Ética y dignidad
zapatistas
12 de agosto de 2016
"En esta forma de
hacer política, nueva cultura política le llaman, hay una renuncia a jugar como
vanguardia, a ser un grupo que va delante y lleva detrás a los pueblos; a
proclamarse los guías que indican el camino a las mayorías que no saben. Están
en otro lugar. No son vanguardia; quizá sean algo así como organizadores de
pueblos."
Una de las primeras
técnicas que aprendimos en la militancia fue a “dirigir” asambleas. En
realidad, a manipularlas. En plena adolescencia, los estudiantes ya estábamos
en condiciones de imponer lo que considerábamos adecuado para “la causa” sin
importar demasiado si los demás lo compartían. Éramos la vanguardia, y punto.
Una de las principales
corrientes políticas de aquel período, tenía un modo de actuar en las asambleas
que consistía en que sus cuadros hablaban horas y horas, hasta que los
asistentes se cansaban y empezaban a retirarse. Colocaban a sus militantes en
las puertas de los salones para convencer a los suyos que todavía no se
retiraran, y cuando estaban seguros de que ya eran mayoría, pedían votación. Y
ganaban casi siempre. Los que intentaban cortar tan largos discursos, eran
acusados de violar la libertad de expresión.
Cuando aquello no
funcionaba, apelaban a los grupos de choque, algo que nuestra corriente también
practicaba. Cuando algunos jóvenes militantes nos preguntan si hace casi cinco
décadas los enfrentamientos con la policía eran muy duros, debemos sincerarnos
y reconocer que una parte sustancial de las energías las dedicábamos al
enfrentamiento físico y dialéctico con las juventudes de los partidos de
izquierda. Y viceversa. Los acusábamos de estalinistas, pero caíamos en la
misma actitud desde una estrategia “revolucionaria”.
Por esta larga y
penosa experiencia, el comunicado del EZLN del 21 de julio, “Carta abierta
sobre la agresión al movimiento popular en San Cristóbal de las Casas,
Chiapas”, es un ejemplo de ética y dignidad en la relación de los zapatistas
con los movimientos populares, sindicatos, partidos y cualquier organización
social.
Luego de una primera
parte donde estampan su posición ante el ataque al campamento de resistencia
popular por grupos armados, y de advertir “no jueguen con lumbre en San Juan
Chamula”, un lúcido presagio que lo que vendría, dedican la parte final al tema
de las relaciones con los que luchan, bajo el subtítulo “A quien corresponda”.
Primero destaca que
“se deben respetar las decisiones, estratégicas y tácticas, del movimiento” y
agrega: “No es legítimo querer montarse en un movimiento para tratar de
llevarlo a un lado fuera de su lógica interna. Ni para frenarlo, ni para
acelerarlo”.
En este punto toman
distancia de quienes proponen estrategias electorales pero también de los que
defienden posiciones revolucionarias, y aclaran que cualquier movimiento que
hagan respecto al movimiento actual lo harán saber públicamente y con
antelación, y lo ponen en letras grandes, mayúsculas, para que nadie se llame a
engaño.
Como tengo la
convicción, por experiencia propia, de que esta es una posición muy poco
frecuente entre los movimientos que luchan contra el capitalismo, me parece
necesario destacarla, valorarla y defenderla porque nos enseña otro modo de
hacer, apegado estrictamente a la ética y a la dignidad, que son indivisibles.
Quien defiende la propia dignidad, valora la de los demás, y por lo tanto los
respeta, aunque no acuerde, en sus tiempos y modos como dice el comunicado.
A partir del
comunicado podemos abrir un debate con una pregunta: ¿cómo influir, entonces,
en el devenir de las luchas si no nos montamos en los movimientos? Que es casi
lo mismo que preguntarse por la relación que queremos tener con los pueblos,
barrios, sindicatos, etcétera.
Creo que el propio
zapatismo a lo largo de su historia nos da algunas pistas. La primera, y
fundamental, es algo así como predicar con el ejemplo. Organizarnos y hacer.
Luego, que los demás vean que sí se puede; que si los zapatistas pueden, los
demás también pueden. Este efecto demostración, digamos, es fundamental porque
apuesta a poner en juego la autoestima de las comunidades.
En esta forma de hacer
política, nueva cultura política le llaman, hay una renuncia a jugar como
vanguardia, a ser un grupo que va delante y lleva detrás a los pueblos; a
proclamarse los guías que indican el camino a las mayorías que no saben. Están
en otro lugar. No son vanguardia; quizá sean algo así como organizadores de
pueblos. En esta lógica no hay dirección ni base, que es lo que los movimientos
anticapitalistas vienen practicando desde hace más de un siglo. En este modo de
hacer no hay lugar para manipular, porque no se trata de ganar asambleas ni de
llevarse “masas” de las narices, o de donde sea que las arrastremos. Es mandar
obedeciendo.
El comunicado es una
doble lección. De ética, porque los pueblos y las personas no deben ser
manipuladas, manejadas o sus acciones desviadas para fines que no han definido
ellas mismas, ni siquiera por buenas razones revolucionarias.
De dignidad, porque el
EZLN cree en la autonomía de los pueblos y de los seres humanos, y rechaza la
concepción implícita en ciertas corrientes políticas que actúan como si unos (la
vanguardia), fueran los tesoreros de la dignidad y de la autonomía, mientras
los pueblos y las personas sólo les queda seguir sus consejos.
Fuente: http://www.biodiversidadla.org/Portada_Principal/Documentos/Etica_y_dignidad_zapatistas
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