El chavismo y la
omisión de la lucha de clases
24 de noviembre de 2016
Por Homar Garcés (Rebelión)
Muchos chavistas y revolucionarios han omitido -posiblemente de
forma involuntaria, concediéndoseles el beneficio de la duda- que la lucha de
clases y la movilización popular fueron elementos claves en los triunfos
electorales consecutivos obtenidos por Hugo Chávez desde 1998, incluso en
aquellos momentos coyunturales cuando los grupos de la oposición propiciaron y
cristalizaron un golpe de Estado y un paro patronal, estimulados por Estados
Unidos y su sed de poder.
Esta
omisión propició que, de una u otra forma, el clientelismo político y la consiguiente
conformación de una maquinaria electoral exitosa -representada inicialmente por
el Movimiento V República (MVR) y, ahora, por el Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV), resaltando ambos por encima del resto de partidos políticos
identificadas con el chavismo-, ocasionaran la desmovilización popular. Esto sería
aprovechado por la oposición de derecha, trastocando así la correlación de
fuerzas que se inclinaba en su contra, lo que se manifestó en el control actual
de la Asamblea
Nacional , relegando al chavismo a un papel defensivo frente a
la denominada guerra económica. Durante este tiempo, la oposición avivó
-mediante una campaña mediática insistente, aunada a la crisis de
abastecimiento y de especulación desmedida de productos- cierto descontento
colectivo respecto a la efectividad del gobierno de Nicolás Maduro para paliar
la nueva situación crítica padecida por el pueblo.
Si se hubiera entendido medianamente la necesidad de afrontar la
lucha de clases en Venezuela de una forma sostenida, posiblemente no existirían
las circunstancias por las que atraviesa el proceso de cambios revolucionario.
Incluso, el gobierno de Maduro habría tenido una mejor posición para atajar, de
manera contundente, las intenciones opositoras de desalojarlo del poder.
También pudo servir de escenario para definir el rumbo económico
y teórico a seguir, teniendo en cuenta la exigencia de construir el socialismo
bolivariano como una opción válida y factible frente a la lógica perversa del
capitalismo y sus relaciones de producción y consumo. Algo que es
determinante y está ligado, asimismo, al compromiso de disminuir enormemente la
dependencia de la renta petrolera y tender al logro de una diversificación
tangible de la economía nacional, como tantas veces fuera anunciado. Ahora, con
una economía sometida a la acción inmoral de bachaqueros y empresarios
(internos y externos), que responden a intereses políticos, que se amplía con
la carencia de dinero en efectivo (sometiendo a los ciudadanos a una usura
legalizada que pareciera aceptarse ante la imposibilidad de alternativas
inmediatas por parte de las autoridades), los chavistas y los revolucionarios debieran
enarbolar, sin desechar lo adelantado por Chávez, una nueva referencia
revolucionaria que contemple y garantice la posibilidad irrecusable de
consentir que sea el pueblo quien ejerza el poder de un modo protagónico en
lugar de permitir el empoderamiento de fracciones burocráticas político-partidistas
que sólo actuarían en su propio beneficio.
En su
análisis “La implosión de la Venezuela rentista”, Edgardo Lander determinó que
“el gobierno del Presidente Chávez, lejos de asumir que una alternativa al
capitalismo tenía necesariamente que ser una alternativa al modelo depredador del
desarrollo, del crecimiento sin fin, lejos de cuestionar el modelo petrolero
rentista, lo que hizo fue radicalizarlo a niveles históricamente desconocidos
en el país.
En los 17 años del proceso bolivariano la economía se fue haciendo
sistemáticamente más dependiente del ingreso petrolero, ingresos sin los cuales
no es posible importar los bienes requeridos para satisfacer las necesidades
básicas de la población, incluyendo una amplia gama de rubros que antes se
producían en el país. Se priorizó durante estos años la política asistencialista
sobre la transformación del modelo económico, se redujo la pobreza de ingreso,
sin alterar las condiciones estructurales de la exclusión”. Sin embargo, en
descargo de Chávez, éste había expuesto en el preámbulo del Plan de la Patria
que “la formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela es de
carácter capitalista y rentista”, por lo que el proyecto revolucionario en
construcción tendría que estar “direccionado hacia una radical supresión de la
lógica del capital que debe irse cumpliendo paso a paso, pero sin aminorar el
ritmo de avance hacia el socialismo.”
Aún con este importante detalle en
contra, que se enlaza con la acción quintacolumnista de muchos burócratas, poco
o nada involucrados con el chavismo o, en su defecto, con la simple gestión
gubernamental, anclados como están en sus espacios de confort; los
revolucionarios y los chavistas podrían emprender una estrategia orientada a la
transformación radical de las condiciones materiales e ideológicas que
caracterizan el viejo orden establecido. Éste sería, está demás decirlo, un
buen momento para emprenderla y hacerla posible.
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