Examen de los hechos
acerca del nuevo coronavirus de China
4 de febrero de 2020
Por Larry Romanoff
Global Research
Traducido del inglés para
Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Los medios de
comunicación occidentales han hablado acerca del nuevo coronavirus que
comenzó en la ciudad de Wuhan en el centro de China pero, aparte de pequeños
detalles repetitivos y del inevitable vapuleo a China, no se han aclarado
demasiado las circunstancias. Mi comentario inicial al respecto se basa en casi
cien noticias occidentales, sobre todo de ABC, CBS, CNN, AFP, y de algunos
medios de comunicación chinos. La plaga, denominada oficialmente nuevo
coronavirus (2019-nCoV), es una enfermedad respiratoria, un nuevo tipo de
neumonía viral perteneciente a la familia de infecciones como el síndrome
respiratorio agudo y grave (SARS) y síndrome respiratorio de Oriente
Próximo (MERS, ambos por sus siglas en inglés).
En el momento de redactar estas líneas*
las autoridades sanitarias chinas han anunciado 830 casos confirmados causados
por este virus en 29 regiones del país y hasta el momento han muerto 25
personas, sobre todo personas de edad avanzada que habían padecido previamente
afecciones médicas graves y que quizá estaban debilitadas físicamente. Se ha
informado de unos pocos casos en otros países, como Tailandia, Corea, Singapur,
Vietnam, Estados Unidos o Japón, todos ellos relacionados con personas de etnia
china que habían viajado a Wuhan. En un primer momento el virus no mostró signo
alguno de propagarse entre seres humanos, pero luego pudo haber mutado y al
parecer 15 trabajadores médicos de Wuhan se contagiaron de otras víctimas. Aún
no está claro hasta qué punto es fácil contraerlo de otra persona infectada.Todas las pruebas indican que las autoridades chinas actuaron eficazmente en cuanto se dieron cuenta del peligro al se que podían estar enfrentando. Las autoridades médicas declararon inmediatamente el brote y en el plazo de una semana habían identificado el patógeno y también determinado y compartido la secuencia del genoma con la OMS y otras partes, una respuesta suficientemente rápida que mereció elogios de la OMS y de científicos de todo el mundo.
Al recordar los problemas causados por el SARS, las autoridades médicas chinas hicieron mucho más. En la mayoría de los grandes centros del país se han cerrado todas las instalaciones deportivas, teatros, museos, atracciones turísticas, todos aquellos lugares que atraen a multitudes, al igual que todas las escuelas. Se han cancelado todos los viajes en grupo. Se ha cerrado no sólo la ciudad de Wuhan, sino prácticamente toda la provincia de Hubei, incluidos todos los trenes, aviones, autobuses, metro, ferries, además de todas las principales autopistas y cabinas de peaje. Se han cancelado hasta nuevo aviso miles de viajes en avión y tren. En algunas ciudades como Shanghai y Beijing se efectúan pruebas de temperatura a todas las personas usuarias de las carreteras que llevan a esas ciudades. Además, Wuhan está construyendo (en cinco días) un hospital portátil de
La magnitud del reto que supone implementar un bloqueo de esas dimensiones es inmensa, comparable a cerrar de todas las vías de transporte de una ciudad cinco veces más grande que Toronto o Chicago dos días antes de Navidad. Estas decisiones no tienen precedentes, pero dan testimonio de la determinación de las autoridades de limitar la propagación y los daños de este nuevo patógeno. No sólo hacen frente a la gravedad de la situación sino también las graves implicaciones que tiene para la salud pública, pero son unas decisiones inoportunas y difíciles ya que arruinan las vacaciones de cientos de millones de personas. Se han cancelado la mayoría de los espectáculos públicos, lo mismo que los viajes y muchas bodas. También será enorme el daño para la economía durante este periodo que es el más festivo del año. Hong Kong también sufrirá graves repercusiones además de todos sus otros problemas, ya que las visitas de los chinos continentales suponen un gran apoyo para su economía minorista durante este período.
El Nuevo Año Chino es la festividad más importante para la población china. El sábado 25 de enero es el primer día del Año Nuevo Lunar, un período festivo en el que se suele producir el mayor movimiento de masas de personas del planeta cuando la población china regresa a sus pueblos natales para estar con sus familiares. Ninguna autoridad sanitaria se ha enfrentado nunca el reto al que se enfrenta actualmente China, ya que el país lucha contra un nuevo coronavirus justo cuando cientos de millones de personas se preparan para viajar.
