Veinte años de la revista Herramienta
De la caída del Muro a
una "globalización" en crisis
30 de agosto de 2016
Por Ricardo Antunes (Rebelión)
Aldo Casas (Consejo de Redacción
de Herramienta): Sobre Herramienta y los 20 años que estamos valorando y
conmemorando, lo primero es dar gracias por la solidaridad y todas las valoraciones
positivas que recibimos en estos días. Continuar este camino exige aferrarnos a
lo ya aprendido y lo conquistado. Intransigencia frente al capital con todo su
fetichismo, mistificaciones y creciente inhumanidad; compromiso con todas las
luchas emancipatorias y fraternal y constructiva disposición a seguir
debatiendo a partir de las luchas de nuestro tiempo para construir una nueva
forma social o un nuevo mundo en el que deberán caber muchos mundos, como le
gusta decir a los zapatistas.
- Continuar exige también ser
capaz de autocriticarse, de renovarse, de arriesgarse proponiéndose más y
más ambiciosos objetivos, reconociendo prioridades e insuficiencias.
Quiero subrayar este aspecto porque a veces da la impresión que
Herramienta es un colectivo casi todopoderoso, con múltiples recursos,
múltiples fuerzas y capacidades; la realidad es más difícil y más dura,
que necesitamos más participación activa de todos ustedes y de todos
nuestros amigos que no se han podido acercar hoy. Más compañeros para el equipo
de trabajo, para el armado y alimentación de la página web, para la
difusión, la venta y el debate de nuestros materiales que siguen estando
muy sub aprovechados. Necesitamos más amigos que quieran invitarnos para
que podamos hacernos presentes en las muchas y diversas actividades de la
izquierda social y política de nuestro país y continente; u organizar
eventos a los que nos sumaremos en tanto nos lo pidan y nuestras fuerzas
lo permitan.
- Continuar exige desafiar
rutinas, las nuestras pero también las de los movimientos de los que somos
parte y con los cuales dialogamos. Asumir la necesidad y la obligación de
discutir entre nosotros y con otros, no doctrinariamente sino
constructivamente y a partir de los datos y desafíos de las realidades que
vivimos y luchamos. No para monologar, no para multiplicar algo en que
cada maestrito recita su librito, sino tratar de sostener en el tiempo un
intercambio real de opiniones, no para convencernos sino para que esa
discusión nos permita actuar en la lucha de clases con más y mejores
instrumentos conceptuales, propuestas mejores, etc.
Necesitamos y necesitaremos mucha más ayuda para intentar hacerlo.
Quiero destacar la importancia hoy aquí de Ricardo Antunes porque es una
personificación de Herramienta, todos los miembros del Consejo de Redacción,
especialmente yo, hemos aprendido mucho de Ricardo. Personalmente quiero
destacar que he aprendido mucho de los errores y frustraciones de Ricardo y de
su capacidad de sobreponerse a ellos. Porque Antunes además de ser un sociólogo
con una amplísima experiencia académica, fue militante del Partido Comunista
Brasileño, fue de los primeros en sumarse al Partido de los Trabajadores,
impulsó con energía la labor del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra,
estuvo entre los fundadores del PSOL y en esta larga marcha, cada vez que algo
salió mal o dio errado, trató de corregirlo siempre en el sentido indicado por
Marx, “la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”
y las organizaciones sociales, políticas o de cualquier tipo deben servir a ese
propósito o habrá que construir otras. Me gustaría decir que Ricardo Antunes es
una especie de personificación de lo que es o quiere ser Herramienta.
Menciono
cuatro puntos que me parecen de candente actualidad y realidad:
* La crisis estructural del capital, tal cual la analizó Mészáros,
se expresa y se articula con múltiples crisis ahora convergentes. Hay crisis
financieras, crisis de sobreacumulación y sobreproducción, hay crisis
climática, hay crisis civilizatoria y crisis también profunda e irresoluble del
sistema mundial de Estados y, por lo tanto, de la gobernabilidad mundial.
Algunos quieren ver en acontecimientos recientes, como el Brexit o las disputas
entre EE. UU. y la Rusia de Putin y el super capitalismo chino, síntomas de que
la globalización está ya en retroceso; la realidad a mi juicio es muy distinta,
es precisamente el predominio aplastante del mercado globalizado y las
encarnizadas competencias, agudizadas por la crisis, lo que pone en evidencia
que uno de los límites absolutos con los que choca el impulso expansivo del
capital es la inexistencia de un Estado mundial que sea capaz de contener los
mecanismos autodestructivos del sistema.
La crisis migratoria que se vive en Europa visiblemente, pero que es una crisis
mundial, el Brexit, la dislocación en curso de la Unión Europea, el
pretendido proteccionismo que pregona dos posibles candidatos presidenciales de
la extrema derecha en EE. UU., la nueva ofensiva de los neoliberales en nuestra
América son en perjuicio de esta crisis mundial.
