La nutrición, una política de la vida
cotidiana
28 de abril de 2017
“En general la venta en los supermercados se
centra en que al consumidor le gusten los productos, pero de salud se habla muy
poco”. Por eso en las charlas formativas, Mata aconseja al auditorio que se
olvide de los nutrientes e introduce en la conversación los alimentos. Siempre
poniendo el acento en el sistema productivo, que debería caracterizarse por
tres rasgos: ser sostenible, agroecológico y soberano.
El médico nutricionista Francisco Mata participa en las Jornades
Anarcosindicalistes de CGT-Valencia
Por Enric Llopis
Se
inició en la medicina oficial –obtuvo la licenciatura en Medicina y Cirugía en
1982-, se formó después en las terapias alternativas y aplicó más tarde este
aprendizaje en una consulta privada. Tras atravesar las tres etapas, Francisco
Mata (Valencia, 1959) es hoy activista, en la Plataforma per la Soberania Alimentaria
del País Valencia y Veterinarios Sin Fronteras. Informa en asociaciones,
colegios e institutos sobre la importancia que la alimentación y el estilo de
vida tienen para la salud.
La enseñanza de la medicina es hoy más científica y moderna
que cuando él estudió en la Universitat de Valencia, pero continúa basándose a
grandes rasgos en la realización de diagnósticos, a los que sigue un
tratamiento o bien una intervención quirúrgica. Es cierto que se ha introducido
el concepto de “salud pública”, pero “no da con la solución; el grave problema
de las enfermedades crónicas que existe hoy es, sobre todo, de carácter
social”, explica antes de intervenir en las Jornades Anarcosindicalistes-2017
que organiza CGT Valencia, en colaboración con la Plataforma per la Sobirania Alimentària
del País Valencià, Ecologistas en Acción y Acció Ecologista Agró.
“Las
enfermedades crónicas son prácticamente el 70% de las que existen hoy”,
advierte el médico especialista en nutrición, que trabaja desde hace tres
décadas en el Instituto Social de la Marina. Se refiere a infartos, ictus, la mitad de
los casos de cáncer, diabetes, Alzheimer o sobrepeso-obesidad. Propone
soluciones de carácter “sistémico y holístico”, que por ejemplo se materialicen
en una alimentación basada en plantas (Plant Based Diet). Y ello dentro de un
estilo saludable: estar activo, mantener una alimentación y peso adecuado,
relaciones sociales satisfactorias y la relajación “para estar a gusto con uno
mismo”. En términos parecidos se ha expresado la Organización Mundial
de la Salud (OMS). De las 57 millones de muertes registradas en el mundo
durante 2008, el 63% tuvo como origen enfermedades “no transmisibles”:
cardiovasculares (48%), diferentes tipos de cáncer (21%), enfermedades respiratorias
crónicas (12%) y diabetes (3,5%). Además la OMS calcula que la cifra podría
aumentar hasta las 55 millones de muertes en 2030. Para frenar esta tendencia,
señala algunas medidas: abandonar el tabaco, una dieta saludable, la actividad
física y el moderado o nulo consumo de alcohol.
La
defensa del “Plant Based Diet” o dieta fundamentada en los productos de origen
vegetal choca con el actual sistema productivo de alimentos, “hoy muy
industrializado”, apunta Francisco Mata. Y además muy orientado a visiones
reduccionistas, en las que se sobrevaloran los nutrientes; ello significa
referirse principalmente a los colesteroles, azúcares, grasas saturadas,
proteínas, fibras, hidratos de carbono… “En general la venta en los
supermercados se centra en que al consumidor le gusten los productos, pero de
salud se habla muy poco”. Por eso en las charlas formativas, Mata aconseja al
auditorio que se olvide de los nutrientes e introduce en la conversación los
alimentos. Siempre poniendo el acento en el sistema productivo, que debería
caracterizarse por tres rasgos: ser sostenible, agroecológico y soberano. En
ocasiones le preguntan si no sería suficiente con escuchar al cuerpo, pues tal
vez este demande lo que necesita en cada momento. Pero el doctor y activista
niega esta opción, por “engañosa”. “Si al cuerpo le proporcionas alimentos
bastante procesados, al final se ‘engancha’”. Este principio general puede
aplicarse al pan blanco, la repostería, los embutidos, fiambre, quesos y carnes
procesadas. “Generan como una adicción, después viene la parte agresiva y que
te hace enfermar”.
En
la mesa redonda organizada por la CGT con el título de “Soberanía alimentaria,
salud para el planeta, las sociedades y los cuerpos” subraya el impacto de los
alimentos “ultraprocesados” (confitería, comida rápida, bebidas azucaradas,
yogurts o leches de sabor). Son ricos en calorías, muy sabrosos y adictivos, se
caracterizan por el desequilibrio nutricional, por ser vistos en ocasiones como
saludables y por la facilidad con la que desplazan a las comidas tradicionales.
Un aspecto no menor en que se apoyan es la publicidad agresiva, fomentada por
la industria alimentaria y las grandes corporaciones. Francisco Mata ha
mostrado asimismo reparos al pan blanco: un alimento alto en calorías, con mucha
sal y cuya producción implica el desplazamiento de otros cultivos por el trigo.
Tampoco la leche animal, sostiene el nutricionista, constituiría una necesidad
acuciante. “Muchos pueblos consumen hoy una cantidad mínima o nula de leche”;
el calcio –al que se apela para incluir los productos lácteos en la dieta
básica- puede obtenerse de fuentes muy diversas y su ingesta no protege contra
las fracturas óseas en la población adulta. En cuanto a los productos de la
industria cárnica, su consumo “tiene un grandísimo impacto, y remite a un
modelo de alimentación muy cruel y adictivo”.
