Amarga
celebración: Los 25 años de la experiencia zapatista
10 ene 2019
Por Jérôme Baschet | Fuente: Espoir Chiapas
Fotos: Radio Pozol
Fotos: Radio Pozol
Los zapatistas de Chiapas acaban de
celebrar los 25 años del levantamiento del 1o de
enero de 1994. Un levantamiento armado que fue un ¡Ya basta! a cinco siglos de
dominación colonial sufrida por los pueblos indígenas, a décadas de la
“dictadura perfecta” del Partido Revolucionario Institucional y años de
políticas neoliberales que culminaron con el Tratado de Libre Comercio de
América del Norte, entrado en vigor el mismo día; también venía a desmentir el
supuesto “fin de la historia” proclamado por los apologistas del capitalismo
omnipotente. Un levantamiento que, a través de múltiples peripecias abrió el
espacio para construir una muy singular experiencia de autonomía política, con
la declaración de treinta municipios autónomos a partir de diciembre de 1994 y,
con más fuerza aún, a partir de agosto de 2003, con la formación de cinco
Juntas de buen gobierno.
En este marco, los y las zapatistas han
creado sus propias instancias de auto-gobierno y de justicia; sostienen su
propio sistema de salud y de educación; revitalizan prácticas productivas
basadas en la posesión colectiva de la tierra y en nuevas modalidades de
trabajo colectivo para sostener materialmente la autonomía. Para
ellos, la autonomía es la afirmación de sus formas de vida propias, arraigadas
en la existencia comunitaria y el rechazo a las determinaciones capitalistas
que las destruyen; al mismo tiempo, es la experimentación de un auto-gobierno
popular que va construyéndose por fuera de las instituciones del Estado
mexicano. Dicha experiencia se va dando en una escala geográfica significativa
(cerca de la mitad del estado de Chiapas) y además persiste, sin dejar de
transformarse, desde hace un cuarto de siglo.
Por estas razones, la autonomía
zapatista es una estrella que brilla muy alto en el cielo de las esperanzas y
aspiraciones de quienes no se resignan a la devastación provocada en todo el
mundo por la hidra capitalista (añadiendo que se trata de una estrella que
podemos tocar con la mano y el corazón, y además que es posible encontrarse son
sus habitantes…). Por eso, todos los y las que hicieron el largo
camino hasta el caracol[1] de La Realidad, en la Selva
lacandona, para el 25 aniversario del atrevido alzamiento, se preparaban para
compartir la alegría de que esta experiencia rebelde haya superado muchos
obstáculos, ademas de resistir el inevitable desgaste del tiempo y seguir
demostrando hasta hoy su innegable creatividad. Al respecto, basta recordar la
intensa serie de iniciativas de los últimos seis años, en particular con la Escuelita zapatista, el Festival mundial de las
rebeldías y las resistencias, el seminario internacional “El pensamiento
crítico frente a la hidra capitalista”, los encuentros del CompArte por la
Humanidad, los de las ConCiencias por la Humanidad y,
recientemente, el impactante festival de cine Puy ta kuxlejaltik, sin hablar de la
iniciativa llevada a cabo conjuntamente con el Congreso Nacional Indígena para
formar un Consejo Indígena de Gobierno a nivel nacional y presentar a “Marichuy”
como candidata independiente en las pasadas elecciones presidenciales.
*
Sin embargo, estos días fueron todo lo
contrario de una alegre fiesta. El subcomandante Moisés lo dijo claramente:
“hoy no vamos a poder atender más los 25 años”[2]. De hecho, lo esencial fue
expresado no por las palabras del vocero zapatista sino por la contundente
demostración de que la dimensión militar del EZLN, a pesar de haber pasado a
segundo plano durante muchos años, de ninguna manera ha desaparecido. Después
de la llegada a caballo de los mandos, interminables filas de milicianos
entraron en el caracol hasta colmar su plaza central, haciendo
resonar el poderoso clamor de los bastones que golpeaban uno contra otro, al
ritmo de sus pasos redoblados sobre la tierra[3]. Tres mil combatientes en
total, provenientes de las cinco zonas autónomas zapatistas y que forman parte
de la 21° División de Infantería Zapatista, la misma que había ocupado siete
cabeceras municipales de Chiapas 25 años atrás.
