Tratado Trans Pacífico: Una amenaza letal
26 de agosto de
2016
Por Alcira Argumedo
La intención del actual gobierno
argentino de integrarse a la Alianza del Pacífico, como paso inicial para su
ingreso al Tratado Trans Pacífico-TTP (o Trans Pacific Partnerchip -TPP)
constituye una grave amenaza para el futuro de nuestro país. Este Tratado se
enmarca en la disputa por la hegemonía entre el bloque de poder mundial
liderado por Estados Unidos y el naciente bloque que encabeza China aliada con
Rusia.
I.- El escenario internacional y el papel de China
En los albores del siglo XXI, China ha surgido como una nueva
potencia mundial, sustentada en un poderío económico que comienza a cuestionar
el predominio de Estados Unidos en ese Nuevo Orden Mundial, que consideraba
haber consolidado bajo su liderazgo, luego de la caída del Muro de Berlín y la
desintegración de la
Unión Soviética. Poco después de la muerte de Mao Tse Tung en
1976, las resoluciones del Congreso del Partido Comunista Chino de 1978,
liderado por Deng Xiaoping, impone la política de “Las Cuatro Modernizaciones”
-en agricultura, industria, defensa nacional, ciencia y tecnología- con el
objetivo de transformar a China en una gran potencia económica para comienzos
del siglo XXI. Bajo un estricto control en manos del Partido Comunista, el
gobierno chino establece los grandes lineamientos políticos, controla el sector
financiero junto a determinadas áreas consideradas estratégicas y establece
pautas de comportamiento a las corporaciones locales y extranjeras en función
de esos lineamientos.
Con este marco, aumenta el volumen de su comercio exterior
habilitando las inversiones de empresas japonesas y del mundo occidental, lo
cual le permite un rápido acceso a tecnologías de avanzada y experiencia de
gestión, utilizando la capacidad negociadora que le brinda su mercado de 1.400
millones de personas y los bajos salarios de una población que ha vivido
tradicionalmente en condiciones de subsistencia. Al mismo tiempo, promueve una
acelerada calificación de los jóvenes, mediante la creación de escuelas
de calidad y el envío de los mejores estudiantes a universidades extranjeras,
para garantizar el futuro desarrollo del país en ciencia y tecnología: en 2015
habían obtenido su graduación universitaria 220 millones de chinos, mientras
inicia el desarrollo del Centro Tecnológico de Censen a imagen y semejanza del
Sillicon Valley norteamericano. La represión y los costos sociales de la
experiencia, merecen un capítulo aparte. Como resultado, al iniciarse el siglo
XXI China es una potencia y, en su alianza con Rusia, conforma un nuevo bloque
de poder mundial, que cuestiona la primacía del bloque liderado por Estados
Unidos.
Ante este escenario, en el transcurso de 2015, los Estados Unidos,
en acuerdo con Canadá, logran consolidar el Tratado Trans Pacífico al integrarse
Japón y países asiáticos menores como Vietnam, Malasia y Singapur, junto a
Australia y Nueva Zelanda y las naciones latinoamericanas miembros de la
Alianza del Pacífico: México, Colombia, Perú y Chile. Con una capacidad de
control del 40% del PBI mundial en el 2015, los mentores del TTP aspiran a
conformar una gran área geopolítica, capaz de enfrentar la dura competencia
económico-financiera impuesta por el rápido crecimiento de China. La prueba
piloto para la construcción de esta gran área de integración económica,
comercial, financiera y político-militar, sería el NAFTA: el tratado de libre
comercio de México con Estados Unidos y Canadá, creado en 1992.
China ha puesto en marcha su propia versión del TTP -el Acuerdo de
Asociación Económica Integral Regional (RCEP, su sigla en inglés)- que cubrirá
un mercado de 3.400 millones de personas y está integrado por países de Asia y
Oceanía, algunos de los cuales a su vez pertenecen también al TTP, donde el
comercio intra-regional se hará en yenes: Malasia, Indonesia, Brunei, Vietnam,
Camboya, Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia y Filipinas, además de Australia,
India, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda. La ventaja del RCEP con respecto
al TTP es que contará con reglas menos estrictas, lo cual podría hacerlo más
atractivo para los países en desarrollo; aunque siempre en condiciones de
subordinación.
La construcción de estos dos bloques, se conjuga con los
enfrentamientos por áreas estratégicas y recursos naturales cada vez más
escasos -petróleo, gas, oro, diamantes, coltán y similares- que en Medio
Oriente y África se traduce en guerras devastadoras. En la actualidad, existen
cinco guerras -supuestamente “civiles” en algunos casos, pero con participación
de uno u otro de los polos de poder en cada bando- que se desarrollan en el
mundo árabe: Irak, Afganistán, Siria, Libia y Yemen. A su vez, otras siete
guerras asolan al África negra: Malí, Chad, Nigeria, República Centroafricana,
Congo, Somalia y Sudán. Como un indicador de estas tragedias, UNICEF ha
informado que, en la actualidad, 250 millones de chicos menores de 18 años
están creciendo bajo condiciones de guerra; y se estima que cerca de un 20% de
ellos sufrirán secuelas psicológicas graves a causa del terror, la angustia, el
hambre, la pérdida de sus padres y/o hermanos y otras situaciones traumáticas:
serían unos cincuenta millones; y una alta proporción tendrá daños
irreversibles. Si los cálculos indican que un 20% de los menores que crecen en
condiciones de guerra sufren secuelas psicológicas graves, es posible evaluar
la cantidad de jóvenes de hoy, que nacieron y crecieron en Irak o en Afganistán
desde la década de 1990; evaluar la cantidad de víctimas transformadas en
feroces victimarios.
