Subrayemos "que la Agricultura 4.0 viene a acelerar el proceso de un campo sin gente, algo que comenzó en en este país hace tiempo. Brasil y Argentina son los países de punta en el cultivo extensivo de soja, y han ido desplazando a la agricultura convencional y a la campesina. Las comunidades avizoran que se va a acelerar la desaparición de empleos y tareas en el campo".
En noviembre de 2019 nos reunimos en
México los y las integrantes de la Red de Evaluación Social de Tecnologías en
América Latina, Red TECLA, a celebrar nuestra tercera asamblea y compartir
en público reflexiones críticas sobre las tendencias tecnológicas, en el
seminario internacional Navegar la tormenta digital. 5G, blockchain y otras
perturbaciones. Los textos de esta sección se presentaron en dicha reunión, y
ahora los compartimos como parte de nuestra discusión continua, pues varias y
varios integrantes de la Red
TECLA son a la vez integrantes de la Alianza Biodiversidad.
Agricultura 4.0, insostenible
Por
Verónica Villa (Grupo ETC)
A fin de 2019, el Grupo ETC-México
presentó La
insostenible Agricultura 4.0 —digitalización y poder
corporativo en la cadena alimentaria. Hablamos con decenas de estudiantes
de agronomía, profesores, sembradores y representantes de organizaciones
afectadas por la industrialización agrícola en Jalisco, entidad que se promueve
internacionalmente como “el gigante agroalimentario de México”. La insostenible Agricultura 4.0
es la versión en castellano de Blocking the Chain, documento
investigado y escrito por Pat Mooney, fundador del Grupo ETC. “Bloquear la
cadena (industrial de producción de alimentos)” sería su traducción más directa
pero quisimos hacer explícito que se enfoca en lo que hoy llaman “Agricultura 4.0”, la convergencia de
nuevas tecnologías robóticas, ciber-financieras o genómicas susceptibles de
usarse para la producción agrícola industrial. Quieren hacernos creer en una
agricultura de generación 4, ultra automatizada y súper sustentable. Son tres sus componentes: 1. Hardware o maquinaria. Para la siembra, cuidados y cosecha de
cultivos, de tractores a drones, polvo inteligente, sensores incorporados a
robots en campo. Para el océano, cercas eléctricas y jaulas movibles para criar
y capturar especies, entre otros ejemplos. Todo conectado a satélites y bases
de datos sobre clima, condiciones de los suelos, historia de los cultivos y su
propiedad intelectual. 2. Software o interfaz entre datos
masivos y biociencias. Técnicas
de edición genética, series o “patrones” numéricos [algoritmos] que permiten
aprovechar la información digital de secuencias genómicas y encontrar
tendencias comercialmente atractivas (un compuesto botánico de alto costo en el
mercado o las características genéticas deseables para insertar en cultivos
comerciales), manipulaciones genéticas en ganado y peces para potenciar su
rendimiento. 3. Tecnologías financieras. Que facilitan la ejecución de los contratos
de compra y venta, la especulación con futuros, la transferencia de valores, la
vigilancia y sujeción de quien trabaje a las condiciones de los contratos
electrónicos. Los componentes de la Agricultura 4.0 son
muy nuevos. Que tengamos muy poca información sobre ello ya representa un
enorme problema, pero algo tal vez de mayor alarma es que no se han creado
regulaciones que puedan evitar el abuso de las máquinas (muchas diseñadas en su
origen como armas de guerra), el robo de recursos genéticos, la liberación de
organismos que pueden extinguir especies completas o la especulación con las
cosechas y el trabajo de agricultores, pescadores, u operadores de las
empresas. La “legalidad electrónica” se auto-ejecuta en el universo cibernético
de los negocios. Éste sería el escenario de ensueño de la Agricultura 4.0. Si para que funcione esta insostenible agricultura
tiene que exacerbar la extracción de recursos (en aras de conectividad
absoluta) y anular la iniciativa humana (sometiendo todo a las decisiones
algorítmicas más convenientes para el mercado mundial), entonces su modelo
ideal acarrea consecuencias terribles para las comunidades y redes que ya
alimentan al mundo; su modelo imperfecto puede ser aún más escabroso y
destructor. Los mayores comerciantes y procesadores de
materias primas creen que pueden reducir los costos de transacción entre 20% y
40% utilizando cadenas de bloques (blockchains), para librarse de las
burocracias domésticas y los servicios de contadores, abogados y otros
operadores, pero como los registros en estas plataformas de datos masivos son
