domingo, 2 de febrero de 2020
"Opinamos algunos- sí al menos una apresurada construcción de 'resiliencia' social, que debería ser el nuevo objetivo político y social prioritario a todos los niveles: local, nacional e internacional"
Entrevista a Casal Lodeiro:
la izquierda ante el colapso de
la civilización industrial
3 de febrero de 2017
Al calor de la edición en castellano de La
izquierda ante el colapso de la civilización industrial (Ediciones
Demián
Morassi
Para
Casal Lodeiro la crisis vino para quedarse. Su base energética pone en jaque
nuestro modelo civilizatorio y fuerza a las izquierdas a reconsiderar
estrategias, programas y acciones.
Este
activista, nacido en 1970 en Barakaldo, País Vasco, pero asentado en Galicia,
lleva desde los años 90 promoviendo acciones culturales, sociales y políticas
destinadas a la difusión del choque de la civilización industrial contra los
límites biofísicos del planeta, y de las vías de respuesta social que
necesitamos dar ante los cambios históricos a los que este choque nos enfrenta.
Al
calor de la edición en castellano de La izquierda ante el colapso de la
civilización industrial (Ediciones
Para arrancar, ¿por qué considerás en el
subtítulo del libro que es un “debate urgente”? Hasta que colapse esta
civilización con doscientos cincuenta años de construcción, podríamos tomar el
tema con más calma.
Manuel: Es
urgente porque todo apunta a que disponemos de poco tiempo para no ya enderezar
el rumbo (opción de la llamada “sostenibilidad”), para lo cual ya es tarde,
sino para organizar el abandono del Titanic en los botes salvavidas, por usar
la conocida alegoría que tan bien explica el científico y divulgador Carlos de
Castro [1]. Es decir, la situación de deterioro ecosocial combinada con el
comienzo del declive de los combustibles fósiles que han alimentado el auge de
esta civilización, es tal que se debería declarar un “estado de emergencia”
mundial, como reclama, entre otros, el divulgador del Cambio Climático Ferran
Puig Vilar [2]. Y el problema se agrava porque incluso antes de poner en marcha
esa política de emergencia, debemos abordar en la izquierda (pero no sólo) el
debate de por qué es necesaria y urgente y cómo llevarla a cabo, comunicarla a
la sociedad, etc. Es decir, son dos pasos que deben seguir una secuencia:
primero la izquierda debe comprender la gravedad del panorama y la perentoria
necesidad de actuar sin más dilación, y después se deben trazar los planes de
acción para lograr, si no ya la salvación de este modelo civilizatorio -que
debemos ya descartar, opinamos algunos- sí al menos una apresurada construcción
de “resiliencia” social, que debería ser el nuevo objetivo político y social
prioritario a todos los niveles: local, nacional e internacional. Es lo que
reclama por ejemplo Dennis Meadows, uno de los autores de aquel “Limits to
Growth” (Límites del crecimiento) de 1972. Si le hubieran hecho caso entonces,
hubiera sido posible “sostener” un tipo de civilización industrial dentro de
los límites biofísicos. Pero perdimos nada menos que cuatro décadas y ahora ya
es tarde y tan sólo cabe prepararse para el impacto. El manifiesto “Última llamada” [3]
dice que nos quedan apenas 3 años para lograr que se produzca ese debate: luego
sería ya tarde.
¿Qué ejemplos en la historia reciente
podrían ayudar para pensar el colapso?
Manuel: No hay ningún ejemplo en la
historia realmente adecuado, porque nunca ninguna civilización había alcanzado
la escala que tiene la nuestra, ni a nivel energético, ni de consumo de
materiales ni de desbordamiento de los sumideros planetarios (los gases de
efecto invernadero, pero no sólo). Por no mencionar que jamás hubo tantos seres
humanos sobre el planeta, lo cual ha sido consecuencia de esta Era de la
Aceleración, alimentada por el petróleo y los otros combustibles no renovables.
