Sí se puede: los de
abajo como sujetos
26 de noviembre de 2016
Por
Raúl Zibechi (La Jornada)
Cuando los de más abajo,
los jóvenes (varones y mujeres) pobres de las periferias, los ninguneados de
siempre, toman las riendas de sus vidas y además lo hacen en colectivo, es
porque algo muy profundo está cambiando. Un mundo nuevo comienza a despuntar
cuando el intelectual, el dirigente, el estratega (en masculino), se disuelve
por la potencia de lo colectivo que anuncia un vendaval político, social y
cultural de largo aliento.
El viernes 19
de noviembre una multitud de más de 20 mil personas caminó En Córdoba existe un Estado policial funcional a un capitalismo militarizado, que tiene en el extractivismo soyero y en la especulación inmobiliaria urbana sus núcleos de acumulación de capital. Los que no consumen sobran; no existen ni para el poder ni para los
El año pasado fueron detenidas 73 mil personas, en su mayoría por portación de rostro, o sea, por su aspecto, por ser jóvenes de piel más oscura, llevar gorras y ropas sospechosas para los uniformados. Unos 200 chicos son detenidos cada día. Desde 2011, más de 150 fueron asesinados y varios miles golpeados y heridos. La figura legal que utiliza la policía es el merodeo, que puede ser confundido con pasear, caminar o circular. El 80 por ciento de los jóvenes de
Lo peor es que el código otorga a la policía la potestad para detener, instruir y juzgar en cualquier punto de la tramitación del hecho. Impunidad es la palabra más adecuada. No les permiten salir de las periferias. La policía los detiene sistemáticamente en los puentes y en las salidas de los barrios y los persigue cada vez que retornan a sus casas.
La definición de Estado policial
Esos chicos que encabezan la marcha con los retratos de sus amigos asesinados, como Güere Pellico, de 18 años, fusilado por la espalda cuando volvía a su casa en moto, han recorrido un largo camino. Ahora son capaces de redactar un texto memorable, como
No pretendo echar luz sobre la acción pública que, finalmente, es similar a las que protagonizan los abajos a lo largo y ancho del mundo. El punto central fue cómo los jóvenes pobres se convirtieron en sujetos.
Desde el ciclo de protestas 1997-2002, cuyo pico fue el levantamiento del 19 y 20 de diciembre de 2001, decenas de estudiantes universitarias y licenciadas (mayoría mujeres) trabajan en barrios pobres creando talleres de teatro, murga, revistas y radios comunitarias con base en la educación popular. Hacia 2007, relata la sicóloga comunitaria Lucrecia Cuello, los jóvenes de los barrios comenzaron a reunirse en grandes asambleas hasta de 300 integrantes. Ahí se produjo un hecho formidable.
Nos dijeron que las decisiones las querían tomar ellos, que querían salir a la calle y no sólo hacer talleres. Nos dijeron que los técnicos nos apartáramos a un lado y que luego nos volverían a llamar, explica Cuello. Se apartaron y esperaron. Pero, sobre todo, comprendieron que su lógica académica de trabajo reproducía el tutelaje colonial sobre los pobres, que siguen siendo subalternos en relación a las ONG y los partidos de izquierda. De esos encuentros nació el Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos que convoca las Marchas de la Gorra.
Con el tiempo y la permanencia en los territorios, un puñado de licenciadas acompañaron a los jóvenes que desbordaron la educación popular gracias al encuentro que tuvieron entre ellos, que fue determinante para romper con el técnico y con el militante que va al territorio. Se trata de una explicación similar a la que ofrecen Huayna y otros militantes de la decena larga de organizaciones sociales que trabajan en las periferias.Nosotros por nosotros, sería la síntesis, aunque cada vez más se debería usar el femenino, ya que ellas empezaron a tallar fuerte en los años recientes.
Hasta ahí, en apretada síntesis, el relato de ese ponerse de pie que hizo posible la Marcha de Gorra, desde la doble mirada de las periferias y de lostécnicos. Se agolpan las preguntas. ¿Estamos en condiciones de pensar, y de sentir, que los más pobres pueden ser sujetos? Los que nos decimos militantes, ¿aceptamos colocarnos a un lado para simplemente acompañar a los sujetos de abajo? ¿Sentimos realmente que pueden cambiar el mundo sin vanguardia política o intelectual?
Llegados a este punto, ¿cuál es el papel de
los militantes, o como le llamemos a esa actitud de vida? Lo primero,
comprender con la piel, hacer nuestros los dolores colectivos. Lo segundo,
acompañar un proceso sin dirigirlo. Lo tercero, regocijarnos por ser aceptados como
uno/una más. Lo cuarto, decir lo que pensamos cuando nos lo pidan y guardar
silencio el resto del tiempo. Políticas de la ética y la humildad. De lo
contrario, nuestra revolución se limitará a reproducir el colonialismo y el
racismo.
http://www.jornada.unam.mx/2016/11/25/opinion/024a2pol
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219634
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219634
No hay comentarios:
Publicar un comentario