Potencia del Arco
Minero
24 de agosto de 2016
Por Roland Denis (Rebelión)
Mas allá de los despojos puntuales, mas allá
de los contratos efectivamente leoninos como lo denuncia Lander (aunque por mí
que le regalen Las Cristinas a la Gold Reserve , nuestro problema central no es oro que solo
es renta y renta es Estado, dinero en sí, egoísmo socializado, nuestro problema
es territorio, su control y autogobierno, su socialización, su potencial), más
allá de la enorme corrupción que ya debe estar avanzando de lo lindo en pago de
comisiones de las empresas a ministros, directores, generales, para que le den
prioridad en las contrataciones, más allá del charco que relaciona al Estado y
el capital transnacional en todo el tejido económico y no solo el Arco Minero,
más allá de los llantos nacionalistas, propios en este caso de un grito
impotente que se ubica desde una visión “nacional”, la denuncia de quien se
asume representante de una “nación” completamente lejana y abstracta, y no
desde la guerra real en este caso por el control efectivo de nuestra tierra y
territorios. En fin, mas allá de toda la cantidad de debilidades y peleas
controversiales que solo son choques verbales que nos cruzan, hay que aclarar
algunos puntos fundamentales en una lucha que ahora llaman “Arco Minero” pero
que constituye una lucha histórica del movimiento minero y una propuesta que
nació de su inteligencia y los más de seis congresos hechos desde el 95 hasta
ahora.
El Arco Minero más que ser un inmenso territorio en sí con todas
las riquezas que sabemos, es una realidad de correlaciones de fuerza fruto de
una guerra de clase y de visiones de clase de tres siglos y que nos ha llevado
a la insólita realidad que hoy se vive allí. Visto desde esta perspectiva y no
de un nacionalismo tan rentista como el denunciado “rentismo” o “extractivismo”
(que significa “extractivismo” por cierto?), y que en todo caso le tocaría
completar sus denuncias no solo sobre el “Arco Minero” sino sobre el “Arco
Petrolero” de la faja y oriente, el “Arco Gasífero” del mar, ya que se trata
del mismo modelo mixto, la misma caterva gansteril del Estado chupando de las
contrataciones que se hacen con las transnacionales, el mismo o peor deterioro
ambiental, el mismo rentismo, la misma dependencia, estamos hablando de
victorias que son siempre parciales ya que falta demasiado para que los pueblos
del mundo derriben el modelo global de dominio que reina aquí como en todos los
rincones del mundo.
Es la victoria de una potencia social, política, productiva, que va
a tener en los próximos meses un poder enorme que si le da la gana y sobretodo
si no se queda sola, si es acompañada por un movimiento popular en lucha que en
este caso tendría la posibilidad de acompañar cada núcleo minero y los pequeños
territorios que contraten con el Estado, (sumarian en las 17 áreas, es decir,
del 70% de Arco, en poder de alrededor de diez mil núcleos mineros que existen
en la actualidad), para desarrollar cualquier cantidad de proyectos
alternativos agrícolas, pisícolas, frutícolas, madereros, de pequeña industria,
con recursos que nacen de la renta del subsuelo, del trabajo minero, y no la
sumisión a la corrupción de Estado que se los apruebe, dándole futuro a no
menos de cien mil jóvenes mas (técnicos, ingenieros, agroecólogos,
organizaciones, etc) que en vez de estar llorando por una nación que nunca está
en sus manos, que la reclaman como suya, hacen foros y reclamos, pero jamás la
TOMAN, asumen la posibilidad en este caso de concretar junto al movimiento
minero esta victoria parcial, esta ganancia territorial inmensa y convertirla
en una verdadera potencia proletaria, orgánica, productiva.
La fotografía de la minería hoy en día es
terrible, allí verdaderamente no se puede hacer nada mas que reproducir un
orden mafioso y destructivo, donde cada unidad minera, ilegal y al abandono,
desde la absoluta precaridad no solo de recursos sino de condiciones de
trabajo, lo único que puede hacer es someterse a este orden y trabajar
arrinconados un pedacito de tierra que las mafias militares y de bandas armadas
le dejan trabajar, por supuesto bajo condición de no menos de la tercera pate
de lo que se produzca vaya a sus manos, obligados a utilizar tóxicos como
mercurio y cianuro que en muchos casos los termina matando a ellos mismos. Y
esto en el mejor de los casos, porque cuando se arman las grandes “Bullas” (se
encuentra una zona de alto tenor de mineral) sacan a todo el mundo e imponen situaciones
hasta de esclavitud, y de allí las duras confrontaciones que han tenido con los
indígenas pemones, los estratagos ambientales que se han causado en la cuenca
del Caura y Canaima. Bajo este ahogamiento del ser humano, se impone también un
modelo de vida individualista, agresivo, represivo, donde prácticamente toda la
renta producida termina en mercados donde cualquier cosa puede costar hasta
tres veces más que en las grandes ciudades. Aquí sí que gana el capital más
salvaje ligado al Estado, contrabandistas, compradores que jamás reportan los
que sacan de allí. Y aún así se producen mas de veinte toneladas de oro anuales
que terminan registradas en todo el continente menos en Venezuela.