Quienes visitaban los territorios
zapatistas por primera vez pudieron haber pensado que se trataba de un ritual
acostumbrado con el cual se celebraba cada año la insurrección de 1994. Al
contrario, las fiestas del 31 de diciembre, con discursos y baile,
suelen realizarse sin presencia militar, como es el caso de la mayor parte de
los encuentros organizados por el EZLN. Y si bien, en algunas ocasiones,
milicianos aseguraron la seguridad del lugar, como en La Realidad después del
asesinato del maestro Galeano en mayo de 2014, es probable que haya que
remontar hasta la Convención Nacional Democrática , reunida en
Guadalupe Tepeyac en el verano de 1994, para poder encontrar una demostración
militar comparable (en este caso, los soldados venían armados, lo que marca una
importante diferencia). De manera general, el carácter no militar de los
encuentros y las celebraciones zapatistas es lógico ya que, desde el cese al
fuego del 12 de enero de 1994 (y con excepción del movimiento relámpago de
rompimiento del cerco en diciembre de 1994), el EZLN suspendió el uso ofensivo
de las armas, privilegiando la construcción civil de la autonomía y haciendo
todo lo posible para no responder a las provocaciones tanto del ejército
federal como de los grupos paramilitares que agreden constantemente a las
comunidades zapatistas.
En pocas palabras, tanto la
“escenografía” como el lugar elegido para ella indicaban una vuelta a los
primeros momentos de la vida pública del zapatismo. Posteriormente, la palabra
del subcomandante Moisés, combativa y de una rudeza incisiva, vino a poner los
puntos sobre las íes. Su discurso define la postura del EZLN respecto del
nuevo gobierno mexicano (tal como lo hizo al inicio de los anteriores sexenios,
en particular en el momento de la toma de posesión de E. Zedillo y de V. Fox).
Si bien el análisis zapatista de la situación creada por la elección de A.M.
López Obrador no es una sorpresa, pues ya había sido formulada en agosto
pasado[4], esta
vez el mensaje viene dirigido al nuevo poder, ahora en función desde el 1o de diciembre pasado.
Para el EZLN, el nuevo presidente no es portador de ninguna
esperanza, a pesar de lo que ha hecho creer a 30 millones de electores: no es
sino “un capataz” más en la gran finca del capitalismo globalizado. Ahora, el
subcomandante Moisés concentró sus críticas en los megaproyectos que el actual
presidente promueve con una energía que ninguno de sus antecesores había
tenido. Y lo hace, por supuesto, en nombre del progreso, el empleo y la lucha
contra la pobreza, apoyándose en una retórica bien conocida según la cual todos
los que se oponen a dichos proyectos vienen catalogados y condenados como
conservadores retrógrados y enemigos del bienestar colectivo, si no es que como
primitivistas anacrónicos. Pero, para los pueblos indígenas, y no solamente
para ellos, estos megaproyectos significan antes que nada el despojo de sus
territorios y la destrucción acelerada de sus formas de vida[5]. “Ahora estamos
viendo que vienen por nosotros, los pueblos originarios”, resume el
subcomandante Moisés.