Y, por supuesto, los medios de comunicación occidentales se regodearon con estas noticias. CCN publicó un reportaje (que, en mi opinión, mostraba en exceso su regocijo) sobre el daño potencial que va a suponer a la economía china (1):
“La economía de China está
pasando una grave crisis y el país continúa sufriendo los efectos de la guerra
comercial con Estados Unidos. Lo último que necesita es un brote de un virus
nuevo y mortífero. El coronavirus de Wuhan ya ha irrumpido en los mercados
chinos y convertido en un caos los planes para el próximo Año Nuevo Lunar de
millones de personas. El año pasado la segunda economía más grande del mundo
creció a su ritmo más lento en casi tres décadas mientras luchaba con el
aumento de la deuda, el enfriamiento de la demanda interna y los aranceles de
los Estados Unidos, muchos de los cuales siguen vigentes a pesar de una reciente
tregua. Beijing también está preocupada por el paro y en las últimas semanas
anunció una serie de medidas de estímulo para evitar despidos masivos [...] El
brote del coronavirus de Wuhan podría provocar un miedo generalizado e incitar
a la gente a acomodarse y evitar salir al exterior. Ese tipo de comportamiento
sería muy perjudicial para el sector servicios, que actualmente representa
aproximadamente el 52 % de la economía china” [Y así sucesivamente…].
Los medios de comunicación occidentales ya
han dejado sentado lo que consideran los elementos fundamentales y todos
afirman que el coronavirus se transmitió a los seres humanos a partir de
animales o de marisco, y han añadido leña al fuego al afirmar que el virus
surgió a partir de “animales salvajes que se comercializan ilegalmente” en un
mercado “en el que, según se informa, se ofrecen animales salvajes que pueden
contener virus peligrosos para los seres humanos” y que este virus “pasó a la
población humana a partir un animal infectado”. Altos cargos chinos declararon
que al parecer el virus se originó en un mercado de mariscos de Wuhan, aunque
las autoridades no han determinado ni declarado su origen real, por lo que
sigue sin saberse cuál es, quizá debido fundamentalmente a que los virus rara
vez saltan las barreras de las especies sin ayuda humana.
Aunque no hay
pruebas de guerra biológica, un brote de virus en la ciudad de Wuhan
inmediatamente antes de la migración del Año Nuevo chino podría tener graves
consecuencias sociales y económicas. Wuhan, cuya población asciende a unos 12
millones de habitantes, es un importante centro de transporte en China central,
en particular para la red de trenes de alta velocidad, y cuenta con más de 60
rutas aéreas con vuelos directos a la mayoría de las principales ciudades del
mundo, así como más de cien vuelos internos a las principales ciudades china.
Si a esto se añade la gran cantidad de viajes debido al Festival de Primavera
durante el cual muchos cientos de millones de personas viajan por todo el país
para estar con sus familias, las consecuencias potenciales para todo el país
son fundamentales.
Comparación con el SARSEstamos ante un nuevo coronavirus (2019-nCoV), una cepa completamente nueva relacionada con los virus MERS (MERS-CoV) y el SARS (SARS-CoV), aunque las primeras pruebas sugieren que no es tan peligroso.
Está demostrado
que el SARS lo produce una cepa del coronavirus, una gran familia de virus en
su mayoría inofensivos que también son responsables del resfriado común, pero
el SARS presentó unas características que nunca se habían observado antes en
ningún virus animal o humano ni coincidía en absoluto con los virus animales
antes mencionados, además de contener material genético que aún no ha sido
identificado, similar a este nuevo coronavirus de 2019.
El virólogo Dr. Alan Cantwell escribió
en su momento que “el misterioso virus del SARS es un nuevo virus nunca antes
visto por los virólogos. Es una enfermedad completamente nueva que tiene
efectos devastadores para el sistema inmunológico y no se conoce ningún
tratamiento". El dr. Cantwell
también señaló que durante décadas se ha elaborado ingeniería genética de
coronavirus en laboratorios médicos y militares. Indicó que cuando buscó en
PubMed** las palabras “ingeniería genética del coronavirus” aparecían 107
experimentos científicos realizados en 1987. En palabras del Dr. Cantwell:
“Confirmé rápidamente que
durante más de una década los científicos han hecho ingeniería genética con
coronavirus animales y humanos para hacer virus mutantes y recombinantes que
produjeran enfermedades. No es de extrañar que los científicos de la OMS
identificaran el SARS/coronavirus tan rápido. Quienes elaboran las noticias
médicas nunca han destacado el hecho de que durante más de cuarenta años los
científicos han estado “saltando especies” con todo tipo de virus animales y
humanos, y creando virus quiméricos (virus compuestos por virus de dos especies
diferentes). Esta investigación no supervisada produce peligrosos virus
artificiales, muchos de los cuales tienen potencial como armas biológicas.
Ciertamente el SARS tiene las características de un arma biológica. A fin de
cuentas, ¿acaso los nuevos agentes de guerra biológica no se han diseñado para
producir una nueva enfermedad con un nuevo agente infeccioso? Como en anteriores
experimentos militares, todo lo que se necesita […] para propagar el SARS es un
bote de aerosol” (2) (3) (4).
