viernes, 7 de febrero de 2020

Observamos que "a pesar de empezar con una visión crítica acerca de la realidad actual, se exponen más de ochenta ensayos que abordan soluciones y nuevos modelos que apuestan por un cambio radical en el paradigma actual, ofreciendo una bocanada de aire fresco para las generaciones futuras. Cabría preguntarse si no se produce cierta idealización de lo lejano, sugiriendo que experiencias e iniciativas practicadas en regiones remotas funcionan sin ningún defecto cuando la realidad suele ser mucho más compleja".

Ashish Kothari, Ariel Salleh, Arturo Escobar, Federico Demaria
y Alberto Acosta (coordinadores). Traducción de Angello Ponziano.
"Pluriverso,
un diccionario del posdesarrollo"

 7 de febrero de 2020


Universalizar la Tierra: soluciones reformistas
Dentro de este capítulo encontramos, por un lado, una serie de medidas populares que gozan de una amplia legitimación y aceptación, ya que están arraigadas en la conciencia ciudadana y son muy promovidas por distintas instituciones. Entre ellas se encuentra el desarrollo sostenible , que pretende compatibilizar el desarrollo económico con la conservación del medio ambiente a través de un crecimiento global continuo, hecho que resulta un oxímoron ya que en ningún momento el desarrollo, entendido como crecimiento económico, puede ser sostenible. En la misma línea se encuentra la economía verde , que pretende superar el problema ambiental poniendo precio a la naturaleza, lo cual, además de no acabar con el problema, agrava los conflictos en los países “en desarrollo” que no disponen de leyes ambientales, provocando un comercio de la contaminación. La economía circular, con su eslogan conocido de las tres R , es criticada por la vaga aplicación que tiene en la práctica, donde por ejemplo solo un 6% de los materiales extraídos son reciclados.
Por otro lado, encontramos propuestas con menos reconocimiento global camufladas bajo la apariencia de soluciones eficaces, como serían las reformas implementadas en los países “en desarrollo” como los BRICS , las cuales parecían ser una vía de escape al orden económico mundial pero que sin embargo han terminado inmersas en el sistema capitalista, propiciando la explotación laboral y ambiental. Junto con ello, encontramos las ayudas al desarrollo, que bajo la imagen de solidaridad entre países esconden la perpetuación del colonialismo y la sumisión bajo las grandes potencias, pudiendo desembocar en el caso extremo de la ética del bote salvavidas (aquel invento de Garrett Hardin), que acusa a los países “en desarrollo” de ser culpables de la situación actual.
Finalmente, existen distintas corrientes que proponen la tecnología como solución a todos los problemas. Algunas de ellas son el ecomodernismo, que dibuja un “desacoplamiento” de la naturaleza; y la geoingeniería, que tiene fe absoluta en la tecnología, defendiendo aspectos como la manipulación del clima y la alteración de los ecosistemas. Además, encontramos casos más macabros como la ingeniería reproductiva y el transhumanismo, partidarios de la búsqueda de la perfección humana mediante la clonación y la alteración genética.
Un pluriverso de los pueblos: alternativas transformadoras
Como ya se ha comentado, este apartado presenta un amplio abanico de corrientes que rompen con el sistema actual y buscan la forma de convivir como sociedad en armonía con la naturaleza.
Encontramos una serie de propuestas legales que pretenden institucionalizar la naturaleza y abogar por sus derechos, no asignando una cuantía monetaria, sino reconociendo su valor y su riqueza en sí misma. Un ejemplo de ello sería la reivindicación del Tribunal por los Derechos de la Naturaleza que, mediante la celebración de juicios no vinculantes, lucha por dar voz a esta misma.
Por otro lado, también se exponen diversas corrientes religiosas que han entendido que se trata de luchas afines a sus prácticas (aunque sus propias escrituras sagradas no incluyan esta problemática), por lo que han extendido la aplicación de sus doctrinas a los seres no humanos y a formas de organización social más horizontales. Este sería el caso del ibadismo, o lo que es lo mismo, el islam opuesto a la tiranía y a la dominación basado en un estilo de vida comunitario con la igualdad como valor principal. Otro caso destacable es el uso del hinduismo como institución poderosa para concienciar a sus adeptos sobre la importancia de conservar la riqueza ambiental de los lugares sagrados y extenderlo a todos los parajes naturales; maniobra utilizada también por el budismo, que pretende combatir el problema desde la sabiduría.
