Las sociedades de control
19 de junio de 2019
Por Miguel
Alejandro Hayes Martínez (Rebelión)
Son las
sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades
disciplinarias, dijo Gilles Deleuze en su famosa obra “Postdata sobre las
sociedades de control”. Ella, merece ser releída y repensada a la luz de los
tiempos que corren.
El galo nos
regala en poco más de dos mil palabras, con la más fina prosa característica de
sus coetáneos, lo que considera que es el paso a las sociedades de control
-vaticinadas por Foucault-, las cuales, superan a las sociedades disciplinarias
-caracterizadas por el mismo Foucault.
Son muy
certeras las identificaciones que hace Deleuze de los nuevos mecanismos que se
generan socialmente. Según él, aparecen las transformaciones en la industria,
la escuela, el hospital, el ejército, la prisión. La entrada en escena del dominio de la
empresa, el de la banca, la preparación permanente, la competencia permanente,
la superproducción, señala una época. Como un buen doctor, el autor sabe palpar
los síntomas de cambios en el mundo. Sin embargo, no podría faltar preguntarse
cuándo, dónde, y un por qué.
Y es que lo
que se cuenta en la Postdata es la crisis de las sociedades disciplinarias.
Pero, ¿dónde hay sociedades disciplinarias, al menos con esas cualidades que
menciona?
El tercer
mundo, por ejemplo, que no logra extender el sistema de enseñanza básico a la
mayoría de la población, es muy difícil que pueda pasar por tal crisis que se
menciona en Posdata. Y es que aquella –entre otras cosas- trata de cómo un
sistema de enseñanza generalizado -con gran abarcabilidad- entra en crisis. En
la periferia, podrá existir una crisis de la educación, pero porque no se ha
logrado llegar a cubrir el analfabetismo. Es decir, debe tenerse un sistema de
enseñanza abarcador, para luego hablar de la crisis de este a nivel de toda la sociedad. Mientras
tanto, el problema es enseñar, no qué se enseña.
Lo mismo puede
ocurrir con la realidad de las fábricas que transitan a empresas. Si bien en
los países atrasados la lógica de empresa que se describe existe, todavía hay
mucho de lo relativo a la fábrica; la fábrica primaria, explotadora, como
pueden ser las maquilas. Y es que la relación social empresa –diferenciada de
la fábrica-, no parece ser un rasgo de un mundo fuera del primero. Muchas
naciones, no superan lo definido por Deleuze como la fábrica.
Postdata nos
empuja a decirnos cuál es el mundo que transita a las sociedades de control: la
Europa civilizada de la
posguerra. Y no creo que se trate de un etnocentrismo europeo
en la obra, más bien el etnocentrismo sería el pensamiento que no contextualice
la lectura del texto y sus ideas, y lo convierta en una regla, en una lógica
trascendental, en un principio metafísico para aplicar a todas las sociedades.
De ahí que sea necesario aclarar que la crisis de las sociedades
disciplinarias, son, claro está, donde existe tales sociedades. Ello, en ese
mundo donde las relaciones capitalistas de producción llegan a un grado tal de
desarrollo institucional y cultural que lo condicionan. Y no se puede pensar en
la crisis de la “institución terminada” en países donde ha existido
históricamente una debilidad institucional.
El propio
Deleuze deja entender que esa realidad previa a la sociedad de control, esa
Europa del estado de bienestar, tendría que lidiar con otros espacios:
“demasiado pobres para la deuda, demasiado numerosos para el encierro: el
control no sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras, sino
también con las explosiones de villas-miseria y guetos.” Con ello, dejaba -a mi
entender- la puerta abierta a la necesidad de contextualizar dichas sociedades
de control -y eso es algo a tener en cuenta en las lecturas a Posdatas.
Un fin de las
sociedades disciplinarias, habiendo otras que no agotan el modelo, otras que
deformadamente asumen modos híbridos, son ese pie forzado para dar mirada a la
interacción dentro del sistema del que son parte las diferentes sociedades.