* En esta condición, en la conformación del sujeto social colectivo
revolucionario, el enterrador del capitalismo, como diría Marx, resulta ser
mucho más compleja de lo que decía el Manifiesto Comunista, o mejor dicho, el
sujeto revolucionario mismo resulta ser mucho más complejo, poliformo o
multivariado, porque multivariado es el sistema de explotación y opresión que
es el capital.
El sujeto social revolucionario surgirá obviamente anclado en la contradicción
que plantea el capital pero se irá redefiniendo en las luchas, tal y como son
las luchas de hoy en día, con toda su diversidad y, sobre todo, el sujeto
revolucionario se constituirá como tal en la medida que demuestre capacidad de
construir alternativas político-sociales al capital y de construir en paralelo
poder popular que los imponga.
* El carácter mundial de la crisis no borra las peculiaridades nacionales o
regionales. Impone afrontarlas con plena conciencia del carácter internacional
de la revolución, aunque no tengamos muy claros los términos y tiempos en que
esto se exprese hoy. Lo que parece, en todo caso evidente, es que los reflejos
y capacidades internacionalistas de los trabajadores y pueblos del mundo están
muy por detrás de lo necesario y esto requiere de respuestas y construcciones
que no sean meras invocaciones a viejas internacionales que ya no existen.
* La necesidad de ser críticos y autocríticos implica que nos debemos obligar a
serlo incluso de las experiencias de los trabajadores y movimientos populares
mismos de los que participamos, porque después del brutal fracaso, de las
grandes organizaciones políticas y sindicales de masas, construidas en el siglo
XX, no basta con criticar traiciones de tal o cual partido o tal o cual decisión
de una mala dirección. Es preciso cuestionar también las debilidades e
insuficiencias de los de abajo, de nuestros compañeros, nuestros movimientos,
de nuestra clase, porque no habrá revolución si los subalternos mismos no son
capaces de revolucionarse y nosotros con ellos.
Ricardo Antunes (Consejo Asesor de
Herramienta – Universidad de Campinas (SP): Quiero empezar agradeciendo a todos
los compañeros y compañeras de Herramienta. Es un honor para mí estar cerrando
este lindo coloquio por los 20 años. Yo, muy modestamente, me considero un
co-fundador en el exterior de Herramienta, porque por una invitación de Néstor
López, en el primer número de Herramienta, aquél de tapa blanquita, colaboré y
me convertí en un compañero de Herramienta. Dejo mi saludo para Néstor, para
que pueda recuperarse y también a todos y todas los que están aquí, que son
luchadores que hacen de Herramienta un arma de lucha contra el capital.
Preparé una presentación en sintonía con el tema en general. No voy a hablar
tanto del mundo del trabajo, que es mi investigación central, sino un poco de
la tragedia latinoamericana hoy. Dando un énfasis al tema del trabajo porque es
un tema vital. Voy a intentar tratar la era de las rebeliones, de las
contrarrevoluciones y del nuevo Estado de excepción que estamos viviendo en
nuestra América Latina.
Voy a empezar con 1968, el año que bamboleó al mundo, los levantamientos en
París, en varios países de Europa, la invasión rusa a Checoslovaquia, las
huelgas en Brasil, la masacre de los estudiantes en México, las huelgas del
otoño caliente en Italia en el ´69, mismo año del Cordobazo en Argentina. Son
algunos hechos emblemáticos de un período que encontró en 1968 una fase de
rebelión y confrontación abierta. En ese momento la lucha central era por el dominio
y el control del capital por parte del trabajo y las fuerzas sociales. Cinco
años después, 1973/1974, se presentó un cuadro de profunda crisis estructural
analizado por Mészáros, Chesnais, Robert Kurz, lamentablemente el último
fallecido. Mészáros y Chesnais son hasta hoy colaboradores de Herramienta.
Todos ellos importantes críticos de la tragedia del sistema del capital.
En 1973 en un cuadro de profunda crisis del sistema de dominación del capital,
constatada en todos los niveles: económico, social, político, ideológico,
valorativo, aquél fue obligado a diseñar una nueva ingeniería de la dominación. Por lo
tanto, empieza el fin de un ciclo de revueltas y el inicio de una era de
contrarrevolución burguesa de amplitud global.
El
trípode destructivo
Vinieron en una sucesión concatenada o que se podría llamar “trípode
destructivo”: la reestructuración productiva de los capitales, la financiación
ampliada del mundo y la barbarie neoliberal. Este es el trípode de la
destrucción de nuestros días, y fue responsable del advenimiento de una
contrarrevolución burguesa de amplitud global.
