Chile. Por abajo: Las Asambleas Populares como síntoma del poder popular comunitario
Por Escuela Popular Permanente Concepción,Resumen Latinoamericano, 9 febrero 2020
La lucha de clases está siempre activa, subterránea, invisible a
simple vista, latente, aunque no se sienta en la vida pública, aunque se
certifique su desaparición en los periodos de “paz social”, de “normalidad
democrática”. La lucha de clases siempre reaparece de una forma u otra, bajo
ropajes meramente economicistas, de exclusiva lucha salarial, pero resurge
públicamente conforme se agudizan las contradicciones del sistema capitalista.
Durante esta tendencia al alza asistimos a un creciente malestar popular, a
incipientes luchas aisladas, espontaneas, apenas coordinadas, locales, luchas
por objetivos inmediatos, defensivos, sin contenido político alguno. Las
organizaciones revolucionarias deben estudiar atentamente estas señales para
prever su evolución e influir en su interior. Neuberg cita los tres consejos de
Lenin para valorar correctamente la marcha de las luchas: la creciente
debilidad de la clase dominante para mantener su dominación; el empeoramiento
de las condiciones de vida y trabajo del pueblo, el aumento de sus
sufrimientos; y el aumento sensible de las luchas de las masas. (Iñali Gil de San Vicente).
Preámbulo necesario
A
continuación, presentamos a ustedes algunas ideas para disparar trazos de lo
que pudiese ser una política en aras de ir comprendiendo el salto emancipatorio
que el pueblo ha dado a partir del levantamiento popular iniciado el 18 de
octubre. Este texto emerge de lo discutido en la plenaria de la provincia, en
la que se busca dar respuesta al trabajo y el despliegue en la coyuntura
actual, considerándose elementos estratégicos que dicen relación con el poder
popular comunitario.
la
lucha por la asociatividad que fue destruida desde la dictadura
Si hay algo que siempre le ha incomodado
al entramado institucional es siquiera pensar en la posibilidad de que pudiese
estar fraguándose en algún escondrijo de alguna ciudad o pueblo, un ente
distinto, asimétrico, que quiebre la normalidad acostumbrada, que subvierta la
palabra oficial y que haga que hombres y mujeres se junten y comuniquen por
canales que escapen a su control y dominio.
O no se habla de eso o les incomoda.
Esto no solo le sucede a la burguesía, sino que también a las capas medias, a
los sectores ilustrados (politólogos, sociólogos, a esa izquierda boutique,
etc.). Lo comentan, eso sí, pero lo miran desde la comodidad de la vidriera y
el comedor (como diría Silvio). Por ejemplo, para la izquierda boutique es de
moda escribir y mostrarse cerca de “La primera línea”, pero claro, para
aparecer en una selfie y quitarle el carácter de pueblo definiéndolos como los
“Robin Hood” que hacen el “trabajo sucio” para que ellxs puedan “hablar de
política”, al son del cuchareo y el carraspeo de la “lacri” que les llega de
lejos.
Para una organización revolucionaria,
como estamos intentando serlo, es de suma importancia, comprender a cabalidad
(o lo que más podamos) los movimientos profundos que desencadenan una rebelión
que está en curso, que se abre el 18/O, que tiene sus momentos de algidez que
pueden durar días o semanas (como efectivamente sucedió en Octubre y buena
parte de Noviembre), y que aún nadie podría decir con meridiana certeza que se
estaría cerrando. Lo único cierto es que se abrió la posibilidad de que el
Estado neoliberal- burgués- policial- patriarcal, además de quedar develado en
todas sus formas, puede caer, y por otro, que el pueblo haya dado un paso
inmenso en su constitución y ha corrido de forma real el cerco del orden
burgués que llevaba 47 años.
