El programa de Trump,
¿qué tiene de progresivo?
15 de noviembre de 2016
Por Rolando Astarita
En otra nota (aquí) critiqué la defensa
del “Nac & Pop” criollo del programa económico de Trump. Sostuve que el
proteccionismo y el nacionalismo de gran potencia no son progresistas; por el
contrario, alientan la xenofobia, la hostilidad contra los inmigrantes, y son
funcionales a la colaboración de clases. Agrego otros elementos para el
análisis:
·
En primer lugar, en las
últimas horas Trump nombró a Stephen Bannon, un conocido ultra-derechista,
racista y antisemita, como su principal asesor en la Casa Blanca.
·
En segundo término, hay
que destacar la negación de Trump del calentamiento global –en la campaña dijo
que “es un cuento chino”- y su propuesta de impulsar la producción de petróleo
y carbón, por sobre las energías renovables. EEUU es el segundo país entre los
que más gases efecto invernadero producen. Según Lux Research, las políticas
energéticas de Trump podrían aumentar en 3400 millones de toneladas las
emisiones de CO2 en los próximos ocho años (La Nación, 15/11/16).
·
Y en tercer lugar,
están los impuestos. Al respecto, Bloomberg acaba de comentar: “Para los
americanos más ricos, el resultado de la elección de 2016 podría ser lucrativo”
(14/11/16).
Efectivamente, según el análisis del Tax Policy Center (http://www.taxpolicycenter.org/publications/analysis-donald-trumps-revised-tax-plan),
la propuesta de quita de impuestos realizada por Trump durante la campaña
podría significar una caída de los ingresos federales por 6,2 billones de
dólares en la próxima década, sin contar los costos agregados por intereses.
Incluyendo estos últimos, la deuda federal crecería en 7,2 billones de dólares.
De ese total, tres cuartos de la caída vendrá de las reducciones de los
impuestos a las empresas y los negocios. Aunque faltan especificaciones, de
acuerdo a lo anunciado por Trump, el promedio de rebaja de impuestos en 2017
sería de 2940 dólares, lo que significaría un aumento del ingreso
post-impuestos de las familias del 4,4%.
Sin embargo, la mejora no sería pareja: el
0,1% más rico de la población, cuyos ingresos en 2016 superaron los 3,7
millones de dólares, experimentará una reducción de impuestos de 1,1 millones.
Lo cual significará una suba de más del 14% de sus ingresos después de
impuestos. En cambio, el quinto más pobre de los hogares experimentará una
caída de impuestos de 110 dólares; lo que representará una suba de apenas el
0,8% de sus ingresos después de impuestos.
Para ponerlo en perspectiva: los impuestos sobre los más ricos han
estado descendiendo a partir de la presidencia de Donald Reagan, y hasta la de George W Bush. Es
una realidad que la estructura impositiva se ha hecho menos progresiva en los
últimos 30 ó 40 años; lo cual ha contribuido al aumento de la desigualdad social. Según la Oficina de Presupuesto
del Congreso, el ingreso promedio, después de impuestos, del 1% de la población
más rica se incrementó, entre 1997-2007, 275%. Para el 20% de la población más
pobre el aumento fue de solo un 18%, en el mismo período. Así, en 2007 la
distribución del ingreso era mucho más desigual que en 1997. Pero en un enfoque
de más largo plazo, la distribución del ingreso se ha estado deteriorando desde
mucho antes de 1997: el índice Gini para los hogares pasó de 0,479 en 1979 a 0,59 en 2007 (“Trends in the Distribution of Household Income Between 1997 and
2007” ,
CBO, 2011;http://www.cbo.gov/sites/default/files/cbofiles/attachments/10-25-HouseholdIncome.pdf).
Según la CBO, la principal razón de esa
mayor desigualdad fue la concentración de los ingresos en los sectores más
ricos (entre ellos, aumento de las ganancias de capital, ingresos por negocios,
ingresos por capital). Pero las
políticas impositivas y de transferencias ayudaron: “Aunque la concentración del ingreso de mercado fue la principal
fuerza detrás de la creciente dispersión en el ingreso post-impuesto de los
hogares entre 1979 y 2007, cambios en la distribución de las transferencias del
gobierno y en los impuestos federales también contribuyeron al aumento de la
desigualdad del ingreso post-impuestos” (p. 19).
La propuesta de impuestos de Trump se alinea entonces con esta
tendencia de largo plazo. A esto el progresismo Nac & Pop lo considera un
paso en la lucha “contra el neoliberalismo” y un “cuestionamiento del
establishment globalizador”. Es lo que aplauden los D’Elía, los Borón, los
Kicillof, los Sabbatella, los Recalde, los Tomada y semejantes (sin olvidarnos
de otros varios stalinistas y afines). Es la línea que “baja” Cristina Kirchner
a la militancia y cuadros. El hecho es significativo: la postura ante el
triunfo de Trump –por lo que expresa social y políticamente, y por sus
vínculos con el ascenso de la ultraderecha nacionalista en Europa-es
reveladora de la naturaleza política y social profunda de esta corriente
política que hizo, en Argentina, con cínico desparpajo, del nacional
progresismo burgués su bandera.
Sin embargo, el asunto también interpela a
una parte de la
izquierda. Concretamente , pregunto a los que hoy postulan un
frente de colaboración de clases, del tipo “todos contra el enemigo principal,
el neoliberalismo”, ¿qué progresividad hay en exaltar el racismo, el sexismo,
la vuelta a las políticas reaganianas, el negacionismo del daño ambiental, el
proteccionismo y las guerras comerciales, o la mayor desigualdad del ingreso?
¿Alguien del campo de la “unidad contra el enemigo principal” puede responder
estas sencillas preguntas?
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El programa de Bush, ¿qué tiene de progresivo?
El programa de Bush, ¿qué tiene de progresivo?
Fuente: https://rolandoastarita.wordpress.com/
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