La atroz pretensión
moral del sionismo
Usurpación, pero
sagrada
21 de noviembre de 2016
21 de noviembre de 2016
Por Luís E. Sabini Fernández (Rebelión)
Distinguimos la sociedad humana respecto de la naturaleza por una
serie de rasgos que nos hace únicos respecto del resto de las especies
vegetales y animales. Por cierto que eso no niega nuestra raíz biológica común
que nos emparenta tan entrañablemente con todos los seres vivos.
Así, la
naturaleza nos otorga ejemplos y referencias mucho más materiales, y nos
corresponde a nosotros reconocerlos y evaluarlos desde nuestra propia
condición, humana. Como la forma de reproducirse de los cucos (también llamados
cuclillos, aunque en el ejemplo que queremos abordar, esta última resulta una
denominación totalmente inapropiada).“La hembra del cuco deposita un solo huevo en el nido de otras aves, normalmente de pequeñas aves insectívoras […]. La hembra del cuco se lleva un huevo de la otra especie de ave y lo sustituye con uno de los suyos. […] los huevos cercanos a los posaderos de los cucos [sitios de descanso y de reconocimiento del paraje] son más vulnerables. Los nidos parasitados múltiples veces eran los que están más cerca de los puntos de observación, y que los no parasitados eran los que estaban más lejos […]. El cuco adulto se parece a un gavilán, lo que da más tiempo a las hembras para parasitar nidos [porque su población originaria teme retornar al visualizar gavilanes, un predador natural de tantos pájaros]. [1]
“Cuando los futuros huéspedes [anfitriones, aunque involuntarios] ponen sus hue-vos, ella espera a que el adulto que los está incubando se ausente. Entonces, asalta el nido ajeno, se come o tira fuera algunos huevos y pone uno suyo. Cuando el adulto de la otra especie regresa, no nota nada y sigue empollando esperando que nazcan sus polluelos.”
”El polluelo de cuco nace un par de días antes que los demás porque su tiempo de incubación es menor que el de las especies que parasita. Unas horas después de salir del cascarón, el polluelo, con sus escasos
A fines de siglo XIX, en pleno colonialismo mundializado − recordemos
que el reparto europeo de carnicería de África es de 1885− judíos askenazíes,
étnicamente mucho más caucásicos que sirio-cananeos, deciden, apoyándose en
mandatos sagrados (de la Torah) afincarse en Palestina, identificada como la
tierra donde vivieran los judíos hace miles de años y donde permaneciera una
muy limitada población judía, sin conflicto con las mayorías que a partir del
s. VII se hicieron musulmanas.
Estaban sacando pichones del nido para aposentarse jóvenes judíos, bien nutridos y mejor provistos.
Palestina estaba poblada desde tiempo inmemorial. Con superpuestas migraciones, como es la historia en general de
La pretensión de “redimir la tierra”, la consigna mediante la cual los judíos sionistas se hacen de la tierra palestina mediante compra (inicialmente), conquista, ocupación o expulsión violenta de otros titulares de esa tierra, procura así cumplir mandatos religiosos de la ortodoxia judía. Pero tal mandato, precisamente por provenir de una religión monolátrica [3] establece un absolutismo mental y un ombliguismo psíquico que ciega a sus portadores y es lo que explica (ya que de ningún modo justifica) la serie impresionante de acciones crueles, abusivas, que los sionistas han ido perpetrando a lo largo de las décadas contra los moradores de esa tierra que consideran suya por una cesión que les habría otorgado su dios en exclusividad y en permanencia. Que semejante abuso haya sido y sea tolerado e incluso apoyado por grandes potencias no legitima en absoluto tales procederes.
La ignorancia, el (falso) pensamiento basado en clisés, los medios de incomunicación de masas, nos han inducido
a pensar en el sionismo y sus excesos como respuesta a la peripecia vivida por
los judíos bajo el nazismo. Pero en esas sendas de pensamiento que con
inocencia e ignorancia reconoce Mazin Qumsiyeh haber compartido “se escapa
por completo que los sionistas han ejercido atrocidades sobre los palestinos
antes de que, no ya el nazismo victimara a tantos judíos, sino antes que ni
siquiera hubiera surgido el nazismo.”
Es que de Haan no era un cuco. Aunque pequeño, no era un cuclillo.
En 1920 el sionismo funda la Histadrut, una suerte de central sindical exclusivamente para judíos. Como los patrones, generalmente judíos, optaban por los asalariados palestinos a los que se les podía y solía pagar un tercio de los sueldos que se les pagaba a obreros judíos, la tendencia “espontánea” de los patrones era a contratar obreros palestinos. La Histadrut obligó como política de estado a pagar el mismo sueldo a palestinos y judíos. Pero nadie sueñe igualdades. Lo que hizo la Histadrut fue obligar a desembolsar el mismo sueldo para todos, pero mientras los obreros judíos recibían dicho salario, los palestinos siguieron recibiendo el sueldo miserable de siempre y los dos tercios diferenciales se lo embolsaba la central sindical para así mejorar los servicios (de todo tipo, sanitario, educacional, recreativo) de los obreros judíos… “Infamia sacralizada por lo excelso del fin propuesto” califica Mazin Qumsiyeh esta política.
Porque la política fue siempre, desde 1897 en adelante y acentuada desde 1948, no ceder nada a la población palestina. Por eso los palestinos no pueden edificar ni una pieza, no pueden construir ni una alberca. Todo eso pertenece “por derecho divino” a los judíos.