Casi inmediatamente después de recibir la
secuencia del genoma, varios científicos rusos sugirieron un a relación entre
el SARS y la guerra biológica. Sergei Kolesnikov, miembro de No se informó mucho sobre ello, pero parece que la conclusión final de los bioquímicos chinos era la misma, que el virus del SARS se creó de forma artificial. Esta conclusión no era un secreto, pero tampoco se promovió a los medios de comunicación internacionales ya que simplemente habrían utilizado la afirmación para colmar de desprecio a China y desecharla por ser una paranoica teoría de conspiración. Los medios de comunicación occidentales ignoraron totalmente este aspecto, excepto ABC News que informó de que el “virus misterioso” del SARS posiblemente era “un arma biológica china que escapó accidentalmente del laboratorio”. Está bien que ABC News se haya dado cuenta, pero de ser cierta su noticia sería el primer ejemplo de una nación que crea y libera un arma biológica específica para una raza diseñada para atacarse exclusivamente a sí misma.
Cabe destacar que aunque el SRAS se propagó a unos 40 países, en la mayoría de ellos hubo pocas infecciones y casi ninguna muerte, y las personas infectadas fueron exclusivamente (o casi exclusivamente) chinas, las más graves las de Hong Kong, mientras que en comparación las de China continental sufrieron poco.
Este parece ser precisamente el caso de este nuevo virus, el hecho que la mayoría de las personas infectadas (hasta ahora) son chinas. Las últimas noticias hablan de que han aparecido personas infectadas en Tailandia o en Estados Unidos, pero todas ellas (al menos hasta el momento de escribir estas líneas) eran personas chinas que habían estado en Wuhan. Por el momento no ha habido casos de personas caucásicas infectadas.
Como en el caso del SARS parece que este nuevo virus afecta fundamentalmente a las personas chinas. Por el momento es demasiado pronto para sacar conclusiones específicas.
En otras circunstancias podríamos haberlo considerado simplemente una desafortunada coincidencia, pero algunas circunstancias fundamentales hacen que cambie nuestro enfoque. Una de ellas es la cuestión de las universidades y ONG estadounidenses que han ido a China en los últimos años para llevar a cabo experimentos biológicos tan ilegales que han enfurecido a las autoridades chinas, especialmente cuando se supo que la Universidad de Harvard había realizado subrepticiamente experimentos en China, que habían sido prohibidos por las autoridades años antes, en los que tomaron muchos cientos de miles de muestras de ADN chino y después abandonaron el país (8) (9) (10) (11) (12).
Los chinos se enfurecieron al saber que los estadounidenses estaban recopilando ADN chino. El gobierno [chino] intervino y prohibió que se siguieran exportando esos datos. La conclusión en aquel momento fue que era el ejército estadounidense quien había encargado la “investigación” y que las muestras de ADN estaban destinadas a la investigación de armas biológicas contra razas específicas.
Leonard Horowitz y Zygmunt Dembek afirmaron en una tesis sobre armas biológicas que un signo claro de que un agente de guerra biológica estaba manipulado genéticamente era una enfermedad provocada por un agente poco común (inusual, raro o único), sin explicación epidemiológica, esto es, sin una idea clara de su fuente. También mencionaron “una manifestación y/o una distribución geográfica inusual”, como la especificidad racial (13).
Brotes
recientes de enfermedades que parecería posible calificar de agentes de una
potencial guerra biológica son el SIDA, el SARS, el MERS, la gripe aviar, la
gripe porcina, el hantavirus, la enfermedad de Lyme, el virus del Nilo
Occidental, el Ébola, la poliomielitis (Siria), la fiebre aftosa, el síndrome
de la guerra del Golfo y el zika. Y, de hecho, miles de destacados científicos,
médicos, virólogos y epidemiólogos de muchos continentes coinciden en que todos
estos virus se crearon en un laboratorio y se soltaron deliberadamente. La
reciente epidemia de gripe porcina en China tiene también esas características
y las pruebas circunstanciales del brote no hacen sino plantear preguntas.
Sus críticas eran sorprendentemente detalladas ya que exigían datos concretos acerca de la cantidad de infecciones producidas directamente por contacto con el mercado de Wuhan, la cantidad de infecciones de persona a persona, el período de incubación preciso desde la exposición hasta la aparición de los síntomas, el momento en el que las personas se vuelven contagiosas. Estas preguntas se planteaban en términos benévolos de ayudar a las autoridades médicas chinas a hacer frente al virus, aunque ya era evidente que China no necesitaba que se le dieran lecciones sobre esos aspectos básicos.
En el momento de escribir estas líneas todavía hay muy pocos detalles para llegar a conclusiones definitivas pero, en todos esos casos, una vez que se despeja el humo quedan muchas preguntas sin respuesta que ponen en tela de juicio el relato oficial occidental, pero son noticias viejas y los medios de comunicación ya han hecho sus apuestas de modo que este tema languidece en la mente del público occidental, pero no en China.
Notas:
·
El artículo se publicó el 25 de enero de 2020 (N. de la t.).
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