II.- Principales lineamientos del TTP
La filtración de documentos a través de Wikileaks permitió conocer
algunos de los acuerdos secretos -el 90% de los participantes son altos
ejecutivos de corporaciones y bancos- en los cuales se establecen los
principales objetivos y resoluciones del Tratado, que otorgan un protagonismo
decisivo a las grandes empresas y grupos financieros transnacionales,
para condicionar la orientación de las políticas de gobierno, limitando
seriamente el poder de los Estados nacionales. Se trata de una plataforma de
articulación integral en términos políticos, económicos, financieros y
comerciales, que debe garantizar la libre circulación de bienes, servicios y
capitales; aunque no de personas en sentido Sur-Norte. La experiencia de México
durante las dos últimas décadas, permite comprobar que esos objetivos secretos
se han ido cumpliendo rigurosamente en ese país; y la prueba piloto mexicana
ahora tiende a reproducirse en gran escala.
a.- El papel del Estado
Entre otras condiciones, se plantea la privatización y/o
eliminación de las empresas y servicios públicos, que van a ganar
competitividad al pasar a manos privadas y al derecho comercial privado. De
esta manera, la minería, el petróleo y gas, las industrias de base, la
metalurgia pesada, el transporte ferroviario, las finanzas, el sistema previsional
e incluso la educación y la salud, así como las demás áreas existentes,
quedarán en manos de empresas privadas y en especial de corporaciones y bancos
transnacionales, guiados por criterios de rentabilidad y obtención de
beneficios privados. Con este fin, los Estados deben modificar su legislación
de modo tal que, además, los recursos naturales, las fuentes de agua y las
tierras cultivables pasen a ser detentados por esos grandes grupos empresarios,
considerados como los únicos capaces de garantizar eficiencia. El propósito es
gestar las condiciones para que sean estos protagonistas quienes tomen a su
cargo la regulación de los servicios financieros, las telecomunicaciones, los
transportes, la producción agrícola, la distribución de agua potable y energía,
las prestaciones jubilatorias, la salud, la educación y toda otra actividad
susceptible de subordinarse a las leyes del mercado, incluyendo la potestad de
definir la localización de las industrias en los países o territorios que
garanticen un aumento de la competitividad. Como señalan entusiastamente sus
promotores: “La Alianza nace de intereses pragmáticos, de abajo hacia arriba,
impulsada por la comunidad empresarial de los países miembros, no de arriba
hacia abajo como un proyecto político.”Se trata del camino exactamente inverso
al transitado por China: la política al mando se reemplaza en el TTP por las
corporaciones y bancos al mando.
b.- El problema ambiental
Complementariamente, deben reformularse las leyes existentes de
protección ambiental y/o las que limitan o prohíban la utilización de elementos
considerados nocivos para la salud humana y animal o que afecten el
calentamiento global: entre otros, la mega minería a cielo abierto con
utilización de cianuro y ácido sulfúrico; las matrices energéticas basadas en
carbón e hidrocarburos; los agrotóxicos en plantaciones transgénicas; la
técnica del fracking en la obtención de petróleo y gas no convencional; las mega
centrales hidráulicas; así como restricciones similares en la explotación de
recursos naturales que puedan brindar una rentabilidad atractiva para los
mercados. A modo de ejemplo, si la Unión Europea ingresara al TTP, debe eliminar las
leyes que prohíben la mega minería -en tanto el Parlamento Europeo considera
que tiene “consecuencias catastróficas e irreversibles”- junto a las
limitaciones impuestas a la importación de carnes tratadas con hormonas,
transgénicos agrícolas o pollos lavados con cloro.
c.- El control de
patentes
La legislación de cada país integrante debe adaptarse también para
garantizar el derecho de patentes de las corporaciones en los más diversos
ámbitos. En especial, en el campo de los medicamentos, donde se propone que
regirán por 12 años, con la eliminación total de los genéricos; lo cual
significa un importante incremento de los precios promedio. Este plazo está en
proceso de negociación y podría rebajarse a 7 años, considerando que en Canadá,
Australia y Nueva Zelanda rige actualmente por sólo 5 años. Como tanto la salud
como los medicamentos se consideran mercancías, según la más rancia filosofía
neoliberal, en caso de necesidad, los individuos tendrán la responsabilidad de
procurarse los recursos necesarios para acceder a ellos; si no lo hicieran,
nadie más es responsable de lo que pueda sucederles. Por ejemplo, luego de su
ingreso en la Alianza del Pacífico en 2011, en Perú el presupuesto de salud
para el programa de retrovirales se duplicó entre 2010 y 2015; pero la cobertura
se redujo a la mitad: cada día mueren tres personas por SIDA, una
enfermedad que ya no es letal si se trata con la medicación correspondiente.
