miércoles, 24 de agosto de 2016

II. Discutamos la impunidad del sistema mundo capitalista de hacer avanzar su "acumulación por exterminio" como bien la denomina Raúl Zibechi.

 

Por Red de Médicos de Pueblos Fumigados. 
Desde hace más de 10 años distintos grupos de vecinos vienen denunciando que el indiscriminado uso de agrotóxicos en sus territorios ocasiona enfermedades en sus familias, muchas de ellas muy graves. Ante esta situación, algunos miembros de equipos de salud de los pueblosfumigados se reunieron en la Facultad de Cs. Médicas de Córdoba (2010) y de Rosario (2011) y formaron esta Red para estudiar y recopilar datos sobre el impacto que la actual forma de producción agroindustrial ocasiona en nuestras comunidades; para difundir la información científica -que las empresas como Monsanto y los gobiernos nacionales y provinciales ocultan- sobre la toxicidad de glifosato, 2.4D, atrazina, endosulfán, clorpirifós, etc; y también para acompañar al movimiento de las comunidades damnificadas en sus reclamos por derechos a la salud y a un ambiente sano.

El Modelo Productivo: uso creciente de agrotóxicos
La tonelada de soja que cotizaba a 160 u$s en 2001, en marzo de 2012 valía 
500 u$s, el rendimiento promedio es de 3 a 4 tn/ha, los costos de producción 
son de 100-150 u$s/ha: la rentabilidad es descomunal. De un total de 300.000 
productores rurales en todo el país, 80.000 se dedican a esta agricultura transgénica 
y química, de ellos 20.000 concentran el 70% de la producción, son básicamente 
S.A. y pooles de siembra que lo hacen arrendando campos o intrusando territorios 
de pueblos originarios o de campesinos ancestrales. En los últimos diez años, 
la frontera agrícola se ha expandido casi en un 60%, avanzando sobre regiones 
destinadas a otras producciones, sobre territorios con agricultura familiares 
y masivamente sobre bosques.
Impera una agricultura de monocultivos, una agricultura química, un modelo 
agroindustrial que utiliza un paquete tecnológico que incluye siembra directa, 
semillas transgénicas y aplicación agrotóxicos. En ese marco, y principalmente 
como consecuencia de la inviabilidad natural del monocultivo, con el fin de 
sostener la productividad se aplican cantidades cada vez mayores de agroquímicos 
en un territorio donde conviven con los cultivos transgénicos más de 12 millones 
de personas. Hay que reconocer que los “productos” que utilizan son todos venenos: 
los herbicidas, como glifosato, 2.4D o atrazina, están destinados a matar plantas, 
y los orientados a matar insectos como endosulfán, clorpirifós, dimetoato, etc. 
tienen efectos deletéreos sobre la salud humana
La utilización de estos agrotóxicos viene aumentando exponencialmente desde 
el año 1990: en ese momento se usaban 30 millones de litros de venenos, hoy 
(2012) se aplican más de 340 millones de litros. En la misma hectárea donde 
se usaban 2 ó 3 litros de glifosato, hoy se usan 8 ó 12 litros y se le agrega 
1,5 litros de 2.4D por año, en zonas de Santiago del Estero y Chaco se usa hasta 
20 litros/ha. de Round Up.

Aumento de consumo de agroquímicos por año, en 
millones de litros / kilos (clic para ver en mayor tamaño)
El gobierno estimula este tipo de producción, haciendo oídos sordos al reclamo 
de los pueblos fumigados de restringir inmediatamente las fumigaciones en zonas 
pobladas, prohibir las criminales fumigaciones aéreas y poner en discusión el 
sistema de producción agraria en la Argentina.

