A los cien días y
pico del gobierno de AMLO
10 de abril de 2019
Por Manuel Aguilar Mora (Rebelión)
Los primeros cien días del gobierno de Andrés
Manuel López Obrador (AMLO) y los que lo han seguido hasta el momento definen
ya situaciones de lo que será un sexenio muy conflictivo. Conflictivo tanto en
lo que respecta a la política interior como a la exterior, como se dice tradicionalmente.
En realidad se trata de una sola política con sus vertientes interiores y
exteriores. Si no, veamos: ¿qué significa la fundación y puesta en pie de la Guardia Nacional
(GN) sino el reforzamiento de los aparatos represivos del estado mexicano que
los grupos dominantes capitalistas internos y externos requieren para la
estabilidad de sus multimillonarios negocios? Los Slim, Salinas Pliego,
Azcárraga, Bailleres y Larrea, así como las poderosas transnacionales que
operan en México, aplauden la creación de la GN para que la violencia desatada
en el país desde hace más de una década amaine o por lo menos sea controlada
más eficazmente. Por su parte Trump no puede sino reconocer que el
reforzamiento de los aparatos represivos es también una respuesta a las
exigencias que con sus aspavientos, exabruptos y amenazas escandalosas le ha
exigido a AMLO para que siga haciéndole el trabajo sucio y detenga los flujos
incontenibles de centroamericanos que atraviesan por el territorio mexicano
para llegar a la frontera con Estados Unidos.
Profundización de la militarización
AMLO confirmó que el comandante en jefe de la GN será un militar
en activo cuya identidad así como la de los integrantes del Estado mayor de la
corporación (uno del Ejército, otro de la Marina y uno de la Policía Federal )
se dará a conocer los próximos días, confirmación que origina polémica entre
legisladores que consideran que el presidente no está respetando la ley
fundadora de la GN. (La Jornada, 06.04.2019). Sea o que fuere la palabra presidencial
constata así contundentemente que la GN será una especie de extensión de las
fuerzas armadas, ubicada en la Secretaria de Seguridad Nacional pero controlada
desde la Secretaria de la
Defensa Nacional (Sedena).
De esta forma se está a punto de poner en práctica las metas de
conseguir la estabilidad y la paz de la reforma constitucional impulsada por el
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y apoyada por el PRI que viene a
“sustituir” la política de “seguridad nacional” de Calderón y Peña Nieto,
considerada por AMLO como torpe e ineficaz. Sin embargo, lo que está sucediendo
es que en realidad la GN es un engendro del obradorismo que sigue los pasos de
la política de militarización de la seguridad pública de los presidentes
anteriores, superándola en muchos aspectos cuantitativos y cualitativos.
La reforma constitucional aprobada lleva como guía “el apego al
respeto de las garantías fundamentales”. La GN participaría a partir de hoy en
la “salvaguarda de la libertad, la vida, la integridad y el pleno derecho de
las personas, protegiendo su seguridad, sus bienes, así como preservar el orden
de paz pública, los bienes y recursos de la Nación”. Para este ambicioso
programa de gobierno sólo se definen con claridad los recursos represivos, los
vinculados con los métodos policiacos y militares. Para ello existen hoy 220
mil elementos del Ejército, 40 mil de la Marina y se incorporarán en los
próximos tres años entre 50 y 60 mil nuevos elementos que integrarán la GN. Un aumento considerable
en comparación a los 37 mil efectivos militares que puso en acción el
presidente panista Calderón en 2006. Esta militarización multiplicada
corresponde a la tendencia creciente de la participación de las fuerzas armadas
en las labores de la seguridad pública que se extiende en toda América Latina.
(México y Brasil son los dos países latinoamericanos en donde la participación
militar en los gobiernos ha crecido con más fuerza en los últimos veinte años).
En el umbral de una nueva crisis política
El asunto de la GN es muy importante pues es el proyecto estrella
de AMLO, en el cual ha puesto en gran medida la garantía del éxito del inicio
de su gobierno arriesgándose a contradecirse y retroceder en muchas de sus
promesas electorales. Durante el periodo de gestación de la reforma
constitucional con los procedimientos laberínticos legislativos y jurídicos del
Congreso de la Unión, ante las críticas de la oposición e incluso de sectores
de su propio partido, AMLO contestaba airado y a veces claramente enojado: “no
sólo critiquen, propongan algo”. Claro, pero hoy por hoy el apoyo abrumador con
el que cuenta AMLO es necesario que en el transcurrir del tiempo mismo vayan
surgiendo propuestas que contrastando con las suyas comiencen a tener más eco y
credibilidad. Más de lo mismo no es de ninguna manera la solución a la
inseguridad reinante. Pero para que se comprenda en los más amplios núcleos
populares que la seguridad nacional se construirá desde abajo, calle por calle,
municipio por municipio, en una movilización social independiente y
democrática, por supuesto sin la participación hegemónica de las fuerzas
armadas represoras, será necesario que transcurra cierto tiempo.