Entonces,
también es menester, situarnos en tres niveles de análisis que dejaremos para
más adelante, pero que mencionaremos por ahora: i) Comprender a cabalidad y
ubicar a ese pueblo heroico de “la primera línea”[i][ii] en
su justa dimensión, ergo uso de la violencia política de masas, ii)
determinar la composición en términos de clases, su relación con el
trabajo, composición etaria y el grado de asociatividad de las personas
que asisten a las grandes marchas y concentraciones en las distintas ciudades[iii] y
iii) la relación existente entre el pueblo de la primera línea, las personas
que marchan masivamente y las que asisten y debaten en las asambleas
territoriales y/o populares.
Desde la perspectiva anterior, lo que
ha ocurrido en estos días, con el boicot abierto a la PSU- neoliberal, no son
más que la corroboración de que para el pueblo, y en especial para la juventud
que gatilló el levantamiento popular, nada ha cambiado en términos
estructurales, el modelo no se ha tocado y la responsabilidad la tiene el
arcoíris político que le ha puesto atajos y obstáculos institucionales al
despertar de un pueblo que no le velarán sus ojos a pesar de la intensidad
represiva con que se le ha contestado desde el régimen.
Y ahí radica la piedra de tope y de lo
que nadie habla. Durante más de cuarenta años se ha construido un andamiaje
institucional que se inaugura en las primeras horas de la dictadura cuyo
objetivo fundamental era desarticular y eliminar físico- material, moral e
históricamente la posibilidad siquiera de que los sectores populares de este
país volvieran a constituir gérmenes de poder propios. El objetivo político
estratégico del golpe de Estado era más que el derrocamiento de Allende, sin
duda. Hasta antes del 73, de hecho, ya se sabía de importantes embriones de
Poder de la clase trabajadora, y del inicio de una articulación superior con el
campesinado cuyos escenarios territoriales estaban asentados en las poblaciones
construidas alrededor de industrias y fábricas. Esta nueva institucionalidad
que estaba construyendo el pueblo era la respuesta a la lentitud y/o los
obstáculos que encontraban en la institucionalidad burguesa del mismo Allende y
los partidos de la UP que se interponían al avance hacia la constitución del
Poder Popular. Traer a la actualidad ese proceso del cual ya se ha historizado
y chorreado bastante tinta es importante, no solamente como parte de nuestro
“arsenal teórico” sino que también, es un insumo más para comprender la
dinámica que pudiese incubar el proceso abierto el 18/O.
No obstante, si bien el cliché indica
que los pueblos reemprenden sus luchas ahí donde las dejaron, las revoluciones,
las insurrecciones, nunca son exactamente igual a las anteriores, aunque
guardan en su memoria, ciertas formas que la emparentan, aprendizajes que las
reencausan y peligros que la
incuban. Pero , sobre todo, cuando el gigante popular decide
emprender la marcha, trae oportunidades inmensas y nuevas, potencialidades que
retroalimentan nuevos procesos revolucionarios, que combinan nuevas maneras de
luchar, y también, de organizarse. Y es ahí donde el accionar del instrumento
revolucionario debe aprender a ubicarse y ordenar su política. Es decir, la
ubicación del pueblo en el proceso insurreccional o de levantamiento popular
(como les gusta llamarle a otrxs) es crucial y todo nuestros esfuerzos humanos
y materiales deben ser puestos a disposición de hacer madurar lo más que se
pueda, y sin dilaciones ni atajos institucionales, la lucha por el
derrocamiento violento del Estado Capitalista (entendido esto en toda su
amplitud y no solo como definición de aparataje institucional) y la
constitución (que un levantamiento o proceso insurreccional trae aparejado)
relacionado con los órganos de lucha y de decisión política que nace
inmediatamente, en este caso, desde el levantamiento de Octubre.
