Berta Cáceres:
Tus sueños no mueren por la metralla
5 de marzo de 2016
5 de marzo de 2016
Por Decio Machado
"Fuiste forjada
con ese mismo material del que se forjan los sueños, y como todos y todas
sabemos, nuestros sueños, tus sueños, no mueren por la metralla".
Esta madrugada (03 de
marzo), Lucas, un gran amigo suyo y mío, forjado como ella en las luchas de los
de abajo en Centroamérica, me despertó con la terrible noticia de un asesinato.
Aturdido aún por el suceso, no pude por menos que recordar los versos escritos
80 años atrás por otro represaliado del fascismo: “Un manotazo duro, un golpe
helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado”.
“Estaba dormida…
entraron y la mataron a balazos…”, así expresaba Lucas lo sucedido a la 1h
horas de la madrugada de este triste 3 de marzo. Mientras escribo estas líneas
la información aun es confusa, pero parece ser que dos pistoleros forzaron la
puerta de la casa donde Berta Cáceres dormía en la pequeña ciudad de La
Esperanza, cabecera del fronterizo departamento de Intibucá en Honduras.
La asesinaron con
nocturnidad, premeditación y alevosía, durante el transcurso de la celebración
de un foro sobre energías alternativas desde la visión indígena, es decir, la
asesinaron mientras participaba junto a otros compañeros y compañeras de la
utopía que reivindica la vida ante un mundo insostenible que se cae a pedazos.
Estos sicarios al servicio del poder transnacional y del neodesarrollismo en
esta sufrida América morena no pueden entender que Berta estaba soñando cuando
violentaron su puerta, y que a pesar de que la balearon, sus sueños de
esperanza en un mundo mejor no se fueron con ella…
¿Quién era Berta Cáceres?
Berta era hija de una partera y activista
social del pueblo lenca que acogió y protegió en el pasado a refugiados de la
guerra civil en El Salvador, un conflicto armado que aunque nunca fue declarado
de forma oficial se desarrolló entre 1980 y 1992, dejando un saldo estimado de
75.000 muertos y desaparecidos. Recibió de su madre la mejor herencia posible
en el actual mundo en el que vivimos, el valor del compromiso militante en la
defensa de los derechos humanos y la solidaridad con las personas que sufren,
independientemente de su color, sexo, étnia o del país que provengan.
Es así y con esos
valores, con los que Berta se convirtió de forma temprana en una destacada
activista estudiantil. Pero consciente de sus orígenes, el 27 de marzo de 1993 formó
parte del grupo compañeros y compañeras que fundaron el Consejo Cívico de
Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).
Su trayectoria a
partir de entonces será la de líder de la comunidad indígena lenca, un pueblo
milenario y campesino del que quedan aún unas 400.000 personas que se divide
entre El Salvador y esencialmente Honduras, y que se consideran custodios de la
naturaleza, de la tierra y guardianes de los ríos. Según la tradición lenca en
los ríos residen los espíritus femeninos y por lo tanto las mujeres desempeñan
el rol de ser sus principales guardianas.
El COPINH se
convertirá a partir de entonces en una organización indigenista pero pluralista
y abierta, solidaria en las luchas nacionales aunque afincada en la zona
sur-occidental del país, desarrollando un importe rol como herramienta para la
reivindicación y reconocimiento de los derechos políticos, sociales, culturales
y económicos del campesinado y de las comunidades indígenas en Honduras.
Madre de cuatro hijos,
de los cuales dos de ellos ya tuvieron que abandonar el país debido a las
amenazas recibidas sobre sus vidas, su rol como coordinadora del COPINH la
llevó a destacarse en la defensa del medio ambiente y de los derechos de los
pueblos indígenas hondureños.
En 2006 el COPINH recibiría la visita de
diversos miembros de la comunidad de Río Blanco, quienes denunciaron,
desconociendo sus objetivos, la presencia y actividad de ingente maquinaria de
obra pesada en su territorio. A la cabeza del COPINH, Berta Cáceres lideraría
la resistencia frente a la construcción de la represa de Agua Zarca, la cual
pretendía ser ejecutada por la mayor empresa hidroeléctrica china, Sinohydro
Corporation, lo que supondría grandes desplazamientos de población lenca de sus
territorios y con fuerte afectación a las sagradas aguas del río Gualcarque. La
mayor transnacional china en construcción de represas tuvo que abandonar la
obra en el año 2013, denunciando su contrato con el gobierno hondureño debido a
la continua y persistente resistencia comunitaria.
Pero
el compromiso de Berta no sólo fue con su pueblo y la defensa de su entorno,
también lo fue con la
democracia. Junto a otros compañeras y compañeros, encabezó
las movilizaciones de protesta contra el golpe de Estado del 28 de junio del
2009 que derrocó al presidente legítimo de Honduras Manuel Zelaya.
En ese contexto, esta
líder indígena denunció también, en diferentes momentos, la presencia militar
de EE UU en Honduras, la cual a través de operaciones “cívico-militares” se
desplazó a lo largo y ancho del territorio lenca amenazando con instalar nuevas
bases militares en el país, buscando profundizar el rol de este territorio como
una importante plataforma militar estadounidense que opera como centro de
entrenamiento táctico avanzado y tareas militares conjuntas que dependen del
Comando Sur.
Desde su cinismo, el
Gobierno hondureño en palabras de su coordinador general Ramón Hernández
Alcerro repudió hace unas horas el asesinato de la líder indígena,
calificándolo de “abominable y deleznable”. Sin embargo, el hecho de gozar de
medidas cautelares debido a las múltiples amenazas de muerte sobre su persona,
sus hijos y su madre, no impidió que esta madrugada dos pistoleros a sueldo
regaran su sangre sobre el territorio por el que entregó su vida. Todo ello en
el país más peligroso de América Latina para los defensores de la vida.
Berta,
los que te conocimos recordaremos siempre como incluso en los momentos más
duros se iluminaba tu sonrisa. Tu sangre es la misma sangre que corrió por las
venas de líder indígena Lempira, quien encabezó la lucha de tu pueblo 500 años
atrás frente a la conquista española. Fuiste forjada con ese mismo material del
que se forjan los sueños, y como todos y todas sabemos, nuestros sueños, tus
sueños, no mueren por la metralla.
Fuente original: Observatorio de Multinacionales
en América Latina (OMAL)
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