Quiero recordar al gran sociólogo marxista brasileño, con el que tuve el honor
de compartir una amistad, Florestan Fernandes, y otro que también es muy
conocido entre ustedes, Octavio Ianni. Florestan es el constructor de la idea
de que nuestra América Latina siempre oscila entre la revolución y la contrarrevolución. Esta
contrarrevolución burguesa inició la barbarie neoliberal todavía dominante,
inició una monumental reestructuración del sistema del capital a escala global,
que hoy nosotros llamamos de mundialización o globalización del capital.
Creando, construyendo una ingeniería productiva muy destructiva en relación al
mundo del trabajo. El primer resultado de esto es una ampliación descomunal de
la superexplotación del trabajo.
Tal vez la más original crítica marxista de la superexplotación del trabajo que
se hizo en Brasil fue la
de Ruy Mauro Marini, que es olvidado en su país cuando se
exilió en Chile y luego en México y regresa muchas décadas después. Esta
superexplotación del trabajo, acrecentada hoy, es el trazo de base material de
un mundo donde en la cúspide está la predominancia del capital ficticio, una
punta dentro del capital financiero.
Es bueno recordar que el capital financiero no es solo capital ficticio que
circula y se generaliza en las especulaciones y saqueos. El capital ficticio es
una parte prolongada del capital financiero y éste, en sus orígenes, es una
fusión compleja entre el capital bancario y el capital industrial, como nos
enseñaron Lenin, Rosa Luxemburgo y tantos otros.
Por el contrario de cierta lectura, en mi frágil opinión, defendida por muchos
economistas menos críticos, el capital financiero no es una alternativa más
allá del mundo productivo, pero controla en gran parte el sistema productivo
del capital y solo una parte de él, el capital especulativo de tipo ficticio se
disocia de la producción y este es el lastre material existente sin el cual
–labase productiva- el sistema financiero no puede dominar eternamente.
El capital ficticio sin algún lastre material es una imposibilidad, cuando se
piensa en una dominación de largo período. No es por otro motivo que en la
lógica hoy hegemónica del capital financiero, el saqueo, la explotación y la
intensificación del uso de la fuerza de trabajo tiene que ser llevada cada vez
más a un límite. Es por eso que los padecimientos y los niveles de
superexplotación de la fuerza de trabajo alcanzan grados de intensidad jamás
vistos en fases anteriores, tanto en el sur como en el norte del mundo.
El
futuro de la humanidad pasa porque el proletariado chino pueda cambiar su
realidad
Aquí voy a hacer un pequeño paréntesis para ilustrar un poco lo que estoy
diciendo. Hoy China es un ejemplo de hiper explotación del trabajo, la empresa Foxconn es
emblemática. Es una empresa de tercerización global que tiene 16 unidades
productivas en China, una de ellas es la unidad productiva de Shenzhen donde se
pueden encontrar cadenas de montaje de todas las marcas de tecnología celular.
Todos los productos que fabrica la Foxconn son Apple, Nokia, etc., porque es
una empresa de tercerización global. Emplea alrededor de 1.500.000 obreros y
obreras, en 2010 recibían entre 100 y 200 dólares al mes, con jornadas de
trabajo que suelen llegar a 12 horas. En este proceso de intensidad de
explotación del trabajo hubo varias tentativas de suicidio en 2010 y trece
ocurrieron. Jóvenes obreros que saltaron por las ventanas, etc., dada la
explotación, la humillación, el asedio moral, etc.
¿Por qué ocurre esto en China? Hace un mes y medio estuve por primera vez en
ese país. China tiene un sistema muy complejo. Nosotros conocemos muy poco de
lo que sucede allí actualmente. Pero puedo decir esto, si un gobierno chino
decide hacer en este predio, aquí en un área de Buenos Aires, un gran
emprendimiento, contrataría una gran transnacional que se ocuparía de construir
la infraestructura necesaria. Esa transnacional utilizaría un proceso de
contratación y subcontratación de otras empresas. Porque hay un control por
arriba del Partido Comunista, ese control hace que el Estado chino pueda
extraer parte de la plusvalía creada en la producción. Todas
las grandes corporaciones, que son muchas, se arreglan con el Estado chino y
comienza un proceso de precarización descomunal del trabajo, porque China tiene
casi 1.500.000.000 de población total, de los cuales casi 800.000.000 son parte
de la población económicamente activa, es una super población excedente
monumental, recordando términos de Marx.
Durante la Revolución
China de los ‘60, sufrió un proceso de calificación,
alimentación y educación diferente de la India, país que pude visitar también.