Una primera definición sería, entonces,
que las Asambleas Populares y/o territoriales autoconvocadas nacen dando
respuesta, en primer lugar, al vacío que se produce cuando el Estado deja de
ser un ente que dé respuestas a las necesidades por años incubadas y que son
las contradicciones estructurales engendradas del modelo neoliberal. Es una
respuesta “instintiva e histórica” del pueblo cuando ve a un gobierno que no
gobierna, a un congreso escondido y paralizados por el miedo a la furia popular
y la necesidad casi primigenia de las personas de dialogar con sus pares para
resolver el qué hacer. Por mucho tiempo estuvimos preguntándonos cuales eran
los espacios naturales del pueblo y estas Asambleas Autoconvocadas vienen a dar
una primera respuesta a esto. Las Asambleas, son espacios sin una conducción
reconocida que convoque (de ahí su nombre) y responden inconscientemente a la
reconstrucción del tejido social y a la construcción de conciencia de clases
para sí. Se dan en un contexto álgido de la lucha de clases, impensado durante
30 años, y pega un salto cualitativo y cuantitativo en la disposición de lucha
política de amplias masas populares, reconstruyendo lazos políticos, pero
también afectivos entre un pueblo que se había deconstruido como sujeto
colectivo y había puesto cercos a la solidaridad y el compartir espontáneos.
En los hechos cotidianos, el pueblo inició el camino de instalación de un nuevo
sentido común, trastocando el sentido común neoliberal, que queda gravemente
lesionado.
Por otra parte, el menoscabo hacia lo
que el pueblo hace sin el control incluso de la misma izquierda, llámese
institucionalizada (domesticada) o no, es real. Existe en estos centros
políticos nuevos y viejos (ambos tradicionales y vaciados) un desdén hacia lo
que se conversa y resuelve en estas instancias comunitarias de los barrios y
plazas de las ciudades. Para ellxs, las Asambleas solo son espacios en que se
hace catarsis y aún están en el estadio del peticionismo y recuperación de los
derechos sociales. No es político, dicen con menosprecio, y están a años o
décadas de ser órganos de poder popular. Este “diagnóstico prejuiciado” tiene
un componente real, pero no es el resultado de un análisis marxista sino es más
bien una fotografía de un momento que no ve la dinámica del movimiento en curso
y sus potencialidades, es decir, lo descontextualiza del momento histórico, no
ve su componente o sujetx que lo encarna y solo se limita a rememorar un poder
popular que para muchxs es de libros o solo lo recuerdan en sus aspectos
“románticos”.
Ahora bien, no podemos dejar de
machacar que estamos ante el primer embate de nuestro pueblo después de 30- 40
años de derrotas. La desconstitución fue histórica y, recién en el primer
lustro del siglo en curso, se empiezan a ver los primeros indicios de
constitución que fueron alimentados por luchas heroicas sectoriales
(portuarias, mineras, forestales, públicos y estudiantes secundarixs). Lo
anterior, no es majadería, sino que es la corroboración fehaciente de que lo
que inicia el 18/O es el proceso constituyente del pueblo, metafóricamente es
el parto de la/el hija /o, esperadx. Desde esta óptica se podría entender por
qué no debemos minimizar bajo ningún aspecto lo que ha parido el pueblo. Todo
parto trae consigo una nueva criatura, parecida a otras, pero esencialmente
distinta.
El amanecer del octubre chileno fue
único, diverso, violento, masivo, joven y radical. Por tanto, sus formas
organizativas debiesen responder a esas nuevas características. Si bien, los
analistas de la primera hora compararon el levantamiento de octubre con lo
sucesos de la “revuelta de la chaucha”, su distancia es interesante porque a
diferencia de ese episodio, lo vivido hasta ahora tuvo características
nacionales en pocas horas, mantuvo a un país en vilo por semanas (a lo menos 1
mes), no se trató de un- a sujeta única que puso en práctica su hastío al
modelo, sino más bien el- la precariada joven que sale masivamente a la calle a
tocar cacerolas y hacer barricadas, junto al- la estudiante secundarix que
despliega su arsenal de lucha callejera aprendido en combates anteriores, cuya
violencia, desobediencia y cuestionamiento a la propiedad pública y privada fue
rápidamente entendida y avalada por el pueblo movilizado. En esencia y de
acuerdo a las características en cuanto a la sujetx del levantamiento de
octubre, podríamos aventurar la hipótesis de que las personas que impulsan y
dan sustento a las asambleas en curso, son esx precariadx (profesional o no,
trabajadxr esporádicx, etc.) que no puede organizarse en su lugar de trabajo, o
vive de su autoexplotación, pero que es capaz de manifestarse en las grandes
convocatorias, se encapucha con el-la joven popular de la Primera Línea y
encuentra en la Asamblea, un reducto donde puede expresar lo que quiere junto
al- la vecina que vive las penurias de la precarización de la vida estando
organizadxs o no en sindicatos. El rol del y la estudiante popular es
dinamizador de estos espacios y aunque no se presentan como secundarixs o
universitarixs, su bagaje en experiencia organizativa es diferenciable
rápidamente a partir del lenguaje utilizado.
