El círculo vicioso del
bipartidismo
29 de diciembre de 2018
Por Mario R. Fernández (Rebelión)
Los procesos electorales nunca han sido ni muy limpios ni muy
participativos en los países occidentales, ni en el resto de los países del
mundo, pero en el período que va desde la Primera Guerra Mundial
hasta fines de los años 70 había opciones. Para principio de los años 80 del
siglo 20, justamente después de la crisis económica de 1981 y antes de la caída
de la Unión Soviética
y de sus países satélites en Europa, los ricos, sus corporaciones y sus
servidores más directos buscaron acrecentar sus espacios impulsando un proyecto
suyo antiguo; el neoliberalismo económico. El proyecto neoliberal les
permitiría ampliar el saqueo al tiempo que se presentaba como una innovación,
aunque falsa, y se concretaba gracias al trabajo de agencias secretas y de una
propaganda excepcional que había sido desarrollada por décadas en los Estados
Unidos. El papel que juega la propaganda es fundamental porque penetra el
sistema político electoral, los conceptos y valores sociales y la vida diaria
en Norteamérica, Europa, América Latina e incluso en otras regiones del mundo.
Se
implementa una “americanización” mundial en lo que respecta a la política y
como se practican las campañas, se presentan los partidos e incluso cuales son
los temas a tratar entre políticos. La americanización termina con el
pensamiento crítico y la racionalidad, que es remplazado con un discurso
impuesto en los gestores de la política que es a-histórico, individualista, e
incluso ególatra y petulante. Se imponen crecientemente temas banales, no
relevantes a las realidades nacionales, y aumenta el desprecio y la burla por
quienes intentan o levantan una voz disidente. Hoy el contenido principal de la
política oficial no es ni siquiera la economía, sino es simplemente justificar
la fuerza militar imperialista y defender la corporación como indispensable, al
tiempo que se alaga en el discurso y en la práctica a la riqueza y a los ricos.
Por más de treinta años las campañas electorales en la mayoría de los países
occidentales son un costoso y grotesco show, que incluye desde ridículos y
falsos debates entre candidatos hasta bufonadas con sus familias y partidarios
donde fingen un júbilo que no sienten para que así los veamos desde la
televisión.
Impera en el mundo occidental ese
monstruo de dos cabezas, el bipartidismo político, que ha dominado toda la
historia política de los Estados Unidos y la historia política del siglo 19 en
el resto de occidente, hoy casi universal. Vivimos la falsa contienda entre
demócratas o republicanos, liberales o conservadores, que no son sino dos
mafias con diferentes nombres, símbolos y colores, que se retroalimentan para
seguir engañando pero que representan un patrón único, los ricos y sus
instituciones. El bipartidismo, como una fuerza centrífuga, se ha ido tragando
todo lo demás, desde liberales de izquierda, social demócratas, verdes,
variantes de nacionalismos, y hasta partidarios y partidos que fueron de la
izquierda marxista y no marxista que, en su mayoría han ido a parar en el lado
liberal de este dualismo artificial. Se ha dado también un salto al lado
conservador y a su prójimo, él fascismo.
Los social demócratas, que eran los más
importantes en Europa y nacieron en el siglo 19 como reformadores de un sistema
explotador y criminal, incluso aunque apoyaron las guerras imperialistas,
fueron referente de la clase trabajadora hasta la década de los 80 del siglo
20. Por ejemplo en Europa, Francois Mitterrant que gobernó Francia desde 1981
hasta 1995, su gobierno resultó que los socialistas franceses como él aceptaron
el neoliberalismo y se conformaron solo con el nombre de socialistas para
seguir engañando e igual fue durante el reinado de Felipe González en España
que desde 1982 hasta 1995 convirtió a su partido Socialista Obrero Español, en un
partido liberal que fue gracias al Estado de Bienestar Social impuesto por la
constitución española en 1978, que le garantizó respaldo popular. Para que
decir del destino que le dieron la mayoría de sus líderes y partidarios desde
1991 al Partido Comunista Italiano, vigilado por años por los servicios
secretos imperialista, este partido pasó por diferentes nominaciones hasta
llegar a ser el partido Demócrata para parecerse más a su par de Estados
Unidos. Mientras que las centrales sindicales europeas perdieron toda lealtad
con la clase trabajadora con diferentes excusas, quedando solo algunos
sindicatos en la lucha reivindicativa. También han reaparecido engendros más
fascistas en todos los países, incluso algunos son gobiernos como en Polonia,
Ucrania o Hungría que cuentan con el beneplácito de todos los otros
“demócratas” europeos.
