Las masas
latinoamericanas ante una dualidad
8 de noviembre de 2016
8 de noviembre de 2016
Por Eugene Gogol (Rebelión)
¿Podrán los movimientos sociales resistir los avances del
capitalismo neoliberal y, al mismo tiempo, ir más allá del estatismo limitado
de los gobiernos progresistas?
El año pasado fue testigo de significativos retrocesos en lo que
se ha denominado la “marea rosa” en América Latina (una década de gobiernos
progresistas en varios países de América del Sur). En Brasil, un impresionante golpe
de Estado legislativo removió a Dilma Rousseff del poder; ésta fue reemplazada
por Michel Temer, un neoliberal corrupto que nombró rápidamente a un gabinete
sin un solo integrante de las minorías nacionales y sin una sola mujer; ello,
en un país multirracial. En Argentina,
la elección del derechista Mauricio Macri después de las administraciones
peronistas de izquierda de los Kirchner (Cristina y Néstor), ha traído severas
medidas de austeridad, lo que ha aumentado los niveles de pobreza. En Venezuela,
con una economía colapsada, el gobierno de Nicolás Maduro —quien se convirtió
en presidente tras la muerte de Hugo Chávez— se ha enfrentado a protestas
masivas para exigir un referéndum para su destitución, después de que, en las
elecciones legislativas, su partido fue fuertemente repudiado. En Bolivia, un referéndum que
habría de permitir que el presidente Evo Morales pudiera contender una vez más
para presidente en 2020, fue derrotado en una cerrada votación. En Ecuador, el presidente Rafael
Correa, después de tres períodos en el cargo, a menudo en conflicto con grupos
indígenas y ambientalistas, ha decidido no intentar cambiar la Constitución
para permitirse un nuevo mandato.
Son las masas y los movimientos sociales latinoamericanos
quienes, con sus acciones y esperanzas, crearon la posibilidad para un nuevo
comienzo en América del Sur a finales del siglo XX y principios del XXI.
¿Ahora, a la mitad de la segunda década de este nuevo siglo, este comienzo, ese
nuevo momento se nos está escapando? Son las masas de América del Sur quienes
están sintiendo el peso de este “fin del ciclo”: no sólo con el retorno de la
pobreza extrema y el aumento del desempleo, la pérdida de derechos
conquistados, la imposición de la austeridad y la posibilidad de una nueva
represión abierta, sino también con la imposición de nuevos obstáculos que
impiden la unidad hacia un futuro emancipador que se han esforzado por
obtener.
Sólo podemos seguir avanzando hacia nuevos principios humanos si
comprendemos nuestra actual realidad neoliberal y capitalista de Estado —lo
cual incluye las limitaciones y contradicciones de los gobiernos progresistas
de esta última década y media— y establecemos de forma más concreta y más total
(universal) vías hacia un futuro liberador.
¿Cómo es que llegamos a este punto?
En un nivel fundamental, el problema radica en el lugar que
América Latina ocupa en el mercado mundial del capitalismo. Existe una fuerte
dependencia respecto de los precios mercantiles de la materia prima que se
exporta. En el “boom” de los años 90 y la mayor parte de la primera década del
siglo XXI, los precios estimularon las economías de exportación de Venezuela
(petróleo) y Brasil (mineral de hierro, soya, aceite), entre otros países. Sin
embargo, con la gran recesión en el mundo, ha habido una tendencia a la baja,
e incluso un colapso, en el precio de la materia prima que muchos países de
América Latina producen para colocar en el mercado mundial. Eso ha sumido a
algunas economías, en particular las de Venezuela y Brasil, en una profunda
recesión.
Al mismo tiempo, no podemos olvidar o minimizar la presencia
masiva del capital estadounidense en su forma militar o bien como “ayuda” económica.
El Plan Puebla-Panamá preparó el escenario para México y sus vecinos, mientras
que el Plan Colombia lo ha extendido, con gran énfasis en la ayuda militar a
Colombia y América del Sur. Haberse hecho de la vista gorda ante el golpe
militar de Honduras en 2009, si no es que colaborando en él; tratar de aislar a
la Venezuela de Chávez y, ahora, de Maduro, no son fantasías o simples teorías
conspiracionistas, sino la realidad del imperialismo estadounidense en sus
múltiples facetas, desde la
Doctrina Monroe hasta el ciberespionaje actual. ¿Cuánta
independencia pueden tener los gobiernos latinoamericanos bajo tales circunstancias?
