Fumigaciones en la
mira
11 de marzo de 2016
Por Darío Aranda (Página 12)
Médicos e investigadores afirman que la utilización de tóxicos que
promociona la industria química-farmacéutica contra el Aedes aegypti no soluciona la propagación del virus
del dengue y el zika y además afecta la salud de la población.
Con más de 16.000 casos de dengue en Argentina
y el avance del zika en América latina, las empresas de agrotóxicos llevan
adelante una campaña de promoción de fumigaciones con numerosos químicos para,
sostienen, controlar los mosquitos. Médicos e investigadores afirman que, otra
vez, la industria química-farmacéutica hace negocios con la salud de la
población. “La bibliografía científica y
la praxis en promoción de salud permiten sostener que la química tóxica y la
biotecnología transgénica están muy lejos de formar parte de la solución, y
podríamos decir que son parte del problema”, afirmó Damián Verzeñassi, de la Universidad Nacional
de Rosario.
La Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) envió
un comunicado el 10 de febrero con el título “evitar el dengue, fiebre
chikungunya y zika es posible”. Anunció un “importante brote” para marzo y
alertó que “puede ser potencialmente mortal”. Propuso “tomar medidas de
prevención” y ofreció sus productos: “Existen diversos insecticidas que nos
permiten frenar la proliferación del mosquito y así salvar vidas humanas y
malformaciones”.
Entre los socios de Casafe sobresalen Syngenta, Monsanto, Basf,
Bayer, Dow, Dupont, Nufarm y Rizobacter. Cinco días después, volvió a enviar el
comunicado y el 29 de febrero insistió: “En todo el país se están desarrollando
tareas de fumigación; para lograr que el trabajo se realice de manera adecuada
y eficaz se recomienda mantener abiertas las puertas y ventanas de las
viviendas para que entre la ‘nube de pulverización’”.
Javier Souza Casadinho, docente de la Facultad
de Agronomía de la UBA y coordinador regional de la Red de Acción en
Plaguicidas y sus Alternativas de América latina (RAPAL), explicó que el
insecticida permetrina (recomendado por Casafe) impacta “en el sistema nervioso central, pudiendo provocar
convulsiones, temblores, ansiedad, alergias, malestares gástricos; también está
incluida en la lista de plaguicidas relacionados con problemas de fertilidad
masculina y la EPA (agencia regulatoria de Estados Unidos) advierte de posibles
efectos en el sistema reproductivo femenino e incidencia en el cáncer de mama”.
Souza Casadinho afirmó que el químico
fenitrotion (otro de los recomendados por las empresas de agrotóxicos) está
prohibido en la Unión
Europea y “severamente
cuestionado por instituciones en Argentina (entre ellos, el defensor del
Pueblo) porque puede causar disrupción endocrina, afectando el crecimiento y
reproducción de los seres humanos”.
El ministro de Salud, Jorge Lemus, admitió el
6 de febrero que “se está trabajando fuerte en las fumigaciones”, aunque
reconoció que el mosquito Aedes aegypti (transmisor de la enfermedad) “ya es
resistente a los químicos”. Lejos de abandonar la vía tóxica, el ministro
propuso “cambiar las sustancias” para fumigar.
Damián Verzeñassi, de la Cátedra de Salud Socioambiental de la
Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, comenzó con una pregunta: “¿No llama la atención que los mismos que ‘descubrieron’
la epidemia de la gripe A H 1N1
(luego reconocida como falsa), y que beneficiaron a la industria farmacéutica
hoy aparezcan con este ‘nuevo mal’ al mismo tiempo que florecen como única
opción el regreso a venenos químicos como el DDT o similares y junto a ello
infestar nuestros territorios de un mosquito transgénico que fracasó ya en
Brasil (donde fue liberado para controlar al A. aedes)?”.
Y cuestionó que “los mismos
responsables de las fumigaciones denunciadas por las comunidades y por la
epidemiología como responsables de daños graves en la salud (como
malformaciones, neoplasias, abortos espontáneos, entre otros) se presenten como
los portadores de la solución a partir de sus químicos tóxicos”. Recordó
que los investigadores de la Asociación Brasileña de Salud Colectiva (Abrasco)
cuestionaron el uso de larvicidas para combatir a los mosquitos y también
explicitaron la sospecha de que los químicos (y no el virus del zika) están
involucrados en el incremento de casos de microcefalia.
Rafael Lajmanovich es investigador del
Conicet, doctor en ciencias naturales y profesor de ecotoxicología en la Universidad Nacional
del Litoral (UNL). Hace 18 años que estudia el impacto de los agroquímicos y
cuenta con más de 80 publicaciones científicas. “Todos los insecticidas
(piretroides, fosforados y BT) que se utilizan contra los mosquitos son tóxicos
para la fauna silvestre y en mayor o menor medida también para los humanos”,
aseguró. Y remarcó que el dengue-zika tiene directa relación con la
tropicalización del clima, el recalentamiento del planeta y la agricultura
industrializada. “Es conocido que este vector (el mosquito) prolifera más en
sitios mal urbanizados y pobres. Está de más explicar la relación entre el modelo
productivo argentino, la pobreza y la precarización de las grandes ciudades.
Sin dudas hay que plantear a corto plazo el ‘control’ de la epidemia pero si no
cambiamos el modelo es claro que ningún insecticida nos salvará”, alertó
Lajmanovich.
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209858
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