Por la vida y contra
la guerra en las comunidades zapatistas
1 de junio de 2019
Por Gilberto
López y Rivas (La Jornada)
Ayer
se llevó a cabo en territorio nacional, y en varios países del mundo solidario
(entre ellos, Francia, España, Grecia y Estados Unidos), una jornada en contra
de la militarización de los territorios y las comunidades zapatistas, que ha
sido denunciada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y
estudiada metódicamente por el Centro de Derechos humanos Fray
Bartolomé de Las Casas (Frayba).
El
Frayba, mediante la documentación que realizan las Brigadas Civiles de
Observación (BriCO), registra un aumento de 100 por ciento en el número de
incursiones del Ejército Mexicano, patrullajes terrestres y sobrevuelos desde
helicópteros a partir de diciembre de 2018, y, concluye, con fundadas razones,
que estos actos de intimidación y hostigamiento significan una agresión a su derecho a
la autonomía y representan un riesgo a la vida, integridad y seguridad de toda la población. Se
observó que los vehículos militares muchas veces pasan a alta velocidad por las
comunidades, sin preocuparse de personas, niñas y niños, animales en el camino.
El Frayba registró, también, actos de espionaje en el campamento de observación
internacional de La Realidad, que vulneran, igualmente, la integridad y
seguridad de quienes realizan el monitoreo.
Este
proceso de militarización se está efectuando, además, mediante un incremento en
la actividad de los grupos paramilitares, que la Sedena, por cierto, en una
reinterpretación de la vieja metáfora de quitar
el agua a los peces revolucionarios (aislarlos
del pueblo), considera, en sus manuales de contrainsurgencia, que da mejores
resultados en el accionar contrarrevolucionario, introducir peces más bravos en el teatro de la guerra. Recordemos
el crimen de Estado de Acteal, o la labor que realiza el sicariato en los
territorios en resistencia para entender esta contribución
metafórica de los militares
mexicanos a la contrainsurgencia mundial.
El
EZLN, en el comunicado que denuncia la ofensiva militar, señala: “Los
patrullajes y sobrevuelos no siguen la ruta del narcotráfico, ni de las
agobiadas caravanas de las hermanas y hermanos migrantes que huyen de una
guerra que se niega a decir su nombre… para entrar a otra que se esconde detrás
de un Ejecutivo federal parlanchín y pendenciero. No, esa amenaza de muerte
recorre por aire y tierra las comunidades indígenas que han decidido mantenerse
en resistencia y rebeldía para defender la tierra, porque en ella está la vida. Ahora , además,
miembros del Ejército y Fuerza Aérea se adentran en las montañas y aparecen en
las comunidades diciendo que viene la guerra y sólo están esperando ‘órdenes de
mero arriba’. El interrogante obligado en este punto es: ¿Quién está dando las
órdenes?”
En
el resto del país, la militarización (y paramilitarización) se concretan, por
un lado, en la puesta en marcha de la Guardia Nacional ,
que constituye una entrega a los militares de la seguridad pública, ahora
legalizada, y, por el otro, en el papel asignado a la delincuencia en los
asesinatos de dirigentes indígenas defensores del territorio y la Madre Tierra ,
concejales del CNI–CIG, muchos de ellos comunicadores de radios comunitarias,
como Samir Flores Soberanes, ejecutado 10 días después de anunciarse la
continuidad del Proyecto Integral Morelos.
Este
proceso de militarización y paramilitarización en territorios zapatistas, o en
resistencia anticapitalista, se lleva a cabo, sin que los intelectuales orgánicos
de la Cuarta
Transformación se inmuten, ocupados como están en escribir
epístolas de apoyo incondicional al Ejecutivo federal, o aceptando carteras
claves del gabinete para el eventual otorgamiento de los permisos necesarios
para continuar con los megaproyectos de muerte.
La
actual crisis civilizatoria global detona una radical destrucción de las bases
de la vida. Entre
sus principales formas se juegan el etnocidio, el ecocidio, o el capitalismo
necropolítico. (Ver el excepcional libro de Luis Arizmendi / Jorge Beinstein, Tiempos de Peligro: Estado de
excepción y guerra mundial. UAZ-Plaza y Valdés Editores, México, 2018). El
pensamiento crítico contemporáneo está profundizando en la denuncia de las
nuevas formas de destrucción que conlleva, necesariamente, relacionar la
acumulación por desposesión de
bienes públicos, de bienes comunes y de bienes genéricos (como los códigos
genéticos o el agua) (Arizmendi, ibíd. p. 20), hasta llegar a la política
de muerte como fundamento de una acelerada acumulación basada en la economía
criminal.
El proceso
de militarización en Chiapas abre el peligro de un nuevo Acteal. La
desmilitarización, el desmantelamiento de los grupos paramilitares y el respeto
a las comunidades zapatistas, sus territorios y sus procesos autonómicos tienen
que ser acatados de inmediato. ¡El EZLN no está solo!
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