¿Qué va a pasar si se concretan los elementos
planteados para el Arco Minero?. Será una guerra que va a continuar y no va a
ser fácil, ya que el orden mafioso querrá seguir imponiéndose, seguir
destruyendo selvas e imponer su esclavitud armada, las empresas grandes querrán
desplazar a los pequeños y convertirlos en sus trabajadores a sus intereses y
condiciones, seguramente encontraran apoyo en el resquicio estatal mafioso,
corrupto, que cualquiera que sea el futuro político del orden constituido en
los próximos meses, seguirá existiendo, una parte del movimiento minero será
también colaboracionista y divisorio. Pero aún así, si se logra una
legalización en el próximo año de todas estas unidades de producción, terminan
organizándose en el Consejo Popular Minero, que ya al menos existe y en el
próximo mes generará una dinámica participativa donde miles de mineros harán
parte de la construcción de una propuesta definitiva minera, estamos ante la
posibilidad de generar un tejido productivo progresivo, que vaya sumando
unidades que a su vez se integren en territorios legitimados por ley, se
produzca un recambio tecnológico radical, y comience a desarrollarse algo que
es una hipótesis pero perfectamente factible si se rompe la fuente mafiosa y se
le pone las condiciones necesarias a las empresas mixtas
-Estado-transnacionales- y es que la plusvalía agrícola, y en general todo lo
que sea el trabajo sobre tierra, en corto tiempo pueda llegar a ser incluso
superior a la renta minera.
Sobre el Arco Minero con buena disposición y planificación, hasta
cien mil hectáreas que se utilicen para las actividades agrícolas, pecuarias,
pisícolas, frutícolas, madereras, además de las industrias alimentarias que
puedan asentarse allí, entre otras, podría terminar de garantizar gran parte de
la soberanía alimentaria de este país, e incluso ser exportadores de alimentos
para un norte brasileño pobre que incluye a 45 millones de seres. Si cada
unidad minera llegase a sembrar la tierras y generar industria propia sobre 10 hectáreas promedio
con el apoyo de organizaciones y los últimos polos nobles de gobierno que
queden, dándole semillas y apoyo técnico, con el apoyo de miles de jóvenes que
pudiesen ir a la zona y articularse con el movimiento minero, estamos hablando
entonces de cien mil hectáreas, pudiendo redoblarse en los próximos años, que
desplazarías gran parte de la renta mineral del subsuelo hacia la actividad
alimentaria a trabajar sobre el suelo por miles de hombres y mujeres que
establecerán relaciones de contratación entre iguales, viviendo la divina
aventura de la selva el descubrimiento de nueva vida fuera del parasitismo
urbano, es decir, aprendiendo a amar realmente el territorio que hemos tomado y
expropiado a la lógica colonial que nos ha agobiado siempre. Si además se
recambia definitivamente el modo de extracción por tecnologías gravitatorias,
la misma agua que se utilizaría para la extracción podría servir para llenar
sistemas de riego alimentados por esas mismas aguas, dejando de tener todo
sentido aquel apocalipsis del “agua sí, oro no”.
Por supuesto repito esto es un reto a asumir
en medio de una guerra territorial donde el capitalismo mafioso y salvaje y su
poder enorme sobre el Estado (sobre este gobierno y el que venga de derecha si
se da el caso, la misma caterva mafiosa) no va a dejar arrancar al igual que no
ha dejado que se produzca ninguna revolución agrícola ni industrial en este
país. Decir “absolutamente sí” al Arco Minero no es aplaudir y defender las
aberrantes circunstancias que nos ponen a hacer contratos leoninos con
transnacionales, profundizar el rentismo, extractivismo, imperialismo,
capitalismo, explotación y toda la manada de palabras externas que apodan sobre
esto para que nada cambie y continúe la pesadilla opresiva y ecocida de hoy, es
asumir la guerra que un pueblo en lucha ha de asumir porque es su derecho, es
el derecho real sobre su país y su tierra, consciente que este asunto lo obliga
al desarrollo de estrategias asociativas, defensivas, productivas donde
verdaderamente construimos identidad de pueblo.