Situación de los pueblos fumigados

Después de 15 años de fumigaciones sistemáticas, los equipos de salud de los 
pueblos fumigados detectan un cambio en el patrón de enfermedades en sus poblaciones: 
los problemas respiratorios son mucho más frecuentes y vinculados a las aplicaciones, 
igual que las dermatitis crónicas; de la misma manera, los pacientes epilépticos 
convulsionan mucho más frecuentemente en época de fumigación, son más frecuentes 
la depresión y los trastornos inmunitarios.
Se registran altas tasas de abortos espontáneos (hasta del 19%) y aumentó notablemente 
las consultas por infertilidad en varones y mujeres. Los rebaños de cabras de 
los campesinos y originarios registran, en algunas zonas, hasta un 100% de abortos 
vinculados a la exposición con pesticidas. Se detecta también un aumento de 
trastornos tiroideos y de diabetes.
Cada vez nacen más niños con malformaciones en estas zonas, especialmente si 
los primeros meses del embarazo coinciden con la época de fumigaciones. Síndromes 
de Down, mielomeningoceles, cardiopatías congénitas, etc. se diagnostican con 
frecuencia en estas áreas.
Los pueblos fumigados también presentan un cambio 
en sus causas de muerte. Según los datos de los registros civiles a los que 
hemos podido acceder, encontramos que más del 30% de las personas que mueren 
en estos pueblos fallecen por cáncer, mientras que en todo el país ese porcentaje 
es menor a 20%. La mortalidad por cáncer aumento claramente en estas áreas, 
siendo éste un fenómeno nuevo, detectado por nuestros colegas desde el año 
2000 y no verificado antes. Curiosamente, la fecha coincide con la expansión 
del consumo de glifosato y otros agroquímicos que son masivamente aplicados 
en la zona.
La agresión química afecta a todas las personas, pero sin duda que los pobres 
del campo, los peones, sus mujeres y niños, son los que tienen menos posibilidades 
de proteger y recuperar su salud. Además, desde el norte de Córdoba y Santa 
Fé, la mayor parte de los nuevos emprendimientos de agricultura química son 
concretados por S.A. y pooles de siembra; estos utilizan la vía aérea de fumigación 
de manera casi generalizada y las dosis de venenos son mucho más alta por 
las condiciones climáticas y biológicas de la región, las consecuencias las 
sufren principalmente los pueblos originarios y los campesinos ancestrales.

Las evidencias científicas

Las manifestaciones clínicas que los médicos de pueblos fumigados observamos 
en nuestros pacientes encuentran su causalidad biológica en los resultados de 
investigaciones científicas en modelos experimentales con diversos plaguicidas, 
incluyendo glifosato. Así, por caso, investigaciones de nuestros científicos 
demuestran de qué manera el glifosato actúa en el desarrollo embrionario produciendo 
malformaciones (Carrasco 2010), y como este veneno genera daño a las moleculas 
de ADN del nucleo celular, promoviendo líneas celulares mutantes que ocasionarán 
cáncer si no logran ser eliminadas por el individuo (Alassia 2011, Simoniello 
2010).
También, numerosas publicaciones científicas en todo el mundo demuestran cómo 
la exposición a agrotóxicos aumenta notablemente las tasas de malformaciones, 
abortos, cáncer y trastornos hormonales en las personas sometidas a fumigaciones 
reiteradas.
Incluso las Revisiones Sistemáticas de la Medicina Basada en la Evidencia 
sostienen la necesidad de disminuir esta exposición por contarse con evidencias 
suficientemente fuertes y consistentes para reconocer que la exposición a plaguicidas 
aumenta el riesgo de afectar la salud humana
 (Sanborn 2005 y 2007). 
(Ver en Informe 1º Encuentro: www.reduas.fcm.unc.edu.ar)