d.- La cuestión
salarial
Una clave central del Tratado es la llamada “adaptabilidad” de los
salarios. Para que las corporaciones puedan realmente competir con la
producción y las exportaciones chinas, se considera necesario disminuir el
costo salarial -en términos cuantitativos y en lo relativo a derechos
laborales, tanto en las naciones centrales como en las periféricas- de modo tal
que se equiparen a los salarios asiáticos, sensiblemente menores en ambos
aspectos. Este objetivo se ve favorecido por la creciente desocupación
estructural que ha ido gestando en las dos últimas décadas una reconversión
tecnológica salvaje, con la expulsión de trabajadores mediante la incorporación
de tecnologías que ahorran tiempo de trabajo humano en las más diversas áreas
del quehacer social: entre otras, industrias, servicios financieros,
comunicaciones, actividades administrativas públicas y privadas, carga en los
puertos, siembra directa en agricultura, diversas áreas de comercialización. Es
posible reiterar el ejemplo de la filial Ford de Argentina: si en 1979 contaba con
12.000 trabajadores, gracias a los robots y otros instrumentos informáticos, en
la actualidad produce con 2.500 trabajadores: estas son las proporciones
promedio del desplazamiento laboral en todas las áreas. Una situación similar a
la de Europa
a fines del siglo XIX y comienzos del XX, cuando madura la Revolución Industrial ,
produciendo un desplazamiento masivo de población sobrante misérrima, que
migrará principalmente hacia América o va a morir en las dos guerras mundiales.
Es significativo que, en el marco del TTP, durante el 2014 Estados
Unidos solamente ha ratificado dos de las ocho normas fundamentales de la OIT
que protegen a los trabajadores. Esto se debe a que la precarización de los
salarios en las naciones centrales y en las periféricas, es una condición
esencial para el éxito del Tratado. No es un dato menor que el presidente
Barack Obama haya reconocido que la apertura comercial y la relocalización de
empresas en territorios que les brindan condiciones especialmente favorables en
términos de adaptabilidad de las leyes a sus intereses, baja decisiva de los
impuestos y mano de obra barata, ha tenido para Estados Unidos consecuencias
durísimas de pérdida de empleos y rebaja de los salarios y los derechos de los
trabajadores. No obstante, considera con optimismo que las perspectivas son
favorables y es preciso erradicar toda idea de proteccionismo. En este sentido,
mientras en el Mercosur las políticas privilegian el mercado interno y los
salarios, la Alianza del Pacífico es un modelo basado en la exportación de
materias primas y supone ventajas competitivas con respecto a los mercados
exteriores, que exigen ante todo una restricción de los costos salariales.
Precisamente, unos de los objetivos del TTP es destruir las integraciones
regionales que dejan fuera a Estados Unidos, como es el MERCOSUR en Sudamérica.
Es significativo que en la
XI Cumbre de la Alianza del Pacífico realizada en Puerto
Varas, Chile, en junio de este año -donde concurrió como observador el
presidente Mauricio Macri, con intención de incorporar a nuestro país a la
Alianza- se haya señalado que uno de los problemas más graves que presentan
Argentina y Brasil, es la fortaleza de sus organizaciones sindicales.
e.- Los tribunales de
arbitraje
En las tratativas secretas para la concepción e implementación del
TTP, se establecen tribunales de arbitraje en los cuales las empresas pueden
presentar demandas en contra de los Estados o gobiernos ante leyes, acciones o
cualquier otro hecho que afecte sus ganancias. Como ejemplo, una petrolera
demandó al Estado en Canadá, por haber prohibido la técnica del fracking en su
territorio; Phillips Morris demandó al gobierno australiano por incorporar
fotos de enfermedades pulmonares y otras consecuencias del tabaco, en los
paquetes de cigarrillos; también pueden demandarlo si los trabajadores realizan
un paro o si pretenden un aumento de sus salarios reales y otros beneficios
sociales. El conjunto de estos lineamientos, confirman que el espíritu de la
propuesta es garantizar las ganancias empresarias y financieras, como único
objetivo excluyente de las sociedades y los Estados que integren el TTP.
III.- La experiencia piloto de
México: el NAFTA
El 1 de enero de 1994, mientras México se conmovía con las
primeras acciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en la región de
Chiapas, otro hecho igualmente significativo marcaba un punto de inflexión para
la sociedad mexicana: la entrada en vigencia del NAFTA (North American Free
Trade Agreement); un tratado de libre comercio con Canadá y Estados Unidos.
Pasadas dos décadas, los datos de la situación del país, dan cuenta de lo que
realmente significa para nuestras naciones la perspectiva de ingreso en este
tipo de acuerdos.
