El chotis (II)
1 de abril de 2019
Por Julio
Anguita
El Economista
En esta España de permanente campaña electoral circense y
arrabalera, es de extrema necesidad que la izquierda se resista a ser raptada
por la vorágine de noticias, mensajes, urgencias nada urgentes y
superficialidades que conforman el espectáculo pseudopolítico. Alguien tiene
que pararse a meditar, distinguir las voces de los ecos y comunicar el
resultado de la reflexión a la ciudadanía.
La
izquierda es hija de la Ilustración y el pensamiento libre. Y aunque
históricamente también haya caído en errores e incluso horrores, su acervo
político, intelectual, cultural, social y de ejecutoria es globalmente
positivo. En las mentes de las gentes explotadas del siglo XIX y parte del XX,
los luchadores que propugnaban la emancipación plena eran conocidos como “los
hombres de la idea”, es decir, los portadores de un mensaje de liberación que
convocaba a organizarse para pensarlo y aplicarlo. Las nuevas tecnologías de la
comunicación o el marketing no pueden ocultar que en lo fundamental y básico
las cosas no solamente no han cambiado sino que han empeorado para la mayoría
de la población: paro, precariedad, desahucios, corrupción, carencia de futuro
para la juventud, ausencia de proyecto político para la economía, la educación,
la sanidad o para la instalación del Estado social y democrático de Derecho que
propugna la Constitución de 1978. Y el corolario de esta degradación se expresa
con tres palabras que diagnostican los males de la sociedad: indiferencia,
insolidaridad y anomia.
Nada
puede ser más urgente que concitar energías, trabajos, tiempos y prioridades
para reinvertir el proceso de dilución en todos los órdenes de la vida social.
Comprendo que las fuerzas políticas en general, pero las de la izquierda
especialmente, están abducidas por la exclusiva institucionalización de la
actividad política. Todo lo que no sea imagen, glamour o demoscopia no merece
la atención prioritaria. Los políticos del estatus saben que su fuerza
electoral reside en la desmovilización y el desencanto de los sectores
sociológicamente más proclives a los imaginarios colectivos de la izquierda. Pero la
izquierda debe saber que si ella alcanza la mayoría institucional, no podrá
hacer nada de lo que figura en su programa si sus votantes se consideran
licenciados de la actividad política un instante después de haber votado.
Conseguir la transformación de los votantes en contrapoder organizado es una
tarea inexcusable de la
izquierda. Si de verdad se propone que cambien las cosas,
claro está.
Llevamos
interminables meses de facundia huera y vacía de enfoques estratégicos sobre el
país, su situación en el marco de la UE y en el de la política internacional,
sobre el futuro tejido productivo español o sobre los recursos naturales con
que contamos o podemos contar sin continuar la degradación medioambiental o
sobre el esquilme de los acuíferos. Hasta mayo seguirá el carnaval y continuará
hasta el hartazgo.
En
la primera entrega de este artículo comparé con el chotis la tendencia de
la izquierda española a bailar en torno al PSOE. Pero hay todavía otra variante
del chotis. La tenemos delante. Alguien marca el compás de esta feria de las frivolidades
y la política gira, gira y gira perdiendo entidad, seriedad, serenidad y
respeto por ella misma. Es urgente parar y cambiar de danza.
Artículo publicado en El Economista.es
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=254255
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