Dentro del campo de la política, se defiende la autoorganización de los pueblos, su derecho a decidir mediante democracia directa, la supresión de las jerarquías de poder y la aproximación de la política al ámbito local donde todos los seres, humanos y no humanos, pueden ser escuchados y tenidos en cuenta. Todos ellos abogan por la revolución sin promover el desarrollo, es decir, llevando por bandera un pacifismo real, puesto que hasta el momento la lectura que se ha hecho del desarrollo como “el nuevo nombre de la paz” (p. 373) ha dado lugar a una realidad más desigual e insostenible. La teoría más promovida es el ecosocialismo, que plantea “una política económica alternativa y radical basada en criterios no monetarios: en las necesidades sociales y el equilibrio ecológico” (p. 278), y que apuesta, entre otras medidas, por una reducción de la jornada de trabajo con el fin de tener más tiempo libre para destinarlo a la participación en el debate político y económico y lograr una mejor gestión de la sociedad. Un buen ejemplo de comunidades organizadas con tal sistema serían los caracoles del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas.
En el ámbito económico, existe unanimidad respecto a la necesidad de promover un nuevo paradigma centrado en “el decrecimiento como matriz de alternativas” (p. 206). La producción y los mercados locales deben pasar a ser los ejes organizadores del sistema, “debemos regresar a una economía con una brújula moral” (p. 272) y abandonar la concepción de ésta como esfera autónoma y dominante. Además, se da una fuerte oposición a utilizar el PIB como indicador único y determinante del nivel de desarrollo de una comunidad. Una de las sociedades que ha apostado de forma clara por este sistema es la kurda, planteando una economía no acumuladora que asienta la solidaridad como valor central, promueve la cooperación entre seres humanos y fomenta la desmercantilización de la naturaleza.
Para concluir, el libro nos presenta una infinidad de movimientos sociales y estilos de vida basados en muchos de los factores destacados previamente, es decir, una política sin intermediarios y asamblearia; una economía que abandona el crecimiento como único objetivo, se centra en el bienestar de los individuos y es consciente de las necesidades ambientales; y la maestría espiritual como organizadora de las relaciones sociales. Reivindica el papel fundamental de las comunidades indígenas como promotoras del Buen Vivir y del cuestionamiento de la Modernidad. Podemos navegar desde el Pacífico, donde nos encontramos con la isla de Pongso no Tao, que alberga seis comunidades tribales independientes con un calendario ecológico propio y un cuidado intergeneracional de la naturaleza, hasta Bután y su noción de la Felicidad Nacional Bruta, “un indicador holístico que debería reemplazar al PIB para orientar las políticas de desarrollo” (p. 291) y que cuenta con un umbral de suficiencia para cada parámetro con el fin de medir el bienestar de manera integral.
Implicaciones
A lo largo de toda la obra nos encontramos con una visión cercana a las diferentes ideas o movimientos que se exponen, puesto que las personas que los relatan han vivido en primera persona dichas experiencias o han dedicado gran parte de su vida académica a entenderlas desde dentro. Además, no sólo se critica el modelo occidental de manera explícita, sino que los autores también evidencian cierta falta de corrientes transformadoras en el Norte global con respecto del resto de territorios, debido al pequeño porcentaje que representan las primeras en proporción a las segundas. El modelo expuesto como alternativo atribuye un valor especial a las comunidades indígenas, alabando sus modos de vida austeros y autosuficientes basados en el respeto hacia la naturaleza, sus vínculos dentro de la comunidad e intercomunitarios, y una organización política, económica y social que empodera el ámbito local.
Cabe destacar la redacción en clave optimista que evoluciona a lo largo del libro. A pesar de empezar con una visión crítica acerca de la realidad actual, se exponen más de ochenta ensayos que abordan soluciones y nuevos modelos que apuestan por un cambio radical en el paradigma actual, ofreciendo una bocanada de aire fresco para las generaciones futuras. Cabría preguntarse si no se produce cierta idealización de lo lejano, sugiriendo que experiencias e iniciativas practicadas en regiones remotas funcionan sin ningún defecto cuando la realidad suele ser mucho más compleja. Pero, en cualquier caso, se trata de una obra altamente enriquecedora y estimulante, de cuya traducción al castellano no podemos sino felicitarnos.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=265252

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