Mundialización del capital en
perspectiva
26 de agosto de 2017
Por Rolando Astarita
El triunfo del Brexit,
la retirada de EEUU del Acuerdo Trans-Pacífico (TPP por sus siglas en inglés) y
la revisión del NAFTA abren el interrogante sobre si no asistimos a un cambio
estructural de la economía mundial, revirtiendo la globalización.
Nuestra respuesta
provisoria es que, si bien ha habido, a partir de la crisis de 2007-2009, una
desaceleración del crecimiento del comercio global y de los flujos
transfronteras de capital, nada lleva a pensar que, en el futuro más o menos
inmediato, retroceda de manera importante la internacionalización de la economía. En
particular, nada parecido a lo ocurrido durante los 1930, cuando el mercado mundial
literalmente se quebró, y el comercio se hundió un 30%. La participación del
comercio en el producto mundial ha venido aumentando de forma sostenida, y la
crisis de 2007 no parece haber revertido esa tendencia.
Es cierto, sin
embargo, que los flujos transnacionales de capital cayeron un 65% desde 2007;
bajaron desde 12,4 billones de dólares antes de la crisis a 4,3 billones en
2016. En términos del producto global, pasaron de representar el 11,5% en el
período 2000-2010, al 7,1% en 2010-2016 (véase “The new dinamics of financial
globalization”, McKinsey, agosto 2017; también para lo que sigue). Pero aun
así, en los últimos años fueron casi dos puntos porcentuales más altos que en
el período 1990-2000, cuando promediaban el 5,3%. Más importante aún es que, a
pesar de una retracción post-crisis, la inversión extranjera directa, IED, se
mantuvo a un nivel relativamente elevado.
Globalmente, los
flujos de IED e inversión en acciones representaron el 69% de los flujos
financieros totales en 2016 (contra el 37% antes de la crisis de 2007; informe
McKinsey, citado). El resultado es que el stock de IED en términos de producto
mundial alcanzó en 2016 el 35% (contra menos del 10% en 1990)
Lo anterior explica
también que no se haya detenido la internacionalización del capital.
Actualmente más de un cuarto de las acciones alrededor del mundo están en
posesión de inversores extranjeros, contra el 17% en 2000. En los mercados
globales de bonos, en 2016 el 31% estaban en manos de extranjeros, contra el
18% en 2000. Y la participación de los países en desarrollo en la IED total
pasó del 8% en 2007 al 14% en 2006 (datos informe McKinsey, citado).
La
internacionalización de la producción
El crecimiento de la
IED y del comercio mundial fue de la mano de la internacionalización de los
procesos productivos a través de las cadenas globales de valor. Esto es, los
procesos productivos se fragmentan de manera creciente y los bienes y servicios
se producen secuencialmente en etapas en diferentes países. Las cadenas de
valor están extendidas en las ramas del automóvil, textiles, electrónica y
otras. Un teléfono Apple, por ejemplo, es fabricado en EEUU, Japón, Corea del
Sur, Países Bajos, Francia, Italia, China y a veces incluso India y Vietnam. Un
avión Boeing 787 es producido en 66 países diferentes (The Economist, 10/12/16). Las
multinacionales estadounidenses del automóvil están profundamente imbricadas
con la producción en México; las empresas alemanas con las cadenas de
suministros en Polonia y Turquía; las japonesas con el Este asiático. En 2010
el 28% de las exportaciones brutas consistían en valor agregado que primero era
importado por países solo para ser incorporado a productos o servicios que
luego eran exportados de nuevo. Alrededor de 5 billones de dólares de los 19 billones
que componían las exportaciones brutas globales en 2010 fueron de hecho
doblemente contabilizados. Los países atrasados participan en las cadenas
globales de valor, lo cual contribuyó a que su parte en el comercio del valor
agregado global pasara del 20% en 1990 a más del 40% en 2012 (véase “World
Investment Report, 2013” ,
UNCTAD).
