosco, en el
Córdoba Sport Club. Una de las sorpresas del acto fue la presencia del
ex-presidente Arturo Illia, que se abrazó con Ongaro y Tosco ante los aplausos
de los concurrentes.
Entre los principales
párrafos del mismo encontramos los siguientes planteos “Durante años nos han
exigido sacrificios. Nos pidieron que aguantáramos un invierno: hemos aguantado
diez. Y cuando no hay injusticia que reste cometerse con nosotros, se nos pide
irónicamente que “participemos”. Les decimos, ya hemos participado y no como
ejecutores sino como víctimas. (..) Agraviados en nuestra dignidad venimos a
alzar viejas banderas de lucha. (..) El aplastamiento de la clase obrera va
acompañada de la liquidación de la industria nacional, la entrega de todos los
recursos, la sumisión a los organismos financieros internacionales. (..) Este
es el verdadero rostro de la libre empresa, de la libre entrega, filosofía
oficial del régimen. Este poder de los monopolios que amenaza a las empresas
del Estado. Es el FMI el que fija el presupuesto del país. Es el Banco Mundial
el que planifica nuestras industrias claves, Es el Banco Interamericano de
Desarrollo el que indica en qué países podemos comprar. La participación que se
nos pide, además de la ruina de la clase obrera, el consentimiento de la entrega. Y eso no
estamos dispuestos a darlo los trabajadores argentinos.”
“La historia del movimiento obrero, nuestra situación
concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el
fundamento mismo de esta sociedad la compraventa del trabajo y la propiedad
privada de los medios de producción.
(..) La estructura capitalista del país, fundada en la absoluta propiedad
privada de los medios de producción,
no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que
traba el desarrollo individual. De ella no puede nacer una sociedad justa ni cristian a. (...) Los trabajadores de nuestra patria,
compenetrados del mensaje evangélico de que los bienes no son propiedad de los
hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfaga las
necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas
estructuras. Para ello retomamos pronunciamientos ya históricos de la clase
obrera argentina, a saber: La propiedad sólo debe existir en función social,
Los trabajadores, auténticos creadores del patrimonio nacional, tenemos derecho
a intervenir no sólo en la producción sino en la administración de las empresas
y la distribución de los bienes, Los sectores básicos de la economía pertenecen
a la Nación. El
comercio exterior, los bancos, el petróleo, la electricidad, la siderurgia y
los frigoríficos deben ser nacionalizados, Los compromisos financieros firmados
a espaldas del pueblo no pueden ser reconocidos, Los monopolios que arruinan
nuestra industria y que durante largos años nos han estado despojando, deben
ser expulsados sin compensación de ninguna especie, Sólo una profunda reforma
agraria, con las expropiaciones que ella requiere, puede efectivizar el
postulado de que la tierra es de quien la trabaja, Los hijos de obreros tienen
los mismos derechos a todos los niveles de educación que hoy gozan solamente
los miembros de las clases privilegiada”.
La CGTA aglutinó a
distintos sectores que reflejaban el pensamiento de distintos agrupamientos y
de la base social obrera. Entre las distintas posiciones se destacaron:
Direcciones sindicales
ideológicamente social-cristian os,
políticamente vinculados al peronismo como el ongarismo en el movimiento
obrero, la UNE en el movimiento estudiantil, sacerdotes del Tercer Mundo, etc.
Direcciones sindicales, que eran
expresión de sectores de raíz ideológica nacionalista, que se enrolaban en el
“peronismo duro” como telefónicos, sanidad, etc.
Direcciones sindicales
influenciadas por el radicalismo y los socialistas democráticos, expresados en
ferroviarios (Scipioni), viajantes (Arrausi), etc.
Sectores sindicales que
respondían a la política del Partido Comunista
Grupos políticos con posiciones
radicalizadas, que no escapaban a la influencia del Partido Comunista
Revolucionario (PCR), Partido Revolucionario de los Trabajadores, ex Movimiento
de Liberación Nacional, etc.
Dicha central obrera fue el producto de un complejo conjunto de circunstancias, pero reflejaba en esencia la conjugación de elementos como fueron por un lado la presión social del proletariado que fue adoptando posiciones antidictatoriales y la necesidad de expresarse en una organización sindical para su lucha económica ante las medidas que la dictadura tomaba.
“Más vale honra sin sindicatos que sindicatos
sin honra” y “Unirse desde abajo y organizarse combatiendo”, fueron las
consignas que encarnaron el espíritu que dio origen a dicha central.
En su corta vida, fue
además un espacio de encuentro “en la acción entre ese activismo y grupos de
intelectuales, profesionales y artistas”. El semanario de CGTA se convirtió en
un instrumento central de ese intento. Dirigido por Rodolfo Walsh, y denominado
simplemente “CGT”, editó 55 números entre mayo de 1968 y febrero de 1970. Llegó
a editar un millón de ejemplares y sus páginas sirvieron, por ejemplo, para
publicar por primera vez, dividida en varias notas, la investigación de Walsh
sobre el asesinato del dirigente metalúrgico de Avellaneda Rosendo García:
“¿Quién mató a Rosendo?”, un análisis del significado político, y de los
métodos de acción del vandorismo.
La CGTA fue también
el escenario en el que se desarrollaron experiencias de militancia artística
como los artistas plásticos que dieron lugar a “Tucumán Arde”, las del pintor
Ricardo Carpani, o las del Grupo Cine Liberación.
Partiendo de la situación de crisis de la
industria azucarera en Tucumán, del cierre de ingenios, de pobreza en aumento,
de altísimos índices de mortalidad infantil, conviviendo junto a un grupo de
familias “tradicionales” propietarias de grandes extensiones de tierras, de
ingenios, que invertían sus enormes ganancias para consumos suntuarios o
inversiones especulativas fuera de la provincia, un conjunto de artistas
plásticos de Rosario y Buenos Aires entre ellos Roberto Jacoby, Pablo Suárez,
Beatriz Balve de Buenos Aires y Juan P. Renzi y Rubén Naranjo de Rosario,
viajan a la zona, para desarrollar un trabajo de documentación y registro de
testimonios con la población (fotos, filmaciones, grabaciones, etc.) y se
vinculan con obreros, estudiantes y sindicalistas ligados a la regional de la
CGTA, al Sindicato de Trabajadores Azucareros (FOTIA), gremio docente, etc.
Posteriormente, realizan dos muestras
denominadas “Tucumán Arde”. En Rosario se llevo a cabo el 3 de noviembre de
1968, en el local de la CGTA, Córdoba al 2100, “al cruzar el pasillo de entrada
a la sede sindical, el público se veía obligado a optar entre pisar los nombres
de los dueños de los ingenios, o esquivarlos dificultosamente. En las paredes
estaban pegados los afiches de la campaña callejera, recortes de periódicos que
daban cuenta de lo decían los medios
sobre la situación provincial, diagramas que ponían en evidencia las relaciones
entre el poder económico y el poder político local, cartas de pobladores y
maestras...Grandes carteles colgantes, pintados a mano sobre tela, con diversas
consignas, entre las que predominaban “Visite Tucumán, Jardín de la Miseria, No
a la tucumanización de nuestra patria o Tucumán, no hay solución sin
liberación”, atravesaban el pasillo y el interior del hall central. (....)
numerosos paneles sobre los que desplegaban fotografías ampliadas a tamaño
mural que testimoniaban la situación de miseria que se vivía en la provincia”.
Además se proyectaban cortos y audiovisuales elaborados con materiales
recogidos durante el viaje, y se repartían folletos sobre la situación
tucumana.
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