Criterio religioso en
debates de la izquierda
Por Rolando Astarita
Mi crítica (aquí) a las tesis sobre
el imperialismo de Lenin ha generado un comprensible rechazo en el “nacional
marxismo” y aledaños. A esta gente la idea de que Argentina, por caso, no es
explotada por Estados Unidos o Alemania; y que la explotación debe plantearse
exclusivamente en términos de la relación capital trabajo, le resulta
insoportable.
Con respecto a las críticas que me han dirigido, una que es
bastante común dice que con mi planteo no puedo explicar las intervenciones de
las potencias en los países atrasados (por ejemplo, la invasión a Irak o
Afganistán), ni el militarismo. Sobre esto, remito al capítulo 13 de Valor, mercado mundial y
globalización; o también aquí.
Otra crítica sostiene que mi enfoque no puede explicar por qué
ocurrieron la Primera y Segunda guerras mundiales. La realidad es que he dado
una explicación, con el agregado de que, siguiendo una tesis de Mandel y
Arrighi, también se puede explicar por qué desde hace más de siete décadas no
hay guerras entre las potencias. Véase, de nuevo, Valor…, o aquí.
En definitiva, no encuentro que me respondan con argumentos
basados en evidencia empírica y argumentos teóricos más o
menos consistentes. De todas maneras, y con el objetivo de que todo lector
pueda apreciar el nivel de argumentos de mis críticos, invito a leer la nota,
de reciente factura, del profesor Hugo Azcurra, “Lenin y el imperialismo, según
Astarita” (http://www.pctargentina.org/azcurravsastarita.htm).
La demanda de obediencia ovejuna
Naturalmente, todas estas cuestiones
seguirán debatiéndose por bastante tiempo (tengo preparadas algunas notas para
ampliar la crítica a la tesis leninista del monopolio e imperialismo). Pero en
esta entrada quiero detenerme en un “argumento” que se levanta una y otra vez
contra los que se atreven a cuestionar alguna “palabra sagrada”, o alguna
“autoridad establecida”. El “argumento” dice, palabras más, palabras menos,
“usted es un pigmeo y un diletante intelectual pequeño burgués, y X (Lenin,
Marx, el líder del partido, Fidel, el Comité Central, o lo que sea), a quien
usted critica, es un gigante. ¿Cómo se atreve?” Es lo que ha escrito por estos
días un lector en “Comentarios” (con los correspondientes insultos a mi
persona, faltaba más). Y es lo que también hace el profesor Azcurra. Escribe:
“Astarita se ha pasado al campo del ‘onanismo’ pequeño-burgués pretencioso y
arrogante”; “Astarita pigmeo”.
Como he militado muchos años en
organizaciones de izquierda, este tipo de cargos me es muy familiar. El mensaje de fondo que se envía (al crítico y al que sueñe con
serlo) es que un militante no puede tener su propio criterio; debe aceptar que
hay límites a lo que puede examinar con sus neuronas.
Pues bien, tenemos que rechazar de plano este “mandato”. Forma parte
de la tarea de acabar con los métodos burocráticos y autoritarios con los que
se anula el espíritu crítico (sobre métodos de discusión en la izquierda,aquí). Podemos admirar la
obra de tal o cual autor, pero
ello no debe detener el desarrollo del pensamiento. En lo personal,
es claro que admiro a Marx, pero esto no significa que acepte todo
lo que escribió Marx. Por caso, he planteado que su ley de la tendencia
decreciente de la tasa de ganancia tiene problemas (ver aquí). O que algunas
formulaciones sobre la ganancia del capital comercial entran en contradicción
con su propia teoría (ver aquí). Y tampoco
comparto su noción de razas (influenciada, indudablemente, por la ciencia de su
época). Lo cual no significa, insisto en ello, que no admire el conjunto de su
obra.
Sostengo entonces que este criterio debe
aplicarse a cualquier otra “autoridad” o líder, por más respeto que nos
merezca. Tenemos que reivindicar el derecho de todo compañero, militante, o
quien sea, a ser “una cabeza pensante y amiga de la verdad”. Y ser conscientes
de que cuando se renuncia a esto, se abren las puertas para la entronización de
burócratas (con sus correspondientes amanuenses), que se arrogan el derecho a
decidir qué puede leer, pensar o criticar el común de los mortales.
En definitiva, se trata de romper con un criterio religioso.
Subrayo: es religioso.
No es casual que para la Iglesia (la Católica, al menos) el peor pecado sea la
soberbia intelectual (véase aquí). Su mensaje es que
los seres humanos somos insignificantes (“pigmeos” diría un Azcurra santurrón)
frente a la grandeza de Dios y la Santa Iglesia. De ahí el imperativo de la
sumisión, de la mansedumbre, exaltadas como virtudes. Es la idea de que debemos
ser ovejas (o corderos); que El Pastor nos guía; que el principio del buen
comportamiento es la sumisión ovejuna del cerebro.
En la nota citada, escribía: “… la senda del orgullo lleva al
desastre. La soberbia es el peor de los pecados, es el principio de todos los
restantes, porque el soberbio cree tener más poder que Dios. Los ángeles
rebeldes, o Adán, fueron soberbios porque osaron desafiar la autoridad de Dios.
Santo Tomás dice que la soberbia es “amor desordenado de sí mismo”. La soberbia
es “perfecta” cuando se rehúsa obedecer a Dios, a los superiores y a las leyes.
Hay que seguir en la humildad, confiar en Dios, obedecer su palabra (condensada
en las palabras del Papa)…”. Sustituyamos
“las palabras del Papa” por “las palabras del líder, Lenin, Comité Central,
etcétera”, y tendremos “el correctivo proletario” a los que quieren revisar
alguna de las “santas verdades”.
Es por eso que Marx decía que “la crítica de la religión
desengaña al hombre para moverlo a pensar, a obrar y a organizar su sociedad
como hombre desengañado que entra en razón para que
sepa girar en torno a sí mismo y a su yo real” (“Introducción a la
Crítica de la filosofía del derecho de Hegel”; énfasis agregado). Pero para
aquellos que defienden el dogma, un llamado de este tipo solo puede ser
producto de la “soberbia intelectual pequeñoburguesa” (curiosamente, las
direcciones “consagradas” nunca son pequeñoburguesas; tampoco sus escribas).
Por último, remarco lo que ya había planteado en la anterior
nota sobre los métodos de discusión en la izquierda: expresan un proyecto de sociedad.
Para decirlo de la manera más clara y llana, ¿se imaginan a alguno de estos
adoradores del “principio de autoridad”, como comisarios del pueblo al frente
de un Ministerio del Interior, o de Cultura, de un gobierno socialista? No es
una cuestión menor, ni de mera “forma”. Hace al contenido de un programa
revolucionario y liberador.
Descargar el documento: varios formatos siguiendo el link, opción
Archivo/Descargar Como: Criterio religioso en debates de la
izquierda
Fuente:
https://rolandoastarita.blog/2019/04/11/criterio-religioso-en-debates-de-la-izquierda/
No hay comentarios:
Publicar un comentario