Dice la OECD:
“Las cadenas de valor
han aumentado la interdependencia entre los países. Los insumos intermedios tales como partes y componentes son
fabricados en un país y luego exportados a otros países para seguir su
producción o para alimentar las líneas de ensamblado final. Esto lleva al
aumento del comercio con proveedores y del comercio intra empresa. (…) Las
cadenas de valor también aumentaron los flujos de inversión extranjera directa.
Los flujos de inversión internacional, tanto de cartera como directa,
aumentaron más fuerte que el aumento del comercio mundial, pero son altamente
volátiles” (“OECD Economic Globalisation Indicators, 2010” ).
El abaratamiento de
costos, en especial de mano de obra, es un
motor decisivo en esta expansión. “La compensación horaria total en el sector
de la industria automotriz es aproximadamente un 80% menor para los
trabajadores mexicanos en comparación con los trabajadores de EEUU. Considerando
el tiempo de ensamblaje de un auto típico de tamaño medio, un fabricante puede
ahorrar 600 dólares por vehículo en costos laborales. La compensación horaria
en 2013 en México, en la industria automotriz, era 8,24 dólares; en EEUU 46,35
dólares” (D. Welch y D. Merrill, “Why Trump Tariffs on Mexican Cars
Probably Won’t Stop Job Flight”, Bloomberg, 4/01/17). Y en un país como Vietnam
el salario mensual promedio de un obrero de la industria es de apenas 120
dólares, contra unos 2000 dólares en un país desarrollado.
A pesar del Brexit y
de Trump…
Claramente el Brexit y
el nuevo proteccionismo de Trump van en contra de la tendencia a la creciente
internacionalización del capital. Sin embargo, difícilmente reviertan el
proceso, que está impulsado por el capital en general. Después de todo, Gran
Bretaña se retira de la UE pero considera un acuerdo de libre comercio con
China. Y el mismo Trump propone establecer nuevos acuerdos bilaterales de
comercio. Pero además, las EMN, incluidas las estadounidenses, presionan
por la liberalización del comercio y el movimiento de capitales. En palabras de
la nota del Economist,
ya citada: “Las empresas multinacionales de EEUU están profundamente ligadas a
la cadena global de valor. En 2013 las afiliadas internacionales de las EMN
estadounidenses generaban el 28,6% de las exportaciones de bienes de EEUU y
proveían el 36,6% de las importaciones de bienes. Del total del déficit por
702.600 millones de dólares del comercio de bienes, 385.800 millones, o el
54,9%, era causado por el comercio entre las mismas casas matrices de las EMN
estadounidenses y sus afiliadas. La única manera de acabar con el déficit
comercial es que las EMN americanas se retiren de las cadenas de valor, lo cual
suena poco realista”. Necesitan que
el planeta se conforme como un campo de maniobra en el que se despliegue a
plenitud la explotación global del trabajo, aprovechando los bajos salarios y
otras condiciones favorables para el capital.
Aunque no se trata
solo de las multinacionales: los granjeros estadounidenses, por ejemplo, se
benefician de la inmigración mexicana, a la que sobre-explotan aprovechándose
de su situación precaria en EEUU (se calcula que el 70% de la fuerza laboral
del campo carece de papeles de inmigración válidos). Los planes de Trump
de cortar la inmigración mexicana en este caso lo enfrentan con su propia base
de votantes (véase A. Bjerga y P. Lara, “Trump Deportation Policy to Echo in
Real Time as Farm Wages Rise”, Bloomberg, 24/02/17). También empresas
estadounidenses trabajo intensivas, que se benefician de los bajos salarios y
sobre-explotación a los trabajadores mexicanos, piden que se mantenga abierta
la inmigración (J. Nocera, “Trump’s Deportation Plan is Economic Suicide”,
Bloomberg, febrero 2017).
Pero además, continúa
el proceso de internacionalización de otras economías capitalistas. La
participación de China en las finanzas globales pasó de ocupar el puesto 16 en
2005 al octavo. En 2016 el stock chino de préstamos bancarios extranjeros, IED
e inversiones de cartera en acciones y bonos alcanzó los 3,4 billones de
dólares. Es improbable que la economía china se vuelva a encerrar en las
fronteras nacionales. Como afirmó el premier Li Kequiang “a pesar de
retrocesos recientes, la globalización se mantiene como una tendencia irreversible
de nuestros tiempos” (3/11/16). Actualmente China está en conversaciones para
formar un bloque comercial asiático, el Regional Comprehensive Economic
Partnership (RCEP), que incluiría a Australia, India, Japón, Corea del Sur,
Nueva Zelandia y los 10 miembros de ASEAN. También promueve su proyecto,
lanzado en 2013, One Belt, One Road (OBOR), con el que busca conectarse más
estrechamente con Asia Central, el mundo árabe y otras regiones.
