Nuestro camino: construir unidad popular para radicalizar la
disputa por los sentidos de la vida
9 mayo 2019
"Ante un futuro
nada promisorio y muy incierto, debemos: no olvidar (como enseña la rica
historia de los movimientos sociales y populares) que la movilización popular y
unitaria es el único camino para transformar la realidad; recordar que nuestros
pueblos tienen memoria histórica y sus organizaciones caminan diariamente,
contra viento y marea, transformando la realidad de sus territorios; tener la
certeza que este proyecto, que hoy llega a su número cien, seguirá caminando
junto a las organizaciones y movimientos populares en la construcción del
cambio social, político y cultural para la emancipación de nuestros
pueblos".
Nuestro mundo ha entrado en una espiral crítica de crisis
sociales, políticas y económicas que profundizan las desigualdades y la
devastación de territorios y medios de sustento, mientras exacerban una crisis
climática y de la biodiversidad cuyos severos impactos son cada vez menos
predecibles. Un mundo donde las élites incrementan permanentemente su capacidad
de control sobre Estados, instituciones internacionales, territorios y
naturaleza, aprovechando cada crisis como oportunidad para seguir acumulando
capital y poder.
En ese marco, los pueblos de América Latina y el Caribe
enfrentamos hoy la profundización de algunos viejos proyectos, pero que con
renovadas formas e intensidades ambicionan la región en la disputa geopolítica
por el control de sus bienes comunes. Afrontamos la profundización del avance
imperialista del capital sobre nuestros territorios y el avance articulado y
desbocado de un extremismo conservador en lo social, político y cultural, al
que podríamos llamar fascismo del siglo XXI. Estos proyectos incrementan la
criminalización y represión de quienes los resisten y nos plantean una disputa
frontal por los sentidos de la vida.
Ante un futuro nada promisorio y muy incierto, debemos: no
olvidar (como enseña la rica historia de los movimientos sociales y populares)
que la movilización popular y unitaria es el único camino para transformar la
realidad; recordar que nuestros pueblos tienen memoria histórica y sus
organizaciones caminan diariamente, contra viento y marea, transformando la
realidad de sus territorios; tener la certeza que este proyecto, que hoy llega
a su número cien, seguirá caminando junto a las organizaciones y movimientos
populares en la construcción del cambio social, político y cultural para la
emancipación de nuestros pueblos.
Esta firme convicción nos obliga a pensar los escenarios
esperables, para poder definir cómo construir nuestra defensa del territorio,
entendiéndolo como la construcción social del espacio para la producción y
reproducción política, cultural, espiritual, ambiental y económica de cada
pueblo en su relación con la naturaleza.
Neoliberalismo
recargado: las crisis como oportunidad de negocios
A pesar de una larga década de implementación simultánea de
proyectos progresistas en casi un tercio de los países de nuestra región —que
mejoró las condiciones materiales de vida de las clases populares de dichos
países—, el capital nunca dejó de avanzar sobre el territorio. Sin ese
contrapeso y a pesar del estrepitoso fracaso de las políticas neoliberales de
desmantelamiento del Estado, financiarización, privatización, desregulación y globalización
al servicio de las empresas transnacionales y las élites nacionales, nuevamente
la maquinaria económica, política y cultural del capital pretende imponernos, a
como de lugar, un neoliberalismo recargado.
En una economía global donde el sector financiero incrementa
todo el tiempo su control sobre la producción de mercancías y servicios y luego
de la explosión de las burbujas punto.com, inmobiliaria, y de la crisis
alimentaria de 2008 —producto de la especulación financiera sobre los cereales
básicos—, el capital busca nuevas fronteras para la acumulación. Y ante
la ya indiscutible e imperiosa necesidad de acciones para hacer frente a la
crisis climática y de la biodiversidad, construyen una nueva oportunidad de
negocios para el desarrollo de la llamada “economía verde” a través de la
financiarización de la naturaleza: “el proceso por el cual el capital
especulativo toma el control de los bienes y componentes de la naturaleza y los
comercializa por medio de certificados, créditos, acciones, bonos, etcétera,
con el fin de obtener las mayores ganancias posibles gracias a la especulación
financiera”1. Éste es un proceso reforzado por el avance y consolidación de los
marcos jurídicos impuestos por la agenda de libre comercio.
Estamos ante un proceso de acumulación originaria en
renovación sin fin, que David Harvey (2005) describe como “acumulación por
desposesión”. Un proceso que busca quitar el uso y control del territorio a los
pueblos que viven en éste.