No es denunciando externamente que
construiremos esa identidad que algunos llaman “nacional” o “popular de clase”,
es en la lucha y la guerra concreta, que en el caso del Arco Minero, y estoy
seguro que será así, el movimiento minero mas radicalizado tendrá que
establecer relaciones de alianza con determinadas transnacionales para
enfrentar la realidad mafiosa impuesta, alianzas con sectores militares en
contra de otros insertos en el orden mafioso (conscientes de la pequeña guerra
civil que ya vivimos aquí). Como toda guerra desarrolla sus circunstancias paradójicas
(es el caso por ejemplo de la revolución kurda en el norte de Siria y su actual
alianza con los EEUU, es Bolívar y el imperio británico para ser más cercanos)
con el fin de derribar a los enemigos inmediatos. Toda guerra propicia su misma
paradoja, sus contradicciones, nunca es perfectamente limpia y menos perfecta.
Lo importante es que vivamos la experiencia, la asumamos enteramente junto al
movimiento minero e indígena, que seamos pueblo protagónico coño de una vez por
todas y no simples grupitos de lamento y denuncia externa, o simples
extensiones administradas por una fatal burocracia, siempre viviendo de la
renta de Estado.
Aquí no estamos hablando para nada de
situaciones parecidas a las que se han dado en Ecuador donde efectivamente el
gobierno de Correa ha traicionado los compromisos y respetado la soberanía
territorial de cantidad de pueblos indígenas de montaña y amazónicos,
imponiendo los intereses de transnacionales y de monopolios nacionales. Nada
que ver con la lucha contra el carbón en la Guajira, el Socuy, la zona Yukpa , donde la
vocería inquebrantable de hombres como Lusby Portillo, y el movimiento
ambiental zuliano indígena y urbano, se ha denunciado el inmenso negociado, lo
absurdo, lo ecocida, que detrás de este proyecto que se defiende desde la
gobernación del Zulia, cuando el carbón no tiene el más mínimo sentido para
población alguna en la zona, ni razones para producirlo y utilizarlo bajo la
contaminación terrible de las industrias eléctricas carboníferas; eso sí es
rentismo puro. Aquí estamos hablando de una guerra anticolonial histórica donde
se abre una ventana de victoria que podría ayudar a transformar un país entero.
Por supuesto que quedan muchas preguntas
abiertas:
¿Cuál va a ser la asociación concreta entre
Estado y proyectos de minería social e integral?
¿Cuál va a ser la relación de transnacionales,
empresas nacionales y unidades de producción minera?
¿Cuál va a ser a relación entre los proyectos
que firmen acuerdo de explotación con el Estado y las unidades de trabajo que
se establezcan en la zona otorgada; la relación pueblo-pueblo?
¿Cuáles son las instituciones de Estado que
van a asumir la dirección por parte del estado de las 17 áreas para la minería
integral; se impondrá el caos que pretenden ahora dándole una parte al
Ministerio de Minas, otra a la Cominpeg, otra a la Corporación Nacional
de Minería, cual feudos a atribuir a cada quien?
¿Cómo se va a acordar el manejo concreto de la
renta de Estado producida por esta minería y su propia inversión en la zona,
cuál va a ser el papel en ese sentido del Consejo Popular Minero?
Estas es y muchas más preguntas que aún están
en el limbo y que nos demuestra la inmensa tensión que se vive al interno del
gobierno-Estado por controlar este inmenso proyecto. El llamado en todo caso, y
“perdonen lo malo” de todas estas argumentaciones del “absolutamente sí al Arco
Minero”, es que nazca al fin una izquierda o movimiento popular que no se vea
siempre desde el punto de vista de la impotencia y la externalidad frente al
mundo explotador que nos rodea sino que centímetro a centímetro en esta larga
guerra, aprenda a parársele de frente, y dar la pelea que hay y se tiene la
fuerza para dar. Que vaya mucho más allá de las abstracciones y asuma esta
guerra de clases inevitable. Para no quedar años después reducidos al papel de
un Juan Uslar que se da cuenta 150 años más tarde que Boves era parte del
inicio de una insurrección popular, pero pidiendo una especie de perdón por
percatarse tan tarde. Proponemos entonces que el Arco Minero, más allá del
pensamiento débil y el malandraje de Estado, sea una ocasión para toda
organización de la población trabajadora. A lo mejor cualquiera se juega la
vida en esto dadas las situaciones del territorio, pero cuando la vale la pena
jugársela, la vida misma se convierte en mera circunstancia.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215875
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