Mientras tanto, aunque el triunfo electoral, sin duda arrollador,
de AMLO le da un amplísimo margen de maniobra que se refleja en los altos
porcentajes de aprobación en las encuestas, han comenzado a surgir grietas y
contradicciones en ese apoyo social y político que son muy significativas. Una
es la brutal forma en que AMLO actuó con respecto a la imposición del Proyecto
Integral Morelos (la termoeléctrica de Huexca) que abarca a pueblos de Puebla,
Morelos y el estado de México. En su campaña electoral se comprometió a vetar
tal proyecto que afecta el suministro de agua de toda la región pero hoy
cínicamente lo promueve atacando a quienes se oponen al mismo hasta de
provocadores. Dichos pueblos votaron abrumadoramente por él y sin embargo AMLO
mostró una crudeza y falta de sensibilidad completas cuando fue asesinado su
principal dirigente poco después del 1° de diciembre pasado. Algo parecido se
está gestando con la promoción de una encuesta “a modo” que se prepara para
construir el Tren Maya en Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo y el
Proyecto Transísmico en Veracruz y Oaxaca. Los sectores indígenas y mestizos
principalmente afectados con estos proyectos son los agrupados alrededor del
Congreso Nacional Indígena y la Red de Redes Nacional de Pueblos y Comunidades,
una amplia coalición profundamente influenciada por el EZLN.
Ciertamente la
política de este último con respecto a AMLO se ha caracterizado por un
ultimatismo sectario que más que ayudarle a superar el cerco gubernamental,
profundiza su aislamiento de las grandes concentraciones urbanas del centro y
el norte del país. No obstante ello, el prestigio enorme que ante muchos
sectores populares sigue gozando el EZLN lo hacen una referencia indudable del
embrión de una oposición anticapitalista masiva.
Precisamente ese ha sido el mensaje, clara e inequívocamente
anticapitalista que el viejo patriarca intelectual de la izquierda nacional y
socialista tradicional, vinculado estrechamente desde 1994 al EZLN, el
sociólogo y ex rector de la UNAM, Pablo González Casanova ha lanzado en su
reciente escrito-manifiesto titulado “A dónde va México”. En parte de sus líneas
finales afirma:
Es el caso que, para sorpresa de muchos, la restructuración del
poder como su ejercicio [....] tienen más que ver con el neoliberalismo
populista en sus explicaciones y en sus reformas o proyectos de reforma
institucional, y que no es exagerado afirmar que estas reformas son
neoliberales tanto cuando dan más importancia a la corrupción que al
capitalismo como causa de la inmensa desigualdad, criminalidad y amenazas de
ecocidio con sus proyectos de muerte tanto aislados como sumados que se atribuyen
a la corrupción y no al modo de dominación y acumulación movido por la
maximización del poder y riqueza del capitalismo, y en la inmensa mayoría de
las medidas que el Ejecutivo toma para un desarrollo de políticas de muerte que
de micro a lo macro están llevando al término de la vida en la Tierra. (La
Jornada, 07.04.2019)
.
En otros espacios, más vinculados al movimiento de los
trabajadores organizados, el de los maestros independientes de la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación (CNTE), quienes también no sería exagerado
afirmar que en su abrumadora mayoría votaron por AMLO, se han encontrado con el
muro de la intransigencia de éste que se inclina más por mantener la “reforma
educativa” de Peña Nieto, concebida a modo de las corporaciones y los grandes
empresarios, que en cumplir sus promesas de derogación de la tal reforma hechas
a los maestros insurgentes durante la campaña electoral.
Y comienzan a soplar vientos provenientes de rumbos desconocidos o
simplemente que permanecían silenciosos. Trabajadores de las maquilas de
empresas estadounidenses, japonesas, coreanas y de otras nacionalidades que han
crecido durante las últimas tres décadas como hongos a lo largo de la frontera
norte de Tijuana a Matamoros han comenzado a estallar huelgas, algunas por
primera vez en su historia de trabajadores (en su mayoría mujeres)
superexplotados. Durante febrero y marzo miles de trabajadores y trabajadoras
estallaron huelgas principalmente en Matamoros, y los secretarios de Estado
recién estrenados del gobierno obradorista se vieron torpes e ineficaces en su
trato de los conflictos. Aquí se gesta también un proceso pleno de
potencialidades pues el líder de los metalúrgicos Napoleón Gómez Urrutia,
senador por Morena, prepara la fundación de una nueva central sindical, lo cual
provoca ya polémica y fricciones con uno de los sectores más reaccionarios y
contrarrevolucionarios heredados del viejo imperio priista: el charrismo
sindical.
Así en los primeros cien días y pico del gobierno obradorista se
comienzan a dibujar las líneas de fisuras y conflictos que hoy por hoy son sólo
potencialidades de crisis mayores ante la situación privilegiada de la cual
goza un presidente que ha llegado al Palacio Nacional con un colosal apoyo
social.
Manuel Aguilar Mora. Militante de la Liga de
Unidad Socialista (LUS).
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=254645
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