La ideología sin
ideología (II)
26 de abril de 2019
Por Jorge
Majfud (Rebelión)
Poco después
de la caída del muro de Berlín, tuvimos que soportar una avalancha de
discursos, políticas neoliberales y muletillas como El fin de la historia (un verdadero poema épico) y El choque de las civilizaciones(nueva
poesía llamando a nuevas hazañas). No era muy difícil ver que lo que tendríamos
sería más bien un choque de intereses y que mientras haya algo por construir y por destruir habría
historia, que es como decir mientras haya que respirar para seguir
viviendo.
Por entonces, a pesar de los
múltiples ejemplos de recientes dictaduras capitalistas en América Latina, el
dogma triunfante era la eucaristía entre el capitalismo y las democracias
liberales a un punto que se confundía una con otra de la misma forma que se
confundía socialismo con dictadura. Ambas confusiones que cualquiera puede
detectar hoy en día en cierta clase de estadounidenses (o desesperados
candidatos a serlo) anestesiados en los medios cada día, en los bares los
sábados de noche y en las iglesias donde van a lavar los trapos sucios los
domingos por la mañana.Los heraldos de ese orden neoliberal y de pensamiento único nunca se imaginaron que unas décadas después estaríamos viviendo en un nuevo casamiento promiscuo entre la última forma de capitalismo y las nuevas variaciones de democracias antiliberales y, en casos, entre capitalismo y comunismo, como es el caso de China. El capitalismo ha sido un habilidoso promiscuo, capaz de mantener relaciones carnales con sus más impensados antagónicos, como lo fueron el
Tampoco esto es casualidad. Toda “narratura” es una máscara de una realidad que conviene invisibilizar o travestir. Uno de los pilares básicos de la narrativa neoliberal consistía en confirmar la “muerte de las ideologías”, como si la suya fuese una expresión de las ciencias o de la naturaleza y no una ideología en sí misma, una de primer grado. Claro que una de las fortalezas del neoliberalismo y de su padre, el capitalismo, consiste en la simpleza casi primitiva de sus fundamentos: creer que la libertad es una lluvia que cae sobre todos por igual o adoptar mitos como el que afirma que si ayudamos a los ricos a ser más ricos, algo de toda esa riqueza se derramará algún día a los de abajo. Basta con un simple acto de fe y cierto entrenamiento pornográfico para adoptar semejante fantasía.
Los otros pilares son también contradictorios: el nacionalismo apela a un sentido de la neutralidad ideológica. Esa bandera, que representa a España o a Brasil o a EE.UU., es la misma siempre y, al representar a todos los ciudadanos, debe ser neutral. Por supuesto, su uso y abuso narrativo no lo es.
Estas supersticiones no difieren de aquella que afirma que las iglesias son políticamente neutrales, que su objetivo y acción es la salvación de las almas y no de los cuerpos. No hay nada más político que la pretensión de neutralidad política. Si hubo un hombre político, en el sentido profundo de la palabra, ese fue Jesús, razón por la cual fue ejecutado.
El dogma, la ideología (neo)neoliberal a partir de los 70s, se podría resumir en los siguientes mandamientos:
- Privatiza. Los privados siempre lo hacen mejor que el gobierno.
- Reduce el maldito gobierno. Un momento. Reduce solo aquellos programas
que beneficien a las mayorías sociales, como salud, educación, retiros,
seguros de desempleo, canastas de alimentación, etc.
- Austeridad ante todo (¿Han observado que quiénes más
recomiendan austeridad son los superricos?)
- Militariza. No todo el gobierno es malo. Aumenta el poder del ejército y la
policía, que deben quedar en manos del gobierno porque le asegura a los
más ricos (especialmente desde el siglo XIX en América Latina hasta hoy)
estabilidad social ante las crisis que crean las políticas de libertad
desigual. (Desde los tiempos de la colonia, todos los alzamientos sociales
fueron provocados por las diferencias sociales del continente más desigual
del mundo).
- Desregula, el trabajo de los de abajo y los límites de inversión y
desinversión de los de arriba. Los trabajadores serán libres de irse sin
sus trabajos y los inversores serán libres de irse con su dinero.
- Deja hacer. Elimina toda interferencia del gobierno en la economía, excepto
cuando éste debe acudir al salvataje de sus sabios operadores del mercado.
Los grandes inversores deben arriesgar seguro: cuando aciertan, se llevan
las ganancias por mérito propio; cuando se equivocan, los gobiernos los
salvan por vergüenza ajena.
- Libera el mercado. Cuando las democracias neoliberales no
puedan contener el descontento popular, se debe garantizar esta libertad
por todos los medios, incluso con dictaduras militares. En realidad no eslibertad
de mercado sino libertad de los capitales.
Pero no lo digas así.
- Sacraliza y demoniza. Lloverás narraciones dogmáticas que incluyan
la demonización de toda alternativa y la prevención de cualquier ejemplo
alternativo. A los desastres sociales y económicos, como en el Chile de
Pinochet, llámalos Milagro.
- Predica con el ejemplo. Las potencias occidentales se encargarán de
invadir y aplastar “malos ejemplos” que pudiesen desafiar el dogma
neoliberal, mientras los ejércitos vernáculos, como los de Medio Oriente,
África y América Latina se especializarán en reprimir a sus propios
pueblos, ya que prácticamente desconocen la guerra con otros ejércitos
nacionales. Para eso están los ejércitos centrales de Europa, Estados
Unidos y, pronto, China.
Por ejemplo, como anotamos al principio, para vaciar de
elementos progresistas o independentistas de bloques como el Mercosur se
recurre (Macri, Bolsonaro, etc.) al discurso de la desideologización, de la
despolitización y la neutralidad de los mercados. Nada de eso se aplica cuando se bloquean económicamente países menores o más débiles como Cuba, Venezuela,
Irán y cualquier país que no se alinea a los intereses y a la ideología del
interesado. Nada de este rol de policía del mundo es cuestionado ni se sospecha
de tener algo que ver con alguna ideología o con alguna dictadura capitalista
como China o Arabia Saudí.
Más en Las narraturas del capitalismo (2019) y The Autumn of the West (2019)
Primera parte: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255128
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=255228
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