La soya transgénica en Argentina:
efectos en la salud,
el ambiente y
la economía
10 de febrero de 2016
Oswaldo Báez Tobar
Los organismos genéticamente modificados OGMs o transgénicos son organismos que han recibido genes de otra especie, por medio de técnicas de ingeniería genética moderna. Frente a esta nueva realidad caben varias preguntas: ¿Qué implicaciones ecológicas tiene el cultivo de plantas transgénicas? ¿Qué efectos causa en los pobladores la aplicación de agrotóxicos que requiere el cultivo de variedades transgénicas? ¿Qué efectos tienen en el ser humano los alimentos elaborados con productos provenientes de organismos genéticamente modificados? Estas y otras interrogantes exigen respuesta: Lo ocurrido en Argentina es aleccionador.
Introducción de soya transgénica
En 1996 la firma norteamericana Monsanto
introdujo en Argentina la forma transgénica de soya denominada Roundup Ready,
RR, resistente al herbicida glifosato que se vende con el nombre de Roudup. La
Monsanto es la segunda empresa productora de semillas más grande del mundo y la
tercera empresa agroquímica mundial; controla cerca del 90% del mercado de
semillas transgénicas en los Estados Unidos, país en el cual los agricultores
utilizan semillas de maíz, algodón y soya en casi la mitad de sus cultivos. (1)
Argentina fue elegida por la empresa
transnacional para experimentar en forma extensiva la soya transgénica RR; para
ello deliberadamente no patentó sus semillas, con lo cual favoreció su libre
circulación en todo el país; a la vez Monsanto vendió el herbicida a un tercio de
precio usual de venta en otros países. Estos y otros factores contribuyeron
para la extensión de los cultivos de soya. En pocos años tuvo un crecimiento
excepcional, lo que determinó un cambio en el perfil de la agricultura
argentina. La soya pasó a ser el primer cultivo del país del sur y a ocupar más
de la mitad de las tierras cultivables. Se habló de la llegada de un nuevo “oro
verde” similar a la fiebre del algodón y la caña de azúcar. (2)
Después de años de cultivo de la soya
transgénica en Argentina se hicieron evidentes diversos efectos: ampliación de
la frontera agrícola a expensas de los bosques y vegetación nativos,
concentración de la propiedad de la tierra, afectación en la salud de los
agricultores por la exposición al glifosfato o Roundup, erosión del suelo e
injerencia de la empresa transnacional en las instituciones responsables de la
investigación científica, la economía y la política.
La soya transgénica llegó cubrir el 90% de los
cultivos en Argentina, lo que se llamó la sojización de la agricultura. Este
crecimiento exponencial del cultivo y procesamiento de la soya fue el resultado
de la inserción del gen resistente al glifosato en los genomas de una gama de
variedades locales de soya creadas a través del fito-mejoramiento por los
agricultores argentinos. Empero, fue determinante el hecho de que el transgen
RR resistente al glifosato pasó a ser de dominio público en Argentina, es decir,
pudo ser utilizado por las empresas semilleros para desarrollar nuevas
variedades con este gen, sin contar con el permiso o efectuar el pago de una
compensación a la
empresa Monsanto.
La estrategia de la empresa transanacional,
según la prensa argentina, fue dejar deliberadamente el transgen RR en dominio
público al no presentar una solicitud de protección en tiempo útil, con lo cual
se favoreció la libre disponibilidad de las semillas transgénicas y su
difusión, como la venta del herbicida. De esta manera la corporación se
benefició por la venta de semillas y del herbicida Roundup, como por la
difusión de la soya transgénica a todo el Cono Sur. Argentina facilitó la
apertura a las inversiones extranjeras y la aceptación de variedades
transgénicas rechazadas en otras partes del mundo.
La estrategia aplicada por la transnacional en
Argentina ha funcionado y ha representado muchos beneficios: el posicionamiento
en uno de los países de mayor producción de soya en el mundo, la participación
en la venta de semillas y glifosato, y las regalías de las empresas semilleras
argentinas (aún en ausencia de patente). Además la transnacional exigió a los
agricultores el pago de 15 dólares por tonelada, valor que los agricultores
consideraron exorbitante. (3)
Una respuesta social ejemplar
La situación creada por la imposición de la
soya transgénica en Argentina creó graves problemas socioambientales y de salud
pública a la vez que múltiples reacciones de la población civil, como aquella
protagonizada por las Madres de Ituzaingó en Malvinas Argentinas, provincia de
Córdoba; lo que recuerda a las Madres de la Plaza de Mayo en su tenacidad por
encontrar a sus hijos y nietos desparecidos durante la dictadura militar.
En el ámbito internacional es bien conocida la
lucha de las Madres de Ituzaingó contra los cultivos de soya transgénica y el
uso del glifosato que ya ha causado enfermedad y muerte a los pobladores de la
zona de Malvinas. Una de las acciones de las Madres de Ituzaigó fue la
ocupación del predio donde Monsanto pretendía construir una gran planta
semillera, pero la movilización popular logró paralizar esa construcción.
