Nuevo asalto corporativo a
la alimentación
15 de febrero de 2020
Se presentan como iniciativas públicas, por el
involucramiento de actores de Naciones Unidas o gobiernos, pero lo que subyace
son estrategias para sabotear el multilateralismo, evitar la supervisión
pública y, sobre todo, evitar que organizaciones campesinas, indígenas, de
derecho a la alimentación y otras puedan opinar y actuar sobre estos procesos.
Por Silvia Ribeiro, investigadora del Grupo ETC.
Se está gestando un ataque en
varios frentes por parte de las mayores trasnacionales de los agronegocios
–junto con las de informática y otras– para apropiarse de la decisión global
sobre políticas agrícolas y alimentarias. El intento es reconfigurar el sistema
de gobierno internacional –actualmente basado en agencias públicas y de
Naciones Unidas, como la FAO– y de investigación agrícola para crear
instituciones globales manejadas por y dependientes de las transnacionales,
pero desde donde se pretende instaurar políticas públicas para todos los
países. O sea, políticas que nos afectan a todos y todas, que definen la
calidad, cantidad y condiciones de acceso a los alimentos, en desmedro de las
redes campesinas, que son las que producen la mayoría del alimento que consume
70 por ciento de la población mundial, y de la posibilidad de definir nuestra
propia alimentación.
Se trata de tres iniciativas
internacionales que vinculan los temas de gobierno, nuevas tecnologías e
investigación agrícola: una Cumbre Mundial de Sistemas Alimentarios, a
realizarse en 2021, una propuesta para establecer un concejo digital
internacional de agricultura y alimentación y una propuesta de unificación de
los centros de investigación agrícola pública internacionales (sistema Cgiar)
bajo una sola mesa directiva global, en función de intereses corporativos. Son
iniciativas digitadas por trasnacionales y filantrocapitalistas, como la Fundación Bill y
Melinda Gates. El nuevo informe The next agribussiness takeover,
del Grupo ETC, analiza estas propuestas y su contexto.
Paradójicamente, se presentan como
iniciativas públicas, por el involucramiento de actores de Naciones Unidas o
gobiernos, pero lo que subyace son estrategias para sabotear el
multilateralismo, evitar la supervisión pública y, sobre todo, evitar que
organizaciones campesinas, indígenas, de derecho a la alimentación y otras
puedan opinar y actuar sobre estos procesos.
Por ejemplo, la Cumbre Mundial de
Sistemas Alimentarios fue anunciada en 2019 por Antonio Guterres, secretario
general de Naciones Unidas, desde su sede en Nueva York, afirmando
paralelamente que se realizará en colaboración con el Foro Económico Mundial
(Foro de Davos), donde se reúnen las trasnacionales y los más ricos del mundo.
La FAO y otras agencias multilaterales de la ONU no fueron consultadas, sino
posteriormente.
Se podría creer que una cumbre
convocada por el secretario general es una cumbre de Naciones Unidas. Pero esto
no es así, como tampoco lo son las cumbres del Clima o de los Océanos,
realizadas antes en Nueva York. Son anunciadas desde un cargo público y usando
las instalaciones de Naciones Unidas, pero con actores privados. Quién participa
y cómo, depende de las posibilidades económicas que se tenga para llegar allí,
o que alguno de los financiadores, filantrocapitalistas o empresas, solvente el
gasto. La dinámica, decisiones y declaraciones son decididas por esos
organizadores.
En las agencias de la ONU, como la
FAO en el caso de agricultura y alimentación, todos los países miembros deben
participar, cada uno con un voto, y para ello se debe garantizar desde la ONU
la participación de los países pobres. Dentro de esos organismos hay mecanismos
para que los grupos afectados participen en las negociaciones. En el caso del
Comité Mundial por la
Seguridad Alimentaria , que reúne a todas las agencias de
Naciones Unidas relacionadas con el tema, se formó un Mecanismo de la Sociedad Civil , que
se autoorganiza para discutir los temas en negociación y garantizar se expresen
las posiciones, especialmente de las organizaciones campesinas e indígenas.
Sería ingenuo creer que esto
alcanza para que haya participación igualitaria de los países y las empresas
siempre han intervenido, cabildeado y presionado dentro de Naciones Unidas de
todas formas. No obstante, la propuesta ahora viene directamente desde los
centros de poder de las trasnacionales, en este caso a través de la Iniciativa
de Sistemas Alimentarios del Foro de Davos, y es parte de una estrategia global
para garantizar que sean las propias empresas las que definan las políticas
públicas.
La intención es asegurar las
mejores condiciones en todo el mundo para desplegar la agricultura 4.0, es decir,
agricultura industrial dependiente de alta tecnología, desde cultivos
transgénicos y semillas corporativas hasta sistemas digitalizados en producción
y comercio, todo controlado por las trasnacionales de agronegocios y las
plataformas digitales con las que están aliadas (Ver La insostenible agricultura 4.0).
Como una forma de afianzar esto,
Guterres nombró enviada especial para la Cumbre de Sistemas Alimentarios a
Agnes Kalibata, presidenta de AGRA (Alianza para la Revolución Verde
en África), iniciativa para devastar ese continente con agricultura industrial
y transgénica, promovida por la Fundación Gates.
El Comité Internacional de
Planificación para la
Soberanía Alimentaria , que reúne a miles de organizaciones
campesinas y de la sociedad civil que han interpelado a las cumbres de la
Alimentación desde 1996, lanzó una carta pública de protesta –aún abierta a firmas– exigiendo al
secretario general de la ONU que separe a Kalibata del cargo y cuestionando la
forma de organización de esta nueva cumbre.
Fuente: https://www.anred.org/2020/02/15/nuevo-asalto-corporativo-a-la-alimentacion/
No hay comentarios:
Publicar un comentario