En lo relativo al papel del Estado, como una tradición
derivada de la
Revolución Mexicana y en especial de las políticas implementadas
por el presidente Lázaro Cárdenas hacia los años ´40, al iniciarse el tratado
los activos públicos tenían una participación cercana al 60% en la economía y
los servicios, controlando entre otras áreas las finanzas, las industrias de
base, la siderurgia, los ferrocarriles, el petróleo y la minería. Garantizaba
además un sistema público de educación en todos sus niveles, incluyendo
universidades, así como sistemas de salud de amplia cobertura. El modelo
económico-social sustentaba un poderoso Estado de Bienestar, capaz de contener
las demandas populares mediante políticas de alimentación, salud, educación y
vivienda, junto al arraigo de millones de campesinos en sus tierras. En la
actualidad, luego de la privatización del sector petrolero y las finanzas, esa
participación se ha reducido a un 5%, centrada principalmente en educación y
salud: la dura represión de docentes y estudiantes en Oaxaca durante los meses
de mayo y junio de 2016, fue una respuesta a la resistencia ante la decisión
del gobierno de impulsar la privatización final del sistema educativo, iniciada
desde el 2011.
Con la privatización de la minería y el petróleo, se permite
a las corporaciones la explotación minera a cielo abierto con cianuro y ácido
sulfúrico y la técnica del fracking en hidrocarburos no convencionales, sin
restricciones ambientales que puedan afectar sus intereses: se estima que
alrededor de un 30% del territorio nacional ha sido entregado a empresas
mineras para su explotación. Complementariamente, las políticas de “sacrificio
campesino” tendientes a erradicar los resabios de la Revolución en el sector
rural, permitieron ir reemplazando los ejidos comunitarios y familiares por
extensas plantaciones de granos transgénicos con utilización intensiva de
agrotóxicos. Entre las primeras medidas del tratado, México abrió sus fronteras
a la importación de productos agrícolas norteamericanos a muy bajos precios,
debido a los subsidios de origen, en especial maíz transgénico. Una agresiva
política destinada a garantizar “sueldos decentes” a las familias rurales en
Estados Unidos, cuya contracara sería la ruina de las familias campesinas
mexicanas: doce millones de integrantes de estas familias debieron entregar sus
tierras y migrar hacia las periferias marginales de las ciudades: además de
perder la soberanía alimentaria, estas políticas tendieron a eliminar la
“cultura del maíz” que en esos territorios se remonta a unos 3.000 años. Con
esto se cumplía un doble objetivo: obtener tierras libres para plantaciones de
transgénicos en gran escala y disponer de una masa creciente de mano de obra
que alimente una caída de los salarios y la eliminación de los derechos
laborales.
Otra de las víctimas del libre comercio fueron las Pymes
locales, que no pudieron afrontar una competencia desleal: mientras se protegía
a las grandes empresas extranjeras, los gravámenes y condicionamientos fueron
significativamente mayores para las pequeñas y medianas empresas, generando una
oleada de cierres y quiebras, con el consiguiente aumento del desempleo y la desnacionalización
casi total de la
industria. La producción en este campo fue reemplazada por
sistemas de maquila en distintas ramas, con componentes importados
-automóviles, textiles y confecciones, computadoras, teléfonos móviles y otras
manufacturas- controlados en un 85% por corporaciones extranjeras y destinados
al consumo interno y la exportación, donde el aporte mexicano es mano de obra
barata. Un éxito del NAFTA fue lograr que los salarios de trabajadores
mexicanos sean los más bajos de América Latina y 8 veces menores que los de
Estados Unidos. Más de dos tercios de la población activa se dedica a la venta
callejera -equivalente a manteros, trapitos y similares- e integran gran parte
de los habitantes en condiciones de pobreza e indigencia, que ronda el 60%.
Una alternativa para los jóvenes marginados de ambos sexos,
es tratar de ingresar a Estados Unidos en búsqueda de algún futuro: cada año
cruzan la frontera entre 400 y 500 mil mexicanos, engrosando los doce millones
de indocumentados que viven allí bajo constante amenaza de deportación: contra
ellos Donald Trump y la derecha republicana proponen políticas duramente
represivas y la construcción del tan mentado muro. El ingreso al NAFTA potenció
además las condiciones para una incontrolable expansión del narcotráfico,
habilitada por la grave corrupción entre políticos, jueces, empresarios y
fuerzas de seguridad, al mismo tiempo que la muerte del casi mítico colombiano
Pablo Escobar, favoreció una reorientación en las rutas de la droga hacia
Estados Unidos, que se trasladan desde el Caribe al territorio mexicano. En
este contexto, otra alternativa para una masa disponible de niños y jóvenes
indigentes, cuya vida carece de valor y lo saben, es incorporarse como
sicarios, distribuidores o informantes en grupos de narcotráfico. Su filosofía
es escalofriante:”Prefiero vivir cinco años como rey y no cincuenta como
mendigo”
A partir de 2004, el NAFTA incorpora un Tratado de Seguridad
similar a lo que fuera el Plan Colombia de militarización de la sociedad; y en
2006 el presidente Felipe Calderón inicia una guerra contra los
narcotraficantes, que agudiza los enfrentamientos existentes entre los
distintos cárteles por el control de territorios, sumiendo al país en una
violencia descontrolada, con rasgos de crueldad y truculencia que incluyen
ataques irracionales a la población civil. A su vez, esta violencia actúa como
un disciplinamiento social ante eventuales protestas y reclamos. Se calcula que
en estos diez años se han producido más de 150.000 asesinatos; 30.000 personas
están desaparecidas, incluidos los 43 estudiantes de la escuela normal de
Ayotzinapa, que fueran perseguidos y atacados por la policía municipal de
Iguala; mientras 500.000 mexicanos han sido desplazados por la guerra. El drama que
atraviesa México, es para nosotros un duro llamado de atención
IV.- Las paradojas políticas del TTP y el libre comercio en
Estados Unidos y la Unión Europea.