Sofía Gatica, representante de la
organización: Madres de Ituzaingó, denunció a través de todos los medios, las
consecuencias del modelo de extracción basado en producción de transgénicos y
la dispersión de venenos sobre los seres humanos y el ambiente; así como la
inacción de las autoridades ante las denuncias y el atentado a los derechos
humanos al haber autorizado establecer la planta de la empresa Monsanto
sin consultar a los ciudadanos de Malvinas Argentinas, como dispone la ley y
por su hipocresía al negar que los transgénicos y agrotóxicos de Monsanto
contaminan el ambiente. (4) Sofía Gatica ha expresado reiteradamente: “La
industria de los transgénicos es una industria de la muerte; los transgénicos
enferman y matan. Nadie puede refutar la malignidad de estos productos, luego
de conocer testimonios directos de muertes, abortos y enfermedades sufridas por
seres humanos afectados por el glifosato”. (Sofía Gatica ganó en 2012 el Premio
Goldman o Premio Nobel Verde, que se otorga a los defensores de la naturaleza y
el medio ambiente. http://www.grain.org/es).
Los nuevos transgénicos “nacionales”
incrementan la resistencia social
Desde hace 20 años Argentina ha sido la
plataforma para la introducción de los transgénicos en el Cono Sur. Se estima
en 46 millones de hectáreas en Argentina, Brasil, Paraguay y Bolivia; países
donde son evidentes los efectos socioambientales: destrucción de la
biodiversidad, contaminación, concentración de la tierra, desplazamiento de
poblaciones campesinas, destrucción de la economía regional y avance del poder
corporativo en extensos territorios de la llamada “república de la soya”.
A lo expuesto se suma que en 2015 fue aprobada
una soya transgénica con genes resistente al glifosato, glufosinato de amonio y
2,4D (este último es el “agente naranja” que se empleó en la guerra de
Vietnam), debido a que surgieron malezas resistentes al glifosato, como se
había advertido años atrás. Por otra parte se denuncian fuertes presiones para
la aprobación de caña de azúcar transgénica, soya resistente a la sequía y papa
transgénica. En Argentina se han introducido más de 30 trangénicos desde 1996.
El médico e investigador Andrés Carrasco advirtió sobre imposición de “una
verdadera naturaleza funcional y necesaria para los grandes negocios. (…) mucha
ambición, soberbia, pobre comprensión de la complejidad biológica y poca
ciencia”. (6)
La historia que ha vivido la hermana República
de Argentina es una experiencia aleccionadora y un ejemplo para toda América
Latina. La comunidad académica y profesional ha levantado la campaña: Paren de
Fumigarnos, para frenar las fumigaciones a 12 millones de personas expuestas a
los agroquímicos tóxicos. Organizaciones de médicos y abogados buscan alejar
las fumigaciones de las áreas urbanas, escuelas rurales y poblados rurales.
En el 3er. Congreso de Médicos de Pueblos
Fumigados, organizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos
Aires, se reconoció el problema y decidió elevar la demanda a la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, CIDH, para que: “conmine al Estado argentino a que adopte
urgentes medidas para poner a resguardo la salud y la vida de quienes viven
expuestos a la acción directa e indirecta de los agrotóxicos en más de 30
millones de hectáreas, como al consumo de residuos de ellos”. El congreso
médico se realizó en octubre de 2015, año en el cual la Agencia Internacional
de Investigaciones del Cáncer de la OMS reconoció que los pesticidas que más se
utilizan en Argentina: glifosato y 2.4 D producen cáncer. La agenda del
congreso incluyó: abortos espontáneos, malformaciones congénitas, daños
neurológicos y cánceres causados por la exposición a los pesticidas. (200
millones de litros de glifosato por año se emplean en las zonas agrícolas de
Argentina). (7)
Ante este grave problema de salud pública y
afectación al medio ambiente, los científicos y profesionales no comprometidos
con la agricultura industrial tóxica y sus grandes negocios, junto con el
sector más consciente de la sociedad organizada del país del Río de la Plata
abogan por otro tipo de agricultura.
Referencias
- Consumers International y
Tribuna Ecuatoriana de Consumidores y Usuarios. Dossier: Consumidores y
Transgénicos. 15/03/2000.
- El caballo de Troya
transgénico. LE MONDE Diplomatique, Buenos Aires, 03/2006.
- Monsanto vs. Argentina. En LE
MONDE Diplomatique, 03/2006.
- www.salvalaselva.org 01/11/2014
- www.unrc.edu.ar/unrc/oc.sal/docs/ 01/11/2014
- Argentina: nuevos transgénicos
“nacionales”: las resistencias se multiplican. www.grain.org/5357/ 01/12/2015.
- Tercer Congreso de Médicos de
Pueblos Fumigados, oct. 2015. http://www.redeco.com.ar/nacional/ambiente/17038.
02/02/2016
Febrero, 2016
- Oswaldo Báez Tobar, Profesor (J)
Universidad Central del Ecuador, fue presidente de la Sociedad Ecuatoriana
de Biología.
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