Para acentuar la discriminación, cuando palestinos desesperados por la falta de agua, han intentado proveerse de tanques, suelen pasar “espontáneos” que se los perforan a balazos…
Este es el cuco –sindical en este caso− en acción, como cuando tira del nido a los habitantes originarios…
Las acciones de los mistarvim que analizara (y denunciara) Ilan Pappe [5] que diezmaban a la población palestina penetrada con agentes camuflados que se hacían pasar por ejemplo, por un paisano mudancero que dejaban a un mecánico palestino una camioneta para reparar. Al rato explotaba matando a todos los presentes, dejando en ruinas el taller y viviendas vecinas y, sobre todo desquiciando los lazos sociales.
Qumsiyeh da una serie de ejemplos, históricos, concretos, [6] que no son discutibles acerca de si “es ultrajante” invocarlos o si resultan “viciosos” los términos que usa, [7] donde la violencia fue desencadenada inicialmente por los sionistas, además de los ya señalados:
- Primer atentado a barcos (1940): en el conflicto entre tendencias sionistas, el atentado al vapor Patria significó la muerte de 268 humanos a bordo del barco, judíos, y el hundimiento de un enorme cargamento de armas que Ben Gurión no quería que fortaleciera a sus adversarios en la puja por el establecimiento del Estado de Israel;
- Primer auto-bomba, contra el Hotel King David, con decenas de asesinados británicos, árabes palestinos, judíos y extranjeros (1946);
- Primera carta-bomba (1947); contra políticos británicos;
- Primer ataque a buses (con civiles cualesquiera)(1947);
- Primer ataque a cafés (con civiles cualesquiera) (1947);
- Primer atentado a trenes (de pasajeros, casi cien víctimas mortales) (1947);
- Primer secuestro de aviones (1954).
El cuco en acción. Desalojo y/o manducación del habitante originario del nido.
Moshe Sharett, primer ministro en los primeros o casi primeros tiempos del Estado de Israel (1954-1956) y antes figura de primer nivel en la dirección sionista desde 1933, en su diario −que se mantuvo secreto por más de 30 años− revela la verdadera política israelí, no la oficial, y va mostrando cómo fue un montaje lo de la agresividad árabe y el defensismo israelí y cómo en los hechos la violencia partió prácticamente siempre o casi siempre del lado sionista, provocando, arteramente, a las empobrecidas naciones recientemente pasadas al nivel de independientes, sujetas por múltiples lazos a los centros mundiales de poder. Sharett escribió un diario luego de su paso por el gobierno israelí en el que desnuda lo que acabamos de citar. Ese diario demoró unos 30 años en ver la luz pública tras la decisión de su hijo. Y hubo una periodista, hija de un funcionario de los más cercanos a Sharett, que abordó el diario e hizo una lectura crítica que publicó en inglés. [8]
Sharett sostiene que la dirección sionista creó “un estado de
sitio mental en la sociedad israelí [para] complementar el mito prefabricado
de la amenaza árabe […y] lograr una cohesión
defensiva de la sociedad israelí judía. Estaba calculado principalmente para la
‘eliminación de los frenos morales’.”
Apenas un par de ejemplos de las múltiples atrocidades reconocidas por Sharett: a principios de la década de los ’50 se producen violentísimos atentados sobre buses israelíes en el norte del recién adquirido país. Con muertos en cada abordaje. Los atacantes visten ropas talares, de estilo árabe… y se retiran prestamente hacia la frontera… todo lleva a pensar en árabes armados. Pero en el sitio estaba el coronel estadounidense Hutchenson, miembro de
De más está decir que la superioridad israelí logró remover al enviado norteamericano casi de inmediato.
Otra de las tantas atrocidades que menciona Sharett: los
“halcones” arrasan una aldea palestina, Lydda [10] (en 1947/1948 los sionistas arrasaron
entre 400 y 500 aldeas palestinas matando innumerables pobladores). Luego de la
operación de arrasamiento que arroja 69 cadáveres, hombres, mujeres, niños, se
le pregunta a Sharon, el comandante del operativo por la mortandad, que
contesta: ‘el número de
víctimas había sido 10 o 12.’
“Sólo contamos las muertes militares, los soldados de la guarnición de la Legión Jordana.” (ibíd.). Expresión de desprecio a
humanos (civiles) muy significativa. Voz de amos. Los niños, los ancianos, las
mujeres no cuentan; son como “los daños colaterales” madeinUSA.
Y amarga frutilla de este malhadado postre: la autora del
“limpio trabajo de Rokach” al decir de Uri Avneri [12] que
estudia el Diario de Sharett, de donde extrajimos los últimos ejemplos; un
palestina judía perteneciente al Antiguo Yishuv que
se hizo periodista en Italia, de Israel Radio, de Roma y del periódico
palestino Al
Fajr, en 1984 la encontraron muerta. Antes había sido muy presionada desde
la cancillería israelí para que no publicara su trabajo. Apareció muerta a la
edad −50 años− en que los pueblos nórdicos, por ejemplo, consideran el momento
cumbre de la vida humana, la óptima relación de pujanza y veteranía, de vigor
intelectual. Sabiendo del disgusto de la dirección sionista y de sus redes “de
seguridad” por el “destape” de sus atrocidades, que han alcanzado tan a menudo
a ser asesinatos y “confección de pruebas” para desviar el conoci-miento de las
verdaderas causas de muerte, conociendo la impunidad con que operan, uno no
puede menos que asociar esa “mano” con la aparición de Livia Rokach sin vida.
Notas(...)
Blog del autor: http://revistafuturos.noblogs.org
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219421
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