Defiende,
en síntesis, una dieta sencilla, con productos mínimamente procesados,
cocinados de forma tradicional y donde prácticamente no intervenga la industria. Formarían
parte del patrón básico las frutas, verduras, legumbres y cereales integrales.
Asimismo los frutos secos. La Guía para reducir el riesgo cardiovascular
publicada en 2013 por el American College of Cardiology sostiene estas pautas,
ya que recomienda limitar los dulces, las bebidas azucaradas y las carnes
rojas; y todo ello, dentro de un estilo de vida que incluya la actividad física
y mantener un peso saludable.
Entre
las numerosas enfermedades sobre las que influye el tipo de dieta figura la
diabetes. “Es el tercer país más poblado del mundo”, advirtió en 2013 la Federación Internacional
de Diabetes, al existir ese año 371 millones de afectados, número que podría
elevarse a 500 millones en 2030. Ante los riesgos de la alimentación
industrial, el nutricionista difunde mensajes sencillos. “Cada vez que entre un
alimento en tu cuerpo, ha de hacerlo de manera sana”. Podría constituir un
ejemplo de patrón negativo el siguiente desayuno: un café con leche, acompañado
de varias galletas o magdalenas. “Se trata de productos procesados, con
azúcares, grasas y harinas refinadas; esto puede favorecer la aparición de
enfermedades crónicas”. El muesli natural podría ser una recomendación
“alternativa”. Pero falta información y que la población adquiera conciencia,
señala el activista, deficiencias que contribuyen a corregir el vegetarianismo
y el movimiento animalista.
El
diario El País publicó el 26 de abril un artículo titulado “La homeopatía, el
horóscopo y la cultura científica”. La periodista argumentaba en el texto: “Lo
inquietante es que, a diferencia de las otras pseudociencias, la fe en la
homeopatía no es un fenómeno residual”. Y unas líneas más abajo, añadía: “El
aura que sus valedores han sabido darle de ‘medicina alternativa’ contribuye a
su expansión”. “¿Cómo puede abrirse camino, en una sociedad educada en el
racionalismo, una teoría que no soporta un examen de validez científica?”, se
preguntaba la
articulista. Mata responde que la tesis descrita remite a una
interpretación “reduccionista” de la ciencia. En consecuencia, defiende la homeopatía
como un sistema curativo en el que se subrayan las fuerzas energéticas del
cuerpo humano; “intentas encontrar un remedio que acompañe a tus energías
internas, para que el cuerpo se fortalezca y pueda curarse a sí mismo”, explica
el facultativo. Él mismo estudió hace una década un máster para médicos,
farmacéuticos y veterinarios impartido por la academia médica homeopática en
colaboración con la Universitat de Barcelona.
En
cuanto a la dieta saludable, no resultan necesarias las grandes
sofisticaciones. El médico naturista explica que desde su nacimiento, el cuerpo
humano está preparado para crecer y mantenerse en salud. Sólo hay que
proporcionarle “aquello para lo que está preparado desde su genética”. En otros
términos, con los nutrientes necesarios que en las sociedades tradicionales
aporta la naturaleza y con una reducida alimentación de origen animal, no hay
razón alguna para la expansión del cáncer, los infartos, la diabetes o el
Alzheimer. En el día a día esto se traduce en un hervido de verduras, pan
integral y ecológico elaborado con la levadura madre (de modo tradicional, sólo
con harina y agua), lentejas con arroz integral y una ensalada, espaguetis
integrales aderezados con piñones y cebolla, humus o una sopa sencilla de
vegetales, entre los infinitos menús posibles. “El vegetarianismo y el
veganismo son una opción muy saludable y una parte de la solución a los
problemas”, destaca Francisco Mata. “Hace 50 años la alimentación en el mundo
rural era mejor que la de hoy, pues tenía como base las verduras y las
legumbres”. Uno de los cambios notables, añade, se produjo en los inicios del
siglo XX con la popularización del pan blanco.
Pero
tan importante como el contenido de la dieta es la manera en que se producen
los alimentos. En un artículo publicado en el diario Público en octubre de
2015, la activista y autora de “El negocio de la comida”, Esther Vivas, señala
que con las prácticas de la denominada “revolución verde”, desarrollada en los
años 60 y 70 del pasado siglo, se impuso un modelo de capitalismo
agroalimentario orientado al máximo beneficio. Y no se trata de una huera
abstracción. La investigadora y autora del libro “Del campo al plato” menciona
algunos gigantes “que se han colado desde hace algunos años en nuestras casas”:
Syngenta, Dupont, Cargill, Monsanto, Coca-Cola, Kraft, PepsiCo,
Procter&Gamble, Unilever, Nestlé, Wal-Mart o Carrefour, entre otros. Las
cifras de Naciones Unidas señalan el cruento desequilibrio. Mientras se produce
comida suficiente para la alimentación de 12.000 millones de personas en el
mundo (sobre una población total de 7.000 millones), uno de cada siete
individuos pasa hambre. Vivas caracteriza en pocas palabras la dieta occidental:
“Con muchos alimentos procesados, mucha carne, grasa y azúcar añadido, nos
enferma y engorda”. Según la OMS, desde 1980 la tasa de obesos se ha más que
duplicado en el planeta.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/La_nutricion_una_politica_de_la_vida_cotidiana
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