anónimos, cárteles de la droga, traficantes de personas y distribuidores de
armas por igual pueden usarlos para cortar sus costos administrativos. En los diálogos con organizaciones
escuchamos reiteradas críticas a la propuesta de la Agricultura 4.0. Aquí una
muestra. Los campesinos no podrán tener opinión,
participación o control sobre una tecnología diseñada por aplicaciones
programadas según las tendencias interesantes para los agronegocios y no para
las redes campesinas o los agricultores más pequeños. Una agricultura robotizada nunca podrá
entablar diálogo o resolver las diferencias entre empresas y comunidades. Los
drones servirán para espiar y obtener información que tal vez las comunidades
no quieran dar sobre su biota, sus formas de relacionarse con la naturaleza y
sus planes para enfrentar los retos a la supervivencia. El hecho de colocar por encima de las
comunidades de carne y hueso el quehacer de los robots disloca totalmente la
voz de los pueblos sobre su relación con la naturaleza. Así se
obvian los consensos duramente trabajados en asambleas sobre qué hacer con tal
o cual parte del territorio, de lo que hay en él, o cómo intercambiar los
productos de sus trabajos. Si agricultores asumen elementos de la
Agricultura 4.0, como las máquinas muy sofisticadas, ¿podrán adaptarlas a sus
necesidades, o las máquinas tienen su “propia agenda” (la de las empresas que
las diseñaron)? Ya existe en Estados Unidos un movimiento
de agricultores contra los tractores automatizados, “por el derecho a reparar”,
pues quieren poder modificar el equipo que adquieren a costos muy altos. En un
caso extremo de la anulación de la autonomía laboral, intelectual, creativa de
los agricultores no se permite acceder al hardware o el software de las
máquinas, ni logran comunicarse con el agente de ventas de la compañía que
puede estar en cualquier lugar del mundo, lejos de las parcelas. Pero el
movimiento ya comenzó a intervenir digitalmentesus propios tractores y a
organizar foros de software libre para enfrentar el problema. ¿Cómo puede traer beneficios la generalización
de una Agricultura 4.0 controlada por las mismas empresas que se han fusionado
en oligopolios, y de las que todo mundo tenemos quejas? Bayer-Monsanto,
Syngenta, BASF, Shell, John Deere y Nestlé, por mencionar sólo algunas. ¿Cómo confiar en quienes impulsan la
Agricultura 4.0? A muchas organizaciones no les interesa siquiera conocer qué
propone, pues prevalece el resentimiento hacia las empresas abusivas de
siempre, que aunque dicen promover una agricultura eficaz y limpia siguen
envenenando el agua, destruyendo los suelos, fumigando a los pueblos y
contaminando los cultivos nativos, además de cabildear para poner a su modo las
leyes nacionales. Agricultores en San Louis Missouri, (hogar
de Monsanto) se preguntan cómo es posible que de pronto haya un sistema que
lucre con todos los datos que sus territorios, cultivos y saberes producen,
pasando por alto que esa información y esas formas de relacionarse con la
naturaleza son trabajo colectivo a lo largo de miles de años de habitar sus
territorios. Para la gente que trabaja el campo es difícil creer que una
corporación que vende herbicidas esté dispuesta a vender cada vez menos
cantidad de su producto bajo el supuesto de que las maquinarias de la
Agricultura 4.0 sabrán exactamente cuánto aplicar y no habrá desperdicios. La supuesta eficiencia y sustentabilidad
de la Agricultura 4.0 queda en entredicho desde el momento en que es
inconmensurable la materia prima que necesita sacarse de la tierra para
construir laboratorios, computadoras y robots; los kilómetros de cables y
enormes enfriadoras de las centrales donde se alojan los descomunales
procesadores de “datos masivos” [big data], junto con los satélites
lanzados a la órbita terrestre. No existe modo de compensar el insumo
energético y de recursos de la Agricultura 4.0 y otros desarrollos tecnológicos
que presumen sustentabilidad, eficacia e “invisibilidad”. La Agricultura 4.0 necesita una base de
agricultura industrial de generación previa, y consolidar estructuras y
prácticas que le permitan dar el salto. ¿Qué tan realista o deseable es eso en
Mesoamérica, África, el Caribe, o la extensa zona campesina de Asia? ¿Cómo y
por qué va a instalarse la Agricultura 4.0 con su requerimiento de total
conectividad cuando existen en incontables áreas del mundo problemas relativos
a la propiedad de la tierra, corrupción de las autoridades, falta de servicios
e infraestructura básicos, prácticas no formales de producción y circulación de
los bienes?