En China no hay ninguna legislación protectora del trabajo, los sindicatos son
estatales y controlados por la burocracia estatal del Partido Comunista. De tal
modo que las luchas obreras en China, las huelgas, que fueron intensas en la
última década, frecuentemente se dan contra la burocracia estatal y contra el
control de un sindicalismo oficial. El futuro de la humanidad pasa porque el
proletariado chino pueda o no cambiar las cosas en su propia realidad.
Es muy difícil caracterizar a la sociedad china: no parece ser una sociedad
socialista. Pero tampoco es una sociedad capitalista típica, porque este
control político del partido es garantizado por una monumental burocracia
estatal que emplea una fuerza sobrante monumental de trabajo en la seguridad,
los funcionarios públicos, etc. Yo conocí dos ciudades solamente, Shangai y
Pekín, son las únicas ciudades del “sur” del mundo que conocí que están
organizadas, no se parecen a San Pablo, ni a la ciudad de México, porque son
organizadas, el metro funciona, los sistemas ferroviarios funcionan, pero bajo
mucho control.
Durante los años ´70, nosotros los brasileños teníamos todo, éramos los
campeones de fútbol, pero también éramos los campeones de la super explotación
del trabajo. Hoy no lo somos más. Hace unos años estaba dando un curso en
México y mirando un periódico decía: “Empresarios de todo el mundo, vengan a producir
a México. Porque acá se puede explotar más que en China”. Ustedes conocen la
idea de las maquilas, que son verdaderos centros de montaje de productos,
porque se paga entre 10 y 20 veces menos el trabajo de la clase obrera
mexicana, tanto hombres como mujeres, en comparación con la clase obrera
norteamericana.
Cuando estuve en India, en octubre de 2013, el Ministro indio estaba haciendo
una propaganda que decía así: “China creció por el Made in China” o sea por
producir en China. La propuesta del Ministro era crear un eslogan para la
India, que sería “Make it in India” o sea, “produzca en India”, porque en India
las condiciones de explotación del trabajo con aún más intensas que las chinas.
Yo creo que hay entre 200 y 300 millones de hombres y mujeres en la India que
por una compleja situación de casta y de clase, son excluidos de la condición
más elemental de humanidad. Las personas viven en una situación que para
nosotros es chocante, y yo vivo en Brasil, conozco casi toda América Latina,
pero nunca había visto una miseria tan brutal como en la India, que además está
absolutamente naturalizada, por una combinación perversa de un sistema de
clases y un capitalismo que excluye a todos aquéllos y aquéllas que no son
parte de las castas consolidadas. Pero la superexplotación no es un problema
solo de la India, veamos el caso de Japón.
Este país tiene hoy más de un 34% de su clase trabajadora en condiciones de
trabajo precario, informal. Hay palabras como “arubaito” que significa trabajo
precario y es una expresión que es utilizada desde la era Meiji del siglo XIX.
Hay una figura en Japón actualmente que es el “Cyber refugee”, que es el joven
precarizado que migra del campo a la ciudad, que no tiene donde dormir por la
noche porque no tiene con qué pagar un cuarto o una pensión. En Japón hay
cápsulas de vidrio para dormir, los obreros pobres las alquilan. La única
diferencia con una cámara mortuoria es que es de vidrio. Si no puede pagar
esto, van a pasar la noche en cyber cafés cuyo precio es bajo. Van allí para
conectarse e intentar conseguir un trabajo para el día siguiente. Lo que el
geógrafo inglés James Peck, llamó “trabajo contingente”. Si hay trabajo hay que
presentarse a las 5 am, trabajar toda la jornada y al final del día recibe el
pago, sin ningún sistema de contratación legal. Este es un ejemplo japonés.
En EE. UU. el ejemplo del trabajo esclavo moderno es el “wallmartismo”.
Wallmart se caracteriza por burlar los derechos de los trabajadores. Todavía no
es fuerte en Europa pero sí en USA y en el sur del mundo. Una parte de las
millares de empresas proveedoras y sub proveedoras, la primera cadena son entre
6 y 9.000 y la última llega a 65.000, según Pietro Bsso, sociólogo marxista
italiano, se pueden encontrar en China. Por eso los precios de Wallmart son los
mejores, porque están basados en esta precarización del trabajo.
Y si pudiese dar más de un ejemplo, citaría que vale la pena observar el
ejemplo reciente de Inglaterra, no es reciente porque empezó hoy, ya tiene más
de dos décadas, hay una tendencia de expansión a este sistema que se denomina
“contrato de 0 hora” (zero hour contract). Funciona de esta manera, yo contrato
a alguien, un médico o enfermero, etc., éste se queda esperando la llamada,
uno, dos, al tercer día recibe la llamada y hace el trabajo y recibe el dinero.
Pero ese dinero que recibe es el que corresponde a ese pequeño tiempo de
trabajo, pero estuvo disponible 72 horas.
