"¿Esta es la fila de los desnutriditos?"
Cooperación
internacional y beneficencia
28 de junio de 2019
Por Marcelo Colussi (Rebelión)
“Hay muchas cosas que los hombres, si llevan la capa
remendada, no se atreven a decir.” Juvenal
Inmediatamente después de
Luego se suman otras potencias capitalistas en similar perspectiva, siendo Europa Occidental la que le sigue. Posteriormente participan los pocos países desarrollados (capitalistas), en condiciones de ofrecer cooperación (o de cuidarse que las cosas no cambien, como demostraremos ahora): Japón, Canadá. Es digno de observarse que Rusia (o anteriormente la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) o
Oficialmente, tal cooperación consiste en “una opción estratégica de asociación entre gobiernos, sociedad civil y sectores productivos, orientada hacia la transferencia del conocimiento científico, tecnológico, técnico, educativo y cultural como base para la obtención de los objetivos del desarrollo sustentable, el bienestar y la equidad social”, según puede leerse, por ejemplo, en el Informe Final de
“En el plano político –decía críticamente
Está claro que esa cooperación no es tal, sino un mecanismo más de control de las empobrecidas poblaciones del Sur. Justamente por ese grado de empobrecimiento, constituyen una bomba de tiempo lista para estallar en cualquier momento, al menos vistas desde la lógica capitalista de dominación imperial que tiene el Norte. Si realmente existiera un real interés solidario en promover el desarrollo de los hermanos más postergados, el Norte no podría comportarse de esta manera tan cínica. De hecho, en el año 1971 los países más prósperos, aquellos que otorgan cooperación para los más pobres del Sur, fijaron en el marco de las Naciones Unidas el compromiso de contribuir anualmente con el 0.7 % de su Producto Interno Bruto para la ayuda internacional al desarrollo. Hoy, casi cincuenta años después, son muy pocos quienes cumplen esa meta, apenas un puñado de los escandinavos europeos.
Ahora bien: si se cumpliera con el compromiso de aportar una mayor cantidad de asistencia para con el Sur y se cumpliera con lo pactado en Naciones Unidas décadas atrás, ¿cambiaría la situación del mundo? Dicho en otros términos: ¿puede efectivamente
¿Cómo esperar soluciones de ayudas que vienen absolutamente condicionadas, amarradas a agendas políticas ocultas, que provienen de los mimos factores de poder que, mientras desembolsan unos 60 mil millones de dólares al año en cooperación –de lo cual llega una minúscula cantidad a los beneficiarios en el Sur– extraen de la misma región 500 mil millones como ganancia? (deuda externa, desbalance en los términos de intercambio comercial, salida continua de regalías de las empresas del Norte instaladas en el Sur, lisa y llanamente saqueo de los recursos naturales. ¿Es todo eso cooperación? Dicho sea de paso que de los montos otorgados, mucho ni siquiera nunca sale del país donante, pues está estrictamente estipulado en los contratos que los equipos que se usarán en el terreno (los países del Sur) –vehículos, equipamiento de oficina como computadoras, impresoras, escáneres, teléfonos, etc.– deberán ser de fabricación de esos países que cooperan. ¿Cooperan entonces?
Para
dar un ejemplo de cómo se mueve esto: hoy día, todo el campo de la cooperación
internacional, en una “políticamente muy correcta” perspectiva, introdujo una
preocupación por atacar lacras de la cotidianeidad, como las inequidades de
género o las étnicas, pero no dice una palabra de las diferencias de clase. De
eso no se habla, como que no existieran, sabiéndose que los problemas del
patriarcado o del racismo, en solitario, sin la perspectiva de clase, no pueden
solucionarse. Y no es infrecuente que en el mismo marco que tiene que ver con
todo este mundillo de la cooperación, pese a hablar de derechos humanos, se
irrespetan ignominiosamente los derechos laborales de sus trabajadores.
Seguramente en los tecnócratas que preparan y evalúan estos proyectos todo esto se sabe, porque es demasiado evidente. Pero nada cambia porque la cooperación no llega para ayudar. De ahí el perturbador título (frase realmente pronunciada por la madre de un niño desnutrido en algún remoto lugar montañoso de Nicaragua): lo único que logra la cooperación internacional es una cultura de caridad, de dependencia. “¡Una ayudita para este pobre desnutridito, por favor!”
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=257698
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