Es fácil culpar al ratón.
Brote de Hantavirus en la Patagonia
18 de enero de 2019
El Hantavirus en Chubut provocó 10
muertes, afecta a la población local y alerta a todo el país. Damián Verzeñassi
parte de un libro que marcó su infancia, la enciclopedia Fauna
Argentina , para trazar el historial del cual este brote es
consecuencia. Habla del abuso de los agrotóxicos, de la producción
minero-petrolera, de la estigmatización de trabajadores rurales, de la falta de
un Ministerio de Salud y del riesgo de contagio al regreso de las
vacaciones.
Por Damián Verzeñassi.
Esta tarde viajo al sur de Chile.
Me preocupa el brote de Hantavirus en la región. Tengo un
compromiso con movimientos sociales que organizan un encuentro de
interculturalidad y salud, y no quiero fallar. (Si dejase que el miedo me
ordene, hoy por hoy tampoco iría a Brasil, es época de dengue, ni saldría
de casa por el riesgo de accidentes).
El brote
de Hantavirus en Epuyén, Chubut, ya provocó 10 muerttes. Hay otros 28 casos confirmados y más de
100 personas que amanecieron con los mismos síntomas esperan
un diagnóstico. En el pueblo que hoy está de duelo viven
1.500 habitantes, y es escala turística de la comarca andina. El contagio, según confirmaron los análisis
del Instituto Malbrán, empezó en una fiesta de cumpleaños y a través de uno de
los invitados, un hombre que trabaja en el campo. Frente
a la noticia que inauguró el 2019, las discusiones entre funcionarios
responsables de diseñar políticas de salud pública giran más en
torno al impacto del brote en la economía regional que en la salud de los
vecinos.
El Hantavirus se
transmite a partir de un tipo especial de ratón que, a su vez, tiene que estar
infectado. El ratón colilargo. Su orina, saliva y heces
contagian por contacto directo y porque al secarse el virus se volatiliza más
fácilmente. Esto lo vuelve tan peligroso. Se puede inhalar, tragar con la
comida o adquirir por tocar una herramienta con el pis del animal. Una vez infectada, la persona puede
contagiar a otras sin saberlo. Se previene generando condiciones de
higiene para que los roedores no habiten en los lugares donde se desarrolla la
vida cotidiana. Pero si hay gente que para comer debe revolver la basura (igual
que los ratones), si no hay medidas que garanticen condiciones dignas de
trabajo a los peones rurales, si no hay políticas públicas que piensen la salud
de manera integral, no hay forma de estar a salvo. Menos en zonas endémicas.
* * *
Cuando yo era chico
mi papá compró una colección de revistas que se llamaba “Fauna Argentina”. Ahí
conocí aves rapaces de nuestro país como aguiluchos, caranchos, lechuzas,
predadores naturales de roedores. Argentina, en los últimos 20 años, aumentó más de
1000% el uso de agrotóxicos, y esos venenos diezmaron las poblaciones de
aquellas aves rapaces. Por eso es lógico que se registre un incremento de
roedores, se reproducen a una velocidad muy alta y ya no tienen casi
predadores.
Hoy para las
enfermedades infecciosas es fácil encontrar caminos por donde multiplicarse. El
calentamiento global y la destrucción de los territorios naturales son
condiciones propicias, y ambos son factores antropogénicos. El accionar humano
allana ese camino, facilita el desarrollo de estas enfermedades. Así como
avanzamos sobre el área natural de esos roedores, ellos comenzaron a avanzar en
los territorios donde vivimos las personas. De ahí la urgencia de generar acciones para
cuidar los hábitats naturales de los predadores de estos roedores.
* * *
En Epuyén, a falta
de acciones de prevención, queda tomar estrategias de alto riesgo: reducir la
posibilidad de contagio, controlar los casos probables y darles tratamiento a
los confirmados. Hay que alertar a la comunidad, avisar a los vecinos que deben
limpiar sus casas con lavandina (sobre todo las de campo), usar barbijos,
guantes. Hay que evitar generar pánico. Y evaluar los costos de ahorrarse
políticas públicas sanitarias y sociales que cuiden la salud de los ecosistemas
y así protejan a la población.
Se hace vista gorda
a la acción humana que destruye los hábitats naturales. Escuchamos: “La culpa
es de los ratones, nosotros no tenemos nada que ver”.
Al mismo tiempo, decir
que la culpa del brote es por la falta de un Ministerio de Salud nacional es un
reduccionismo peligroso. Que no haya más Ministerio Nacional es un elemento de
peso. Si tuviéramos un Ministerio manejado por los mismos funcionarios que
manejan la Secretaría de Salud no es que no hubiera pasado. Pero tendríamos
máximas autoridades haciéndose cargo y no cobijados detrás de alguna súper
ministra que se hace la distraída porque contiene los desastres económicos del
gobierno nacional con planes sociales. La falta de Ministerio de Salud Nacional agrava la situación. El
blindaje mediático a la Ministra de Desarrollo Social (de quien depende la
Secretaría de Salud Nacional) también.