La voracidad de las grandes corporaciones y el sector financiero,
guiados por objetivos de obtención de ganancias e incentivados en el marco de
la globalización neoliberal y los tratados de libre comercio, sin considerar
los costos sociales, han ido limitando el poder de gobernabilidad de los
Estados Nacionales, tanto en los países desarrollados como en las áreas
periféricas. Entre otros aspectos, la relocalización de empresas en función de
los menores costos salariales e impuestos o retenciones, sumada en los últimos
veinte años a la reconversión tecnológica salvaje, ha redundado en la
desindustrialización de algunos países y en el crecimiento del desempleo. En
una gran mayoría de naciones centrales, esta dinámica está alimentando
situaciones políticas paradojales, en lo referido a los perfiles de la
oposición frente a quienes impulsan la ampliación de los tratados de libre
comercio, como es el caso del TTP.
En Estados Unidos, el bajo costo de los salarios mexicanos
ha llevado a distintas corporaciones de ese país a un reordenamiento modular de
su producción, trasladando determinados procesos a maquilas en México,
principalmente al estado de Monterrey. Como contrapartida, aumenta la
desocupación industrial norteamericana, incrementando los niveles de pobreza y
marginalidad; situación que tiende a agravarse luego de la consolidación del
TTP en 2015. A
esto se agrega la magnitud de las migraciones de sudamericanos y de mexicanos,
que tratan de cruzar la frontera en la búsqueda de alternativas ante la crítica
situación social en sus propios países. En este escenario, mientras los bancos
y las corporaciones transnacionales apoyan con entusiasmo el TTP, liderados
políticamente por el sector mayoritario del Partido Demócrata, la oposición al
Tratado tiene dos expresiones principales: por una parte, el sector de la
izquierda demócrata que encabeza Bernie Sanders y las organizaciones sindicales
de la AFL-CIO; por otra, la ultraderecha del Partido Republicano, con su máximo
representante, Donald Trump.
Una situación similar se presenta en la Unión Europea , donde
confluyen dos procesos que están alimentando una profunda crisis social y
política. Lo nuevo después de cinco siglos es que, hasta comienzos del siglo
XXI -simbólicamente con el ataque a las Torres Gemelas en 2001- las sociedades
centrales sólo se enteraban de las guerras coloniales por la muerte de sus
soldados o el regreso de mutilados, pero la cotidianeidad no se veía afectada.
Por el contrario, ahora también han comenzado a sufrir las consecuencias, a
través de ataques terroristas y de la llegada de migraciones desesperadas desde
África y Medio Oriente: cientos de miles o millones de refugiados, que huyen de
la muerte y el hambre en sus propios países. Las guerras por el control de
áreas y recursos estratégicos entre los dos polos de poder mundial, están
devastando esas sociedades: es posible estimar que, en estos días, cerca de 500
millones de seres humanos en África y el mundo árabe -equivalente a toda la
población de América Latina- se encuentra golpeada por guerras en sus
territorios; y muchos de ellos tratan de huir hacia Europa. Por su parte, en
las naciones europeas, la ampliación de los tratados de libre comercio y el
eventual ingreso al TTP, que requieren un ajuste salarial para ser competitivos
con China, sumado a la reconversión tecnológica y a la relocalización de
empresas en función de los costos laborales e impositivos, ha creado
condiciones sociales críticas que, ante la llegada de refugiados, alimenta
reacciones racistas y xenófobas. Dada la confluencia de estos factores, el TTP
también enfrenta allí situaciones paradójicas: en Francia, las nuevas leyes de
precarización laboral, son resistidas por manifestaciones de protesta de los
trabajadores; pero asimismo se opone al Tratado el Frente Nacional de Marie Le
Pen, con su ideología de tintes nazi-fascistas. En Gran Bretaña, el United
Kingdom Independence Party-UKIP promueve el Brexit, cuestionando la experiencia
de la Unión Europea ,
mientras el Partido Laborista y su líder Jeremy Corbyn entran en una profunda
crisis, por la división de sus votantes entre quienes pretenden continuar
perteneciendo al bloque europeo y sectores de una izquierda democrática que
critican las consecuencias sociales de dos décadas de libre comercio, mientras
otros apoyan las posiciones de extrema derecha.
