Por qué decimos no a
los transgénicos
30 de enero de 2019
Fernando Frank
Página/12
La doctora en Biología e investigadora del Conicet Raquel Chan
publicó en PáginaI12 una respuesta a la nota “Peligro en las mesas argentinas”
(24/12/2018). A nuestro entender, Chan realiza afirmaciones alejadas de la
realidad, repite lugares comunes de la ciencia adicta a las transnacionales que
concentran la venta de semillas y agrotóxicos, y oculta información que debería
tener presente en su rol de investigadora del sistema público de ciencia.
La investigadora intenta aportar tranquilidad defendiendo los mecanismos de fiscalización y control dela Comisión Nacional Asesora
de Biotecnología Agropecuaria (Conabia) y el Servicio Nacional de Sanidad y
Calidad Agroalimentaria(Senasa), sin atender los conflictos de interés ni la
falta de consulta a los consumidores. Habla de experimentos controlados en
laboratorios, pero no de cómo fue que en 2016 un cargamento de trigo argentino
fue rechazado en Corea del Sur por contener trigo transgénico ilegal, como denunció
la campaña “No se metan con nuestro pan”. Chan dice que “si bien generalmente
se asocia a los transgénicos con el uso excesivo de agroquímicos, esto no tiene
por qué ser así” y agrega que mediante éstos “buscan ofrecer soluciones a
problemas de la agricultura que no implican necesariamente mayor uso de
agrotóxicos”. La opción de disminuir el consumo de agrotóxicos mediante la
liberación de transgénicos de resistencia a herbicidas lleva más de 20 años, y
es un fracaso ambiental y sanitario, pero a su vez una fuente exorbitante de
ganancias para quienes venden venenos. Argentina es ejemplo del
desastre,producto de confiar en el autocontrol corporativo, específicamente a
través de Senasa aprobando agrotóxicos y Conabia recomendando aprobar
transgénicos agrícolas.
Datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (2012) marcanun crecimiento en el consumo de herbicidas de 1279 por ciento, entre 1991 y 2011. La causa es la difusión dela
soja RR y los demás transgénicos de resistencia a herbicidas.
La tendencia nunca se revirtió, pero las empresas hoy esconden los datos,
porque creció la conciencia del peligro para la salud y el ambiente del uso
masivo de plaguicidas de síntesis química. De los 51 transgénicos aprobados en
Argentina, 37 son tolerantes a herbicidas como el glifosato, glufosinato de
amonio, 2,4D, entre otros. Cuando Chan habla del trigo cuestionado hace foco en
la resistencia a la sequía que ella contribuyó a incorporar, pero omite hablar
de la tolerancia al herbicida glufosinato de amonio. No se puede desconocer que
la resistencia de las malezas a los agrotóxicos sucede, lo que potencia el
círculo vicioso en el uso de másagrotóxicos.
La investigadora intenta aportar tranquilidad defendiendo los mecanismos de fiscalización y control de
Datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (2012) marcanun crecimiento en el consumo de herbicidas de 1279 por ciento, entre 1991 y 2011. La causa es la difusión de
Los agricultores argentinos hoy están entrampados en este sistema que degrada los suelos y potencia la expansión de especies resistentes a herbicidas. Aún así algunos científicos insisten en un camino cuyas consecuencias para las comunidades y los ecosistemas ya son padecidas desde hace años. La ciencia adicta a las trasnacionales del agro repite una y otra vez falsas soluciones que omiten amplia documentación y experiencias en torno a las prácticas agroecológicas para salir de la grave calamidad ecológica, social y sanitaria que hoy atraviesa la agricultura, es decir
Fernando Frank. Ingeniero agrónomo. Integrante de Agro-culturas
(Territorios y Soberanía Alimentaria).
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=251931
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