Pistas para un pensamiento
crítico situado, con pertenencia de clase
Epistemologías desde abajo
12 de febrero de 2020
Por
Isabel Rauber
(Rebelión)
III. Pensar
con los sujetos y
no para (ni por) los sujetos
Lo expuesto hasta aquí perfila un reto clave
para intelectuales orgánicos del campo popular y de la izquierda
político-partidaria: dejar de pensar por y para los sujetos, y disponerse
a pensar con los sujetos, a partir de sus experiencias, conocimientos,
saberes y sabidurías concretas para ‑desde ahí‑ crecer colectivamente en
pensamiento y acción liberadoras. Esta definición resume y proyecta uno de las más importante principios de las epistemologías emergentes desde abajo , revolucionarias, transformadoras, en tanto habilitan, posibilitan y sustentan las búsquedas y creaciones del nuevo mundo, la nueva civilización rehumanizada en hermandad armónica con la naturaleza, con centro en la vida, la paz , el bienestar colectivo y la felicidad.
En la perspectiva expuesta resulta claro que la construcción de un nuevo pensamiento crítico emancipador es una obra colectiva que supone la interacción de intelectuales con los y las protagonistas de los procesos de resistencias, luchas, creaciones y construcciones de los pueblos.
Las propuestas y reflexiones de cada actor sociopolítico del campo popular aportan contenidos claves al nuevo pensamiento sociotransformador construido en interacción dialéctica con los intelectuales orgánicos, en proceso de diálogo colectivo para la producción de nuevos saberes.
Esto supone articular las diversas dimensiones del pensamiento reflexivo crítico, es decir, del saber que es elaborado en su dimensión estrictamente teórica, con el saber que emerge de abajo y que mayormente queda contenido (inmerso) en las prácticas . D e ahí, entre otras razones, la importancia de rescatarlas, sistematizarlas y conceptualizarlas. La articulación de estas dimensiones diversas e interconectadas posibilita la integración e interrelación y construcción de un renovado diálogo horizontal entre los saberes: “científico” y “popular”, encaminado a la construcción de un pensamiento colectivo común (pensamiento sobre pensamiento), indispensable para la producción de un nuevo pensamiento crítico estratégico situado sociotransformador indo-afro-latinoamericano.
Crear, no “aplicar”
En tanto la nueva civilización buscada solo
puede ser producto de la creación de los pueblos, es inédita. Parte de la
realidad concreta y de las experiencias de los sujetos populares, es decir, no
está contenida en ningún texto; no es un algoritmo diseñado a priori que
los sujetos tendrían que “aplicar”. El nuevo mundo supone la conjunción de procesos epopéyicos de creación heroica colectiva que se nutrirán y a la vez abonarán desde abajo el pensamiento crítico para promover, fortalecer, impulsar, aprender… y crecer colectivamente en ese empeño. Y para ello –desde esta perspectiva epistemológica‑, sus creadores, militantes sociales, intelectuales y académicos, tienen que ser parte del mismo. Es la democracia de la epistemología y por consiguiente de la política desde ella construida.
En tal sentido, vale subrayar que la primera y principal fuente de aprendizaje que tenemos es la experiencia colectiva de los pueblos; reflexionar críticamente a partir de ellas, con sus protagonistas, es fundamental. Al decir de Houtart: “Ver‑juzgar‑actuar, constituye la base de nuevas esperanzas que puedan reconstruir la adhesión de nuevas generaciones, actualmente muy despolitizadas.” [2016]
Y aquí radica un nudo epistemológico clave para el pensamiento crítico situado: la inseparabilidad sujeto‑objeto, teoría‑práctica, a la que se articulan pensamiento y acción, ser social y conciencia social, lo objetivo y lo subjetivo. Esto significa que:
‑La realidad social histórico-concreta es el punto de partida inequívoco de todo análisis social, económico, político, filosófico, cultural y, a su vez, también el destino de los mismos. Está claro, en esta perspectiva, que el pensamiento solo puede ser de la historia, si lo es en la historia.
‑No hay apriorismo en las reflexiones ni en las conclusiones de los análisis y las propuestas. Estas se construyen interarticulada y orgánicamente con las luchas de los movimientos sociales (indígenas, obreros, campesinos, de mujeres ... ).
Al articular el pensamiento con las prácticas sociotransformadoras, el pensamiento crítico que las capta y sintetiza en conceptos y categorías, resulta ‑por su génesis‑ histórico, inacabado… y demanda, por ello, actualización y desarrollo permanentes junto con la construcción de nuevos conceptos. Se trata por tanto de un pensamiento abierto a la vida de los sujetos y sus prácticas en sus realidades histórico-concretas.