Un ejemplo de esto es Uber. Muchos de los empleados de Uber son médicos,
economistas, administradores, ingenieros desempleados. Llamo la atención de
esto porque no es una tendencia marginal, el mundo financiero del capitalismo
global puede convivir con la dilapidación del trabajo, con la corrosión de los
derechos del trabajo, con la demolición de los códigos del trabajo. Es por esto
que hace un mes que en Francia hay luchas cotidianas contra una medida de un
gobierno “socialista” que quiere implantar un código de trabajo flexible.
Estando en China con Michael Lowy y un grupo de marxistas de occidente que son
críticos de China, le pregunté cómo veía el gobierno de Hollande y su respuesta
me pareció espectacular: “para mí es un gobierno de extremo centro”. El papel
de extremo centro representado por un hombre de extrema derecha es destruir los
derechos del trabajo.
En nuestra América Latina vivimos bajo formas diferenciadas de precarización
del trabajo. En esta larga era de contrarrevolución una precarización del
trabajo que pasó por las dictaduras militares, que todos conocemos, pasó por la
desertificación liberal, ensayó alternativas y ahora estamos viviendo
nuevamente una onda conservadora del retorno de aquello que nunca salió, sólo
que ahora se trata de la línea bruta, directa del neoliberalismo.
El
neoliberalismo, sea como tragedia o farsa, sigue dominando y retorna con más
fuerza
Fue
contra este proyecto profundamente destructivo del capital, que los obreros y
obreras de los campos, de las ciudades, los campesinos, los indígenas, los sin
tierra, los desposeídos, los hombres y mujeres sin empleo, además de una gran
cantidad de movimientos sociales como la juventud, ambientalistas, la lucha de
las mujeres, de los homosexuales, desencadenaron nuevas formas de lucha social
y política especialmente a partir de los años ´90. En el caso brasilero desde los ´80.
En los Andes, donde madura una cultura indígena secular y milenaria, cuyos
valores son muy distintos de aquellos estructurados bajo control del tiempo del
capital, se emplearon las rebeliones, se diseñan nuevas luchas dando claras
señales de contraposición al orden que se estructura desde el inicio del
dominio con base de expropiación y desposesión típica de la fase neoliberal.
Pero tuvimos un período de gobiernos que ustedes llaman “progresistas” que
fueron muy diferentes, donde ocurrieron muchas luchas. En Venezuela los
asalariados pobres de los morros de Caracas esbozaron formas de organización
popular en las empresas, en los barrios populares, inclusive en las
comunidades. En Perú los indígenas desencadenaron varios levantamientos contra
gobiernos conservadores. Hubo períodos de levantamientos en Ecuador que
depusieron a muchos gobiernos. En Argentina durante la eclosión de los
levantamientos de 2001 vimos la lucha de los trabajadores desocupados, de los
piqueteros, que conjuntamente con los obreros y las clases medias empobrecidas
depusieron varios gobiernos, seis en pocos días. En México encontramos el
ejemplo de Chiapas del ´94 y posteriormente la Comuna de Oaxaca en 2005 que hoy
ha vuelto, hay rebelión en Oaxaca nuevamente, de mano de los maestros públicos.
Es interesante que una categoría que en el pasado tenía cierto estatus, como lo
es el maestro, hoy sufre un proceso global de proletarización, por eso hay
huelgas y revueltas de maestros en todos los países del mundo, de norte a sur.
Estos son fuertes ejemplos de huelgas,
rebeliones y revueltas contra la destrucción neoliberal. Hubo incluso
innumerables luchas sociales urbanas rurales en toda América Latina contra la
comoditisación, la mercantilización de los servicios públicos, como la salud,
la educación, el transporte, la minería, contra la privatización del agua.
Recordarán la lucha de las comunidades indígenas. En este período el ciclo
gobernante liberal en América Latina perdió progresivamente fuerzas, lo que
posibilitó la ampliación del descontento social. Tal vez el primer período de
desgaste neoliberal.
En algunos casos tales movimientos y partidos políticos se convirtieron en
gobierno y generaron experiencias políticas que señalaron la posibilidad
efectiva de cambios, como en la Venezuela de Chávez con el bolivarianismo o, en
mucha menor escala, el movimiento social de Evo Morales que inició un ciclo de
cambios en Bolivia. Pero hubo también victorias de movimientos y partidos de
oposición que llegaron al gobierno, como el PT de Brasil y el Frente Amplio en
Uruguay. Sabemos hoy, que el resultado de las elecciones por las cuales el PT
asumió en 2003, no sé si decir que fue una tragedia o una farsa, o las dos
juntas; probablemente un poco de ambas. Pero después de más de una década de
estas victorias podemos constatar que en su gran mayoría, en Brasil, Argentina,
Uruguay, Chile, estos nuevos gobiernos aceptaron, con sus diferencias, hacer un
amplio pacto de fuerte conciliación con los grandes capitales, lo que terminó
de corroerlos por dentro y devorar a sus gobiernos, como sucede en Brasil hoy.
