Pronunciamiento de Organizaciones Mayas de la Península de
Yucatán
27 junio 2019
A las comunidades mayas y campesinas de
la Península de Yucatán
A los pueblos de México y del mundo
“(…) Ellos gozan, sin embargo, de todo
lo que producen la tierra, el mar y el viento de estos lugares. Ahora nos toca
entender, cómo y en qué tiempo debemos librarnos de este mal”
CANEK,
ERMILIO ABREU GÓMEZ
Oleadas
de promesas de cambio fluyen en los caminos de nuestros pueblos, en nuestras
asambleas y nuestras familias; historias que hablan de un futuro luminoso, de
la llegada del desarrollo y los beneficios para nuestras comunidades con el
Tren “Maya”. La tierra de los pueblos mayas en la Península de Yucatán
está siendo, más que nunca, ofrecida y subastada al mejor postor, aquel quien
engaña a nuestra gente, y viola y desmiembra nuestros territorios con el afán
de crecer sus capitales. La agroindustria, el turismo masivo, los megaproyectos
solares y eólicos, y los desarrollos inmobiliarios crecen de manera descomunal,
recrudeciéndose el despojo y devorando insaciablemente la vida, nuestra vida.
De esta manera, se conduce por manos ajenas el proyecto de “reordenamiento
integral” de nuestra madre tierra, que busca cambiarle el rostro a la Península
de Yucatán y a sus habitantes mayas, aún poseedores legítimos y legales de la
tierra que nos fue reconocida gracias a la lucha de nuestros antepasados.
Ante
estos hechos que se cruzan frente a nuestros ojos, es fundamental que valoremos
lo que tenemos, lo que somos, lo que hemos construido y hemos cuidado. Que
valoremos y rescatemos aquello que nos sigue identificando como pueblo maya y
que permite el florecimiento de nuestra cultura; eso que existe gracias a los
saberes de las abuelas y los abuelos, a una lengua bondadosa y desafiante, y a
la tenacidad y rebeldía de hombres y mujeres que han permitido el mantenimiento
de una cultura en torno a la milpa maya, espacio generador y unificador de
nuestro pensamiento y nuestra sabiduría, alimento y reproducción de la vida;
referente universal de la convivencia con la tierra y fuente de la nutrición
familiar.
Aún
tenemos vastas extensiones de selva, cuna y nido del agua donde los animales
beben y las semillas germinan, tributo al gran acuífero y a sus aguadas y
cenotes. Aún tenemos nuestras abejas y nuestras mieles, néctar sagrado ofrecido
a los mortales de todo el mundo. Tenemos nuestros saberes milenarios sobre las
plantas que curan y las maderas para hacer nuestras casas. Tenemos nuestros
platillos culinarios para compartir la comida, la palabra y el trabajo. Tenemos
nuestros rituales y ceremonias que pactan cada día nuestra vida con la madre
tierra y nuestra convivencia con los animales de la selva. Tenemos formas
propias de organizarnos, de comunicarnos, de cuidarnos y de pensarnos en colectivo.
Tenemos un tejido social que sigue resistiendo el despojo y la embaída. Tenemos
sitios sagrados que son marca indeleble de nuestro origen. Tenemos nuestra
música y nuestros bailes, nuestros tejidos antiguos y una vestimenta digna.
Aún
tenemos las formas de ver la vida que nos conectan con el sueño de florecer
autónomos, ejerciendo nuestro derecho de libre determinación. Tenemos cientos
de miles de niños y niñas mayas queriendo crecer en libertad y con
justicia.
Y
seguiremos teniendo todo esto. Si logramos beber de esa fuente llamada memoria,
de estos lazos llamados identidad, nos reconoceremos como parte de esa fuerza
ancestral. Será más necesario que nunca fortalecer y mantener la lucha
por la defensa de lo que es nuestro: nuestro territorio y nuestra cultura.
Recordémoslo porque no estamos dispuestos a perderlos, no son monedas de
cambio.
Queremos
construir desde adentro para delinear formas que inviten a la vida, queremos
vivir con la mirada y la voz en alto, erigiendo y construyendo relaciones
igualitarias entre hombres y mujeres, donde la salud, la alimentación y la
educación estén íntimamente ligadas a la tierra y a la milpa. Queremos
mejorar nuestras formas de vida y convivencia como pueblo, fortaleciendo
valores que destaquen y engrandezcan nuestros conocimientos y saberes, y
confiando en nuestra propia capacidad de diálogo y consenso, queremos definir
el rumbo de nuestra vida y el sentido de hacia donde caminar.
Queremos seguir produciendo la milpa
maya y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de los monocultivos que envenenan nuestra tierra.
Queremos generar y distribuir nuestra
propia energía eléctrica y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de los megaproyectos privados
de energías que nos despojan de nuestro territorio.
Queremos criar nuestros propios
animales y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de las mega-granjas de cerdos que contaminan
nuestra agua.
Queremos mantener y enriquecer nuestra
cultura y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN del proyecto colonizador de un tren que nos
desplaza y nos aplasta.
Queremos fortalecer la convivencia y la
amistad con todos los pueblos del mundo, y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN del modelo de
turismo depredador que banaliza y mercantiliza nuestra dignidad indígena.
Queremos seguridad para nuestros
pueblos y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de las fuerzas oficiales del Estado y otras
fuerzas delictivas en nuestros territorios.
Queremos conservar la unidad hacia el
interior de las comunidades, ejercer plenamente nuestra autonomía y libre
determinación, y EXIGIMOS LA SUSPENSIÓN de la intervención externa que divide y
lastima el tejido comunitario.
La tierra es comunitaria, ni la
vendemos ni la rentamos
No a la división que generan en
nuestros pueblos los partidos políticos y las religiones
Sí a la cultura y a la lengua
maya
Sí a la defensa de nuestro
derecho a la libre determinación
FIRMAN EL PRONUNCIAMIENTO (…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario