El financiamiento de los partidos burgueses
11 de junio de 2019
Por Rolando
Astarita
El 15 de mayo pasado la
Cámara de Diputados aprobó la ley de financiamiento de los partidos políticos,
la cual establece que “obtendrán sus recursos mediante el financiamiento
público y privado para el desarrollo de sus operaciones ordinarias y
actividades electorales”.
La aprobación de la ley suscitó una fuerte crítica del diputado
Del Caño, representante del PTS-FIT. Del Caño sostuvo que los diputados
discutían “cómo van a financiar las campañas con la guita que les van a dar los
empresarios”, y se quejó de que las distintas fuerzas políticas no tienen la
misma posibilidad de hacer conocer sus propuestas a la población (https://www.laizquierdadiario.com/Festejo-empresario-podran-blanquear-sus-aportes-a-las-campanas-electorales).
Días más tarde Christian Castillo, también dirigente del PTS-FIT, volvió sobre
el tema. Afirmó que es “un escándalo… que las empresas puedan financiar
legalmente a los partidos políticos, con lo cual empieza un ’toma y daca’. El
Frente de Izquierda no sólo votamos en contra, sino que hoy presentamos un
amparo porque esto cambia las reglas de juego. Ya convocadas las elecciones se
cambia como va a ser la elección. (…) Entonces hemos presentado esto con Myriam
Bregman y Nicolás del Caño, protestando contra lo que es insólito, que es
blanquear y plantear una amnistía a todos los partidos que se financiaron
ilegalmente con las empresas” (intervención en C5N, bajado de Izquierda Diario el 4/06/19;http://www.laizquierdadiario.com/Castillo-Hay-que-discutir-como-la-gente-puede-vivir-bien-y-no-como-pagar-la-deuda).
Ni escandaloso, ni insólito; es lo natural
Pues bien, en oposición a lo que dicen Del Caño y Castillo,
sostengo que la ley solo expresa lo que es una relación lógica (o sea, ni
escandalosa, ni insólita) en el capitalismo. Es que en tanto exista el modo de
producción capitalista será
inevitable (y por lo
tanto natural, aunque se trate de una
naturalidad social)
que los partidos burgueses se financien con plusvalía (esto es, con trabajo no
pagado). En este respecto, las formas en que les llegue esa plusvalía es una
cuestión secundaria. Puede ser por medio del Estado; pueden recibir
subvenciones de los empresarios “bajo la mesa”, como venía sucediendo hasta
ahora; o de manera abierta, como parece que puede ocurrir a partir de ahora.
Estos financiamientos son inherentes a la naturaleza de la política burguesa, y
del Estado. Hace más de 50 años Ralph Miliband en El Estado en la sociedad
capitalista(México, Siglo XXI) decía que en los países adelantados
los círculos de negocios constituían, invariablemente, una fuente esencial de
financiamiento de los partidos conservadores y defensores del sistema
capitalista. Ocurría en Gran Bretaña, Alemania, Estados Unidos, Francia y el
resto de los países adelantados: “… la historia es monótonamente la misma, en
todas partes. Y no tiene
nada de sorprendente que así sea” (p. 183; énfasis agregado).
Deberíamos agregar que desde que Miliband escribió su libro, muchos partidos
socialdemócratas también pasaron a ser financiados directamente por el mundo de
los negocios. Y la situación seguirá así en tanto continúe el modo de producción
capitalista.
Por eso, tampoco tiene
sentido que la izquierda recurra a la Justicia para reclamar un tratamiento
“igualitario” en materia de subvenciones para todos los partidos. Es que no
puede haber trato igualitario cuando se trata del reparto de plusvalía entre
partidos políticos que expresan intereses de clase antagónicos.
Una vez más, “el incidente secundario” de Bebel y la tradición
socialista
La reacción de Del Caño y Castillo frente al financiamiento de los
partidos burgueses me trae a la memoria
el “incidente secundario”, que comenté en una nota anterior (aquí), entre el dirigente
de la izquierda socialista alemana Bebel y un parlamentario perteneciente al
ala derecha, Frank. Lo recuerdo brevemente: ocurrió durante un Congreso del
Partido Socialdemócrata alemán, y fue comentado por Lenin. Frank se había
quejado porque un ministro alemán había afirmado que no existía igualdad de
derechos entre los socialdemócratas y los partidos burgueses, y Bebel respondió
que era natural que el ministro hiciera esa
afirmación, ya que representaba el régimen capitalista, y debía defenderlo
contra los ataques de los socialistas. Frank se indignó con la respuesta de
Bebel, y Lenin comenta: “¿Es posible sentirse ‘ofendido’ porque a nosotros,
enemigos de todo régimen burgués, un defensor de ese régimen no nos conceda
igualdad de derechos sobre la base de la ley burguesa?” Y agregaba que “el
pequeño incidente” era expresión de “dos mundos”: uno que puede desenvolverse,
en determinados períodos, bajo la legalidad burguesa, pero que lleva a un
choque inevitable con el orden constitucional. El otro era el punto de vista
del reformismo pequeño burgués, cada vez más hundido en las redes del sistema
existente.
Con las modificaciones del caso, el criterio de Bebel – Lenin
debería ser rescatado a la hora de marcar el abismo que separa a los marxistas
del legalismo burgués, del cuento del “Estado neutro” y la “igualdad de los
ciudadanos”, y semejantes. Al decir que es natural que en este sistema social y político
haya desigualdad de trato entre los partidos burgueses y los que se reivindican
del anticapitalismo, el marxista está diciendo que esa desigualdad no se
suprime votando leyes (¿no hay límites para el cretinismo parlamentario?); ni
recurriendo a la Justicia burguesa.
Por último, sobre las subvenciones estatales
Digamos por último que la naturaleza del financiamiento a los
partidos no se altera por el hecho de que el Estado asuma, total o
parcialmente, la tarea. En
realidad, la canalización de fondos hacia los partidos ocurre por las dos vías.
Pero por eso mismo la
subvención estatal a los partidos de izquierda no es neutra ni inocente.
Es que en muchas ocasiones – y este es el objetivo real del asunto – esas
subvenciones ejercen una presión objetiva para mantener a la izquierda en los
marcos de lo aceptable por el sistema. Más aún, en la medida en que políticos y
partidos de izquierda reciben emolumentos con los que mantienen funcionarios
(asesores, colaboradores, etcétera) y actividades (campañas electorales,
viajes, aparatos de propaganda), más y más se fortalecen esos
condicionamientos. Hace poco un dirigente trotskista brasileño me señalaba los
efectos devastadores que habían tenido las subvenciones del Estado sobre mucha
militancia del ala de izquierda del Partido de los Trabajadores de Brasil. Algo
similar ocurrió con buena parte de la izquierda en Venezuela. No se trata
entonces de una cuestión menor. La clase dominante no domina solo, ni tal vez
principalmente, con represión. No habría que olvidarlo.
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Fuente: https://rolandoastarita.blog/2019/06/11/el-financiamiento-de-los-partidos-burgueses/
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