Entre tantos megaproyectos, el del
istmo de Tehuantepec implica no solamente la extensión de los parques eólicos
contra los cuales las comunidades afectadas luchan desde hace años sino también
la creación de una zona económica especial y un eje de comunicación “multimodal
interoceánico” capaz de rivalizar con el canal de Panamá (un viejo proyecto que
los diversos gobiernos neoliberales nunca lograron concretar). Otro consiste en
sembrar un millón de hectáreas de árboles frutales y forestales, en especial en
los estados del sureste del país, lo que no deja de alimentar las sospechas de
conflicto de interés, si tomamos en cuenta que Alfonso Romo, jefe de la Oficina
de la Presidencia y hombre clave para las relaciones entre López Obrador y las
cúpulas empresariales, es una figura del agro-negocio mexicano, dueño entre
muchas otras de una empresa instalada en Chiapas que produce millones de
plantíos de papaya al año[6].
El subcomandante Moisés se refirió más
que nada al proyecto de “Tren Maya” que planea unir Palenque, en Chiapas, con
los principales sitios turísticos y arqueológicos de Yucatán. Llevaría a una
intensificación de la explotación de los recursos naturales de la península
(14,000 km2 de selva ya han sido
destruidos tan sólo entre 2000 y 2016) y, sobre todo, a una multiplicación de
los grandes centros turísticos, con todo lo que implica en términos de
privatización, destrucción y contaminación de las zonas litorales -el
presidente lamentando explícitamente que hasta ahora se hayan concentrado
exclusivamente en la
Riviera Maya [7]. De tal manera que su consigna parece ser:
un, dos, tres.. decenas de Cancún. Además de la naturaleza devastadora del
proyecto, la manera en que se anunció su lanzamiento representa, para los
zapatistas, una provocación particularmente intolerable. El 16 de diciembre
pasado, el nuevo presidente llegó a Palenque, a unos kilómetros del caracol zapatista
de Roberto Barrios y, para marcar el inicio oficial de las obras, participó en
un pseudo-ritual a la
Madre Tierra. Tal como ironizó el subcomandante Moisés, es
como si hubiera dicho: “dame permiso Madre Tierra para destruir a los pueblos
originarios”, añadiendo que si pudiera hablar la Madre Tierra le
habría dicho: “¡Chinga tu madre!”.
Además, para los zapatistas, el hecho
de dar a este proyecto el nombre de sus antepasados representa una verdadera
ofensa. Dicha parodia de ritual maya fue caracterizada como una “burla” y una
“humillación”, pues se dirigió a la Madre Tierra para mejor ocultar que se estaba
omitiendo pedirles su opinión a los habitantes de los territorios afectados.
Hay que recordar que la organización de una consulta previa, libre e informada
a los pueblos indígenas es una obligación de los Estados prevista por el
Convenio 169 de la OIT y la Declaración de la ONU sobre los derechos de los
pueblos originarios, ambos ratificados por México. En pocas palabras, el nuevo
poder aparenta inclinarse frente a la Madre Tierra para mejor destruirla y para
autorizarse a violar los acuerdos internacionales vigentes en México[8].
Frente a la amenaza que representa un
avance tan brutal de la hidra capitalista, disfrazada de progresismo, la
postura zapatista se expresó con absoluta firmeza. “No nos vamos a dejar”.
“Vamos a defendernos por muy mínimo que sea que nos vengan a provocar”. “No
vamos a permitir que pase aquí su proyecto de destrucción”. “Vamos a pelear si
es necesario”. La advertencia no podría ser más clara. Y es lo que da su pleno
significado al despliegue militar que antecedió dichas palabras: los tres mil
soldados que vimos pasar frente a nosotros, además de los (y las) que no vimos,
están dispuestos a dar su vida para defender sus territorios y la autonomía que
los pueblos ahí han construido.
Sin embargo, no debe de entenderse el
mensaje como un retorno a la lucha armada, tal como se pudo haber planteado
antes del 1 de enero de 1994. Ahora se trata de una opción defensiva; se trata
de defender la construcción civil de la autonomía que sigue siendo el corazón
del proyecto zapatista. Todo lo que hemos hecho hasta ahora, explicó Moisés, ha
sido el fruto de nuestro esfuerzo y “vamos a seguir construyendo y lo vamos a
ganar”. Continuar con la experiencia civil de la autonomía es la apuesta. Para esto,
es necesario defenderla en contra de las amenazas que se ciernen entorno a
ella, con todos los medios necesarios.