EJES
DE INTERVENCIÓN
1.
Nueva asociatividad
De lo anterior, se desprende también
que estas asambleas apuntan a una nueva asociatividad, distinta de los partidos
políticos y asociaciones de trabajadorxs tradicionales. Hay que comprenderla en
un sentido amplio, como la capacidad que tiene el pueblo de dotarse de una
organización y de un sentido de comunidad que le permite compartir de forma
eficiente su vida. Esto, entra en diálogo, por ejemplo, con el avance de las
formas de organización en clave feminista en que ya no bastaría con pensar en
una organización popular de cara a la producción como eje central, sino que las
asambleas tal y como se nos viene mostrando se presenta como el primer atisbo
de organización que dé repuesta al binomio producción- reproducción de la vida. Ahí debemos situar
la base de su importancia radical y de ahí nuestros esfuerzos por relevar su
impronta. En palabras simples, generar infraestructura popular, que
propicie economías solidarias y nuevas, que además sean sostenibles y sustentables.
Estos dos primeros ejes de intervención de una organización revolucionaria en
el Chile actual, debiesen estar centrados en i)la capacidad de plantear y
desarrollar nuevas formas de reproducción social ya que en las asambleas se
plantea no volver a esa normalidad que nos tenía precarizadxs; y ii)Generar
sesiones auto formativas mixtas para plantear temáticas como el patriarcado y
las nuevas formas de asociatividad y de reproducción de la vida.
2.
Identidad
Construcción cultural en torno a
ciertos patrones específicos que nos hacen identificarnos en otrx como un
igual, como un par, porque comparte: historia, visiones, vivencias, etc. Nos
permite generar lazos y con ello confianzas. En toda actividad de la asamblea,
nuestros esfuerzos deben estar puesto en generar en el vecino-a el
reconocimiento de ser parte de un proceso que solo ellxs pueden desarrollar
para mejorar sus condiciones de vida. Al mismo tiempo que la unión con el- la
de al lado es una fortaleza al cual nos habían desacostumbradxs, por ende, somos
el conjunto de personas que habitamos todos los días un espacio determinado lxs
llamadxs a reconfigurarnos como sujetxs colectivxs. Visibilizar a la vecina,
propiciando espacios seguros de intercambio de ideas es crucial. Escuchar a lxs
ancianos de la pobla le da memoria a lo que se está desarrollando, involucrando
a lxs niñxs en las asambleas es perspectivarlos al futuro, etc.
3. Asamblea y nuevo Estado
Como
apuesta de largo plazo las Asambleas deben tender a convertirse en el órgano
mínimo constitutivo de una nueva institucionalidad del (la) precariada. La idea
de poder popular comunitario debe ser una adquisición que debemos empezar a
dominar para dar perspectiva histórica a lo que venimos emprendiendo como
pueblo en marcha. Propugnar la toma de decisiones en forma democrática y
directa es una prioridad de las asambleas, así como la revocabilidad y rotación
de sus eventuales vocerías. En cuanto a su estructura, no podríamos, a priori,
definir un tipo organizacional debido a que esto recién empieza y por supuesto
lo determinará el vaivén de la lucha en curso. Las Asambleas Territoriales,
deben constituirse piramidalmente, pero a la vez generar trabajo en red[1]. Esto sería una primera idea de articulación,
pero puede que no sea la única y definitiva. De ahí, se puede inferir cierta
importancia que adquieren los llamados a asambleas provinciales y la
coordinación de asambleas a nivel nacional. Estos hitos acarrean peligros
ligados a la cooptación y burocratización con tendencia a lo antidemocrático,
es verdad, pero no por ello debemos desecharlos a priori, sin definirlos antes
como espacios de disputas y acercamientos, de intercambio político y
fortalecimiento de lo que cada asamblea desarrolla en territorios determinados.