En lo que respecta a América Latina, a
finales de los años 80 muchos de los nuevos liberales fueron los conversos que
dejaron de ser herejes de izquierda, estos fueron numerosos en todos los
países, pero el epicentro estuvo en Chile donde la mayoría de influyentes ex
militantes de la Unidad
Popular y de otros grupos más radicales volvieron del exilio
purificados. El pueblo chileno creyó que los retornados eran los mismos izquierdistas
de antes y así después del fin de la dictadura cívico-militar cuando las
elecciones fueron posibles, muchos votantes les dieron su apoyo a estos nuevos
liberales agrupados en la Concertación y después Mueva Mayoría, que además
ganaron gran parte del poder político desde 1990. Lo primero que hicieron estos
conversos fue tratar de desmovilizar el movimiento popular que los apoyó, así
lograron con los años domesticar a gran parte del pueblo chileno y defender un
neoliberalismo extremo. Estos nuevos liberales chilenos tuvieron desde afuera
muchos que los observaron y terminaron admirándolos e imitándolos, este fue
precisamente el Frente Amplio de Uruguay que también llegó al poder en el año
2005 con un programa de izquierda que lo abandonó el mismo día que ganó las
elecciones generales.
Ambos gobiernos de Chile y Uruguay
recibieron o reciben la admiración y la confianza de toda la élite corporativa
de Norteamérica y Europa por que cumplen correctamente sus deberes. Algunos
despistados todavía llaman a estos liberales chilenos y uruguayos con el
epíteto de centro-izquierda sin mayores críticas, en comparación por ejemplo
con el gobierno que lideró Cristina Fernández de Kirchner en Argentina,
principalmente compuesto de fuerzas peronistas, que fue duramente criticada por
altivos izquierdistas, aunque el gobierno de Cristina Fernández desafió en su
medida al neoliberalismo y sus instituciones de agio, considerando que estos
gobiernos peronistas y sus aliados nunca prometieron hacer la revolución o
grandes reformas a diferencia del antiguo discurso incendiario de conversos
chilenos y uruguayos.
Latinoamérica todavía es sorprendente a
diferencia del resto de occidente, tiene a los gobiernos del ALBA que desafían
al imperialismo diariamente en una supervivencia difícil pero e igual viva,
incluso aparecen nuevos proyectos como el nuevo gobierno de Andrés Manuel López
Obrador en México. También al estilo de golpes que han sufrido muchos líderes
populares en la cruel historia de América Latina, Luiz Inácio Lula da Silva y
su Partido de los Trabajadores en Brasil, aunque gobernaron en forma ambigua la
oligarquía brasileña corrupta y ladrona no los perdonó y al estilo fascista a
su líder Lula lo llevaron a la
cárcel. De “yapa” la mayoría de los brasileños eligieron como
nuevo presidente a Jair Bolsonaro otro engendro que junto a los gobiernos
actuales electos por mayoría en Argentina, Chile, Colombia son las nuevas
perlas del imperialismo occidental en América Latina, aunque muchos se cuidan
de no demostrarle a estos incómodos gobiernos cariño muy afable y abierto por
su mala fama de comegentes.
Aquí en Canadá desde que se fundó la Confederación Canadiense
en 1867, este país ha vivido en un sistema político que obedece a la oligarquía
con sus dos representantes tradicionales en el parlamento federal, estos han
sido los liberales y los conservadores que ni siquiera se han dado el trabajo
de cambiarse de nombre por 151 años. El bipartidismo canadiense en los años 30
y 40 del siglo pasado como en muchos países del mundo se vio desafiado por
fuerzas organizadas de izquierda, que pese a la marcada represión estas fuerzas
lograron su espacio político y social e incluso tener representación
parlamentaria y municipal y un gobierno local cuando el Partido
Progresista-Laborista que era el nombre que usara el Partido Comunista ya que
estaba prohibido en ese tiempo, ganó un gobierno municipal en el pueblo minero
de Blairmore en Alberta en el año 1933.
Después de la Segunda Guerra Mundial
con la implantación del Estado de Bienestar Social, a la oligarquía canadiense
se le abrió una oportunidad para perseguir y eliminar la fuerte influencia que
tenían anarquistas y marxistas en el movimiento sindical y el movimiento de
bases y por lo tanto se coparon las centrales sindicales seguido de purgas y
persecuciones contra activistas de izquierda. Logró sobrevivir en la
representación parlamentaria un partido socialista-laborista el CCF
(Co-operative Commonwealth Federation). Este partido se unió en 1961 a la principal central
sindical Canadian Labour Congress y fundaron el NDP (New Democratic Party) este
partido socialdemócrata nunca ha sido gobierno federal, aunque si gobierna y ha
gobernado varias provincias, pero desde hace algunas décadas su ideología está
cada vez más a la derecha, pasando ser hoy otro partido liberal.