Deleuze sugería que todo era parte de un capitalismo, y quedó el asunto
abierto. Y es que el mundo que describe Postdata es, una de las caras de un
capitalismo global, de ahí que para comprender el fenómeno en cuestión, que
explicar dicha cara, lleve reflexionar el sistema capitalista, sobre todo, la
relación establecida entre sus polos.
Si se observa,
el planeta de pasadas las guerras mundiales es uno que queda repartido, y en
él, delimitados los extremos en contradicción: los avanzados por un lado, los
atrasados al otro. En el sistema que ya tiene desplegados y definidos sus
contrarios - cuando estos quedan puestos-, comienza a generarse el mediador: el
tercer término o término medio de la contradicción. El
mundo que empieza a producir los llamados estados de bienestar es el mismo que
produce sus contrarios y luego, sus mediadores. Lo que ocurre con ello, no es
otra cosa que el hecho de que el sistema –capitalista mundial- adquiere una
mayor estabilidad en cuanto al entramado de relaciones que propaga -para este
caso, se trata de la definición de sus extremos y la gestación de su(s)
mediador(es)-. Dado que el desarrollo de una totalidad es también el de los
elementos que la conforman, los polos ya están bien formados en cuanto a las
relaciones que lo caracterizan a lo interno; por tanto, el capitalismo avanzado
–uno de los polos-, ya se encuentra afianzado como tal. Pero también el grado
del desarrollo de una sociedad, lo es de su sujeto. Por lo que, aquellos
espacios donde el capitalismo está en su versión superior, está también el
sujeto que se hace corresponder con esa realidad: la estabilidad del
capitalismo, es la de su sujeto. Esto es, que el sistema ya cuente en su lado
desarrollado con el sujeto ya establecido, dígase, adoctrinado, disciplinado,
que reproduce de manera “natural y espontanea” la práctica subjetiva del
ciudadano del capitalismo estabilizado; ya tiene incorporado todos los hábitos
costumbres y tradiciones que reproducen de manera casi absoluta la cultura
correspondiente de respeto al orden social que viven.
Entonces, esa
sociedad, que ya tiene solidificada una generalidad en la subjetividad social
que le es inherente al orden establecido, puede dar un paso superior:
controlar; así, sacar provecho a ese sujeto del capitalismo avanzado que ha
creado, y para ello solo necesita verificar el cumplimiento de la actividad
socialmente delimitada a cada individuo. Se asemeja tal realidad, a un mundo
mecánico que ya tiene cuerda, que ya tiene el hombre que asume espontáneamente
la cuerda impulsará su actividad, y solo necesita -el poder- velar el recorrido
del cuerpo que ha entrado en movimiento.
Ello solo es posible, cuando la totalidad mundial de la que somos
parte ya se ha establecido como sistema, y en el cual, si existe la sociedad de
control, existe su contrario: aquel mundo donde esta es una caricatura, donde
la corrupción, el tráfico, siguen siendo dinámicas importantes, y lo
disciplinario no logra agotarse –ni siquiera imponerse- como modelo. Esto, es
la antítesis de ese capitalismo que tiene su sujeto moldeado que reproduce sus
reglas y el ejercicio del poder consiste en controlar; es el escenario donde la
cultura exportada de la sociedad de control encuentra resistencia, y se
enfrenta a la cultura de la estructura impuesta. Al mundo que se le ha obligado
a digerir un capitalismo que no le es endógeno, todavía agoniza en el
subdesarrollo, y su sujeto, no es el mismo de las sociedades de control.
Las sociedades
de control, son solo una cara del capitalismo; la cara de una sociedad y su
sujeto, y que no solo señala la inevitabilidad de la existencia de lo contrario
en el otro polo del sistema, donde en vez de civilidad existe guerra, desorden
y violencia, sino que muestra también la estabilidad de dichas caras como
partes de un todo.
Las sociedades
de control, son solo la señal de la profundización de los rasgos que reflejan
las relaciones polarizadas que genera el sistema mundial imperante. Su peor
lado, no está dentro de ellas.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=257357
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