En un escenario que evoca el surgimiento de fuerzas de extrema
derecha en Europa durante los años treinta del siglo pasado -la consolidación
del fascismo en Italia, el triunfo de Franco en España o el liderazgo de Hitler
en Alemania- en distintos países europeos crecen y se fortalecen movimientos
políticos sustentados en aggiornadas ideologías nazi-fascistas. Entre otros,
Norbert Hofer del Partido de la Libertad en Austria, con posibilidades ciertas
de llegar al gobierno; Geert Wilders con el Partido de la Libertad en Holanda;
Alternativa para Alemania o Partido Nacional Demócrata en Alemania; el Partido
Popular Danés en Dinamarca, con su solidaria
propuesta deconfiscarles los bienes a los refugiados para sufragar su estancia en el país. En Polonia,
el Partido Ley y Justicia logró imponer como Primer Ministra a Beata Szydlo,
que lidera la resistencia a cooperar en la crisis de refugiados, mientras la
tradicional derecha liberal ha quedado en minoría y las fuerzas de izquierda
prácticamente desaparecieron del Parlamento. El Movimiento por una Hungría
Mejor (Jobbik en húngaro), que ha venido creciendo en las elecciones
parlamentarias y reivindica los valores e intereses húngaros dentro de sus
territorios, con rasgos duramente xenófobos, ha logrado imponer el cierre de
las fronteras a los refugiados. En Bulgaria han surgido patrullas ciudadanas
con el objetivo de reprimir a los refugiados que intentan llegar desde Turquía;
y también en Finlandia y Suecia existen grupos que los hostigan.
Diversos analistas señalan que, como tendencia general, los
votantes de ultra derecha son personas con escasos estudios, obreros de bajos
salarios o desocupados que pueblan los suburbios de las ciudades. Serían las
víctimas o los frustrados por el sistema y la integración europea; reivindican
el nacionalismo y alimentan la xenofobia, al considerar a los inmigrantes
como rivales o enemigos que les quitan los puestos de trabajo y las ayudas
sociales. Cuestionan también a la globalización y el libre comercio de la Unión Europea ,
oponiéndose a las elites políticas, económicas y financieras que los han
promovido; y consideran que los partidos tradicionales apoyan a los
extranjeros, mientras a ellos los han privado de sus derechos sociales,
económicos y políticos. Así, tanto en Europa como en Estados Unidos, la
reivindicación de un neoliberalismo a ultranza, liderado por los grupos de
poder económico y financiero más concentrados en cada país, que impulsa las
propuestas de integración en el Tratado Trans Pacífico, está quedando
restringida a los partidos liberales o conservadores tradicionales y a la
socialdemocracia o el socialcristian ismo,
que adoptaron las ideas neoliberales en los años noventa. Los altísimos costos
sociales del libre comercio, enmarcado en la globalización neoliberal, sumados
a las consecuencias de las guerras genocidas entre los nuevos bloques de poder
mundial, al conjugarse con una reconversión tecnológica salvaje y la gestación
de población sobrante, descartable para estos modelos, junto a la contaminación
ambiental y el cambio climático, están alimentando situaciones de alta
peligrosidad a nivel planetario. Tendencias que pueden calificarse como una
crisis civilizatoria. Son las advertencias del Papa Francisco en la Encíclica Laudato Si
y en sus declaraciones acerca de que el mundo está en guerra; pero no es una
guerra religiosa, sino por recursos económicos.
V.- Argentina frente a las
amenazas del Tratado Trans Pacífico
En los años previos a la dictadura militar; y a pesar de los
impactos de la crisis mundial, con el incremento de los precios del petróleo
decretado por la OPEP en 1973 o incluso el Rodrigazo en 1975, el 90% de la
población económicamente activa de nuestro país estaba en blanco y cubierta por
derechos sociales, con un 3% de desocupación y un 7% de pobreza e indigencia.
Cuarenta años más tarde, luego de la implementación de las políticas de
Martínez de Hoz, profundizadas en los años noventa por el pejotismo menemista y
continuadas en sus principales líneas por los gobiernos que lo sucedieron, la
situación social es contrastante: sólo el 50% de los trabajadores están
cubiertos por derechos laborales, la otra mitad está precarizada, en negro o
desocupada. Se considera que las cifras de desocupación rondan el 8%; pero esta
cifra es engañosa, dados los criterios con que se mide: es desocupada la
persona que no tiene trabajo, pero buscó trabajo la semana anterior. Si no ha
buscado trabajo, se lo define como inactivo; que en realidad es una situación
peor aún, en tanto ha caído en desaliento, ha bajado los brazos. De este modo,
si a las cifras de desocupados se suman los inactivos en condiciones de
trabajar, la desocupación real crece al 25%; un indicador que se acerca más a
la población en condiciones de pobreza e indigencia, que el Observatorio Social
de la Universidad
Católica estima en un 34%.