También en Canadá han existido
gobiernos de extrema derecha tanto federal como gobiernos provinciales, unos de
los más recordados fue el de Ralph Klein llamado el Rey, que gobernó la
provincia de Alberta desde 1993 hasta el 2006, en su gobierno se eliminaron
miles de trabajos públicos, quería privatizar hasta los parques provinciales.
Klein como persona era a veces grosero y además era adicto al alcohol, violó
casi todos los límites éticos como funcionario público, sin embargo recibió
todos los honores del país y cuando falleció el año 2013 fue como duelo
nacional, su funeral fue el más concurrido y publicado de un político en toda
la historia de Canadá.
Dos de las provincias más importantes
de Canadá, Ontario y Québec este año han elegido a gobiernos de extrema
derecha, cuyos premieres son Doug Ford y Francois Legault respectivamente. Pero
algo poco usual pasó en la última elección provincial de Québec, situación que
no se daba desde los años 40 del siglo pasado; una coalición de izquierda
llamada Québec solidaire aumentó significa tivam ente su votación logrando más
de un 16 por ciento de los votos y 10 parlamentarios electos, la reacción no se
hizo esperar, los medios oficiales en Canadá usualmente hacen invisible a
cualquier organización de izquierda, pero esto era mucho y notorio, esta vez
esta prensa canadiense usó su vocabulario histórico para mencionar que Québec
solidaire es extremista y de poco confiar.
El bipartidismo político al servicio de
los ricos deja en una posición difícil a una mayoría de los habitantes de un
país, aunque para algunos son irrelevantes las decisiones que toma el poder
político y están dispuestos a no preocuparse de nada más que su persona o se
identifican con la clase dominante, pero la realidad es que estos indiferentes
son consecuencia misma de la dominación y la propaganda. Por
otro lado están los que ven o pretender ver que se vive en democracia y aceptan
lo que está en la mesa.
Mientras los que piensan que las respuestas a ciertas
situaciones económicas, sociales y geopolíticas tienen como único instrumento
para los cambios la política partidista, a estos les va quedando solo salir a
la calle en forma masiva juntos con los que están conscientes pero no creen en
el sistema político. Las alternativas de Izquierda son la resistencia, aunque
en la gran mayoría de los países al parecer nunca alcanzan el tamaño para ser
gobiernos y quedan vulnerables a sufrir deformaciones ideológicas. Hay que
recordar también que gobiernos elegidos por ser izquierdistas y alternativas
como Lenín Moreno en Ecuador en 2017 y Alexis Tsipras en Grecia en 2015, ya que
ambos traicionaron completamente sus programas y a sus pueblos y se pasaron con
todo al bando de los ricos. También hay situaciones temporales como en
Portugal, donde la colaboración de la Izquierda con el gobierno de los
“socialistas” se hizo a cambio de algunas resoluciones en favor del pueblo
portugués.
La historia de los liberales y él
liberalismo como ideología nació en época de la Ilustración, en oposición al
conservadurismo, aunque pronto esta filosofía liberal se encontró limitada en
su capacidad de desarrollarse y adaptarse a la liberación de los pueblos, en
cambio se hizo fiel y obediente a las élites. Estas élites saben que los
liberales son indispensables para mantener el engaño de las dos caras, por
ejemplo aquí en Canadá los gobiernos liberales en los años 70 apoyaron los
golpes de estado y sus programas económicos impuestos por las dictaduras en
Chile, Argentina, Uruguay y otros países, pero después de algún tiempo que se
consolidaron estos golpes jugaron a defender los derechos humanos de las
víctimas de las dictaduras.
Las élites están conscientes que las
sociedades se asfixian con gobiernos de extrema derecha o dictaduras fascistas
aunque las consideran indispensables en ciertas circunstancias pero también ven
la necesidad de recambio, para eso está el bipartidismo. Aunque a estas élites
de ricos y poderosos para sentirse protegidos les fascina ver a gobiernos
represivos y antisociales como se vive en el presente en América Latina, con
los de Brasil, Colombia, Paraguay, Honduras, Chile o Argentina y en Europa con
Ucrania, que humillen, que destruyen, que reprimen y que asesinen a sus
oponentes e incluso a personas comunes, con el beneplácito de conservadores y
liberales de todos los pelajes y apelativos del resto del mundo occidental.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250747
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