Eso no quiere decir que no podamos encontrar experiencias históricas que nos
ayuden, incluso remontándonos al colapso del Imperio Romano (tanto el de
Occidente como Bizancio, con sus interesantes diferencias). Pero si me
preguntas por lo más reciente o cercano a nosotros yo miraría quizás a la caída
de la URSS y todo el bloque soviético, especialmente cómo afectó esto a países
como Cuba y Corea del Norte que dependían del petróleo ruso y que se quedaron
sin él prácticamente de la noche a la mañana. ¿Cómo reaccionaron estas sociedades
y cómo les afectó? Es muy revelador comparar ambas experiencias, y cómo Cuba
“sobrevivió a su Peak Oil” anticipado, como dice un conocido documental, pese a
la dureza y el sacrificio que supuso, y cómo en el régimen norcoreano la misma
carencia dio lugar a una auténtica tragedia. Pero no quiero decir con esto que
la experiencia cubana sea modélica, ¡ojo! Como dice Emilio Santiago Muíño, buen
conocedor de esta experiencia, el Periodo Especial cubano casi es más
interesante por sus sombras que por sus luces. Pero, sin duda, es algo que toda
sociedad industrializada debería conocer, porque nos va a llegar a nosotros una
escasez muy parecida y tenemos que pensar si seremos capaces de las
transformaciones necesarias que ellos hicieron (y otras más, que no llegaron a
hacer o hicieron muy parcialmente).
De
todos modos, también hay otro factor que nos hace mirar este ejemplo
relativizando su extrapolabilidad: cuando “colapsó” Cuba, la mayor parte del
mundo aún seguía creciendo y disfrutando de toda la energía que quería. Ahora,
por contra, no será el caso: iremos colapsando un país tras otro, y la lucha
será encarnizada por las últimas migajas fósiles… A no ser que renunciemos
anticipadamente a esa pelea de buitres por los restos de la civilización fosilista
y busquemos otra vía, claro. Eso es en parte lo que le reclama mi libro a la
izquierda española, y, por extensión, a la de otros países.
Ya que te acercás a Latinoamérica ¿En qué
medida las experiencias del EZLN o el desarrollo de conceptos como Bien vivir
creés que contribuyen al debate en torno al post petróleo?
Manuel: Son fundamentales, en mi
opinión. Algo que le recomendamos muchos a la izquierda europea es que deje a
un lado su habitual eurocentrismo y mire a otros lugares del mundo donde hay
experiencias de especial utilidad e interés para la misión que tiene ante sí.
Por ejemplo el Buen Vivir (que en realidad no está alejado de tradiciones
culturales que también existían en
¿A qué denominás “La izquierda”? Y ¿Qué
opinión te merece en América Latina las experiencias del chavismo en Venezuela
y Evo Morales en Bolivia y sus proyectos de desarrollo en equidad pero en torno
a los hidrocarburos?
Manuel: Sí, la cuestión de qué es
exactamente la izquierda surge lógicamente ya a partir del título del libro. No
he pretendido arrogarme el derecho a excluir de dicha denominación a nadie,
pero me he centrado sobre todo en aquella izquierda trasformadora,
especialmente en los partidos de filiación comunista y socialista, aunque
dejando un poco de lado a esa socialdemocracia tan integrada en el sistema
capitalista actual que algunos denominan “socioliberal” o, más suavemente, de
centro-izquierda, y que en España representaría el PSOE. También he prestado
atención al ámbito libertario, el cual incluyo en la izquierda o, mejor dicho,
en “las izquierdas”, término que en ocasiones utilizo en el libro para no
perder de vista la pluralidad de dicho ámbito político. Tampoco he excluido a
algunas formaciones sin representación parlamentaria que destacan especialmente
por su avanzada comprensión de la situación de colapso, aunque lógicamente el
libro se enfoca principalmente a aquellas formaciones políticas más conocidas y
con representación, especialmente en España. En cuanto a las izquierdas
gobernantes en Sudamérica he incluido algunas menciones, sobre todo a la hora
de criticar su falta de coherencia o de perspectiva del colapso civilizatorio,
aunque al mismo tiempo señalo valores fundamentales que pueden aportar a nivel
teórico o práctico a las izquierdas europeas, por ejemplo, cuando defiendo que
se sustituyan viejas banderas eurocéntricas por conceptos venidos de “abajo”
(tanto en el sentido geográfico como social) como el Buen Vivir.