La desarticulación del Estado de Bienestar y de la
participación del sector público en áreas básicas de la economía mediante las
políticas de privatización, junto al pago de una deuda externa odiosa y
fraudulenta, habilitaron un descomunal saqueo de riquezas, mientras la
desindustrialización del país -que cubría más del 80% de su demanda interna-
fue reemplazada por un modelo productivo agro-exportador extractivista,
depredador y contaminante, basado en agronegocios transgénicos, megaminería y,
más recientemente, la explotación de hidrocarburos mediante la técnica del
fracking. Un modelo que ha llevado a la extranjerización de nuestra economía y
a un predominio del sector financiero especulativo, beneficiado por la
persistencia de la ley financiera de Martínez de Hoz. A esto debe sumarse la
destrucción del sistema ferroviario y de las flotas marítima y fluvial o la
consolidación de una matriz energética basada en hidrocarburos en un 93% en
tiempos de cambio climático y calentamiento global. Sin pretender profundizar
en otros aspectos esenciales de la dramática decadencia argentina -baste
considerar el estado actual del sistema educativo público, que en otros tiempos
diera tres Premios Nóbel en Ciencias- si hemos de tener en cuenta la
experiencia mexicana, el eventual ingreso del país en la Alianza del Pacífico,
como puente para integrar el Tratado Trans Pacífico, nos llevaría a profundizar
esa decadencia aún más, incluyendo crecientes niveles de violencia social e
institucional.
Además de la entusiasta participación del presidente
Mauricio Macri como observador en la reunión de la Alianza del Pacífico,
realizada en Puerto Varas en el mes de Junio y de los acuerdos firmados con el
presidente mexicano Enrique Peña Nieto en su reciente visita, existen
preocupantes indicios de un avance en las condiciones que favorecerían el
ingreso de la Argentina en la Alianza y en el TTP. Entre otros, destaca el
permiso para la instalación de dos bases militares norteamericanas: en la Triple Frontera y
en Tierra del Fuego. Un documento del Pentágono analiza que los dos grandes
conflictos del futuro próximo, son el calentamiento global y la escasez de agua
potable en el mundo. Precisamente, ambas bases militares se instalan en áreas
estratégicas para el control del agua de Argentina: el Acuífero Guaraní y la Antártida. Igualmente
grave es la presencia en las villas de la ciudad de Buenos Aires y el
conurbano, de miembros de las Fuerzas Armadas vinculados con la lucha contra el
narcotráfico, incluyendo algunas personas que hablan en inglés, según relatan
referentes de esas villas.
En la misma orientación y en concordancia con el blanqueo de
capitales, un reciente DNU amplía las proporciones de tierras que pueden ser
adquiridas por extranjeros: mientras en Estados Unidos o Brasil solamente se
permite hasta un 2%, en nuestro país la Ley de Extranjerización de la Tierra
-que en su momento criticamos- permitía hasta un 15%; pero ahora esa proporción
se amplía significativamente. Bajo toda evidencia, la influencia y el ejemplo
del amigo del presidente, Joe Lewis -en cuya propiedad junto al lago Escondido
se alojara cuando la visita de Barack Obama- es por demás importante. Por su
parte, el reciente tarifazo del gas, manifiesta la decisión del retiro del
Estado en lo relativo a subsidios, como parte del retiro total del sector
público en la experiencia mexicana, de manera tal que las corporaciones
privadas puedan establecer con libertad el monto de las tarifas en función de
sus criterios de rentabilidad empresaria, sin considerar las consecuencias
sociales o económicas que ello pueda tener en el bienestar de la población o en
la viabilidad de las Pymes. El gas deja de ser un servicio público y se
convierte en una mercancía más: el que pueda pagarlo, bien; el que no,
paciencia.
La misma filosofía mercantil habrá de emplearse con la
electricidad, los combustibles, el agua potable, los medicamentos, la salud, la
educación, la vivienda y toda otra necesidad humana vinculada con derechos sociales
básicos. Con similar orientación, el gobierno pretende que Argentina ingrese,
junto al nuevo gobierno brasilero, a la Organización de Comercio y Desarrollo
Económico-OCDE, la asociación de libre comercio de las 34 economías
consumidoras de petróleo, en tensión con los países exportadores nucleados en
la OPEP, a la cual pertenecen Ecuador y Venezuela: otra alternativa para
desintegrar el Mercosur. A su vez, en lo referido al tema de patentes en
materia de biotecnología, existen fuertes tensiones entre Monsanto y las
Cámaras de productores rurales en lo concerniente al control de la soja Intacta RR 2,
que es el núcleo de la disputa por la modificación de la Ley de Semillas; pero
lo que no se discute es la imposición de los granos transgénicos con utilización
intensiva de agrotóxicos, a pesar de que la Organización Mundial
de la Salud los ha calificado como cancerígenos. Es lo que denominan
“reinsertar a la Argentina en el mundo”
Dadas sus consecuencias para una parte mayoritaria de
nuestra sociedad -en especial los trabajadores, las clases medias y las
de menores recursos- el Tratado Trans Pacífico se ha convertido en un
parte-aguas de la política argentina. Por un lado, Cambiemos lo impulsa con
entusiasmo desbordante; por otro, el pejotismo neo-menemista que tiende a
rearticularse con el Frente Renovador, aparece como un recambio del
establishment ante un eventual debilitamiento del macrismo. Es significativo el
viaje de Sergio Massa, invitado por Macri al Foro Económico Mundial de Davos en
enero de 2016, donde se reúnen los Directores Ejecutivos de las 1.000 empresas
miembro -las mayores corporaciones y grupos financieros de cada país- junto a
políticos selectos y destacados periodistas e intelectuales que son sus
voceros, para analizar los problemas más apremiantes que enfrenta el mundo e
impulsar las estrategias pertinentes. Tan significativo como su visita a
Estados Unidos en julio para apoyar a Hillary Clinton y las reuniones con el
Spanish Caucus, brazo latino del Partido Demócrata, con quienes abordó problemas
vinculados a la Alianza del Pacífico y el Mercosur.