A nivel global enfrentamos procesos de desmaterialización,
digitalización y financiarización que afectan radicalmente el carácter de los
sistemas productivos y de consumo. Estamos presenciando embates para cambiar
“profundamente el carácter del sistema alimentario corporativo [...]
provocando, entre otras cosas, el cambio de poder hacia nuevos actores que a
menudo están cada vez más distantes de la producción de alimentos [y que] al
mismo tiempo, están alterando la concepción del mercado de alimentos y los
hábitos de consumo de alimentos en los centros urbanos y más allá” (Filardi y
Prato, 2018).
Otro rasgo de los tiempos que corren es que la región ha
vuelto a ser un botín muy importante de la batalla geopolítica entre los
grandes actores globales. Una disputa por el control de nuestros bienes
comunes, recrudecida por la remodelación estratégica de Estados Unidos para
convertir nuevamente a toda la región en su patio trasero y transformarla en
bastión de su estrategia global guerrerista. Una estrategia que promueve la
expansión de sus bases militares, atentando directamente contra la construcción
de una América Latina y el Caribe como territorio de paz. Como señala Ugarteche
(2019) “la guerra permanente es un nuevo rasgo de la economía internacional”.
Guerras, de diversos tipos e intensidades, que avanzan mientras “las empresas
siguen operando”.
Restauración
fascista a cualquier costo
Enfrentamos una embestida articulada a nivel regional e
internacional de una derecha en extremo conservadora y de corte fascista. Un
proyecto social, político y cultural fascista, acorde al siglo en que vivimos y
que, a partir de Umberto Eco, podemos caracterizar como racista, xenófobo,
misógino, machista, homolesbotransfóbico, irreflexivo, acrítico y simplista,
antipacifista, elitista y aporofóbico, antipolítico y antidemocrático; y, por
supuesto, totalitario, homogenizador y practicante de lo que algunas
organizaciones europeas llaman necropolítica: ellos deciden quién debe morir
para sostener su proyecto. Y, como Eco también señala, no es necesario que un
proyecto tenga todos los posibles rasgos del fascismo para reconocerlo como
tal.
Son fuerzas sociales y políticas que desconocen y atacan
cualquier forma de organización que defienda los intereses del pueblo que dicen
encarnar, que representan y promueven valores arcaicos y encuentran su caldo de
cultivo en las masas frustradas y/o excluidas por el neoliberalismo económico y
cultural, y desencantadas con los gobiernos progresistas. Fuerzas que se
expanden con el aval, por apoyo u omisión, de los medios de comunicación
dominantes de nuestra era.
El fascismo del siglo XXI ya no requiere de masas
uniformadas en las calles, sino uniformizadas por un relato que no se basa en
hechos sino en los intereses de la más rancia derecha económica, política y
cultural. Una “blitzkrieg” en la guerra de redes basada en “el uso de las redes
sociales, las fake news y la inteligencia artificial”. Una derecha que “desecha
la corrección política, apropiándose de la estética de la transgresión y la
contracultura, que han sido expresiones habituales de la izquierda”. (Arkonada,
2019). Una batalla cultural que se da en un terreno dominado y reglado por las
corporaciones dominantes de las comunicaciones y la interacción social virtual.
Para avanzar, la ofensiva fascista y neoliberal requiere
debilitar al máximo, e incluso aniquilar si es necesario, a las organizaciones
y movimientos sociales. Donde estas estrategias avanzan, se expande
sostenidamente la persecución, la estigmatización, la represión, el
encarcelamiento, la tortura, la desaparición y el asesinato de quienes
defienden sus territorios y sus derechos individuales y colectivos. Poderosos
agentes estatales y no-estatales atacan por sistema a toda organización, pueblo
o comunidad que luche por el reconocimiento de sus espacios construidos
socialmente y de sus derechos colectivos a la tierra, a la soberanía
alimentaria, al agua y al ejercicio de sus prácticas tradicionales y
ancestrales. Esto genera una cultura del miedo que aleja al pueblo de la
participación política.
El proyecto neoliberal fascista plantea frontalmente la
disputa por los sentidos de la
vida. Viene a re-escribir la historia, por ejemplo, diciendo
que las dictaduras militares no fueron tales, como hace Bolsonaro en Brasil.
Trabaja por imponer el optimismo tecnológico: la tecnología como solución a
todos los males, anulando cualquier tipo de cuestionamiento de las relaciones
de poder subyacentes. También disputa frontalmente el sentido del territorio,
rural y urbano, al que ve como un espacio para reproducir el capital y el poder
de las élites.
A su vez, disputa con vehemencia el sentido de la política,
imponiendo la judicialización de la misma y una supuesta agenda anticorrupción,
con tal de construir el relato de que la política es corrupta, que no vale la
pena participar y que hay que dejar a los empresarios administrar la cosa
pública e implementar iniciativas empresariales que reemplacen las políticas
públicas y la participación popular. Esto representa un retroceso para la
democracia formal, fortalecido por la manipulación de los procesos electorales
a través de una nueva forma de hacer política en la que ya no importan “los
hechos en sí, sino el relato” Arkonada (2019). Y “la derecha ha sabido
construir un relato y adaptarse muy bien al mundo del Internet y las redes
sociales”.
