Repensar un proyecto
emancipatorio, en tiempos muy conflictivos
La disputa es por los
territorios
17 de enero de 2019
Por Emiliano Teran Mantovani
Rebelión
Desde semanas
atrás, ya se anunciaban turbulencias a partir de enero-2019 en Venezuela, con
la instalación de la
Asamblea Nacional y la toma de posesión de Nicolás Maduro
para un hoy incierto período presidencial 2019-2025. De nuevo, saltan una serie
de jugadas políticas y geopolíticas de corto y mediano plazo, movimientos,
alianzas y decisiones que avivan las
tensiones ya existentes y buscan generar nuevos puntos de inflexión y cambios
de escenario. El dramático avance de la devastación económica y de la
descomposición política e institucional del país, sumado al hostil panorama
internacional, nos han llevado a tiempos de mucha mayor volatilidad, en
comparación con el muy conflictivo 2017.
Sin
embargo, todo esto va mucho más allá de los reacomodos del poder institucional
y los potenciales cambios de mandatario. Ante
el colapso del rentismo, del Petro-Estado y toda su institucionalidad, la
disputa por la renta ha ido perdiendo centralidad y se va dirigiendo con más
fuerza hacia la apropiación directa de los recursos y el control de los
territorios.
Mientras
casi toda la atención se centra en la llegada de un ‘desenlace’ en las cúpulas
del poder, lo cierto es que desde hace ya varios años se viene produciendo un
intenso proceso de des-territorialización [1] y re-colonizacióna lo largo y
ancho de la geografía venezolana, que está teniendo un extraordinario impacto
no sólo en los tejidos sociales, en la correlación de fuerzas y en los
ecosistemas y la reproducción de la vida socio-ecológica; sino en la propia
forma de la soberanía política en el país.
Es claro que el Estado/Gobierno
de Nicolás Maduro está jugando un rol clave en este complejo proceso de
recolonización, al intensificar la lógica extractivista, aplicando un brutal
ajuste económico sobre los territorios (zonas económicas especiales,
mega-proyectos como el Arco Minero del Orinoco A.M.O., entre otros), al tiempo
que se vuelve políticamente muy agresivo y autoritario, y ha suprimido de facto
el estado de derecho (estado de excepción permanente, zonas militares
especiales, etc).No obstante, por más que algunos análisis quieran omitirlo, no es el único actor en el juego. En realidad ni siquiera es un actor homogéneo y sólido. La crisis hegemónica que se produce desde 2013 con la muerte de Chávez y la metástasis de la corrupción, se unen a la extraordinaria crisis económica que colapsa y caotiza al país, lo que ha hecho que el Petro-Estado venezolano no sea hoy más que una colección de grupos de poder (que pueden tener conflictos y tensiones entre sí) y un conjunto de instituciones precarias y discontinuas.
El impacto de esta Gran Crisis (2013-2019) ha sido tan profundo, que ha removido y redimensionado las múltiples contradicciones y tensiones territoriales ya existentes, al tiempo que los territorios quedan abiertos ante los flujos salvajes de la actual globalización tardía y descompuesta. Lejos de ser homogénea, estamos ante una cartografía política fragmentada, muy movible y volátil: una parte de la sociedad venezolana, precarizada, migra desde la hueca economía formal hacia estas dinámicas de apropiación directa de los recursos y el control de los territorios; prolifera el paramilitarismo en sus diversas formas; bandas criminales y sindicatos mineros; sectores militares corrompidos que ejercen poder feudal; frentes de las guerrillas colombianas ‘desmovilizados’ (exFARC) o no (como el ELN); poderosos sectores ganaderos y terratenientes; y la creciente influencia/presencia, directa o a través de intermediarios, de las corporaciones transnacionales; entre otros. Es el capitalismo global 2.0 al desnudo.
Estos
procesos no se pueden comprender en código binario/lineal, polarizado o sólo
como los intereses de la Nación contra el Imperio. Los grupos en disputa pueden
actuar basados en sus intereses particulares/locales o articularse hasta hacer
parte de redes regionales, nacionales e internacionales, que conectan con
mercados globales de recursos primarios, legales o ilegales. En estas múltiples
escalas engranándose podemos hablar también de una geopolítica de la Región Guayana , una
geopolítica de Los Llanos, una geopolítica de la Amazonía, etc.
En cualquier caso, todos estos
actores mencionados son agentes de la acumulación
por desposesión y de una u
otra manera operan bajo lógicas bélicas. En esto, aunque no se articularan
entre ellos, coinciden. Constituyen las diversas estructuras de poder que
promueven una re-territorialización del despojo y la expoliación, y parecen
llevar a Venezuela a re-configurarse como una o un conjunto de economías de enclave.Cartografías del despojo, guerras y resistencias: algunas coordenadas
Es imposible dar cuenta de todas las múltiples tonalidades y rasgos de estas disputas territoriales a nivel nacional. Apenas si podemos mencionar algunas de ellas y sus tendencias de manera general.
Además del colapso del capitalismo rentístico, las zonas de enclaves petroleros han entrado en decadencia (al igual que las propias ciudades). Esto ha propiciado que las economías informales de extracción hayan tomado un muy importante auge. Las lógicas de apropiación y poder se van dirigiendo con mucha fuerza al control de las tierras, el territorio y las posibilidades de la extracción de materiales (oro, diamantes, coltán, madera, especies protegidas, etc) e incluso agua, así como al de la movilidad social, de mercancías, corredores estratégicos y de comercios transfronterizos.
