Tenemos que cambiar
el
modo de habitar el planeta
23 de noviembre de 2016
El especialista en medioambiente Enrique Leff
reclama un "cambio civilizatorio" para remediar la crisis ecológica global.
El papel de los pueblos americanos.
Por Jorgelina Hiba / La Capital
Hace ya un tiempo que los geólogos dicen que
la humanidad entró en una nueva fase llamada Antropoceno, en la cual, por
primera vez en la historia, los cambios en los ritmos del planeta no se
producen de manera natural, sino como resultado de la acción humana.
Esta formalidad de quienes estudian la Tierra
nombra algo que muchos denuncian: la crisis ecológica que atraviesa el mundo,
donde la explotación agresiva y sin pausa de los recursos naturales parece a
punto de llevarse puesta a la propia existencia de la especie humana.
El mexicano Enrique Leff, referente del
pensamiento ambiental latinoamericano, lleva toda una vida reflexionando sobre
este fenómeno y alertando sobre lo que considera imprescindible: un cambio profundo en
el modo de habitar el planeta como primer paso para lograr una reconciliación
entre lo que somos y lo que fuimos.
"Debemos reinventar los modos de habitar
humanamente el planeta conforme a las condiciones de la vida, no de la economía. Nos hemos
olvidado de lo básico y no sólo la economía, sino hasta la filosofía. El gran
olvido de nuestra civilización es el olvido de las condiciones de la vida
humana, ese es el punto crucial que atraviesa la humanidad en este momento"
dijo durante una entrevista con Más tras exponer en el Congreso Regional de
Medioambiente organizado por la
UCA Rosario.
— ¿Cuál es la vigencia del pensamiento ambiental
latinoamericano?
—Es enorme, ya que es un pensamiento que tiene
todo de insurgente y que vibra y late como una respuesta muy viva, como una
erupción volcánica que está sucediendo como respuesta a una crisis
civilizatoria que no es pasajera. Pienso que en América Latina es donde está
surgiendo un pensamiento acompañado de un sentimiento y de una reflexión muy
fuerte en búsqueda de elementos de un nuevo pensar con la idea de corregir los
rumbos de una historia que ha llevado a la humanidad a una crisis ecológica sin
precedentes. Allí aparece el pensamiento de los pueblos de la tierra que
reclaman su derecho a decir su palabra y a defender su territorio, junto al
derecho a pensar salidas y alternativas desde sus modos de habitar el planeta y
sus formas tradicionales de convivir con el territorio.
— ¿Qué aportes pueden hacer las culturas
americanas a la crisis ecológica actual?
—Los pueblos de la Tierra no tienen respuesta a
la diversidad de problemáticas ambientales de la actualidad, no son técnicos ni
sabios ni científicos que pueden resolver problemas de tránsito, del agua o de
las normas de construcción. Lo que esos pueblos aportan son modos alternativos
para lograr una convivencia más sustentable. Los saberes ancestrales no son
ecológicamente perfectos ni químicamente puros porque eso no existe. Esas
civilizaciones ancestrales han sufrido colapsos, pero hoy pueden ayudar a
enfrentar una recomprensión de los modos de habitar el planeta y sus
territorios. Para eso están más abiertos esos pueblos que los economistas y los
gobernantes, porque esta crisis no se resuelve ni técnica ni científicamente.
Es una crisis que implica una deconstrucción de toda una racionalidad que nos
tiene atrapados.
— ¿Nos confundimos en nuestro camino
civilizatorio?
—Absolutamente, hemos construido una
civilización no sólo equivocada, sino incluso perversa en la reafirmación
permanente que hace de verdades que hoy son insostenibles y controvertidas no
ya por gustos personales sino porque el planeta así lo está diciendo. Todavía
no tenemos una conciencia clara sobre esto, pero sí hay una inquietud creciente
que se está distribuyendo y generando reacciones de defensa del establishment,
que seguirá diciendo que la economía resuelve las cosas.
— ¿Cuán importante es en este escenario el
Laudato Si del Papa Francisco?
—Es importantísimo. El Papa así lo reconoce y
por eso no habla en primera persona, ya que en el Laudato resuena el
pensamiento ambiental latinoamericano. Eso es lo que vibra en el texto, esa es
la tónica de la encíclica que Francisco hace suya. Que lo haga el Papa tiene una
importancia enorme porque pocos dirigentes podrían tener más peso. Francisco
dice además que no es una encíclica para los obispos ni sólo para los cristian os, es para toda la humanidad. Es
maravilloso que haya hecho suyo este llamado y que las universidades no sólo
católicas tomen el tema. De hecho nos hemos sumado quienes no somos cristian os ni católicos porque hay que remover este
mundo y pensar otros modos de comprensión de la vida.
— ¿Cómo actuaron frente a los problemas
ambientales los gobiernos de los últimos años de la región?
—Los gobiernos llamados progresistas han
intentado ser democráticos y redistributivos, pero no han ido al fondo de la
cuestión y se vieron atrapados por la globalización. Tuvieron
muchas contradicciones y —peor aún— faltaron a sus propios principios. Cayeron
en una falta de consistencia respecto a la radicalidad que ellos mismos se
quisieron adjudicar. Vemos que no alcanza con las proclamas de los gobiernos de
izquierda para arrogarse el derecho de hablar por los pueblos de la Tierra, se
trata de darles curso a los derechos de los pueblos para dar su palabra en un
asunto global, de toda la
humanidad. Estamos hablando de darle curso a visiones alternativas sobre cómo
construir los mundos de la vida, los modos de ser en el mundo filosófica y
políticamente hablando. Eso abre un campo de conflictos y disputas de sentido.
Es la lucha de los modos de vida de los pueblos de la Tierra frente a la
inercia expansionista del capital mundial.
— ¿Estamos lejos de adoptar otras formas de
vivir?
—Falta mucho, falta trabajar con otros
principios y armar una nueva racionalidad jurídica y económica. Pero llegó el
momento de reinventarse, y eso están haciendo algunos pueblos indígenas.
Debemos reinventar los modos de habitar humanamente el planeta conforme a las
condiciones de la vida, no de la economía. Nos hemos olvidado de lo básico y no
sólo la economía, sino hasta la filosofía. El gran olvido de nuestra civilización es el olvido de las
condiciones de la vida humana, ese es el punto crucial que atraviesa la
humanidad en este momento.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Tenemos_que_cambiar_el_modo_de_habitar_el_planeta
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