Después de luchas de gran importancia que marcaron períodos de
fuerte descontento, el neoliberalismo, sea como tragedia o como farsa, sigue
dominando y retorna con más fuerza. Durante 2008 y 2013 vimos un ciclo de
rebeliones espectacular, dentro de una larga era de contrarrevoluciones. Túnez,
Egipto y todo el Oriente Medio, en Inglaterra el levantamiento popular que
comienza en barrios de inmigrantes negros y se expande por Inglaterra y luego
por todo el Reino Unido. Antes de Podemos el levantamiento de la juventud en
España, los Indignados que después llevó a la actual formación de Podemos, el
Occupy Wall Street fue vital en USA y pienso que solo se puede comprender la
campaña de Sanders a partir de la juventud que vivió y participó del
levantamiento. Por otro lado las revueltas en Italia, en Grecia, antes del
trágico giro de Syriza, la lucha del movimiento popular obrero, de los
asalariados, de los trabajadores públicos que fue vital en Grecia.
Si a través de gobiernos neoliberales puros, sea por acción de gobiernos
social-liberales, apológicamente muchas veces llamados “neodesarrollistas” como
en el caso brasilero y el gobierno del PT que fue además, a lo sumo un
“neodesarrollismo de tipo liberal”. Porque los fundamentos de la economía
política del gobierno de Lula eran neoliberales. Por supuesto que hay
diferencias entre un gobierno puro neoliberal y aquél. Son formas distintas de
lo mismo. “No es lo mismo, pero es igual”. Un positivista no puede comprender
esto, y un posmoderno menos.
Hablando del caso argentino, la primera vez que visité el país fue en el ´76 y
a partir de ahí regresé decenas de veces. Después de un largo desgaste de los
gobiernos de los Kirchner, asistimos recientemente a la victoria de Macri a
quien yo defino como “variante de gladiador de la barbarie”. El gobierno
golpista de Temer en Brasil, Macri en Argentina, la trágica situación de
Venezuela, el primer “no” a Evo Morales. Estamos presenciando la gestación en
un nivel bastante avanzado y ya casi victorioso del golpe parlamentario en
Brasil a través del proceso de impeachment que en la forma que ha asumido burla
gravemente la Constitución brasileña de 1988.
Los gobiernos de Lula y Dilma del PT como gobiernos de conciliación, fueron en
última instancia gobiernos significativos de la representación de los intereses
dominantes, pero realizando algunos programas de mejoras puntuales como el
programa “Bolsa familia” volcado hacia los asalariados y sectores más pobres
del país, entre tantas otras medidas. Era una tentativa de un gran gobierno de
conciliación de clases.
Mientras el escenario económico brasilero fue favorable, parecía caminar bien,
hasta 2008/2010. Lula terminó su mandato en 2010 con un 83% de aprobación, pero
con el agravamiento de la crisis destructiva económica que viene devastando
muchas partes del mundo eso cambió. China crecía un 12% al año, hoy crece un
poco más de 6%, que para China es una hecatombe, porque es un país que emplea
una masa de trabajadores que nacen y necesitan empleo.
En este cuadro el caso brasilero se agudizó,
porque más allá de la crisis económica, se intensificó la crisis política y
llevó a una crisis institucional. La salida encontrada por las clases
dominantes en Brasil, sean brasileñas o transnacionales, fue el impeachment.
Como el impeachment está previsto en la Constitución brasileña, se convirtió en
la alternativa ideal de flagrar un golpe con apariencia legal y constitucional.
Esta es la mayor obra de arquitectura política brasileña, es un golpe que tiene
apariencia legal, un golpe que contando con el apoyo decisivo de todos los
grandes sectores burgueses que determinaron que Lula no servía, que Dilma no
servía más, entonces los descartó.
Los medios cumplieron un papel decisivo, las cadenas de televisión y todas las
grandes radios, canales de televisión y prensa fueron propulsores de la
movilización que llevó de 2 a
4 millones de personas de las capas medias conservadoras a la calle,
generalmente los domingos después del almuerzo, porque primero van al club: el
señor, la señora, los hijitos, el perrito y claro, la esclava, la trabajadora
que cuida de los niños. Luego de la salida, a luchar contra la corrupción en
Brasil. Imagínense ustedes, a la clase media y burguesa luchando contra la
corrupción, de la que es una parte activa. Con el apoyo de los grandes
capitales dando recursos. Por eso es un golpe, no militar como en el ´64, pero
sí un nuevo tipo de golpe forjado por el pantano parlamentario, que hasta pocos
meses antes era la base aliada que daba sustento a los gobierno de Dilma y
Lula.
