La caja negra de los TLC
Por Vanessa Dourado y R. Gómez
Mederos
La
caja negra de los no tan novísimos Tratados de Libre Comercio, no aparece por
ningún lado; los contenidos de sus acuerdos en el único espacio que están es en
los develadores informes de Wikileaks, que hasta ahora las naciones firmantes
mantenían en secreto a espaldas de sus pueblos.
Las
escaramuzas tendidas en torno de la propaganda oficial sobre los TLC de a poco
caen en la insistente valoración que hacen los pueblos de su verdadero objetivo:
la brutal y desenfrenada hegemonía de EEUU y la UE sobre la periferia del Sur
Global y sus bienes naturales, además de una afinada reformulación de los
estados y los tratados de servicios.
La
mercantilización del mundo se remonta a la concreción misma del capitalismo
como sistema, pero la actualización del comienzo de un nuevo ciclo de
dominación global empieza a hacer agua en un mundo convulsionado, donde los
otrora límites nacionales se desdibujan en acuerdos globales de comercio y
expoliación.
Desde
cuando fueron creados, los llamados Tratados de Libre Comercio –pero que bien
podrían ser llamados de Tratados de Libre Saqueo– intentan inferir al mundo en
una burbuja homogénea, y hacen que los países firmantes, influidos por esta
suerte de propaganda oficial de la RSC (Responsabilidad Social Corporativa) y
los falazmente llamados códigos de conducta y sus fórmulas de soft law para
“contener” el poder de las transnacionales, “crean” en las oportunidades que
hasta ayer eran, en realidad, amenazas.
Las
crisis capitalistas por las cuales el mundo viene pasando pueden mostrar, sin
embargo, que si hay alguna cosa en común en todo el mundo, esto es, o debería
ser, la certeza de que las formas contaminantes y opresoras de producir, la
súper-explotación, encarnado en el modelo Bangladesh y la tragedia de
Rana Plaza, donde murieron 1134 trabajadores y trabajadoras , además de quedar
heridos otros 2500, muestra la creciente pauperización del trabajo y que las
condiciones no pueden seguir siendo las mismas. Es imposible esperar que el
planeta absorba toda la basura producida por la industria del súperconsumo y la
obsolenscencia programada, creados para mantener el capitalismo y,
fundamentalmente a los EEUU, firme y fuerte.
La
reinvención sistemática de la ampliación de nuevos-viejos tratados, reorienta y
afirma nuevamente la hegemonía, la monopolización y la geografía de los
vínculos comerciales mundiales en manos de los EEUU principalmente, como el
nuevo-viejo contentor fuerte de una disputa que crece exponencialmente con el
crecimiento y una acertada política exterior, para su beneficio, está claro, de
China.
Bretton
Woods marcó el principio del camino por donde EEUU debía transcurrir un periodo
de acentuación de un capitalismo que crecía al ritmo de los mandatos del FMI Y
el BM, creados, precisamente en el marco de los tratados realizados en Nueva
Hampshire, Estados Unidos, entre el 1 y el 22 de julio de 1944.
Son
estos acuerdos, y los actuales, los que van paulatinamente marcando el ritmo de
las economías globales, en donde los grandes cambios están antecedidos siempre
por una reformulación de los tratados comerciales.
Los
TLC marcan sustancialmente el pulso de los acuerdos comerciales entre países,
convirtiendo a los tratados bilaterales en una suerte de complementarios de
estos. Éstos son a medida y conveniencia de los actores más beneficiados, como
puntualmente marca México y los acuerdo con EEUU y Canadá, en el marco de la
reforma energética mexicana, convenida para la explotación exclusiva de los
hidrocarburos no convencionales del país azteca, como el Shale gas.
En
el marco de los tratados en el Cono Sur, el TPP –Tratado Trans-Pacifico, por
sus siglas en inglés– se inscribe como un elemento más del modelo de
acumulación capitalista en la región donde la maximización de las ganancias, es
igual a la maximización de la explotación de los trabajadores y la expoliación
de la naturaleza.
El
acuerdo firmado por 12 países, entre ellos los latino-americanos Perú, Chile y
México, es un intento de reorganizar las relaciones comerciales internacionales
y, por supuesto, el protagonismo de la barbarie ambiental. El proyecto estipula
nuevas formas de producir que comprenden el control de las reglas laborales y
el manejo de las patentes biológicas, lo que significa un número de barras a la
vida misma.