Se dice entonces:
“La culpa del brote es del ´peón rural´ que, según los medios, inició el
contagio!”. ¡FALSO! Los trabajadores rurales son los primeros afectados: sus
condiciones de trabajo y de vida los exponen a estos riesgos. El problema tiene
que ver con una política que se origina para cuidar los intereses económicos de
algunos y exponen a otros a todo tipo de problemas. Es fácil culpar del Hanta
al “peón” por no cuidarse mientras trabaja (cuando no hay Ministerio de
Trabajo que controle esas condiciones); es fácil culpar al productor de no
hacer buenas prácticas al hacer producir el campo (cuando no hay
Ministerios de Agricultura que ordene y controle los modos de producción); es
fácil culpar del dengue a la mamá por no haberle limpiado bien el tacho de agua
a su perro (cuando no hay Ministerio de Salud que garantice políticas de saneamiento). Es
fácil culpar al ratón cuando le libramos de predadores y le generamos
condiciones para que se reproduzca y alimente. La culpa siempre se carga en el
otro. Pero la verdadera responsabilidad es de quienes no garantizan condiciones
objetivas de vida en salubridad para toda la población. La gran
responsabilidad es de quienes vacían al Estado.
El discurso oficial
hace de la responsabilidad individual el eje de las campañas de prevención.
Detrás del “si te enfermás es culpa tuya” viene el “no me exijas que me haga
cargo de tu problema de salud”. De esta forma se responsabiliza a la víctima. Claro que
hay hábitos personales que influyen en la prevención. Sin
embargo, ¿si estás rodeado de roedores porque destruimos a sus predadores al
estimular políticas de producción agroindustrial y minero-petroleras que
destruyen sus hábitats naturales, y porque no tenemos políticas de reducción y
tratamiento de residuos, quien es el principal responsable? Sostener esos
discursos individualistas, es desresponsabilizar al Estado para responsabilizar
al otro, al vecino, al trabajador, al que no usa guantes ni barbijo, al más
débil, al que se enferma y se muere. Y al ratón.
En este momento más
de 80 personas en Epuyén están aisladas y bajo custodia policial. La imagen
remite a las épocas de las epidemias del Siglo XIX cuando se usaba a las
fuerzas armadas o policiales para que la población acate determinadas prácticas
establecidas con el objeto de frenar las epidemias (y así cuidar los intereses
económicos de los poderosos).
* * *
Chubut es la zona
con mayor virulencia del actual brote de Hantavirus. Puede propagarse. También
puede frenarse. El Hanta tiene una gran capacidad de contagio. La
velocidad a la que nos trasladamos las personas hoy en día hace que podamos
pasar unas vacaciones en el sur, sin mayores sobresaltos, volver a nuestros
hogares y tres semanas después, cuando ya hemos estado contagiando a otras
personas, comenzar a presentar síntomas.
Hoy los esfuerzos
parecen enfocados en aislar a quienes presentan la enfermedad para cortar con
la cadena de contagio y generar condiciones ambientales que eviten la presencia
de roedores en los alrededores de los domicilios con acciones individuales. ¿Y
después qué? ¿Esperar que el próximo brote no sea en épocas de turismo? ¿O
alguien va a asumir el desafío de pensar y generar acciones de Estado para
cuidar la salud de las personas y de los territorios donde éstas vivimos?
* * *
En Argentina
existen cuatro regiones endémicas de Hanta (es decir, regiones donde el virus
existe y circula): la Sur (Chubut, Neuquén y Río Negro), la Norte (Salta y
Jujuy), la Noreste (Misiones) y la Centro (Buenos Aires, Entre Ríos y Santa
Fe). En esta última, también es endémica la Fiebre Hemorrágica
Argentina , sin embargo sus casos están controlados. Se lo
debemos al esfuerzo y a la investigación del Doctor Julio Maiztegui, de
Pergamino. Él fue uno de los que más estudió esa enfermedad, y logró avances
innegables en su control, al proponer políticas públicas sanitarias que fueron
más allá de cargar la responsabilidad en los afectados. Maiztegui está olvidado, murió empobrecido. Es un héroe a rescatar en
la historia de nuestra salud pública.
Claramente la solución no viene de la
mano de acciones individuales. Es necesario una política sanitaria nacional e
integral, que defina el sistema productivo a partir del cuidado de la salud de
los territorios, de los ecosistemas, de los que somos parte las personas. Sin
territorios sanos, no hay pueblos sanos.
En febrero, entre otras cosas, se van a
definir las candidaturas políticas, y eso va a ayudar a renovar las tapas de
los diarios. En unas semanas se terminarán las vacaciones y el brote de
Hantavirus en Epuyén probablemente deje de ser un problema, para los medios al
menos. Algunos, desde sus oficinas en la Capital, respirarán aliviados. Los
ratones también.
Ilustración
Sebastián Angresano
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Fuente: https://www.anred.org/?p=109241
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