Otro aspecto de las palabras del
subcomandante Moisés provocaron no pocos comentarios e interrogaciones. El
vocero zapatista repitió a lo largo de su discurso un “estamos solos” que
muchos recibieron como un golpe en el estomago. ¿Había que entender que
todos los esfuerzos del EZLN para tejer vínculos durante un cuarto de siglo, a
través del Congreso Nacional Indígena, el Concejo Indígena de Gobierno, la
Sexta como red nacional e internacional de luchas, las redes de apoyo al CIG,
los colectivos de solidaridad en el mundo, etc. fueron en vano? ¿Se
refería a la incapacidad para superar inercias y divisiones, y así avanzar
en la formación de redes de rebeldías y resistencias a nivel nacional e
internacional? Más bien, hay que tomar en cuenta los alcances tan amplios de
dicho discurso, que marca una decisión estratégica frente al nuevo gobierno
mexicano y representa con toda probabilidad un momento clave en la trayectoria
del movimiento zapatista. En este sentido, puede entenderse que el
subcomandante Moisés se refería sobre todo a la opción mayoritariamente asumida
por los electores mexicanos, que no prestaron atención a las advertencias
zapatistas. Además, sus palabras pusieron como en un espejo el “estamos solos”
en el momento actual con un “salimos solos a despertar al pueblo de México y al
mundo” hace 25 años. Es decir, la decisión del levantamiento que se tomó en ese
entonces fue unicamente del EZLN, al igual que ahora, la decisión de prepararse
para enfrentar al gobierno federal es del EZLN solo[9].
*
Dicha decisión se basa en el análisis
de lo que representa el nuevo gobierno mexicano como profundización del
capitalismo a través de un desarrollismo desenfrenado y asumido sin reserva. Al
grado de ignorar casi por completo la creciente preocupación por el
calentamiento global y de hacer muy pocos esfuerzos por aparentar algún interés
por las cuestiones ecológicas. Si bien López Obrador no es un negacionista
climático, en este punto no actúa de manera muy diferente de Trump, con el
cual, de hecho, tiene relaciones muy cordiales. Al respecto, puede añadirse que
se anunció que el “Tren Maya” permitiría emplear una amplia mano de obra
centro-americana (al igual que otras inversiones realizadas en el sur del
país), lo que significa que los megaproyectos del actual gobierno tienen una
clara función de contención de los flujos migratorios hacia los Estados
Unidos[10]. De cierta manera, Trump tiene razón en insistir que los mexicanos
terminarán por pagar el muro, el cual bien podría no estar en donde se pensaba.
Es probable que también tenga un peso notable la lección de
los llamados gobiernos progresistas de América latina en los últimos quince
años, en especial en Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador. Aunque algunos
elementos positivos puntuales pudieran reconocerse, dos constantes de gran
importancia han podido ser identificadas: por un lado, un debilitamiento de los
movimientos sociales, y en especial de los movimientos indígenas, a través de
la cooptación, la pérdida de autonomía, la división y la auto-censura (para no
hacerle el juego a la derecha o a la extrema-derecha); por el otro lado, un
avance sin precedente del frente de mercantilización, a través de los
megaproyectos, el extractivismo, el agro-negocio basado en los transgénicos,
los despojos de tierra, la destrucción de los modos de vida insuficientemente
moldeados por las relaciones sociales capitalistas, etc. En síntesis, el
“progresismo” ha sido, por lo menos temporalmente, una de las modalidades
políticas más eficientes para hacer más fuerte a la hidra capitalista y
satisfacer sus apetitos insaciables.