El
pacto comercial estipula ventajas corporativas de las compañías globalizadas
que se ubican estratégicamente frente al avance chino. El acuerdo pretende
manejar el 40 % de la economía mundial.
Al
inicio del acuerdo John Key, el Primer Ministro de Nueva Zelanda, y el
representante de comercio estadounidense Michael Froman lideraron la ceremonia
de firma del pacto, quien aseveró, el “TPP dará mucho mejor acceso a bienes y
servicios a los 800 millones de habitantes de los 12 países firmantes que
representan un 36% del Producto Interno Bruto Mundial, añadió”
(1). Más allá de significar mayor precarización laboral,
despidos y una agudización de la súper explotación, también fuerza la industria
estadunidense a competir y complementarse directamente con otras corporaciones,
muchas de ellas norteamericanas, que están en Malasia y Vietnam. Esta mayor
concentración de producción en estos dos países también significa más polución,
el nivel de emisión de CO2 es cuatro veces más intenso en Vietnam y dos veces
más en Malasia que en los EE.UU., hecho que debería ser de gran preocupación, a
la vez que no es desconocido el alerta acerca de la gran concentración de CO2
en la atmosfera y la amenaza de una ruptura en el sistema climático.
El
esquema propuesto por el conjunto de los TLC, implica una ruptura de las
débiles integraciones regionales, logradas hasta ahora, y reformula la
funcionalidad del Mercosur y todos los anteriores tratados.
Inscripto
en la lógica del modo consenso de las corporaciones y sus Think Tank, de la
remediación de los soft law, hace oídos sordos por completo a las reales
medidas de protección ambiental, muy por el contrario, el tratado ignora el
acuerdo firmado en 2007, en lo cual los EE.UU. estipulan que sus socios
comerciales adopten, mantengan e implementen 7 puntos con obligaciones de
protección ambiental multilaterales. El TPP comprende apenas uno de los siete
puntos.
La
competencia con China –tenida como una gran amenaza a los intereses de EE.UU. y
del consabido nuevo orden mundial– es un elemento clave a la hora de
estructurar los TLC y una manera de contraponer a otros bloques económicos como
los BRICS y la ASEAN+3, los dos con la participación del gigante asiático. Eso
deflagra la cara imperialista del proyecto, en un nítido intento de mantener su
supremacía, los EE.UU. y la UE y los grupos empresariales estadunidenses
proponen nuevos patrones de control de la propiedad intelectual, hecho que
aumenta el nivel de protección de acuerdos en otros TLC bilaterales, excediendo
los niveles de los ADPIC ( Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
relacionados con el Comercio, TRIPS en inglés) de la OMC.
Es
importante recordar que las implicancias de la pérdida de competitividad de la
economía norteamericana, además de la percepción de que Japón y los países
asiáticos, incluido China, utilizaban libremente las tecnologías desarrolladas
en los EEUU, postuló una fuerte política en cuanto a las patentes y la
propiedad intelectual, fundamentalmente en la era Reagan y Clinton, a
tal punto que en 1982 se crea una Corte de Apelaciones especializada en
derechos de propiedad intelectual ; las industrias intensivas del conocimiento,
particularmente farmacéutica, audiovisual y de software constituyeron en 1981
el Advisory Comité for Trade Negotiations (ACTN) con la idea explícita de
vincular el comercio internacional, en el marco de una fuerte puja
inter-capitalista por la hegemonía y el monopolio, con el fortalecimiento de
los llamados derechos de propiedad intelectual.
El
TPP posibilita a los EE.UU. presionar a los países de América Latina, y demás
países participantes, a adoptar nuevos compromisos que sean favorables a sus
intereses y que limitan el desarrollo de estos países en esta área específica.
El escenario político mundial también es favorable al tratado; primero con el
advenimiento del progresismo, que sirvió en gran medida para intermediar en la
construcción de un modo de implementación de economías de enclave de capital
intensivo, de extranjerización y acaparamiento energético y territorial, que
crearon y crean un ambiente importante para el crecimiento de las políticas
económicas predatorias; y segundo con el actual proceso de intensificación de
la etapa extractivista, con el agregado de un progresivo afinamiento de la
infraestructura para el saqueo, representado en una complementación del IIIRSA
original, adosado a versiones más chicas, como el caso de la ruta del Corredor
Biocéanico que une Porto Alegre en Brasil, con Coquimbo en Chile, y que está
acordado entre Argentina, Brasil, Chile y Paraguay los que conformaron un grupo
de trabajo transversal para consolidarlo. Para el actual Canciller del país
trasandino Heraldo Muñoz, la infraestructura portuaria del norte del país está
al servicio de otras naciones sudamericanas, para la integración regional.
