Tendencias en el
pensamiento Latinoamericano
sobre Ciencia y Tecnología
en la década del 60 del
Siglo XX
Autoras:
Dra. Isabel Pérez Cruz y Lic. Adianez Fernández Bermúdez
E-mail: afernandez@ucf.edu.cu iperez@ucf.edu.cu
(…)Las discusiones y concepciones teóricas sobre el desarrollo de
la ciencia y la técnica en este siglo se dieron en tres tendencias
fundamentales:
1. Discusión de problemáticas propias de países europeos o de E.
U. Esto es expresión de lo que se ha llamado “robo de cerebros”, pues aunque
estos pensadores continuaban radicando en el continente latinoamericano, su
inteligencia está en función de resolver problemas propios de países
desarrollados.
2. Desarrollo de una teoría de corte cientificista. Se asumen
presupuestos que se alejan de una consideración de la ciencia como parte, de la
producción espiritual de la sociedad, determinada en última instancia por las
condiciones económico – sociales imperantes en la sociedad.
3. Defensa y desarrollo de una ciencia y tecnología
latinoamericanas. Aquí se apropian de la idea de que estos procesos deben
responder a los intereses y objetivos que la realidad de estos pueblos imponen.
Las dos primeras tendencias, no responden a un pensamiento auténtico sobre
ciencia y tecnología, asumiendo a este, como un pensamiento que está en
correspondencia con el propio desarrollo económico y social de Latinoamérica.
Para esto se toma como base que la autenticidad ha de ser aquella
filosofía que: “haga consciente nuestro subdesarrollo y señale las 10
posibilidades de su vencimiento o la forma de vencerlo”1, así como
“la que se demuestra al constatarse su coincidencia con las exigencias del
desarrollo histórico de cada período”.2
La primera está en función del desarrollo de otros países, por lo
tanto no tributa a intereses locales; la segunda no comprende a la ciencia como
parte de la sociedad sino como un fenómeno externo, primeramente cerebral y
vinculado a procesos individuales, aunque no se puede obviar, que esta
tendencia fue una de las que más fuerza cobró dentro de los países
latinoamericanos, debido a su vinculación con la filosofía positivista
imperante a finales del siglo XIX y principios del XX. Uno de los defensores de
esta segunda tendencia fue Mario Bunge, quien según Jorge Núñez Jover, es el
filósofo de la ciencia más relevante de América Latina3, este no se
quedó al margen del debate del momento, y sin dudas hizo contribuciones
importantes acerca de la concepción y desarrollo de la ciencia en América
Latina, sin dejar de mencionar, por supuesto que tuvo sus limitantes. Este
pensador durante toda su obra ha construido y aplicado un sistema filosófico de
la ciencia, con tres soportes principales, los cuales consisten en:
materialismo, realismo y racionalismo. Con ello en mano se ha dedicado
esmeradamente a aclarar no solo problemas vinculados al desarrollo científico,
sino también a los valores, la ideología, entre otros. (…)
El
cientificismo de corte positivista al que pertenece Mario Bunge, considera a la
ciencia como una entidad autónoma que se autodetermina y donde la sociedad no
pasa de ser un marco que asegurará las condiciones propicias para el desarrollo
de la ciencia, pero sin dejar de ser un fenómeno externo a ella. La actividad
científica se enfoca primariamente cerebral, vinculado directamente a procesos
individuales y no un movimiento social. Con respecto a su posición en relación
con la ciencia y el vínculo de esta con la sociedad, Jorge Núñez plantea: “El
condicionamiento social de la ciencia (…) aparece insuficientemente tratado en
la obra de Bunge (…) La carencia de una comprensión correcta de lo social, así
como la relación de la ciencia con la sociedad, como uno de sus componentes,
tienen su obra diferentes consecuencias, entre ellas sus diagnósticos y
proposiciones sobre el desarrollo de la ciencia en América Latina”.5
Por último muchos
autores fundamentan la tercera tendencia: Defensa y desarrollo de una ciencia y
tecnología latinoamericanas, la cual constituye la más fecunda y auténtica
dentro de todo este pensamiento, sustenta un desarrollo científico y
tecnológico que (sin desconocer el alcanzado en otros países) pone énfasis en
que este sea asimilado y utilizado en correspondencia con las realidades
socioculturales de los pueblos latinoamericanos. Esta vertiente - al ser
defensora de la necesidad de un desarrollo científico –tecnológico endógeno –
considera a este desarrollo como una premisa y un resultado ideal de
preservación de la identidad cultural y social de estos países.
