Alberto Fernández
Liria presenta el libro “Locura de la Psiquiatría”
en el Centre La Nau de la
Universitat de València
“Es necesaria una
psiquiatría crítica
que contribuya a un
proceso de liberación”
2 de febrero de 2019
Por Enric Llopis (Rebelión)
El 15% de la población argentina entre 12 y 65 años –cerca de tres
millones de personas- consumieron tranquilizantes o ansiolíticos alguna vez en
la vida, con o sin receta médica, según el estudio sobre el consumo de
psicofármacos publicado en 2017 por la Secretaría de Políticas Integrales sobre
Drogas de la Nación
Argentina (SEDRONAR); la mayoría de estos tranquilizantes se
inscriben en el grupo de las benzodiacepinas; la investigación apunta que el
1,3% de la población (más de 240.000 personas) ha consumido estimulantes o
antidepresivos, principalmente del grupo de los Inhibidores Selectivos de
Recaptación de Serotonina (ISRS). En Estados Unidos, el 12,7% de la población
mayor de 12 años, en mayor porcentaje mujeres, tomaron medicación antidepresiva
entre 2011 y 2014 en el último mes, informó el Centro Nacional de Estadísticas
de la Salud (2017).
La depresión
afecta a más de 300 millones de personas en el planeta, según El psiquiatra y expresidente de
¿Hay alternativa?, se pregunta Fernández Liria en el artículo titulado “La enfermedad mental como respuesta psíquica al fallo social” (Átopos, nº 4). Una de las posibilidades, apunta, es “devolver a la vida íntima y al mundo de las relaciones interpersonales buena parte del terreno ganado en las últimas décadas para la ‘enfermedad’”; en el texto menciona, como ejemplo de las formulaciones críticas, al psiquiatra estadounidense Allen Frances, pese a que en su momento participara en la construcción del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM, por las siglas en inglés) de
El texto de Átopos subraya el interés que revisten las teorías de la “indicación de no-tratamiento” -con aportaciones como la del psiquiatra Alberto Ortiz Lobo-, y también de la División de Psicología Clínica de
Fernández Liria ha presentado en el Centre La Nau de la Universitat de València su último ensayo, “Locura de
Actualmente, en un contexto de crisis y ofensiva neoliberal contra la sanidad pública, la Psiquiatría se enfrenta a cuestiones centrales como la autonomía; por una parte, este principio se ha reivindicado frente al “encarnizamiento terapéutico”, el paternalismo en la atención médica y el poder de los expertos, que pueden tomar decisiones a partir de criterios arcanos –incluso logaritmos- que trascienden al control del paciente. Sin embargo, matiza Fernández Liria, “la defensa de la autonomía ha sido utilizada por los partidarios del neoliberalismo”. Un ejemplo es la Ley 6/2009 de Libertad de Elección en la Sanidad de la Comunidad de Madrid, aprobada durante el mandato de Esperanza Aguirre (PP) y que –afirma en el preámbulo- “fortalece la capacidad de los ciudadanos para participar realmente en la toma de decisiones relacionadas con su salud”.
Algunas aplicaciones durante los últimos años caminaron por el cálculo de costes y beneficios. Así, el Gobierno de Gran Bretaña impulsó en 2008 la iniciativa “Mejorando el Acceso a los Tratamientos Psicológicos” (IAPT, por las siglas en inglés), con el fin de ampliar la terapia en atención primaria; sobre la intención de este programa, Alberto Fernández Liria subraya que en 2006
En los años 50 del siglo pasado aparecen los psicofármacos. A mediados de los 80, la multinacional estadounidense Lilly empieza a comercializar la fluoxetina con la marca de “Prozac”. ¿Qué sucedió con estos antidepresivos del grupo ISRS? “Impulsados por una campaña de mercadotecnia sin precedentes, a la que contribuyeron Lilly, GSK, Pfizer, Lundbeck y otras grandes compañías, el uso de los ISRS se extendió por todo el mundo”, afirma el autor de “Locura de la Psiquiatría” (una muestra de la potencia actual de la industria farmacéutica y la salud es que, durante 2018, cerró compras por un valor aproximado de medio billón de dólares, un 31% más que el año anterior, según datos de
El negocio de los fármacos contra la depresión se fue ampliando, con el soporte de ensayos clínicos en ocasiones dudosos; a los pocos años, agrega el psiquiatra, el tratamiento con los ISRS se extendió a los trastornos de ansiedad, obsesivo compulsivo y del comportamiento alimentario; también a la fobia social, el tabaquismo, el insomnio, el estrés postraumático o el dolor crónico. Pero se da la circunstancia de que ni los antidepresivos ISRS ni los tranquilizantes benzodianos son inocuos. Algunos discursos de la OMS pudieron contribuir a alimentar la maquinaria farmacológica, por ejemplo la predicción –reiterada en múltiples ocasiones- de que la depresión sería en 2030 la principal causa de morbilidad en el planeta; el organismo de la ONU atribuía en
Mientras, la preponderancia de los expertos y el reduccionismo biomédico “se deshizo del lastre de las escuelas que se basaban en la exploración de significados personales o en el contexto, como el Psicoanálisis, la Fenomenología o
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=252036
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