Debemos participar y alentar a la participación de las asambleas donde estemos
en estos espacios para ir fogueando y madurando nuestro quehacer que
necesariamente debe tener los pies firmes en el desarrollo de la asamblea en
lugares concretos y reales.
Solo considerar algunos resguardos:
i) los niveles de conciencia de las
personas participantes de las asambleas, en general, son incipientes;
ii) Hay una nueva subjetividad;
iii) estamos en un momento en que la
gente está volviendo a participar y aunque se mire con desprecio a los
políticos, las personas se están convirtiendo en sujetxs políticxs;
iv) hay desarrollo desigual entre
asambleas y no se ha establecido un correlato claro entre las demandas reales y
las soluciones reales que emerjan del esfuerzo colectivo y no del peticionismo
al estado;
v) siempre y cuando la movilización se
intensifique en las próximas semanas, las asambleas podrían oxigenarse y
adquirir un desarrollo ascendente que podría tomar otro tipo de forma.
4.
Alimentar la nueva subjetividad
Algo cambió en las formas de pensar de
millones de personas en Chile. El después de octubre es a lo que hay que
enfocarse. Hay una mayor inclinación a hablar de política, pero sin considerar
tanto lo que diga el- la política de la tele. Se acabaron los programas de farándula y
cada vez que a una persona se le da el espacio para hablar en TV aprovecha de
decir que está de acuerdo con la movilización en curso y plantea alguna demanda
del pueblo ampliamente divulgada, de paso fustigando a lxs políticxs de
siempre. Todo lo que represente al gobierno y a sus órganos represores es
repudiado ferozmente por el pueblo que se ha movilizado, etc.
¿Cuánto durará este nuevo sentido
común? Es incierto. El enemigo trabaja en ello desde la noche del 15 de
noviembre con su “acuerdo de paz” entre lxs políticxs.
¿Cómo se podría “aprovechar” esta nueva
subjetividad? Interviniendo como revolucionarixs. Nuestro rol debe ser de
dinamizador y articulación de todo lo que se encamine a la constitución de
sujetx y poder del pueblo aquí y ahora. Implementando nuevas metodologías para
que la vecina-o sea capaz de hablar, de expresarse en forma artística,
cultural, ensayando y dinamizando formas de comunicaciones seguras, haciendo
talleres sobre las temáticas emergentes, fomentando y explicando formas
embrionarias de intercambio económico, haciendo talleres sobre cooperativas de
consumo, perspectivan do la crisis
económica y formas de ayudas y solidaridad colectiva (comprando juntxs,
ollas comunes, onces/ cenas comunitarias, truques, etc.); formando círculos de
hombres y mujeres a partir de las mismas asambleas para hablar sobre
patriarcado y violencia machista, de la doble explotación hacia la mujer, de
los DDHH, de nuestra relación entre el bienestar humanos y la naturaleza, en
definitiva, comenzar desde ya a sentar las bases de la mujer y hombre nuevos,
de la nueva humanidad. Pero, es fundamental que esto se impulse o nazca de las
asambleas realmente existentes y no sea la imposición o sustituismo desde
afuera. Esto último tarde o temprano se cae y se quedan mirando lxs mismxs
militantes políticxs o sociales de siempre. Tampoco, las asambleas pueden
reducirse a un sector de una orgánica por muy revolucionaria que se presente en
el papel. Esto sería un error político estratégico si se piensa que, de acuerdo
a las características esbozadas anteriormente y su capacidad de respuesta, la
Asamblea es esencialmente multi- sectorial, tal y como debe ser el poder del
pueblo.