Son las prácticas sociohistóricas concretas de los actores-sujetos populares por cambiar la sociedad en que viven en el sentido de su liberación, las que posibilitan y articulan este pensamiento crítico situado con pertenencia de clase que, a la vez, se caracteriza por ser autocrítico, liberador y de liberación.
“Sin teoría revolucionaria no hay movimiento revolucionario”, sintetizaba Lenin, lo que señala también, interdependientemente, que sin movimiento revolucionario no hay teoría revolucionaria; son ambos a la vez o no son.
A diferencia de los saberes absolutos abstractos que abundan en las academias, que luego buscan canales para “aplicarse” a la realidad, el nuevo pensamiento crítico emancipatorio en gestación , el pensamiento crítico situado, no busca “aplicarse” a la realidad porque nace de ella, en interacción con sus protagonistas, los/las que piensan, disputan y construyen la nueva realidad. No cimenta sus posiciones y propuestas en legados académicos dogmáticos coloniales , eurocéntricos o nortecéntricos ni busca legitimarse en estos espacios; define su sentido en función del horizonte político intercultural de la transformación de la sociedad desde la raíz, desde abajo, por los de abajo en articulación con intelectuales, académicos...
Hacia un nuevo tipo de
intelectual orgánico
Esto presupone el diálogo horizontal de
saberes, miradas y experiencias, en construcción articulada desde abajo. Y
constituye parte de las nuevas dimensiones del desempeño de lo que nos hemos
acostumbrado a identificar como intelectual orgánico. En la perspectiva
epistemológica expuesta, este no es “el que sabe y orienta”, sino el que
construye conocimiento, saberes y conciencia crítica colectiva junto con
los actores-sujetos concretos de una sociedad determinada, partiendo de sus
realidades, compartiendo prácticas, búsquedas, ideales y horizontes estratégicos
para la liberación del yugo del capital.Esto hace a una nueva forma de pensar el saber: como realidad presente y diseminada (múltiple) entre las distintas actoras y actores sociales del continente. El pensar no es un patrimonio exclusivo de la intelectualidad, está entre todos nosotros y nosotras, y tenemos que aprender a extraerlo, hacerlo palpable y construirlo (articularlo) colectivamente. Esto, claro está, sin desmerecer la necesidad de contar con pensamiento teórico en el sentido pleno del concepto; las dos vertientes son necesarias. 8
La organicidad de los intelectuales comprometidos se define entonces, no por su pertenencia partidaria, sino por su capacidad de ser y sentirse parte del proceso sociotransformador, en diálogo constante con los actores que lo protagonizan. Debe ser comprometido para ser creíble, y crítico para ser útil y así contribuir al avance del conocimiento y la conciencia colectiva. Y asumir que los protagonistas no están destinados a “ejecutar” o “aplicar” las ideas generadas por intelectuales, académicos o políticos, sino que son también creadores y portadores de ideas, conocimientos, pensamientos… el desafío es poner todos estos conocimientos y saberes diversos en común para producir un saber colectivo orientado hacia un horizonte estratégico común.
La creación de una nueva civilización, capaz de contener en pie de igualdad a las múltiples civilizaciones existentes y sus cosmovisiones para crear y construir un mundo en el que quepan todos los mundos, es tarea de multitudes no de élites iluminadas. En este espíritu van formándose las nuevas generaciones de luchadores sociales e intelectuales militantes orgánicos por la vida, conscientes de la integralidad manifiesta en la unidad entre humanidad y naturaleza, el reconocimiento de la diversidad y la búsqueda del equilibrio en la paridad, equidad y horizontalidad de sus interrelaciones.
La construcción de nuevo pensamiento crítico emancipatorio resulta entonces raizalmente articulada con los proceso de construcción‑acumulación de conciencia y poder propio que llevan adelante con sus luchas y propuestas los actores sociopolíticos del campo popular en el continente. Los análisis críticos sistemáticos de sus experiencias, la identificación colectiva de sus logros, sus errores y enseñanzas concretas constituyen una suerte de brújula epistémica sociopolítica que abona el camino hacia una nueva civilización. En este empeño es especialmente importante:
- Salir del cerco ideológico, político, cultural y mediático del poder hegemónico.
- Que los sujetos (concretos) recuperen su centralidad protagónica práctica y teórica.
- Replantearse desde abajo los caminos de transición hacia la nueva civilización.
En conclusión, el desafío –en este sentido‑ supone construir colectiva y dialogalmente un
·
En conclusión, el desafío –en este sentido‑
supone construir colectiva y dialogalmente un nuevo pensamiento crítico,
situado, con pertenencia de clase, intercultural, despatriarcalizado y
descolonizado. Esto es clave para crear, pensar y simultáneamente
encaminarnos hacia una convergencia global orientada hacia una salida
civilizatoria colectiva superadora de la actual.