Es un pantano, se mueve y mucho. Vale recordar lo que dijo Marx en el siglo XIX
cuando afirmó que el Parlamento francés había llegado a la posición más
degradante y más degradada. Perdió el respeto de la opinión pública, dice Marx.
Pero él no vio el funcionamiento servil y pantanoso del Parlamento brasileño,
porque si lo hubiera conocido hubiera revisado su tesis sobre el Parlamento
francés, que sin dudas es incomparable con lo nuestro. La votación del
impeachment fue un círculo de animales, con la diferencia que los animales
reales tienen algo de charme.
El
desafío es construir una alternativa política y social que deconstruya la
institucionalidad dominante
Para empezar a esbozar una conclusión, la primera afirmación es que la crisis
que vivimos es de una gran profundidad en América Latina. Porque la crisis que
tuvo epicentro en el norte del mundo, ahora está golpeando en el sur. Es una
crisis además de económica, social y política; una crisis institucional en el caso
brasileño, que abriga riesgos de confrontación creciente entre los tres
poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial.
A pesar
de que el gobierno de Dilma hizo esencialmente todo lo que las distintas
fracciones de las clases dominantes le exigían, frente a la amplitud y el
alcance de la crisis, las clases dominantes decidieron el descarte de un
gobierno que siempre les sirvió y de esa manera reintroducir un gobierno puro
como el de Temer. Temer era el vicepresidente de Dilma que fue propuesto por Lula,
porque en el PT siempre hay uno que manda y que decide, es nuestro Perón, ese
es Lula. Bueno nuestro no, de ellos.
Es una tragedia, porque Lula fue nuestro mayor líder durante el siglo XX, pero
quedó en el pasado. Las clases dominantes recurren entonces al uso de un
instrumento legal: el impeachment. Lo mismo ocurrió en Honduras en 2009 y en
Paraguay en 2012. Esto no significa que se deba ser condescendiente con los
gobierno del PT, pero es un golpe que con sus múltiples modalidades, es siempre
un acto que tiene la marca de la ilegalidad y la excepcionalidad.
En el caso brasileño tal vez podamos decir que en esta fase que vivimos hoy,
julio de 2016, solamente es posible a través de un nuevo tipo de golpe esta
faceta parlamentaria respaldada en una legislación de excepción, solamente así
es posible cambiar el gobierno. En la población hay un enorme descrédito por
las enormes falencias del gobierno del PT, pero la población pobre sabe que las
derechas son peores. Por eso Dilma ganó, porque muchos se taparon la nariz
sabiendo que era mala pero lo otro, Aécio Neves, era un Macri brasileño.
Parece entonces que, al menos en este aspecto, Agamben tiene una dosis de razón
y nuestra América Latina puede empezar a preparar o intensificar la resistencia
a esta esdrújula fase que puede ser caracterizada provocativamente como Estado
de derecho de excepción, un “Estado de excepción normal”, lo cual es una
contradicción en sus términos, porque es esta la forma de nuestra democracia
burguesa.
¿Por
dónde recomenzar entonces?
Las rebeliones de junio de 2013 fracturaron toda la institucionalidad brasileña
y plantearon dos alternativas, la propuesta de una reforma política hecha por
un Parlamento controlado, o la alternativa real y positiva que será el
resultado de una transformación social y política impulsada por las masas
trabajadoras y populares en su nueva morfología, con un diseño heterogéneo. El
desafío es entonces construir una alternativa política y social que deconstruya
la institucionalidad hoy dominante que está separada de la vida cotidiana real
de las clases trabajadoras. Muchos preguntan cuáles serán los nuevos canales
sociales de política capaces de crear una nueva fuerza de izquierda
auténticamente ligada con lo mejor de los movimientos populares.
Me gustaría terminar con una reflexión, yo pienso que este no es un punto de
partida irrelevante. Frecuentemente la pregunta de la izquierda brasileña y
latinoamericana es si la salida son los partidos, los sindicatos o los
movimientos sociales. Reconozco que este es un debate difícil. Mi opinión es
que nuestro punto de partida efectivo, de la izquierda social, de las luchas
sociales, será el resultado de la conjugación de los movimientos sociales, los
sindicatos y los partidos de izquierda, junto con los movimientos periféricos de
los barrios, los desempleados, los de la juventud, los de los ambientalistas
anticapitalistas, de los que luchan por las libertades sexuales, de los negros,
indígenas, etc. Son muchos movimientos. Voy a dar una pista para pensar las
tres herramientas: los partidos, los movimientos sociales y los sindicatos.