España llegó a su pico de consumo energético
en 2007 y cayó desde ahí aproximadamente un 10 %, a valores semejantes al
de 2001 pero con una población 10 % mayor a ese último año de la Peseta.
¿Cuál es tu lectura?
Manuel: Se pueden hacer varias
lecturas. La primera nos llevaría al concepto del Cénit de la Energía per
Cápita, que a nivel mundial ha estudiado Richard Duncan, el autor de
En España Podemos logró unir al electorado
de izquierdas y en parte romper el bipartidismo PSOE-PP ¿Crees que con
propuestas de decrecimiento u objetivos de resiliencia hubiese contribuido a
diferenciarse aún más o bien hubiese espantado electores? ¿Hay ejemplos de
partidos que se acerquen a las propuestas de tu libro sea en Galicia o en otra
parte de Europa?
Manuel: Bueno, en primer lugar hay que
matizar que Podemos no ha logrado unir a ’todo’ el electorado de izquierdas.
Hubo muchos votos a otras opciones y mucha gente de izquierda que simplemente
no ha votado. Aclarado esto, podemos especular sobre si con propuestas
decrecentistas/resilientistas hubiese logrado más o menos electores. En mi
opinión, en el tipo de pseudodemocracias totalmente mediáticas que tenemos, es
mucho más importante, por desgracia la forma que el fondo de las propuestas.
Por tanto, jugando a ese juego y con una forma adecuada de comunicar, como bien
dice la reconocida ecologista social española Yayo Herrero, la gente no es
tonta y hubiera entendido y aceptado potencialmente ese mensaje.
Pero, claro, esto hubiese requerido en primer lugar
que los líderes de Podemos compartiesen de verdad el diagnóstico que nosotros
hacemos, y en segundo lugar que hubiesen aceptado el papel de explicarlo a la
población con palabras al tiempo sinceras, claras, rigurosas y motivadoras; es
decir, cumplir el papel de pedagogos sociales que tradicionalmente han cumplido
las izquierdas y que ahora parece darles tanto miedo, y sólo se atreven a jugar
con el material conceptual de la derecha.
Creo de verdad que es algo que se puede y se debe
hacer, y un reciente estudio de investigadores de
Y si lo hace es, en buena medida, porque la
izquierda se lo permite, porque no está ocupando el campo de la radicalidad
contra un sistema que hace aguas y que causa sufrimiento a cada vez más capas
sociales y más países. Y ese vacío lo aprovecha el populismo autoritario de
derechas. En cuanto a los ejemplos que me preguntas de partidos que se acerquen
a esas propuestas, alguno apunto ya en el libro, y más recientemente algo nuevo
hemos podido ver en el Movimento 5 Stelle italiano, pero aún está por ver su
coherencia y que esos cambios de postura sean significativos e irreversibles.
En el Estado español me parecen de especial interés los pasos dados por las
izquierdas nacionalistas vasca y catalana, y por algún líder de Izquierda Unida
como Alberto Garzón.
España perdió un millón de extranjeros desde
2009 ¿Ya sabían que España no se estaba preparando bien?
Manuel: No sé dar una respuesta
precisa a esta pregunta, tan sólo puedo especular en base a lo que intuyo o
percibo lateralmente, o hacerlo en base a mi experiencia vital como emigrante
hijo de emigrantes. Quizás se haya analizado esto desde la sociología, pero lo
desconozco. Habría que preguntarles a esas personas que han vuelto a sus
países, o quizás emigrado a otros, saltando de témpano en témpano a medida que
se van derritiendo los más delgados —si me permites el símil de los osos
polares—, es decir, los países más débiles o más dependientes de la energía
fósil (existen gráficas que revelan que la crisis golpea primero y más
duramente allí donde se depende más de la importación de energía). La relación
de los movimientos migratorios con el progreso de esta crisis terminal en los
diversos países y regiones es algo sin duda en lo que convendría investigar más
y que también debería preocupar, y mucho, a
¿Coincidís con el término Antropoceno para
retratar este momento histórico?