En
Estos procesos han hecho metástasis en la zona, expandiéndose con mucha fuerza desde mediados de la década pasada, y en especial en este período de crisis actual. Se han intensificado en la cuenca del Caroní, en el Parque Canaima, en la cuenca del río Paragua, en el sur oriente de Bolívar (frontera con Brasil) y en el Caura, así como en los territorios Yanomami y en los municipios nor-orientales del estado Amazonas. Del mismo modo ha ocurrido con el coltán desde el nor-occidente de Bolívar hasta el eje carretero, y en la frontera de Amazonas con Colombia hasta el sur (oro).
Las
disputas entre grupos armados y la instalación del proyecto del A.M.O. han
generado violencia, muertes y desplazamientos. Varios pueblos indígenas han
puesto resistencia, como han sido los pemón, yekwana, yabarana, wótjüja,
yanomami, entre otros, aunque varias de estas comunidades se han también
incorporado crecientemente a la actividad minera informal. En el caso de los
pemón, desde hace varios años han luchado férreamente contra los
desplazamientos y el despojo de estos grupos, y constituyen hoy uno de los principales bastiones de
resistencia en estos territorios .
Estas operaciones de extracción
se están expandiendo aceleradamente por todo el país, bajo una lógica de
saqueo. No solo en el sur:
minas metálicas (como las de oro en el estado Carabobo o en Yaracuy) o no metálicas
(areneras, caliza, entre otras) proliferan en la geografía nacional, estas
últimas también impulsadas en buena parte por militares corruptos que dan un
usufructo personal de estas, generando deforestación, desvío de ríos y
conflictos con poblaciones locales. Situación similar está ocurriendo con la
madera.En la extensa región de los Llanos, se han venido recrudeciendo las disputas por la tierra, que desde 2001 y hasta la fecha ha dejado un saldo de más de 350 campesinos asesinados. En el período de crisis, han venido arreciando situaciones de desalojos arbitrarios de tierras que habían sido recuperadas por comunidades campesinas, para así ser re-apropiadas por latifundistas. Los campesinos señalan que han sido abandonados desde instancias gubernamentales, que son asediados y perseguidos, criminalizados, judicializados, amenazados y en muchos casos asesinados a través de paramilitares y sicarios pagados por terratenientes y latifundistas. Las agresiones se han registrado al menos en los estados Barinas, Portuguesa, Monagas, Anzoátegui, sur del lago de Maracaibo (Zulia), Apure, Cojedes, Trujillo, Guárico o Mérida. En los últimos meses se han registrado asesinatos de campesinos, como el caso de dos de ellos pertenecientes al predio Hato Quemao (Barinas), el dirigente campesino del Partido Comunista de Venezuela, Luís Fajardo (sur del Lago) o recientemente (12/01/19) el de José "Caballo" de
El 12 de julio de 2018, un grupo de 200 campesinos que hacen parte de La Plataforma de la Lucha Campesina,inició una marcha desde Guanare (estado llanero de Portuguesa) recorriendo 430 kms a pie durante 21 días hasta llegar a
Estados como Zulia y Táchira, como ya es sabido, son zonas sobrecargadas de intereses económicos y conflictos, claves en el mil millonario comercio ilegal de contrabando y extracción transfronterizo entre Venezuela y Colombia, pero además tienen incidencia en la dinámica de las conflictivas relaciones entre estos dos países. Numerosos actores armados –en buena parte, provenientes del conflicto colombiano– han incursionado y se han posicionado en diversos territorios, y hacen parte de intensas disputas por el control de los mismos, así como de los negocios de la gasolina, alimentos, entre otros. Quisiéramos destacar, para el caso del Zulia, el asedio en los últimos años que han sufrido los indígenas en la Sierra de Perijá (yukpas) y La Guajira (wayuu), siendo que esto se ha intensificado con las familias del asesinado cacique Sabino Romero y
Por último, las zonas urbanas, atravesadas por la precariedad, son áreas donde se producen intensas disputas por el control de barrios, comercio y corredores estratégicos. Bandas criminales han logrado ampliar su capacidad de organización y fuego, e incluso se han logrado articular con sectores corruptos de los cuerpos de seguridad del Estado. Estos últimos llevan adelante frecuentes operativos de choque en barrios populares (como ha sido la Operación para la Liberación del Pueblo) y el despliegue de fuerzas especiales a lo largo y ancho de las ciudades, los cuales actúan sin mayor regulación.
El juego está bastante abierto y la geografía venezolana cruje, jaloneada por múltiples actores del despojo y
Epílogo. ¿Re-pensar un proyecto emancipatorio, en tiempos muy conflictivos?
Es difícil no analizar estos escenarios y hacer parangones con otras experiencias, como la colombiana, Centroamérica, o algunos casos africanos como el de Congo. En este caso, la pregunta es si presenciamos la instalación territorial de estructuras, y sobre todo, lógicas de poder mediadas por
*Emiliano Teran Mantovani es sociológo de
[1] Entendiendo
‘desterritorialización’ como un proceso de ruptura y trastocamiento de una
territorialidad determinada, de sus configuraciones socio-culturales,
metabólicas y ecológicas. La desterritorialización en el sistema capitalista
suele estar determinada por la apertura forzada y violenta de nuevos procesos
de despojo y acumulación de capital, y para los países del Sur Global puede
comprender formas de pérdida de territorio.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251353
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