Negando la Realidad

A pesar de todas las denuncias hechas por los vecinos, la información recopilada 
en los Encuentros 
de Médicos de las facultades de medicina de Córdoba (2010) 
y de Rosario (2011), y todos los datos científicos que demuestran la toxicidad 
de los pesticidas, el Gobierno sigue apostando a aumentar la producción agraria 
con el mismo modelo. Del sector empresario, académico y gubernamental, que defienden 
a la agricultura química, se sigue insistiendo que no hay pruebas suficientes..., 
nos recuerdan a Phillips Morris cuando afirmaba que no había pruebas de que 
el cigarrillo produjera cáncer de pulmón; ensayos controlados de toxicidad no 
son éticamente realizables en humanos, pero los datos epidemiológicos terminaron 
sepultando la coartada de las multinacionales del cigarrillo; como también demuestran 
hoy las toxicidad de los productos de Monsanto, Dupont, Syngenta, Bayer o Novartis.
No se aplica el Principio Precautorio de la Ley de Ambiente, no se trata el 
proyecto de ley nacional que penaliza aplicar estos venenos sobre las personas, 
se sigue promoviendo el aumento indiscriminado de su utilización y se sigue 
manifestando que el glifosato es tan inocuo como “agua con sal” o que se puede 
tomar un vaso lleno de round up sin peligro, como lo hizo el Ministro de Ciencia 
y Tecnología Lino Barañao. (ver: http://www.reduas.fcm.unc.edu.ar/el-glifosato-no-es-agua-con-sal/)
Predomina el negocio sobre el derecho a la salud, el oro sobre la conciencia 
y se aferran a las mentiras que impuso Monsanto cuando impulsó la producción 
transgénica. Incluso en los pueblos fumigados vemos cómo familias de productores 
muy afectadas por los químicos niegan esta relación, alucinados por la millonaria 
diferencia que alcanzan al final de la temporada.
Casi 2500 millones de u$s se gastan en agrotóxicos en Argentina; las empresas 
transnacionales proveen las semillas y los venenos, compran la producción, controlan 
nuestro comercio exterior y además especulan financieramente con el precio de 
los alimentos (estos son los que se quedan con la mayor parte de la renta). 
Y como si fuera poco, enferman a nuestra población rural y destruyen su ambiente 
con la complicidad de los gobiernos provinciales y el nacional.
Para restringir mínimamente esta catástrofe sanitaria nos piden más 
pruebas. ¿Cuánto sufrimiento, dolor y muertes tendremos que mostrar para que
reconozcan la necesidad de limitar las fumigaciones?
¿Qué reclamamos?
• Prohibición de las fumigaciones aéreas, tal como se ha hecho en la Unión Europea.
• Restricción
del área de fumigaciones terrestres, alejándolas de las zonas 
pobladas.
• Reclasificación de los agrotóxicos utilizados en nuestro país, considerando 
sus efectos agudos, de mediano y largo plazo en los seres humanos.
• Aplicación del Principio Precautorio establecido en la Ley General del Ambiente 
Nº 25.675, Art4º.
• Creación de una dependencia de Salud y Ambiente encargada de autorizar o rechazar 
el uso de cada pesticida en particular, en reemplazo del actual ente regulador 
(SENASA) en el que sólo participan el área de agricultura del estado, los productores 
representada en la Mesa de Enlace y las Cámaras productoras de plaguicidas, 
prevaleciendo así las necesidades productivas y comerciales por sobre la salud 
de nuestras comunidades.
Los vecinos, los ciudadanos, ¿qué podemos hacer?
Ante esta situación, el papel de los miembros de los equipos de salud, los 
vecinos, las comunidades y la sociedad en general es fundamental. Resulta imprescindible 
que cada uno de nosotros en nuestro barrio, nuestro pueblo o ciudad nos organicemos 
para reclamar por el derecho a la vida, a la salud y a un ambiente sano.
Ayúdanos a recoger información sobre el impacto en la salud de los agrotóxicos:
• Recoger testimonios, en los que se reconstruyan situaciones de vulneración 
de derechos en historias de vida reales constantes y sonantes para denunciar 
el actual atropello por parte del agronegocio y sus socios políticos y sociales.
• Hacer mapas o croquis de las poblaciones con los campos de transgénicos, los 
acopios y depósitos de venenos, ubicando los domicilios de los vecinos enfermos 
de cáncer, malformaciones, hipotiroidismo, púrpuras, lupus y diabetes. Esto 
grafica crudamente en una imagen lo que decimos en muchas palabras.
• Hablar con los médicos de tu pueblo o barrio e invítalos a informarse y contactarse 
con esta Red.
• Organizar actividades de divulgación y debate del problema en tu localidad. 
Es preciso poner en la esfera pública este conflicto; miembros de esta Red pueden 
participar aportando sus conocimientos técnicos sanitarios del tema.
• Generar grupos colectivos de “Paren de Fumigar” en cada pueblo que promuevan 
la generación de ordenanzas y normas locales que restrinjan las fumigaciones 
generando reparos ambientales de 800 o 1000 metros a partir del ejido o limite 
urbano de los pueblos; que impida la circulación de los mosquitos cargados de 
venenos por las calles, que retire los acopios de granos de los centros urbanos 
y también de los depósitos de agrotóxicos. Y que coordinen con grupos similares 
de tu provincia y el país.
• Ayúdanos a difundir la información que recogemos en los medios de comunicación 
de tu zona.
Es la hora de participar, involucrarnos y
ejercer una ciudadanía plena en la 
defensa de nuestros derechos.
Esta lucha la hacemos entre todxs

Dr. Medardo Avila Vazquez
Médico Pediatra y Neonatólogo
Coordinador Red Universitaria de Ambiente y Salud
Médicos de Pueblos 
Fumigados
www.reduas.fcm.unc.edu.ar
medardoavilavazquez@yahoo.com.ar
0351 155915933

Para ver en pdf esta nota haga click aquí: Situación 
de pueblos 
fumigados 
ARG, 2012, pdf (109)

No hay comentarios:

Publicar un comentario