Yo diría que los movimientos sociales han sido vitales, en todas partes del
mundo han tenido un papel fundamental, tal vez con excepción de Túnez donde hay
sindicatos y una central sindical fuerte. Las explosiones mundiales de 2110/12
fueron muy espontáneas, con poca presencia de partidos políticos, inclusive la
rebelión de junio de 2013 en Brasil empezó por las izquierdas, pero las
sociales, sin relación partidaria directa. Yo diría entonces que los
movimientos sociales encuentran su fuerza y su vitalidad en las conexiones
fuertes que los entrelazan a la vida cotidiana. El rol fundamental de los
movimientos sociales es comprender la vida cotidiana. El Movimiento de los
Trabajadores Sin Tierra, el Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, el
movimiento de las comunidades contra las minerías, etc. Estoy haciendo una
generalización, con las excepciones que siempre se dan en este tipo de
reflexiones.
Los movimientos sociales encuentran una dificultad en convertirse en longevos y
duraderos, porque no siempre es fácil vislumbrar otra sociedad. Cuando yo estoy
luchando por un techo, por comida o por vivienda o algo muy cotidiano, es mucho
pedir que yo tenga el modelo de sociedad a la que quiero llegar. O sea, no
siempre es fácil vislumbrar un deseo de sociedad que le permita una comprensión
mayor entre vida cotidiana y un nuevo modelo de vida a ser creado.
Los sindicatos, la segunda herramienta más próxima a las necesidades e
intereses de la clase trabajadora, por más imprescindibles, muchas veces se
pierden en su inmediatez, en sus luchas cotidianas, o también en su
burocratismo, corporativismo e institucionalidad, sin comprender bien la
totalidad y el sentido de pertenencia de clase. Muchas veces se trata de
sindicatos combativos pero corporativos, luchan por su categoría y no por su
clase, que es diferente. Esto cuando no sufren disputas políticas de los
partidos que frecuentemente aumentan la distancia entre base, categoría y
dirección. Entonces, los sindicatos también tienen mucha contribución pero
muchas dificultades.
Por último, los partidos de izquierda, que diseñan sus proyectos a futuro
sabiendo el socialismo que quieren. Saben porque leyeron a Marx, a Trotsky, a
Gramsci, a Lukács, a Mao Tsé Tung, etc. Practican sus acciones
anticapitalistas, pero con frecuencia, en mi opinión, se desconectan
efectivamente de la vida cotidiana, del día a día de los hombres y las mujeres
que viven de su trabajo y a quienes pretenden representar.
Frecuentemente los partidos son prisioneros de los espacios institucionales
conquistados, lo que los distancia cada vez más del ser social al que
efectivamente quieren representar. Deben procurar comprender de mejor manera
las nuevas dimensiones de las luchas sociales, las cuestiones vitales presentes
en la vida cotidiana, que frecuentemente son desconsideradas por las acciones
partidarias.
El otro día alguien me preguntaba qué vamos a hacer en las elecciones de 2018 y
yo me pregunto, haciendo un chiste: ¿llegará Brasil al 2018? Porque la
situación es muy complicada. El principal ejemplo de la rebelión de junio de
2013, fue una importante lucha popular que después la derecha politizó. Yo
escribí un artículo en Herramienta en el que hablamos de esto.
Para terminar, pienso que no tiene sentido jerarquizar y definir cuál de estas
herramientas es más importante, porque es una división previa y teórica. Los
desafíos están en soldar lazos de mayor organicidad entre estas tres
herramientas. Tal vez el reto más grande es no jerarquizar sino alentar un
diseño donde movimientos sociales, sindicatos y partidos puedan mirar a partir
de los imperativos de la vida cotidiana, cuáles son las cuestiones cruciales
hoy: Trabajo, la naturaleza, la cuestión de la igualdad entre hombres, mujeres,
blancos, negros, indígenas; la cuestión de la propiedad colectiva, la propiedad
de las riquezas de nuestra América Latina. Son algunas de las cuestiones
fundamentales.
Una nueva morfología del trabajo nos obliga a pensar una nueva morfología de las
luchas sociales. Yo pienso que esta es nuestra fuerza y por eso no descarto
ninguna de las herramientas aunque parezcan viejas, porque todas pueden
fortalecerse para enfrentar el futuro. Y tal vez, podamos encontrar en
América Latina y en el mundo asiático, con todas las dificultades que estamos
viviendo hoy, laboratorios espectaculares de luchas sociales, de una nueva
clase trabajadora ampliada y una batalla que recupere un socialismo con perfil
del siglo XXI, que por cierto será muy diferente a lo que vivimos en los siglos
XIX y XX.
Desgrabación: Ana Laura Xiques
Edición: Mario Hernandez
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=216068