El
acuerdo multinacional alcanzado para la concreción del corredor contempla unir
las vertientes del Océano Pacífico y el Atlántico con el objetivo de facilitar
la integración comercial, y sirve de garantía de accesibilidad a los puertos
del Pacifico, cuenta con un infraestructura logística en el norte chileno
llamada Zona de Apoyo Logístico Portuario en el sector de La Negra de
Antofagasta, y un espacio similar en Villeta, ubicado a 20 kilómetros de la capital Asunción ,
sobre el Río Paraguay. La implementación de una revisión del IIIRSA considera
en Argentina una conexión con el Plan Belgrano ,(2) el cual prevé una inversión
de US$ 16.500 millones, donde su distribución corresponde, al sector vial de
US$ 10.500 millones, ferroviaria de US$ 5500 millones y aeroportuaria de US$
300 (3) millones, además de infraestructura de transito de comercio y
evacuación de bienes naturales primarios, en este caso el Litio de las Salinas
Grandes, que se extienden sobre un área de 212 km² en el departamento jujeño de
Tumbaya y en el salteño de La Poma.
La
reaproximación de los EE.UU. con Cuba es estratégica y guarda un objetivo muy
bien definido acerca de las patentes de medicamentos propuesta por el tratado.
El apoyo de Argentina y Brasil, profundiza la relación con los demás países de
la región, validando el proceso de sumisión.
En
Brasil, el presidente interino Michel Temer –que ejerce su poder ejecutivo
después de un proceso de golpe institucional– a través de su canciller, José
Serra, ya dio muestras de que –en caso del golpe sea concretizado– la política
externa brasilera sea de una sumisión pasiva ante el imperialismo. El
posicionamiento de los representantes interinos es de una suerte de
desideologización de la política externa y flexibilización del Mercosur.
Este
proceso es un intento de desmonte de esfuerzos, aunque poco efectivos e
igualmente desarrollistas –principalmente durante la gestión de Lula–, de los
gobiernos llamados progresistas del período anterior, en promover una mayor
integración de América Latina con otros países de Sur, aunque hay una política
de no-enfrentamiento al centro estructural de dependencia del Norte, lo que los
gobiernos liberales llaman de Bolivarianos.
El
revuelo que provoca en el movimiento popular el avance del lobby de las
corporaciones, y una resuelta intermediación gerencial de los estados
involucrados, en esta forma de reorganización estatal al servicio de las
transnacionales, tanto en los pueblos periféricos de Europa con los acuerdos
TTIP, como la versión EEUU-
periferia americana los TPP, y la exégesis global en torno del Tratado de
Servicios, TISA o Trade in Services Agreement, un mega acuerdo secreto entre
cincuenta naciones, de las cuales 28 son europeas.
El
bicentenario de la independencia nos encuentra juntando pensamiento crítico y
fuerza en la calle, como parte de los desafíos en torno de los TLC que recién
comienzan a hacer reverberación.
El
modelo de mundo propuesto desde la idea exigua, de que el planeta tierra,
nuestra única casa, es algo que se puede usar y tirar, como se tira una colilla
de cigarrillo, se enfrenta a la realidad del peligro real de colapsar como
especie y desaparecer.
Contamos
con la memoria histórica y la experiencia (que en término de los movimientos
populares nuestroamericanos son bastantes extensos) de haber derrotado al ALCA,
y de iniciar un camino sin retorno hacia la verdadera emancipación social,
política y económica de nuestros pueblos.
Vanessa Dourado.
Escritora. Internacionalista Brasileña. Miembro del PSOL. Activista contra los
TLC. R. Gómez Mederos. Escritor. Miembro del Observatorio Geopolítico de la
Energía y Soberanía. Miembro de IDEP y CTA-A de Argentina.
Notas:
1 -http://expansion.mx/economia/2016/02/03/mexico-firma-el-tratado-de-asociacion-transpacifico
2- El Plan Belgrano. Expansión y realidad del IIIRSA
en Argentina. R. Gómez Mederos
3- http://www.lanacion.com.ar/1916557-la-mira-en-el-norte-el-desafio-del-plan-belgrano
R. Gómez
Mederos
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UAC Unión de Asambleas Ciudadanas Contra el Saqueo y la Contaminación
www.asambleasciudadanas.org.ar
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