Teniendo en cuenta estas duras verdades, ¿qué
nos muestran los gobiernos progresistas de la última década y media? A pesar
de su frecuente retórica antiimperialista y anticapitalista, así como de sus
llamados a construir el socialismo para el siglo XXI, la realidad de sus
políticas económicas es que han estado y están atadas al mercado mundial.
Difícilmente podría haber sido distinto cuando uno reconoce los límites, tanto
en su concepto de “poder”, como en qué tipo de visión tienen de la
transformación social-económica-política que se necesita en América Latina.
En lugar de una verdadera transformación social
—es decir, de cambios revolucionarios desde abajo—, el tema central en cada
país fue obtener el control de las instituciones gubernamentales existentes a
través de elecciones. Una vez que éstas estaban bajo la nueva dirigencia
progresista, se argumentó que se podrían realizar cambios sustanciales.
Baste decir que esos cambios no lograron, ni iniciar la
transformación del proceso de trabajo capitalista, ni desprenderse de la red
del mercado mundial; a lo sumo, lograron la propiedad estatal o híbridos de propiedad
privada y del Estado, pero no el control por parte del trabajador desde abajo.
Por último, se inició un mercado capitalista latinoamericano en contraposición
con el mercado capitalista mundial. Lo que predominó, entonces, fue la “gestión
capitalista” a través de la presencia de un Estado fuerte que redistribuiría
la riqueza, en particular a los pobres.
Límites y contradicciones de la “marea rosa” en América del
Sur
A principios de este año, García Linera, vicepresidente de
Bolivia bajo el mandato de Evo Morales, advirtió que nos encontrábamos en “un
momento de inflexión histórica en América Latina”, en el que las fuerzas
conservadoras están buscando “asumir el control de la gestión y la función
estatal […] dirigiendo un ataque hacia lo que podemos considerar como la
virtuosa década de oro de América Latina”.
(https://www.opendemocracy.net/democraciaabierta/lvaro-garc-linera/am-rica-latina-en-marea-baja).
Si bien es cierto que los conservadores (a menudo con la ayuda de
Estados Unidos), están trabajando horas extras para recuperar el control del
Estado y para revertir algunos beneficios sociales importantes que se han
obtenido en los últimos tiempos, necesitamos ser claros acerca de lo que se
quiere decir con esto de “virtuosa década de oro de América Latina”, a fin de
reconocer sus éxitos parciales, pero también sus limitaciones y ser crítico con
sus graves contradicciones.
¿Qué es, para García Linera, la esencia de esta “virtuosa década
de oro de América Latina”? Tomar el poder del Estado. Es cierto que, según él,
“fuerzas populares […] han asumido las tareas de control del Estado”, pero,
tanto en sus discursos como en las acciones del gobierno de Bolivia, toda la
atención se ha puesto en el Estado. En este sentido, García Linera es un
representante ideológico de esta “marea rosa”, es decir, de la atracción hacia
el estatismo como fuerza rectora, lo cual implica la sustitución del socialismo
auténtico construido desde abajo por las masas.
Ninguno de estos gobiernos progresistas podría
haber tomado el poder si no hubiera habido movimientos genuinos desde abajo
en cada país. Y, de hecho, muchos de los que conducen las administraciones
progresistas y los congresos han surgido de diversos movimientos sociales. Pero
una cosa es ser un militante y pertenecer a un movimiento social de protesta,
y otra muy diferente serlo después de un cambio electoral. Tener de pronto las
manos en “los instrumentos de poder”, y creer que precisamente ésa es la vía
del cambio, ha sido la base de gran parte de los gobiernos de la “marea rosa”.
Junto con el poder destructivo del capitalismo neoliberal y la hegemonía
económica y militar de Estados Unidos, es dicho estatismo la fuente de las
limitaciones y contradicciones dentro de la “virtuosa década de oro de América
Latina”.
Veamos brevemente qué ha pasado con los gobiernos progresistas en
Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela. (Para una discusión más completa sobre
Venezuela y Bolivia, ver Utopía
y dialéctica en la liberación latinoamericana, en http://humanismo-marxista.org/) (…) Leer
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