Por otra parte, Rusia,
promovió recientemente la Unión Económica
Euroasiática , un bloque económico con Armenia,
Belarusia, Kazakhstan y Kyrgyzstan, que está considerando 40 acuerdos de
libre comercio, incluyendo iniciativas con Singapur y Tailandia. Merkel y los
alemanes, se opusieron al proteccionismo de Trump y llamaron a continuar con
los acuerdo bilaterales de comercio. Y Japón está tratando de concluir un
acuerdo económico con la
Unión Europea ; también está negociando con China y Corea del
Sur y participa en las conversaciones RCEP. Significativamente, el primer
ministro Abe declaró que el retiro de EEUU del TPP hará que los países
asiáticos adhieran a RCEP. El establishment estadounidense se queja por el mismo
motivo: “Si EEUU, o Trump, ahora ve a China como un adversario, al dejar el TPP
ha creado una avenida de oportunidad para el dragón del este. Mucha gente veía
al TPP como un contrapeso a China. Por ejemplo, la industria electrónica
consideraba el TPP como una protección frente a las importaciones baratas
chinas. El TPP habría dado a las compañías de EEUU nuevas fuentes y cadenas de
aprovisionamiento… Ahora puede que China recoja los beneficios de esas
oportunidades” (A. Graceffo: “Trump’s New Protectionism: Economic and Strategic
Impact”, Foreign Policy Journal, 1/02/2017).
Más en general, 58
países adoptaron unas 124 de las llamadas políticas de inversión en 2016, la
cifra más alta desde 2006; solo la quinta parte de ellas se destinaron a
restringir las inversiones. Los acuerdos internacionales de inversiones siguen
creciendo. Por otra parte, actualmente casi el 60% de los flujos de
comercio no pagan tarifas, y otro 20% pagan tarifas menores al 5% (WTO). Todo
esto no niega la existencia de medidas y tensiones proteccionistas; pero,
subrayamos, no parecen modificar el vector de fondo.
Para concluir, enfaticemos lo que
ya hemos planteado en otras notas y escritos: el impulso a la extensión
planetaria del mercado -y con él, de la relación capitalista- es
inherente a la naturaleza del capital. “La tendencia a crear
el mercado mundial está dada directamente en la idea misma del capital. Todo
límite se le presenta como una barrera a salvar. Por de pronto, [el capital]
someterá todo momento de la producción misma al intercambio y abolirá la
producción de valores de uso directos, que no entran en el intercambio; es decir,
pondrá la producción basada sobre el capital en lugar de los modos de
producción anteriores, más primitivos desde el punto de vista del capital. El
comercio ya no aparece aquí como función que posibilita a las producciones
autónomas el intercambio de su excedente, sino como supuesto y momento
esencialmente universales de la producción misma” (Marx, Elementos
fundamentales para la crítica de la Economía Política
(Grundrisse) 1857-1858, t. 1, p. 360). Este proceso que Marx
entreveía en el siglo XIX, hoy se despliega en toda su magnitud. Cada vez
más la producción se subsume al mando del capital y
se agudiza la contradicción entre el capital y la clase obrera global.
La internacionalización de las economías trae aparejada una creciente presión
sobre la clase obrera de todos los continentes y regiones. El chantaje de la
huelga de inversiones -“si los trabajadores no aceptan bajos salarios y tales o
cuales condiciones laborales, no invertimos”- se intensifica y adquiere
dimensiones planetarias. Es necesario oponer un programa obrero e
internacionalista a esta dictadura globalizada del capital.
Fuente:https://rolandoastarita.blog/2017/08/26/mundializacion-del-capital-en-perspectiva/
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