Manuel: Creo que los científicos
tienen ya un amplio consenso al respecto de que dicha denominación está más que
justificada, aunque pueda haber divergencias en cuanto al momento exacto en que
comenzó dicha era. Pero sí, básicamente, estoy de acuerdo en que este “Homo
Colossus”, como lo llamaba William Catton, ha dejado ya una huella sobre el
planeta digna de inaugurar una nueva era geológica. No obstante, y aunque
reconozco su utilidad para percibir hasta qué punto estamos modificando el
planeta, creo que tampoco es un término que nos ayude concretamente a percibir
el colapso. Necesitamos reconocer, por un lado, que la misma desmesura en el
empleo de energía fósil y en la saturación de los sumideros planetarios que nos
hace adentrarnos en una nueva era, es la que nos ha llevado rápidamente a una
situación de irreversible colapso. Y, por otro lado, que nuestra huella
perdurará, en forma tanto de Cambio Climático como de contaminación persistente
o de destrucción de ecosistemas y especies, durante cientos o seguramente miles
de años después del colapso de la civilización que lo causó. Y eso si no
acabamos totalmente con la vida en la Tierra, que es una posibilidad que no
debemos perder de vista, y por supuesto tampoco la izquierda.
En tu ensayo Nosotros los detrívoros [4]
partías de la base que nuestra población depende de alimentarse de detritus
fósiles convertidos en alimento por la revolución verde (que propusiste
cambiarle el nombre por revolución negra). ¿Qué actualización podrías hacerle
al ensayo?
Manuel: Sigue siendo plenamente
válido, en mi opinión. En todo caso cabría incorporarle nuevos datos, por
ejemplo en el terreno de las predicciones acerca de cuánta población podrá
mantener el planeta una vez desaparezca ese “detritus” fósil. También en cuanto
a las posibles vías de reducción de la población que se van concretando y así,
por ejemplo, aparecen nuevos datos acerca de las víctimas que se prevén por la
resistencia a los antibióticos que están desarrollando mucho microorganismos
patógenos, de nuevas fuentes de contaminación o de agotamiento de recursos
críticos como el agua dulce o la tierra fértil. Quizás también en la nueva
información que va apareciendo acerca de la progresión acelerada del Cambio
Climático. Yo sigo recopilando información pero no sé si habrá alguna nueva
edición, ahora que está a punto de agotarse
Para la Revista 15/15\15 generaste una
moneda propia (el REVO) para el pago de escritores e ilustradores ¿Podrías
comentar esta y otras experiencias exitosas de dinero alternativo, cuáles son
sus ventajas y dificultades?
Manuel: Bueno, no la “generé” yo,
sino que la generaron las casi trescientas personas que pusieron euros para
respaldarla; en serio, es algo fundamental cómo se emite una moneda, y cuál es
su respaldo, y ahí hay diversas posibilidades que hacen que la moneda sea de un
tipo u otro. Yo en el caso de los “revos” me limité a diseñarla y ponerla en
marcha. Es un tipo de moneda muy sencillo, virtual, pero “low-tech”, y de
utilidad limitada para el circuito de gente que colabora y es amiga de la
revista (anunciantes, librerías…). He colaborado definiendo otras monedas
interesantes, como los “costavales”, que puso en marcha una asociación de
comerciantes local en Galicia (zona de Costa da Morte). También en la propia
revista hablamos de casos muy interesantes como el de la “turuta”, una moneda
catalana local, que nació desde abajo, del tejido social y con óptica
permacultural, y que ha dado ahora el paso de institucionalizarse al haber sido
aceptada por el ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú para el pago de tasas
municipales. Es otro ejemplo más de las cosas que se pueden hacer desde las
visiones y estrategias “duales”, de no jugárnoslo todo a la carta estatal pero
sí aceptar que en ese terreno se pueden hacer muchas cosas útiles para
enfrentarnos al colapso, huyendo de purismos anarquistas, como también reclaman
el australiano Ted Trainer o en su día Murray Bookchin. Hay numerosas