Sin embargo, el peligro que conlleva el ingreso de Argentina
al TTP, no debe hacernos ignorar que las relaciones económicas y comerciales de
subordinación centro-periferia se profundizaron durante el ascenso de los BRICS
y, en ese contexto, Argentina y otros países del continente se fueron
definiendo como proveedores de materias primas para el gigante asiático: casi
todos cayeron en recesión al bajar el precio internacional de commodities y petróleo.
Desde 2007, China pasó a ser el segundo mayor importador de la producción
argentina después de Brasil; pero en un 85% se trataba de la exportación de
materias primas sin valor agregado, frente a un 90% de productos manufacturados
de importación. Lo cual profundizó el modelo extractivista, agro-minero
exportador, en una relación neocolonial similar a la que el país tuvo con
Inglaterra a fines del siglo XIX y principios del XX. El ejemplo de los
ferrocarriles es elocuente: mientras todavía funcionan en China vagones y
locomotoras que Argentina le vendiera en los años ´70, se importa llave en mano
material ferroviario, incluyendo durmientes de hormigón armado. A su vez,
capitales chinos comenzaron a comprar empresas en el país consideradas
estratégicas: por citar algunos ejemplos, Chem China compró Nidera, dedicada a
la exportación de granos y la petrolera CNOOC tiene una fuerte participación
accionaria en Panamerican Energy de Bridas. Más grave aún, la instalación en
2015 de la base satelital de la Agencia China de Lanzamiento y Control de
Satélites en Neuquén -supuestamente para la cooperación en el desarrollo civil
de tecnologías espaciales- es en los hechos una base militar, dado que este
tipo de tecnología es dual, civil y militar; y la base depende del Departamento
General de Armamentos y de la Comisión Central Militar
del Ejército Popular de Liberación Chino. Si se tiene en cuenta la base militar
de la NATO en Malvinas y las dos bases militares norteamericanas que se instalan en la Triple Frontera y en Tierra del Fuego, la
potestad soberana del país queda seriamente cuestionada.
Ante este escenario de la política nacional e
internacional, las fuerzas políticas con valores de reivindicación social y
soberanía; los sectores sindicales, cuya fortaleza es el problema más grave de
Argentina y Brasil para los ideólogos de la Alianza; los movimientos sociales,
ambientalistas, estudiantiles, de derechos humanos y todos aquéllos dispuestos
a defender una vida digna para el conjunto de los seres humanos que habitan
estas tierras, deben encontrar marcos de confluencia alrededor de un proyecto
alternativo, capaz de enfrentar y superar la amenaza letal que para nuestro
futuro cercano supone el ingreso al Tratado Trans Pacífico o una subordinación
al bloque de poder mundial liderado por China. Ambas alternativas nos condenan
a una condición neocolonial y a la profundización y extensión del modelo
extractivista agro-exportador que, al igual que en los años ´90 -como
continuidad de la política económica de la dictadura militar- pretenden
convencernos de que es el “único camino”. “Único camino” cuyos resultados están
a la vista y tienden a agravarse: sin considerar otros indicadores de
decadencia nacional, pasamos de un 3% a un 25% de desocupación real; y de un 7%
a un 34% de pobreza e indigencia.
La globalización neoliberal, sustentada en un librecambio
sin restricciones y liderada por corporaciones y grupos financieros, está
afrontando una crisis integral: económica, financiera, social y política.
Crisis que afecta tanto a Estados Unidos y a Europa como a las naciones
periféricas, para quienes la tragedia que vive México es un “espejo de su
propio porvenir”. Es preciso tomar conciencia que las resistencias y demandas
dispersas de sectores políticos, de trabajadores en diversos ámbitos, grupos
ambientalistas, movimientos sociales, estudiantes secundarios y universitarios,
personal médico de salud pública, sectores de clases medias, Pymes y tantos
otros, tienen sus causas en un mismo proyecto abarcador; para derrotarlo, es preciso
conjugar todos los esfuerzos. No es cierto que no existan alternativas a este
“único camino”. (…)
Fuente: http://contrahegemoniaweb.com.ar/tratado-trans-pacifico-una-amenaza-letal/
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