En vez de esperar que políticas de la
misma índole produzcan poco a poco sus efectos mortíferos (y,
probablemente, que llegue la experiencia de una desilusión cuya siguiente etapa
parece ser, por lo que indican los ejemplos argentinos y brasileños, el retorno
al ultra-liberalismo o el deslice hacia la extrema derecha), los zapatistas
prefirieron tomar la
delantera. Por eso, desafían el nuevo poder, obligándolo a
elegir entre dos de sus compromisos solemnes (llevar a cabo los grandes
proyectos anunciados; nunca reprimir al pueblo mexicano). También obligan a
todos y todas, en especial en los movimientos sociales y las luchas indígenas,
a elegir su bando. Sobre todo, se preparan para defender lo que han ido
construyendo desde hace un cuarto de siglo: una experiencia de autonomía
rebelde cuyo alcance y cuya radicalidad tienen pocos equivalentes en el mundo.
¿Y nosotros? ¿Vamos a dejar que
esta experiencia resulte amenazada y quizás atacada? De hecho, este riesgo se
intensifica en el momento en que el Kurdistán sirio resulta también gravemente
amenazado por el anunciado retiro de Estados Unidos y el pacto tácito entre
Erdogan y Trump. Tal como lo escribió un amigo argentino, sin el zapatismo (y
podemos añadir, sin el confederalismo democrático de Rojava), el mundo sería
mucho más horrible de lo que es ahora[11].
[1] Nombre de los
centros político-culturales de cada una de las cinco grandes zonas autónomas,
en donde se ubican las Juntas de buen gobierno y se realizan las principales
actividades y encuentros zapatistas.
[3] Tomas realizadas desde un dron pueden
verse en la página del EZLN: enlacezapatista.ezln.org.mx/.
También: www.regeneracionradio.org/index.php/autonomia/item/4916-vamos-a-pelear-contra-su-proyecto-de-destruccion-ezln.
[4] Texto
en tres partes titulado 300 (en particular: enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/08/21/300-segunda-parte-un-continente-como-patio-trasero-un-pais-como-cementerio-un-pensamiento-unico-como-programa-de-gobierno-y-una-pequena-muy-pequena-pequenisima-rebeldia-subcomandante-insurgent/).
[5] Desde 2014, el
EZLN y el CNI identificaron en el país 29 “espejos” en donde los proyectos de
infraestructura, autopistas, minería, energía, etc. afectan gravemente los
territorios indígenas: www.congresonacionalindigena.org/.
[6] Luis Hernández
Navarro ofreció una impactante semblanza de A. Romo: www.jornada.com.mx/2018/08/14/opinion/015a2pol.
[7] “El llamado
‘Tren Maya’”,
Ojarasca (suplemento de La Jornada), diciembre de 2018, p. 4-5.
[8] Los 24 y 25 de
noviembre de 2018, una consulta nacional relativa a 10 proyectos y medidas del
presidente electo ha sido organizada en un tiempo muy corto y sin debate
previo. 950,000 personas participaron en ella (alrededor de 1% del padrón
electoral), con una aprobación de entre 90 y 95%. Sobra decir que dicha
consulta no tiene nada que ver con la que requiere el Convenio 169 de la OIT.
[9] Es decir, el
EZLN tiene el cuidado de no implicar en su decisión a quienes, hasta ahora, han
apoyado la lucha zapatista. Hay que subrayar que el CNI y el CIG emitieron de
inmediato un comunicado en el cual afirman que cualquier agresión en contra de
las comunidades zapatistas se consideraría como una agresión en su contra: www.congresonacionalindigena.org/2019/01/02/comunicado-del-congreso-nacional-indigena-y-el-concejo-indigena-de-gobierno-por-el-25-aniversario-del-levantamiento-armado-del-ejercito-zapatista-de-liberacion-nacional/.
[10] Después de su
elección, el nuevo presidente mexicano le envió una carta al de Estados Unidos
insistiendo en la necesidad de enfrentar el problema migratorio mediante un
plan de inversión en el sur de México y los países centro-americanos.
Fuente: https://radiozapatista.org/?p=30068
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