La agenda del pueblo
Las movilizaciones se mantienen en
varias ciudades de Chile y en días predeterminados. El movimiento feminista
trascendió las fronteras con su denuncia al estado opresor y luego vinieron lxs
secundarixs otra vez a abrir la educación como conflicto. Esto demuestra que la
agenda del pueblo debe enfatizar fechas distintas al itinerario institucional,
poniendo énfasis en que la constituyente popular está en su curso. Ahí está la
importancia de El Encuentro de las mujeres que luchan, de la lucha contra la
PSU, del inicio del año escolar en marzo, del 8 de marzo, del día del joven
combatiente, etc. Es decir, si oponemos a la coyuntura que quieren imponernos
desde arriba, escenarios de luchas, el pueblo no esperará la constitución nueva
de lxs poderosxs. No olvidemos que todos los sectores políticos con
representación en el parlamento ya cerraron filas detrás del calendario del
gobierno, incluidos organizaciones por fuera de la domesticación institucional.
El bombardeo comunicacional será potente e intenso. No obstante, solo habría
que recordar cuál es el grado de legitimidad que tienen esos conglomerados
políticos y cuál fue la real participación en esa insípida consulta de los
alcaldes. Quizá, y habría que afinarlo mejor, mantener una política ordenada
alrededor de Fuera Piñera, ninguna confianza en el parlamento, cárcel a Piñera.
Chadwick, Blumel, Rozas y cómplices, no más alzas, que la crisis la paguen los
ricos, etc, podría ayudar a ordenar algunas respuestas por abajo y a
articularnos de mejor manera con otras organizaciones hermanas.
Escuela
Popular Permanente
Concepción,
enero de 2020
Notas:
1Se recomienda leer: Retrato de un clan
de la Primera Línea: https://ciperchile.cl/2020/01/06/retrato-de-un-clan-de-la-primera-linea/
2Es pertinente leer una nota de “El
Mostrador” , Encuesta “Zona Cero”: radiografía de los manifestantes de la
Plaza de la Dignidad:https://m.elmostrador.cl/noticias/pais/2020/01/03/encuesta-zona-cero-radiografia-de-los-manifestantes-de-la-plaza-de-la-dignidad/amp/?__twitter_impression=true
… dato relevante es que
mayoritariamente el manifestante no pertenece a un grupo organizado, lo que
ocurre en el 64,2% de los casos. Solo el 35,2% dice estar vinculado a un centro
de estudiantes, juntas de vecinos o partidos políticos.
Asimismo, para casi la mitad de los
encuestados, la participación en las convocatorias de la denominada “Plaza de
la Dignidad” ha sido su primera experiencia constante en protestas, porque un
43,21% de los casos sólo a veces y rara vez habían participado en
manifestaciones en los últimos 10 años y un 8,9% nunca se había manifestado
antes del estallido social.
3 i. Piramidalización: Para generar instancias asociativas que
logren auto representar a sus integrantes cuando son muchxs y de diversos
territorios, es necesario complejizar su estructura, es decir, establecer
nuevas reglas y actores que permitan un diálogo efectivo entre diversos
espacios asamblearios. Para ello se eligen vocerxs, que son representantes de la
asamblea, cuya única facultad es comunicar lo que la asamblea delibera. Este
vocero puede actuar junto con otrxs representantes de otros lugares, generando
una estructura que finalmente (por cuestiones mayoritariamente logísticas) se
tornan piramidales. Debemos garantizar que la cúspide de la pirámide no debe
gozar de ningún privilegio del que no goce la base y generar espacios
democráticos.
ii.
Trabajo en red: posibilidad de articular franjas más
extensas para políticas concretas. Nos va a permitir tener un organismo vivo,
con una vida que sobrepase a una asamblea en particular y que sobrepase incluso
el espacio asambleario mismo. Es una sumatoria de fuerzas. Si se articula el
trabajo de muchas personas que desarrollan la educación popular, por ejemplo, pueden
ser capaces de generar muchos cambios en muy poco tiempo.
Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/02/09/chile-por-abajo-las-asambleas-populares-como-sintoma-del-poder-popular-comunitario/
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