En la Introducción del
libro: El pensamiento latinoamericano en la problemática ciencia- tecnología –
desarrollo – dependencia, de Jorge Sábato, se hace alusión a que esta escuela
de pensamiento no estuvo a la zaga de lo generado en otros continentes, sino que
fueron capaces de “… realizar contribuciones originales, es decir que no son
refritos de traducciones extranjeras (…) es dable observar algo extremadamente
saludable: la capacidad de pensar por sí mismos y la voluntad de hacerlo. Mirar
nuestra realidad con nuestros propios ojos no es mérito menor, al tiempo que es
seguramente el primer paso para transformarla”.6
En esta década, se
ponen en práctica en América Latina, políticas que a través de un desarrollo
científico – tecnológico, promovían un progreso social para estos países. Estas
estrategias de desarrollo se enfrentaron al problema político, pues las
decisiones gubernamentales tomadas, seguían el sentido de basar el desarrollo,
en la implantación de filiales de empresas multinacionales, o sea, tenían la
idea de que para los países latinoamericanos solo existía una forma de
desarrollo: la de los países industrializados occidentales. (…)
Debemos
tener en cuenta, que algunos de los rasgos principales de esta escuela
latinoamericana tienen que ver con el carácter global y sistemático de este
pensamiento. Esto evidencia una tendencia, a tratar el problema del avance
científico y tecnológico en forma integrada a los problemas de desarrollo,
evitando aislarlo de su contexto socioeconómico y cultural.
Entre
los centros más creativos en relación con este tema, se encuentra la Facultad
de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, con Oscar Varsavky,
Amílcar Herrera y Jorge Sábato al frente. El primero, maestro de escuela,
químico y matemático de formación, reorientado a fines de los años 60 hacia las
ciencias sociales; constituye uno de los científicos más influyentes en de esta
década e inicios de los 70. Especialmente, su crítica estuvo dirigida al
investigador que ignora el significado social de su actividad, que acepta las
jerarquías académicas internacionales y olvida los problemas sociales que
afectan su trabajo (1969). Fue representante de la tendencia revolucionaria que
luchaba por una transformación radical de la sociedad, por lograr la
eliminación de la pobreza, las corrupciones evidentes, y el subdesarrollo
científico, tecnológico y general de la región. Amílcar Herrera ,
geólogo, fue una de las figuras importantísimas en la elaboración de
estrategias tecnológicas para la región.
Destaca
la relación de la actividad científica – tecnológica con el marco
socioeconómico y en particular las políticas que lo animan. Mantiene una lucha
sostenida por la búsqueda de una autonomía científica. Como dijera Guillermo
Hoyos en su trabajo “Elementos Filosóficos para la compresión de una política
de ciencia y tecnología”, la crisis de la modernidad se debe en gran medida al
impulso unilateral de la ciencia y la tecnología y su superación se puede dar
al complementarla con los más variados aspectos de la vida y el proceso de
humanización. Este movimiento no logró conseguir plenamente lo que se proponía,
pero dejó la conformación de un pensamiento auténtico, que comenzó a luchar de
manera particular, donde se fueron relevando paulatinamente el espacio y la
función de la ciencia en América Latina. Este pensamiento ha permitido
desplazar las fronteras tradicionales de la teoría de la ciencia, 16
casi siempre centrada en el ser o deber ser de la práctica científica en los
países desarrollados.
Dentro del pensamiento
sobre ciencia y tecnología en América Latina de la década 60 del siglo XX, se
destacan tres tendencias fundamentales: discusión de problemáticas propias de
países europeos o de E. U, desarrollo de una teoría de corte cientificista, y
por último, defensa y desarrollo de una ciencia y tecnología latinoamericanas.
El representante por excelencia de la segunda tendencia fue el filósofo de la
ciencia, Mario Bunge, quien influenciado por el cientificismo de corte
positivista, defiende una visión de la ciencia como ente director y autónomo,
que se autodirige y determina independientemente de la sociedad, y esta va
solamente a servir de medio para su realización. La tercera tendencia
constituye la más fecunda y auténtica dentro de todo este pensamiento, pues
sustenta un desarrollo científico – técnico que, sin obviar el desarrollo
alcanzado en otros países, pone énfasis en que este sea asimilado y utilizado
en correspondencia con las realidades socioculturales de los pueblos
latinoamericanos. Los representantes de esta fueron los argentinos: Oscar
Varsvky y Amílcar Herrera. Bibliografía (…)
https://clea.edu.mx/biblioteca/etica%20y%20ciencia.pdf
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