Construir
unidad popular para radicalizar la disputa por los sentidos de la vida
Transformar el sistema capitalista y lograr que los
territorios, rurales y urbanos, estén al servicio de la producción y
reproducción de la vida digna de nuestros pueblos, requiere desmantelar la
opresión y explotación, patriarcal, racista, colonialista y capitalista.
Avanzar en ese sentido es tanto una obligación como una necesidad táctica
urgente, “que requiere la unidad organizada de los pueblos. Una que reconozca
la diversidad de las luchas” (Drago, 2018).
También nos obliga a trabajar para masificar los proyectos
que construyen soberanía popular y resisten al capital y al fascismo en
nuestros territorios. Debemos replicar en otras áreas el ejemplo de la
agroecología, una herramienta de lucha y resistencia para construir la
soberanía alimentaria de nuestros pueblos, como lo plantea el Movimiento de los
Trabajadores Sin Tierra de Brasil (MST)2.
Necesitamos disputar el sentido de la política y fortalecer
la memoria histórica, “construir democracias genuinas, radicales y justas,
centradas en la soberanía y participación de los pueblos” (Nansen, 2018).
Frente al descrédito de la política y la izquierda, más participación política
y más organización popular. Es imprescindible fortalecer y articular los
procesos de formación política de nuestras organizaciones y la organización y
acción política.
Fortalecer la participación política requiere, como señala
Janaina Stronkaze (MST), “superar el miedo y mantener el ánimo, la energía, la
esperanza, y construir un buen proyecto de país, de comunidad, de nación
sostenible de manera colectiva, siempre en grupo, lo más horizontal y
democrático posible. Juntas y juntos, de la mano, en la calle, organizadas y
construyendo el país y la nación que queremos” (Gorka, 2019).
Tenemos el gran desafío de articular las defensas de los
territorios y las luchas por los derechos de los pueblos en torno a proyectos
políticos populares, como la soberanía alimentaria.
Seguir siendo una herramienta al servicio de la construcción
de la unidad del campo popular será nuestro imperativo categórico: aquello que
nos moverá incansables hasta cambiar este sistema y construir la soberanía
popular y la justicia social, económica, política, de género y ambiental.
Avizoramos tiempos más difíciles, pero la única lucha que se
pierde es la que se abandona.
Referencias
Arkonada, K. “La breitbartización de la
política” en La Jornada, 30 de marzo de 2019.
https://www.jornada.com.mx/2019/03/30/opinion/022a1mun
Drago, M. “Resistir al fascismo:
construyendo soberanía alimentaria desde la unidad de los pueblos”,Telesur, 16 octubre de 2018.
https://www.telesurtv.net/opinion/Resistir-al-fascismo-construyendo-soberania-alimentaria-desde-la-unidad-de-los-pueblos-20181016-0012.html
Filardi, M.E. y Prato, S. “Reclamar el
futuro de la alimentación: cuestionando la desmaterialización de los sistemas
alimentarios” en Observatorio del derecho a la alimentación y a la nutrición
2018: Cuando la alimentación
se hace inmaterial: afrontar la era digital: pp. 6-15.
https://www.righttofoodandnutrition.org/files/rtfn-watch-2018_esp.pdf
Gorka,
Entrevista a Janaina Stronzake, integrante del Movimiento de Trabajadores
Rurales Sin Tierra (MST), 27 de marzo de 2019.
http://mardefueguitos.info/2019/03/27/tener-cada-vez-mas-miedo-es-un-sintoma-del-avance-de-la-extrema-derecha/
Nansen,
K. “The magnitude of the planetary crisis requires action of similar size”, The Ecologist, 12 de julio de 2018.
https://theecologist.org/2018/jul/12/magnitude-planetary-crisis-requires-action-similar-size-foeint
Ugarteche, O. “Perspectivas al final de
la segunda década del siglo XXI”, En Revista
América Latina en Movimiento núm.
540: Nuevas pistas de la economía mundial: pp. 1-6, marzo 2019.
https://www.alainet.org/es/revistas/540
Notas:
[1] https://wrm.org.uy/es/listado-por-temas/mercantilizacion-de-la-naturaleza/financierizacion-de-la-naturaleza/
[2] http://www.mst.org.br/2019/03/27/agroecologia-como-instrumento-da-luta-de-classe.html
- Puede descargar el artículo (PDF),
haciendo clic en el enlace a continuación:
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Documentos/Nuestro-camino-construir-unidad-popular-para-radicalizar-la-disputa-por-los-sentidos-de-la-vida
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