Bibliografía empleada
Houtart F. (2016). Carta a Marta Harnecker,
compartida conmigo (4/10/16)
Marx, Carlos y Federico Engels (1845). La
ideología alemana. 5ª ed. 1970. Barcelona (España) Ediciones Grijalbo.
Rauber, Isabel (2017) Refundar la política.
Desafíos para una nueva izquierda latinoamericana. Ed. Continente-Peña
Lillo, Buenos Aires.
Rauber, Isabel (2014) “Sujeto plural,
descolonización y nuevo tipo de organización política (El legado de Camilo
Torres)”, en: Unidad en la diversidad. Camilo Torres y el Frente Unido del
Pueblo. pp. 301-322. Fundación Colectivo Frente Unido (CFU);
Periferia Fondo Editorial; Ediciones Desde Abajo, Bogotá.
Rauber, Isabel (2012). Revoluciones desde abajo.
Ed. Continente-Peña Lillo, Buenos Aires
Rauber, Isabel (1998). Género y poder. Ed.
UMA, Buenos Aires.
Samanamud, Jiovanny (2009). “Interculturalidad,
educación y descolonización” En: Integra Educativa Vol. III / Nº 1 79
Yampara (2009). En: Integra Educativa Vol.
III / Nº 1 77.
Notas:
1. Según Marx: “El modo como los seres humanos producen sus medios de vida
no se reduce a la reproducción de su existencia física, dado quemanifiesta un
modo de vida del que son portadores. Esos seres humanos son tanto lo que
producen como el modo como lo producen, siendo esto último el primer hecho
histórico del que constantemente son protagonistas (…).” [Marx y Engels (1845:
19, 20, 28]
2. “Con la palabra clase popular yo quiero dar a entender los
pobres de Colombia. Naturalmente que desde el punto de vista estrictamente
sociológico yo comprendo que es una expresión bastante vaga, pero es la
expresión que el pueblo entiende. Yo no creo que en Colombia los pobres tengan
una conciencia de clase. Y en mi concepto tener la conciencia de clase es uno de
los elementos importantes para constituir una clase, pero para designar a los
pobres, y para no referirme únicamente a los obreros, sino también a los
campesinos he utilizado esa expresión de clase popular”. [C. Torres, 2014: 126]
Partiendo de la realidad latinoamericana, al
referirse a los sujetos del cambio, Torres comienza reconociendo a los pueblos
indígenas y sus realidades e identidades como sectores sociales que hacen al
sujeto social y político; también se refiere, en ese sentido, a las poblaciones
mestizas, a los obreros, a los campesinos, a las clases medias, a los
empobrecidos de las ciudades y el campo, a los hombres y las mujeres, a los
jóvenes, a las organizaciones sociales… [Rauber: 2014: 302]
3. Ver [Rauber, 2014: 305]
4. La interculturalidad supone la interrelación de las culturas, modos de
vida y cosmovisiones diferentes. Y esto trae debates y pugnas por el corrimiento
de los poderes históricos acuñados acerca de la posesión del conocimiento
verdadero y válido consolidado en las sociedades coloniales y poscoloniales
sobre la base del monoculturalismo, las academias, las instituciones públicas...
Por otro lado, la interculturalidad se diferencia del multiculturalismo‑aunque
lo presupone‑, porque no es una sumatoria estática de la diversidad sino que
propone su interacción e interdefiniciones en pos del enriquecimiento y
crecimiento mutuo colectivo a partir de ella.
5. “El planteamiento de género, en su cuestionamiento, llega hasta los
cimientos mismos de la cultura del poder patriarcal heredado y desarrollado por
el capitalismo. De ahí su fundamental importancia para un replanteamiento
profundo del conjunto de relaciones sociales y del poder de una sociedad dada,
en el sentido de nuevo proyecto social. No digo que sea suficiente, pero sí
necesario, imprescindible, insoslayable.” [Rauber, 1998: 7]
6. Completitud-incompletitud: conceptos claves de las cosmovisiones
indígenas. Lo que está solo, según esta lógica, está fraccionado, incompleto, y
busca ‑casi ontológicamente‑ su completitud; la complementariedad es parte de
esa búsqueda.
7. El levantamiento indígena de Chiapas, por ejemplo, es parte del proceso
de toma de conciencia de sus integrantes acerca de su realidad. Y se
construyó con el apoyo de la concepción y las prácticas político-pedagógicas de
la educación popular desarrolladas en función de transformar las condiciones de
vida colectivas, que fue , a la vez, un proceso de construcción de alternativas
para la vida. Es decir, que supone, simultáneamente, la construcción de sujetos
con capacidad de autonomía. Y esto también es parte de la
descolonización.
8. Ver [Rauber, 1998: 7]
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