¿Y si presenta
fallas el satélite que gobierna la convergencia entre máquinas, datos y
valores? ¿Cuánto se estará mermando el milenario saber agrícola en aras de
capacitar a las nuevas generaciones en el manejo de autómatas que desempeñen
las labores del campo? La Agricultura 4.0 promueve la extinción de los
agricultores. La erosión de los saberes sobre la naturaleza ocurre velozmente:
en esta época, el desarrollo técnico equivale directamente a la producción de
ignorancia.
“En lugares como Mesoamérica, y en los
infinitos centros campesinos del planeta” —dijo Ana de Ita del Centro de
Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano—, “la Agricultura 4.0 se va a
enfrentar a la terquedad y resistencia de campesinos e indígenas por cultivar
su tierra en laderas, en nichos ecológicos tan pequeños que no aceptan fórmulas
de fertilizantes y plaguicidas estándar, con infinita diversidad en sus
sistemas productivos, y mano de obra familiar que no labora por un pago sino
por la supervivencia comunitaria, y que se negará a ser remplazada por robots”. Todos los problemas relativos a las
tecnologías más avanzadas de comunicación e información (espionaje,
manipulación de tendencias, control del disenso, pérdida de autonomía e
iniciativa, vulnerabilidad por extrema dependencia de entes centralizados sea
un satélite, una central eléctrica o un módem casero; consumo insaciable de
energía), todos estos problemas se trasladan al ámbito rural y en especial al
sostenimiento de los sistemas alimentarios. Cuando presentamos La insostenible
Agricultura 4.0 en Jalisco, el investigador
Humberto González dijo: “los avances tecnológicos no se detienen, todos los
días hay noticias espectaculares al respecto, pero el hambre sigue, la miseria
sigue, y los informáticos y los biotecnólogos se sienten dioses. La resistencia
a la Agricultura 4.0 vendrá de los lugares que hacen el tejido minucioso de los
saberes y acciones locales que son incontrolables por el robot, aquello que
responde con inteligencia creativa ante cada problema”. La sustentabilidad de las nuevas
tecnologías es muy cuestionable, tanto si nos fijamos en su modelo ideal como
si lo traducimos a las duras circunstancias reales en nuestros espacios
latinoamericanos.
La Agricultura 4.0 en Argentina y la
aceleración de un campo sin gente
Por César Marchesino Una importante preocupación entre
comunidades campesinas en Argentina y algunos ingenieros agrónomos que trabajan
con ellas, es que la Agricultura 4.0 viene a acelerar el proceso de un campo
sin gente, algo que comenzó en en este país hace tiempo. Brasil y Argentina son
los países de punta en el cultivo extensivo de soja, y han ido desplazando a la
agricultura convencional y a la campesina. Las comunidades avizoran que se va a
acelerar la desaparición de empleos y tareas en el campo.
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