iniciativas de interés en el tema de las monedas sociales y de la economía
alternativa en general. Me parecen especialmente útiles las monedas sociales en
la medida en que pueden convertirse en un colchón para el caso de quiebra del
sistema monetario y financiero oficial, que está totalmente basado en el
crecimiento y en la creación de dinero-deuda, y eso es insostenible, como
venimos explicando, desde el punto de vista de la economía ecológica o de la
simple física. Por eso en la batería de propuestas que siempre presentamos a
los partidos de izquierda para comenzar a actuar para prepararnos para una
civilización poscapitalista y poscrecimiento, incluimos la puesta en marcha de
monedas de este tipo, que como se demuestra en el caso de la turuta no hace
falta crearlas desde la administración pública (como intentan en el caso de
Barcelona) y que incluso eso puede dar pie a problemas legales y/o políticos
innecesarios, sino que se puede crear desde la iniciativa social (pública,
privada o comunitaria) y después llegar a acuerdos con el Estado. En ese
sentido, también es un avance la ley francesa que recientemente ha regulado la
convivencia del euro con las monedas sociales de aquel país, aunque tampoco
puedo asegurar que sea ideal, pues no la conozco en detalle. Pero demuestra que
se puede hacer y que se puede facilitar que surja la nueva economía antes de
que se acabe de desmoronar la actual, con políticas concretas y fácilmente
“vendibles” al electorado.
Le has hecho llegar el libro “La izquierda…”
a referentes políticos de la izquierda gallega ¿Te han dado algún tipo de
devolución?
Manuel: Sí, y no sólo a la
izquierda gallega. Me consta que ha llegado a algunas personas clave también de
ámbito español. Seguramente a muchos menos de los que deberían leerlo, o al
menos ¡eso dicen los militantes de base! Pero de momento no hay mucho feedback,
por desgracia. Sí que hemos tenido ya dos presentaciones del libro en formato
debate, aunque sin apenas repercusión mediática ni política: la primera fue en
Madrid con Cristina Narbona, quien fuera ministra de medioambiente en el gobierno
de Rodríguez Zapatero (PSOE, 2004-2008) y con Juan López Uralde, coportavoz de
Equo, formación ecologista integrada con Podemos, y parlamentario.
Posteriormente en Galicia se prestaron al debate Antón Sánchez (el único
parlamentario gallego declaradamente decrecentista), quien forma parte de En
Marea, principal fuerza de la oposición en Galicia, muy igualada con el PSOE; y
con Carme Adán, ex-parlamentaria del Bloque Nacionalista Gallego. Son primeros
pasos, y espero que no los últimos, y que se provoquen más debates y de mayor
calado y pluralidad. De hecho, estamos intentando que se cree una Comisión en
el parlamento gallego para analizar los límites al crecimiento, con
participación de todos los partidos, incluida la derecha, al estilo del que
existe en el Reino Unido. Para ello,
Por último ¿Hay posibilidades de pedir por
internet La izquierda ante el colapso de la sociedad industrial y que lo envían
fuera del territorio español?
Manuel: Sí,
por supuesto. El editor, Alfonso Serrano de
Notas
[1]
La métafora de Carlos de Castro que relaciona el Titanic con la civilización industrial
se puede leer en Transiciones versus colapso: ¡Realimentaciones!, Revista
15/15\15. ( https://www.15-15-15.org/webzine/2015/05/11/transicion-versus-colapso-realimentaciones/ )
[2]
Textos de Ferran Puig Vilar se pueden leer en su blog Usted
no se lo cree ( https://ustednoselocree.com/
)
[3]
El manifiesto Última llamada está firmado por científicos, activistas,
políticos, divulgadores de
[4]
Una versión resumida del ensayo Nosotros los detrívoros
se puede leer en revista Rebelión. http://detritivoros.com/
http://www.laizquierdadiario.com/Entrevista-al-espanol-Casal-Lodeiro-la-izquierda-ante-el-colapso-de-la-civilizacion-industrial
Fuente:
https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2020/02/02/entrevista-a-casal-lodeiro-la-izquierda-ante-el-colapso-de-la-civilizacion-industrial/
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