Contra la deuda como
modo de dominio,
auditorias ciudadanas
18 de noviembre de 2016
18 de noviembre de 2016
Por Xavier Caño Tamayo (ATTAC)
Los países siempre se han endeudado, pero hoy
la deuda pública es un medio de dominio de la
minoría que controla economía y finanzas. Ya en los noventa se utilizó la deuda
para obligar a América Latina a aplicar políticas neoliberales, hoy la
utilización torticera de la deuda amenaza a países de Europa y deteriora el
estado de bienestar. La minoría utiliza deuda y control del déficit como cepos
con la complicidad de gobiernos, Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI .
Los países piden
prestado a los bancos porque la recaudación estatal es insuficiente. Es así
porque desde los ochenta del siglo XX grandes fortunas, grandes empresas y
corporaciones cada vez pagan menos impuestos, mientras bancos y fondos de
inversión especulan con bonos dedeuda pública e imponen una
destructora austeridad.
Para oponerse a este nuevo autoritarismo, una veintena de
asociaciones y movimientos laicos y católicos progresistas italianos crearon en
Roma hace unos días el Comité para la Anulación de la Deuda Ilegítima de
Italia (CADTM). Comité que se suma a los treinta y seis CADTM que hay en el
mundo. Recordemos. En derecho internacional, deuda ilegítima es la que un
gobierno ha contraído y utilizado al margen de la ciudadanía o contra ella. Y
no se ha de pagar.
Anular una deuda o reestructurarla se hace
desde Hammurabi, rey de Babilonia, hace más de 3.800 años. Más cerca, el
Acuerdo de Deuda de Londres en 1954 reestructuró la deuda de Alemania con
veintiséis países y anulo el 62%. Entre los que perdonaron deuda estaban España
y Grecia. Pero la Alemania actual les impone austeridad sin concesiones. Sin
embargo, la Historia muestra que reestructurar deudas o anularlas es una
actuación necesaria y útil económicamente. La deuda ha devenido problema con la
crisis, porque quienes dirigen le economía juegan sucio, manipulando la prima de riesgo de los bonos de deuda pública, por
ejemplo.
En febrero de 2009, ante la gravedad del
desastre económico, el G20 acordó en
Londres dedicar un billón de dólares para ayudar a países con dificultades,
acabar con la crisis, luchar contra los paraísos fiscales y controlar los
bancos. Ningún propósito se ha cumplido.
La enorme cantidad de dinero que el G20
prometió no fue para ayudar a países con dificultades sino para salvar a los
bancos que habían provocado el desastre financiero. Entre tanto los paraísos
fiscales, cómplices de la evasión de impuestos que debilita a los Estados,
campan impunes mientras bancos y mercados de capitales entran a saco en los
países con la deuda como ariete y hacen tambalear sus economías.
Oponerse a la deuda o vivir sojuzgados por ella. Esa es la cuestión. En España ,
el pago de intereses supera los 30.000 millones de euros anuales. ¿Qué harán?
¿Más recortes de servicios? ¿Menos derechos? Una falacia neoliberal recurrente
en Europa es que las deudas de los Estados aumentaron por exceso de gastos
sociales. Falso. Las deudas de los Estados crecieron en Europa por culpa del
tratado de Maastricht que prohíbe alBanco Central Europeo ( BCE )
prestar a los países de la
Unión. Si el BCE hubiera prestado dinero a España al 1% de interés (como lo presta a la banca
privada), la deuda pública española sería inferior al 20% del PIB , no el 100% actual. Esta Unión
Europea fuerza a los Estados a financiarse con la banca privada cuyos préstamos
son más caros que los del BCE. El tratado de Maastricht garantiza el negocio de
la banca.
Peor aún es que los enormes beneficios y
ahorros de las clases ricas por intereses de préstamos bancarios a Estados,
rebaja salarial incesante y evasión de impuestos, son para especular, no para
financiar economía productiva. Por cada dólar para economía productiva, la
minoría dedica 60 a
especular con productos financieros.
Ecuador tenía la mayor partida presupuestaria
para deuda pública de Sudamérica. Un 40% de gasto estatal para pagar intereses,
mientras gasto de sanidad y educación se reducía al 15%. El Presidente Correa
impulsó una rigurosa auditoría de la deuda y, averiguadas las deudas
ilegítimas, decidió no pagarlas. Así pudo dedicar más dinero a gasto social
(que es respetar derechos) y productivo. Las auditorias ciudadanas de la deuda
son un buen camino para que la deuda pública deje de ser un problema.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=219317
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